Dios es compasivo y escuchará tu oración.


Paz y Bien

“La oración es la llave que abre el corazón de Dios”

La oración es el diálogo intenso, constante e ininterrumpido entre dos corazones amantes. El corazón de Dios y el corazón de la persona. La oración es el diálogo, la comunicación entre dos enamorados que necesitan de intimidad, de soledad, de momentos prolongados a solas, sin interrupción y sin barreras. Por ello la oración ha de ser necesariamente de corazón a corazón.

Es precisamente lo que la liturgia de la Palabra para la Eucaristía de hoy nos recomienda. ¡Orar, orar sin desfallecer! Date cuenta cómo es digna de admirar la actitud de la Reina Ester en boca de la cual el libre que lleva su mismo nombre pone la oración de abandono, la oración de petición, la oración de confianza, la oración de intercesión, la oración confiada en que sólo en Dios podrá alcanzar la protección verdadera y segura. Dios no le defraudará nunca y Él que es bueno escuchará su oración. La Reina Ester está convencida de ello y sabe que en ningún otro lugar, ni mucho menos en nadie más que en Dios puede alcanzar la protección y la salvación de su pueblo.

La confianza en la oración la lleva atrevidamente a enfrentarse con el “Rey León”, sin que él la haya llamado para nada. Es decir, enfrenta su situación como todo hombre y mujer deben hacerlo: no confiando en las propias fuerzas, sino confiando sólo en Dios que todos lo puede. Ella no confía en sí misma, tampoco en su ejército ni en las personas que estaban a su servicio, sino que siendo consciente de su realidad, invoca confiada y humildemente a Dios, para que le ayude a salir victoriosa en este momento tan importante y decisivo en su vida.

La oración siempre nos ha de llevar a tomar nuestra propia medida. Nuestra propia limitación. Si Tú o yo nos ponemos a orar ante Dios, sabemos que Dios no es como Tú, ni como yo, sino que Dios es grande, omnipotente, trascendente y poderoso en todo. Al mismo tiempo esto nos lleva a entender que Dios por medio de su grandeza, de su poder y de su trascendencia, es un Dios cercano a nosotros, cercanos nuestra realidad, a nuestros problemas a nuestra vida. Trasciendo su divinidad para hacerse hombre y habitar entre nosotros. Ésta es la verdadera grandeza de Dios. Por eso la Reina Ester en su oración reconoce ante todo y sobre todo la grandeza de Dios, pero al mismo tiempo también reconoce y está convencida de la cercanía de Dios con su pueblo.

Reconoce el pecado cometido por parte del pueblo que consiste en alejar a Dios de la propia vida y dar culto a otros dioses. Unos dioses que no nos conducen por el camino del amor y de la paz. Sin embargo aunque nos prostituyamos con otros baales, Dios estará ahí para escucharnos, sobre todo si se trata de una oración del corazón, una oración confiada y humilde que conmueve a Dios y siempre escuchará y concederá lo que le pidamos si tenemos fe.

Así nos lo afirma precisamente la página del Evangelio en labios del mismo Jesús: “Pidan y se les dará, llamen y se les abrirá…”. Dios está siempre al pendiente de lo que necesitemos. Está siempre atento a nuestras peticiones y se empeña en que le pidamos lo que necesitamos para favorecernos prontamente. Y Jesús recurre a un ejemplo bellísimo que precisamente pone de manifiesto el amor y la misericordia de Dios, que se traducen en obras concretas de parte de Dios para con nosotros.

Así pues es bueno que pensemos ¿cómo está nuestra vida de oración? Pero sobre todo como está nuestra relación con Dios. ¿Cómo está nuestra fe? ¿Oramos para tener fe, o porque tenemos fe oramos?

Hemos de estar conscientes que nuestra oración no es la primera palabra ni la iniciativa personal, sino que realmente esa oración es la respuesta a la oferta que ya Dios nos ha hecho, Dios que se ha adelantado a desear nuestro bien más que nosotros mismos. Dios es infinitamente generoso y siempre escuchará nuestra oración, nos concederá lo que nos convenga y nos dará la paz y la alegría en la tribulación.

Paz y Bien

Fort Worth, Texas

Marzo 17 de 2011

Fray Pablo Capuchino Misionero.

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