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Mostrando entradas de abril, 2011

Es el Señor!

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Viernes de la Octava de Pascua Paz y Bien 1. Lectura (Hechos de los Apóstoles 4,1-12) 2. Evangelio (Juan 1,1-14) Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: "Jefes del pueblo y ancianos, ya que hoy se nos pide cuenta del bien que hicimos a un enfermo y de cómo fue curado, sepan ustedes y todo el pueblo de Israel: este hombre está aquí sano delante de ustedes por el nombre de nuestro Señor Jesucristo de Nazaret, al que ustedes crucificaron y Dios resucitó de entre los muertos. El es la piedra que ustedes, los constructores, han rechazado, y ha llegado a ser la piedra angular. Porque no existe bajo el cielo otro Nombre dado a los hombres, por el cual podamos alcanzar la salvación". (Hch 4,8-12). Querid@s lector@s seguimos avanzando en este hermoso camino de luz, de esperanza y de alegría de la Pascua de resurrección. Conforme vamos avanzando, también nos acompaña la certeza de que Cristo no está muerto, ha resucitado y la muerte no tiene ningún dominio sobr

Cristo te quiere sólo para Él!

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29 de abril Te ruego, pues, que te consueles también tú con este divino pensamiento: que tus penas espirituales y físicas son la prueba del querer divino, que desea por ese camino conformarte más al prototipo divino, a Jesucristo. […]. Para quien espera en el Señor sentirse tranquila de conciencia, no puede provenir más que del mismo Dios. Te sirva esto de respuesta a tu otra pregunta. No sentir atracción alguna por algún lugar de este mundo terrenal, no puede tener como autor a otro fuera de Dios, que quiere separar al alma de todo lo que no sea él. (28 de septiembre de 1915, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 500)

USTEDES LE DIERON MUERTE AL AUTOR DE LA VIDA, PERO DIOS LO RESUCITÓ DE ENTRE LOS MUERTOS

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Paz y Bien ¡Felices Pascuas de Resurrección!. Querid@s Lector@s estamos dentro del tiempo maravilloso de la Octava de Pascua. Esto significa que durante ocho días estamos viviendo la Resurrección del Señor como uno solo. El Evangelio causa admiración. El Evangelio causa alegría. El Evangelio genera vida y admiración, sorprende y desconcierta. Cristo es el Evangelio vivo y vivificante, si antes Jesús de Nazaret profeta en obras y palabras era capaz de devolver la salud a los enfermos, perdonar los pecados y resucitar a los muertos, con cuánta mayor razón lo hará ahora que vive inmortal y glorioso en el Reino del Padre sentado a su derecha. Pero además está vivo entre nosotros. Dios lo ha colmado de gloria haciéndolo resucitar y convirtiéndolo en vida para la humanidad de todos los tiempos. La realidad del Reino de Dios abarca al universo entero así lo podemos descubrir en el milagro de la sanación del paralítico. Jesús había prometido que si sus discípulos creían en Él, haría

Yo soy la Luz del mundo el que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá la Luz de la vida

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28 de abril Tú dices que no sabes distinguir si los rayos de luz que a veces se producen en el fondo de tu espíritu provienen de Dios o vienen de otros, temiendo estar engañada en todo a causa de tu sutil amor propio. Pues bien, he aquí los signos para conocer si esos rayos de luz provienen del Padre de las luces. Estos signos se reducen a tres. El primero es que esas luces producen un conocimiento cada vez más admirable de Dios, el cual, en la medida en que se nos revela, nos concede una idea cada vez más alta de su incomprensible grandeza. En resumen, esa luz nos lleva a amar cada vez más a Dios nuestro Padre y a sacrificarnos cada día más por su honor y por su gloria. El segundo signo es un conocimiento cada vez mayor de nosotros mismos, un sentimiento cada vez más profundo de humildad ante el pensamiento de que una criatura tan vil haya tenido la osadía de ofenderle, y que se atreva todavía a dirigirle la mirada, a observarlo. El tercero es que estos rayos celestiales produce

Cristo Vive, Satanás no tiene ningún poder sobre Ti si confías en Dios.

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27 de abril Ánimo, pues, y adelante. Dios está contigo, y el infierno, el mundo y la carne deberán para propia confusión arrinconar un día las armas y confesar una vez más que no pueden hacer nada contra el alma que posee y es poseída por Dios. […]. La guerra contra ti, querida mía, está declarada y es necesario vigilar a todas horas, oponerle una fuerte resistencia, teniendo siempre la mirada de la fe orientada al Dios de los ejércitos, que lucha contigo y a tu favor, y tener confianza ilimitada en la bondad de Dios, porque la victoria es segurísima. ¿Y cómo convencerse de lo contrario? ¿No está nuestro Dios más interesado que nosotros mismos en nuestra salvación? ¿No es él más fuerte que el mismo infierno? ¿Quién podrá resistir y vencer alguna vez al monarca del cielo? ¿Qué son el mundo, el demonio, la carne, todos nuestros enemigos, delante del Señor?... (25 de abril de 1914, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 76)