La verdadera vida.


Paz y Bien

La verdadera vida

El Santo tiempo de la cuaresma está cargado por la gracia de Dios que nos invita constantemente a la conversión. La conversión ha de ser desde la raíz del corazón, no de formas, no de apariencia, no de cuarenta días y luego continuar igual, sino de una vez para siempre. Decir una vez para siempre no significa que nos convertimos hoy y al rato o mañana ya no tenemos que hacerlo. ¡No! La conversión es un trabajo, una lucha constante y decidida. Muchas veces aquí es donde encontramos el problema: pronto, muy pronto nos damos por vencidos. Apenas corroboramos que no hemos cambiado o avanzado como quisiéramos, o que en vez de avanzar parece que retrocedemos. Ciertamente que no es así, lo que sucede es que al tener más conciencia de la presencia de Dios en nuestra vida, entonces, también somos más conscientes o sensibles a nuestra realidad de limitados y pecadores. Por eso, las lecturas de este día para la liturgia eucarística nos invitan a poner la atención en Jesucristo. Ciertamente Jonás no es un modelo de creyente ni de profeta. Quiso desafiar a Dios. Intentó no hacerle caso. En un primer momento no le obedeció. Aquí es precisamente donde vemos la propia limitación y la falta de disponibilidad a la conversión y a la entrega generosa. Llega el momento en que por circunstancias de la vida se da cuenta que “La verdadera vida” brota de la obediencia a Dios y que sólo a través de hacer su voluntad también es posible el poder hacer realidad la implantación del reino de los cielos. Lo vemos claramente en la Ciudad de Nínive. Una ciudad destinada a la perdición por su opción libre que había hecho de alejar a Dios de su vida y de su historia. Ahí es donde entra precisamente la mano de Dios, su proyecto y intercesión de quienes Él y solamente Él elige para que le den a conocer. Ahí le vemos a Jonás. Un hombre de poca fe. Un hombre incapaz –según él- de llevar a cabo la misión que Dios le encomienda. No se daba cuenta que era Dios mismo el que iba a actuar y que Jonás sólo sería el instrumento. ¡Cuántas veces no nos sucede esto mismo a nosotros! Pareciera que Dios nos pone una misión imposible y nos olvidamos que el que hace las cosas es Él con la acción del Espíritu Santo.

Así pues hemos de descubrir la importancia de estar siempre atentos a la voluntad y a la gracia de Dios. Como lo estuvo la Reina de Sabá que atraída por la buena fama de la sabiduría de Salomón, fue capaz de ponerse en camino e iniciar un largo viaje para llenarse, consolarse con dicha sabiduría. Los habitantes de Nínive se convirtieron por la predicación de Jonás. Nosotros todos los días nos encontramos con uno que es ¡mucho Mayor que Jonás! Nos encontramos con Jesucristo mismo a través de su Palabra y a través de la Eucaristía. Ciertamente estamos más de cerca y ante una grandeza y una sabiduría más que la de Jonás y la de Salomón.

La cuaresma es el tiempo propicio para renovarnos. Para encontrarnos nuevamente con Dios. Por eso Dios mismo ah “establecido generosamente este tiempo de gracia para renovar en santidad a tus hijos, de modo que, libres de todo afecto desordenado, vivamos las realidades temporales como primicias de las realidades eternas” (Prefacio de cuaresma II).

Paz y Bien.

Fort Worth, Texas. Marzo 16 de 2011.

Fray Pablo Capuchino Misionero.

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