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Mostrando entradas de junio, 2011

Que tu coraz'on sea el Trono donde Dios reine eternamente

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27 de junio ¡Qué feliz es el reino interno cuando ahí reina este santo amor! ¡Qué felices son las potencias de nuestra alma cuando obedecen a un rey tan sabio! No, mi queridísimo padre, bajo su obediencia y en su reino, él no permite que haya en nosotros ni pecados graves ni afecto desordenado alguno, ni siquiera leve. Es verdad que él les deja acercarse hasta la frontera, con la finalidad de ejercitar las virtudes internas en el combate para hacerlas más fuertes; es también verdad que él permite que los espías, que son los pecados veniales y las imperfecciones, corran de acá para allá en su reino; pero él permite esto para darnos a conocer que, sin su ayuda, seríamos presa de nuestros enemigos. Humillémonos mucho, mi buen padre, y confesemos también que, si Dios no fuera nuestra coraza y nuestro escudo, seríamos heridos enseguida por toda clase de pecados. Y es por esto por lo que debemos apoyarnos siempre en Dios, perseverando en nuestros ejercicios y aprendiendo a servir a Dios c

Que tu corazon sea el Trono del Rey eterno.

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27 de junio ¡Qué feliz es el reino interno cuando ahí reina este santo amor! ¡Qué felices son las potencias de nuestra alma cuando obedecen a un rey tan sabio! No, mi queridísimo padre, bajo su obediencia y en su reino, él no permite que haya en nosotros ni pecados graves ni afecto desordenado alguno, ni siquiera leve. Es verdad que él les deja acercarse hasta la frontera, con la finalidad de ejercitar las virtudes internas en el combate para hacerlas más fuertes; es también verdad que él permite que los espías, que son los pecados veniales y las imperfecciones, corran de acá para allá en su reino; pero él permite esto para darnos a conocer que, sin su ayuda, seríamos presa de nuestros enemigos. Humillémonos mucho, mi buen padre, y confesemos también que, si Dios no fuera nuestra coraza y nuestro escudo, seríamos heridos enseguida por toda clase de pecados. Y es por esto por lo que debemos apoyarnos siempre en Dios, perseverando en nuestros ejercicios y aprendiendo a servir a Dios

Eres el más Bello de los hombres.

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24 de junio Las angustias y los momentos de calma que se van alternando, y que tú sientes en lo más alto de tu espíritu, nacen del amor que impulsa y del amor que atrae. Por tanto, vive en calma; y esa misma alternancia de sentimientos diversos en tu espíritu, a causa de la no completa posesión del objeto y que causa el martirio interior que lacera al alma, hace que sea soportado en paz, hasta poder decir con el profeta: « En paz mi amargura amarguísima ». Y abre también tu alma al eterno sol, y no temas sus rayos ardientes y abrasadores. Te repito, queridísima hijita de mi corazón, que abras también tu alma a este sol de infinita belleza, tú que tan ardientemente deseas abrir el capullo para dejar salir de tan dura y oscura prisión la hermosísima mariposa. (25 de mayo de 1918, a las hermanas Campanile – Ep. III, p. 956)

Luz para alumbrar a los que viven en tinieblas.

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22 de junio Ten paciencia todavía un poco más al soportar el estado de desolación espiritual; ten paciencia al soportar las pruebas amorosas a las que Jesús, con admirable providencia, para asemejarte a él, te va sometiendo; y verás que el Señor un día atenderá del todo tus deseos, que son también los míos. No te impacientes si en ti la noche se va haciendo más obscura y más lúgubre; no te asustes si no ves con los ojos materiales el cielo sereno que envuelve tu alma; mira a lo alto, elevándote sobre ti misma, y verás resplandecer una luz que participa de la luz del sol eterno. La fe viva, la confianza ciega y la completa adhesión a la autoridad constituida por Dios para ti, ésta es la luz que iluminó los pasos del pueblo de Dios en el desierto; ésta es la luz que resplandece siempre en la parte más alta de los espíritus gratos al Padre; ésta es la luz que condujo a los magos a adorar al Mesías en su nacimiento; ésta es la estrella profetizada por Balaam; ésta es la antorcha que dir

Cada vez más tinieblas

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20 de junio Sí, padre mío, estoy privado de todo, incluso de la apariencia de virtud, hasta el punto de parecerme que es un estado de tibieza fatal, por el que Dios justamente me va rechazando de su corazón cada día más. Y presiento que mi ruina es irreparable, ya que no encuentro modo de salir de esto. ¡Ay de mí!, he perdido los caminos, los medios, los apoyos, las normas; y, si trato de despertar mi memoria apagada, se me hace presente una misteriosa dispersión; y me encuentro más perdido que antes, más incapaz de levantarme, y la misteriosa oscuridad se hace más densa. Dios mío, ¿y por qué agitas y remuerdes y vuelves a agitar de nuevo y desconciertas con tanta violencia a esta alma turbada, a esta alma destruida desde hace tiempo y cuya destrucción diría que está movida, causada y querida por tu mismo mandato y permisión? (19 de junio de 1918, al P. Benedicto de San Marco in Lamis – Ep. I, p. 1033)

La quietud está reservada para el Cielo.

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11 de junio Hay algunas enfermedades físicas, cuya curación depende de un acertado modo de vivir. El amor propio, la estima de sí mismo, la falsa libertad de espíritu, son raíces que no se pueden erradicar fácilmente del corazón humano. Solamente se puede impedir la producción de sus frutos, que son los pecados; porque sus primeros retoños y sus ramas, esto es, sus primeras sacudidas y sus primeros movimientos, de hecho no se pueden impedir mientras se está en esta vida mortal, aunque sí se puede moderar y disminuir su calidad y su fuerza mediante la práctica de las virtudes contrarias, particularmente del amor de Dios. Es necesario, pues, tener paciencia al cortar los malos hábitos, domar las antipatías y superar las propias inclinaciones y cambios de humor; porque, mi buena hijita, esta vida es una lucha continua y no hay quien pueda decir: « Yo no he sido tentado » . La quietud está reservada para el cielo, donde nos espera la palma de la victoria. Aquí, en la tierra, hay que com

Con angustia busco a mi Dios: Señor dame la Paz

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10 de junio ¿Cómo podré explicarle la atormentadísima pena que martiriza mi alma? Del jueves a hoy siento, más que nunca, que mi alma está llena de una extrema turbación. Siento que la mano del Señor se ha vuelto más pesada para mí, que el Señor va demostrando todo su poder al castigarme y que, como a hoja arrastrada por el viento, él me rechaza y me persigue. ¡Ay de mí!, ¡ya no puedo más! No puedo por más tiempo soportar el peso de su justicia. Me siento aplastado bajo su potente mano. Las lágrimas son el pan de cada día. Me inquieto, lo busco; pero no lo encuentro sino en el furor de su justicia. Oh padre mío, puedo decir con toda razón con el profeta: Yo he venido a alta mar y la tormenta me ha hecho naufragar; he gritado y me he cansado en vano; mi garganta se ha quedado ronca sin obtener ningún fruto. El temor y el temblor me han invadido, y las tinieblas me han cubierto por todas partes. Me encuentro tendido en el lecho de mis dolores, lleno de inquietudes, buscando a mi Dios