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Mostrando entradas de julio, 2011

Dios siempre deja en nuestro espíritu un rayo de luz

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30 de julio ¿Quién es el reo, que, al ser torturado, aunque reconozca que lo merece, no sufra los dolores de las torturas y no pida verse libre de las mismas? Recuerda siempre esto, que es una regla general y segura, que Dios, mientras nos prueba con sus cruces y con los sufrimientos, deja siempre en nuestro espíritu un rayo de luz, por el que mantiene siempre una gran confianza en él y nos hace ver su inmensa bondad. Te exhorto, pues, a no abatirte totalmente ante la cruz que el cielo te presenta, y a que conserves una ilimitada confianza en la divina misericordia. Raffaelina, Dios te ama y te ama mucho, y tú correspondes del mejor modo que puedes a su amor; él no desea otra cosa, y tú confía, espera, humíllate ante las actuaciones divinas y ama.   (8 de junio de 1915, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 440)

Dios deja siempre en nuestro espíritu un rayo de luz.

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30 de julio ¿Quién es el reo, que, al ser torturado, aunque reconozca que lo merece, no sufra los dolores de las torturas y no pida verse libre de las mismas? Recuerda siempre esto, que es una regla general y segura, que Dios, mientras nos prueba con sus cruces y con los sufrimientos, deja siempre en nuestro espíritu un rayo de luz, por el que mantiene siempre una gran confianza en él y nos hace ver su inmensa bondad. Te exhorto, pues, a no abatirte totalmente ante la cruz que el cielo te presenta, y a que conserves una ilimitada confianza en la divina misericordia. Raffaelina, Dios te ama y te ama mucho, y tú correspondes del mejor modo que puedes a su amor; él no desea otra cosa, y tú confía, espera, humíllate ante las actuaciones divinas y ama.   (8 de junio de 1915, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 440)

El espíritu está pronto y la carne es débil

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29 de julio Corresponde del mejor modo posible a la voz que Jesús te ha hecho escuchar: « sufre »; y no te desanimes si te parece que acudes con frecuencia en busca de un cireneo, si la naturaleza grita pidiendo consuelo y te parece, por este motivo, que tu amor hacia Dios no es sincero ni perfecto. Aquí hay un engaño. También la humanidad de Jesús, en su agonía aceptada voluntariamente, oró que se alejara el cáliz; y de esto ¿podrías concluir, sin llevar el estigma de la infidelidad, que el amor de Jesús por su Padre del cielo fue menos perfecto y sincero? Te dejo buscar la solución. A veces el espíritu está pronto y la carne es débil; pero Dios quiere sobre todo el espíritu. Agárrate, pues, a él cada vez más con la voluntad, con lo más alto de tu espíritu, y deja también a la naturaleza que se resienta, se queme, reclame sus derechos, pues nada hay para ella más natural que esto; y si hoy también ella está sometida al sufrimiento, éste no le corresponde de por sí y por natur

Caminando por la orilla del río sin advertirlo...

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28 de julio Si la gracia de Dios no te hubiera iluminado y atraído hacia él, tú habrías sido como el necio que, después de toda una noche caminando por la orilla del río sin advertirlo, a causa de las densas tinieblas que lo rodeaban, al despuntar la luz que le advierte del peligro en que se ha encontrado, despreciando la luz, continúa el camino desafiando el peligro. ¡Desgraciado!, en cualquier momento la orilla se termina bajo sus pies, cae y se ahoga. También tú recorriste durante una buena parte de la noche la senda del precipicio; pero la gracia de Jesús fue tan poseedora que no se limitó a iluminarte y advertirte del peligro real que hasta ese momento habías corrido, sino que quiso hacer algo más contigo: atraerte hacia él, sin privarte de tu libre albedrío, con la fuerza del amor. Esta fuerza amorosa tú la sentiste y no pudiste hacer otra cosa que darte por vencida. Ahora bien, Jesús podía haberse comportado contigo como la luz se comportó con aquel infeliz: pero no,

El alma que combate junto a Dios, alcanzará la victoria.

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27 de julio Comprendo que nuestros enemigos son fuertes, muy fuertes; pero el alma que combate junto a Jesús ¿cómo puede dudar de que alcanzará la victoria? ¡Oh!, ¿acaso no es nuestro Dios el más fuerte de todos? ¿Quién podrá oponerle resistencia? ¿Quién se opondrá a sus decretos, a sus deseos? ¿Acaso no ha prometido a todos que nadie será tentado por encima de sus fuerzas? ¿Acaso no es fiel al cumplir sus promesas? ¿Puede haber alguna alma que piense esto? Sí, existe una, ¿y quieres saber quién es? Es la del estúpido, es la del necio: « Dice el necio para sí: no hay Dios (el Dios verdadero)». E insensato, Raffaelina, es el hombre que peca de incredulidad, de falta de confianza. Y tú más que nadie has tenido, no una, sino infinitas pruebas de esta promesa divina. Esas pruebas son tantas como las victorias sobre sus enemigos que cuenta tu alma. Sin la gracia divina, ¿habrías podido superar tantas crisis y tantas guerras, a las que ha sido sometido tu espíritu? Pues bien, abre c

En medio de la oscuridad absoluta, no decrece la esperanza

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25 de julio Humillémonos profundamente, mi buen padre, y confesemos que, si Dios no fuera la coraza y nuestro escudo, nosotros enseguida seríamos heridos por toda clase de pecados. Y es por esto por lo que debemos permanecer siempre en Dios, siendo perseverantes en nuestros ejercicios de piedad; que ésta sea nuestra preocupación constante. Tengamos siempre encendida en nuestro corazón la llama de la caridad; y no nos desanimemos nunca. Y si nos sobreviene alguna flaqueza o debilidad de espíritu, corramos a los pies de la cruz; ofrezcámonos entre los perfumes celestes; y, sin duda alguna, seremos fortalecidos. En la santa misa yo presento siempre al Padre del cielo, con el de su Hijo celestial, el corazón de usted. Él, a causa de esta unión en la que yo le presento la ofrenda, no puede rechazar ese corazón. No dudo, mi querido padre, de que usted, por su parte, hace lo mismo. […]. Las pruebas en mi espíritu siguen intensificándose. Pero, ¡viva Dios!, que, incluso en medio

Mi yugo es suave y mi carga ligera

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22 de julio Jesús te conceda escuchar cada vez más en tu corazón, al igual que a todas las almas que lo aman con sinceridad y pureza de corazón, su invitación tres veces amorosísima: « Mi yugo es suave y mi carga ligera ». Esta dulcísima invitación del divino Maestro te consuele en tu nueva prueba, o, mejor, en ese crecimiento de los favores divinos en ti. Y se puede decir muy bien que este nuevo estado tuyo es un favor singularísimo del Señor, favor que el Señor no suele otorgar sino a aquellas almas fuertes, que su misericordia las hace más gratas a él. Alégrate, por tanto, también tú conmigo por tan insigne bondad de nuestro buen Dios. ¡Oh!, Raffaelina, qué dulce y estimulante es para un alma saberse, sin mérito propio, elevada por este dulcísimo Padre nuestro a tanta dignidad. ¡Oh!, abre tu corazón a este Padre, el más amoroso de todos los padres, y déjale obrar libremente. No seamos avaros con quien nos enriquece en demasía y cuya liberalidad no pone nunca fronteras, ni conoce

Padre, ¿en mi celda habrá un Crucifijo?

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21 de julio San Lorenzo de Brindis Capuchino Predicador y Doctor Apostólico Año 1619   Con san Lorenzo de Brindis, Doctor Apostólico, la Orden Capuchina alcanza una de sus cimas más altas y una de sus expresiones más completas. Robusta figura de orador y misionero, de escritor y polemista, superior y diplomático, de contemplativo y místico, san Lorenzo encarna y compendia las características más bellas y originales, y los ideales más elevados de la reforma capuchina; y su figura se yergue precisamente al comienzo del siglo de oro de la Orden. Lorenzo significa: coronado de laurel. Laureado. Este santo ha sido quizás el más famoso predicador de la comunidad de la Orden de Frailes Capuchinos. Nació en Brindis, en Apulia,   el 22 de julio de 1959.   Hijo de Guillermo Ruso e Isabel Masella. Al día siguiente de su nacimiento se le administró el Sacramento del Bautismo en la Catedral de la Ciudad, y se le impuso el nombre de Julio C

Paz a todos los corazones afligidos

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20 de julio Quiera el dulcísimo Jesús regalar la paz a todos los corazones afligidos. Te confieso sinceramente, sin temor a mentir, amada hija de Jesús, que mi alma puede decir con el apóstol san Pablo, aunque, por desgracia, no poseo ni la milésima parte de aquel espíritu de caridad que ardía en el corazón de este santo apóstol: «Desearía ser yo mismo anatema, separado de Cristo, por mis hermanos» . Sí, quiera nuestro dulcísimo Señor excomulgarme, separarme de él, verme abandonado y en brazos de los oprobios y de las penas debidas a mis hermanos; me cancele incluso del libro de la vida, con tal que salve a mis hermanos y a mis compañeros de exilio y no me prive de su caridad y de su gracia, de la cual nada podrá nunca separarme. Reza al Señor que quiera calmar estos deseos míos que me queman las entrañas y que me hacen morir continuamente.   (25 de abril de 1914, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 76)

¿Lo que hago le agrada o no a Dios?

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18 de julio La duda que me asalta siempre, y que me persigue a todas partes, es la de no saber si lo que hago agrada o no a Dios. Es verdad que sobre este punto usted me ha hablado muchas veces; pero ¿qué he de hacer si, puesto en esta dura prueba, olvido todo, e incluso, si recuerdo, no recuerdo nada con precisión y todo es confusión? ¡Ay de mí!, por caridad, tenga la bondad una vez más de ponérmelo por escrito. Dios, además, se va agigantando cada vez más en mi mente, y lo veo siempre en el cielo de mi alma, que se va cubriendo de densas nieblas. Lo siento cerca y lo veo también muy lejos. Y al aumentar estos anhelos, Dios se me hace más íntimo y lo experimento; pero estos deseos también me hacen verlo cada vez más lejano. ¡Dios mío! ¡Qué cosa tan extraña!   (16 de julio de 1917, al P. Benedicto de San Marco in Lamis – Ep. I, p. 909)

¿Cómo tengo que actuar para salir de este estado tan deplorable?

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16 de julio ¿Cómo conseguir decirle lo que siento? Créame que es precisamente esto lo que constituye el culmen de mi martirio interno. Vivo en una noche continua; las tinieblas son densísimas. Deseo la luz y esta luz no me llega nunca. Y, si alguna vez se ve también algún débil rayo de luz, lo que sucede muy raramente, es éste el que enciende en el alma los deseos más desesperados de ver de nuevo resplandecer el sol; y estos deseos son tan fuertes y violentos que, con muchísima frecuencia, me hacen languidecer y derretirme de amor a Dios; y me veo a punto de desfallecer. Todo esto lo experimento sin quererlo y sin que haga nada por conseguirlo. Las más de las veces, todo esto me sucede fuera de la oración y también cuando estoy ocupado en acciones indiferentes. Yo no quisiera sentir estas cosas, porque me doy cuenta de que, cuando son tan violentas, también el físico se resiente fuertemente, y, por este motivo, tengo mucho miedo de que no sea conveniente para mí. En todo momento m

Nada puede temer el alma que confía en su Señor.

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15 de julio Vuelvo a inculcarte que confíes siempre; nada puede temer el alma que confía en su Señor y pone en él su esperanza. El enemigo de nuestra salvación está siempre girando a nuestro alrededor para arrancarnos del corazón el ancla que debe conducirnos a la salvación, quiero decir la confianza en Dios nuestro Padre; tengamos asida, muy asida, esta ancla; no permitamos nunca que nos abandone un solo instante, pues de otro modo todo estaría perdido. Repítete siempre, y mucho más en las horas más tristes, las bellísimas palabras de Job: « Señor, aunque tú me mates, yo esperaré en ti ». Mantente siempre vigilante y no te ensalces sobre ti misma, juzgándote capaz de hacer algo bueno, ni por encima de los demás, creyéndote que eres mejor o al menos igual que los demás; sino considera a los demás como mejores que tú. El enemigo, Raffaelina, vence a los creídos y no a los humildes de corazón.   (10 de abril de 1915, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 393)

No desconfíes de la Gracia Divina

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14 de julio No desconfíes de la providencia divina, confía en Dios, abandónate a él, déjale a él el cuidado entero de ti misma, y quédate tranquila que no quedarás confundida. Comprendo y entiendo que la prueba es dura y hosca la batalla; pero comprendo también que el fruto, que lo recogerás a su tiempo, es muy abundante. La corona que se va tejiendo allá arriba es con mucho muy superior a todo lo que podemos imaginar. […]. Júzgame como creas, pero lo que quiero de ti es que, al aumentar las pruebas, aumente también el abandono y la confianza en Dios; profundiza cada vez más en la humildad y en bendecir al Señor, que se digna en su bondad visitarte de ese modo para disponerte a formar parte de la construcción de la Sión celeste.   (10 de abril de 1915, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 393)

No desconfíes de la Providencia Divina

14 de julio No desconfíes de la providencia divina, confía en Dios, abandónate a él, déjale a él el cuidado entero de ti misma, y quédate tranquila que no quedarás confundida. Comprendo y entiendo que la prueba es dura y hosca la batalla; pero comprendo también que el fruto, que lo recogerás a su tiempo, es muy abundante. La corona que se va tejiendo allá arriba es con mucho muy superior a todo lo que podemos imaginar. […]. Júzgame como creas, pero lo que quiero de ti es que, al aumentar las pruebas, aumente también el abandono y la confianza en Dios; profundiza cada vez más en la humildad y en bendecir al Señor, que se digna en su bondad visitarte de ese modo para disponerte a formar parte de la construcción de la Sión celeste.   (10 de abril de 1915, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 393)

Levanta con frecuencia tu alma a Dios

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12 de julio Sé que os entristecéis porque no lográis corregir vuestras imperfecciones; pero, mantened el ánimo, mis queridos hijos, y recordad lo que sobre este punto os he dicho tantas veces: que os tenéis que entregar con la misma intensidad a la práctica de la fidelidad a Dios y a la práctica de la humildad. La fidelidad, para renovar vuestros propósitos de servir a Dios con la misma frecuencia con que los quebrantáis, y para que, teniéndolos presentes, no los quebrantéis en adelante. La humildad, cuando os suceda que habéis transgredido vuestros propósitos, para reconocer vuestra miseria y abyección. Cuidad con gran esmero vuestros corazones para purificarlos de acuerdo al número y a las inspiraciones que vais recibiendo. Levantad con frecuencia vuestras almas a Dios; leed buenos libros siempre que os sea posible, pero con mucha devoción; sed asiduos a la oración, a la meditación, y al examen de conciencia varias veces al día.   (Sin fecha, a los novicios – Ep. IV, p. 3

Pide y se te dará

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11 de julio Tengamos el pensamiento orientado continuamente hacia el cielo, nuestra verdadera patria, del que la tierra no es más que imagen, conservando la serenidad y la calma en todos los sucesos, sean alegres o tristes, como corresponde a un cristiano, y más a un alma formada con especial cuidado en la escuela del dolor. En todo esto te estimulen siempre los motivos que da la fe y los ánimos de la esperanza cristiana; y, comportándote así, el Padre del cielo endulzará la amargura de la prueba con el bálsamo de su bondad y de su misericordia. Y es a esta bondad y misericordia del Padre celestial a la que el piadoso y benéfico ángel de la fe nos invita y nos urge a recurrir con una oración insistente y humilde, teniendo la firme esperanza de ser escuchados, porque confiamos en la promesa que nos hace el Maestro divino: « Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá… Porque todo lo que pidáis al Padre en mi nombre se os dará ». Sí, oremos y oremos siempre e

Abre el corazón a este Médico celestial

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9 de julio Abre el corazón a este médico celestial de las almas y abandónate con confianza plena entre sus brazos santísimos. Él te trata como a elegida para seguir de cerca a Jesús por el camino del Calvario; y yo veo, con alegría y con vivísima conmoción de mi espíritu, este modo de actuar de la gracia en ti. Ten la certeza de que todo lo que está sucediendo en tu alma está programado por el Señor; y, por tanto, no tengas miedo a encontrarte con el mal, es decir, a ofender a Dios. Que te baste saber que en todo esto tú en modo alguno ofendes al Señor; al contrario, él es cada vez más glorificado.   (19 de mayo de 1914, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 87)

Verónica Giuliani Clarisa Capuchina 3

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El «Diario», comenzado el 13 de diciembre de 1693, abre sus páginas con este prólogo: «Estando por la noche en oración, me sentí invitar al convite del sufrimiento, y en aquel instante tuve un poco de recogimiento, durante el cual Dios me mostró aquella gran cruz, por mí tantas veces vista, haciéndome saber que hasta la santa Natividad debía experimentar muchos sufrimientos, y que en señal de esto, todos los días vería dicha cruz, con vista intelectual. Así ha sucedido; y a cada visión paréceme que se me acrecentaba el deseo de más padecer». Después de esto, bien podía Verónica repetir con la esposa de los Cantares: «El Señor me llevó a la cámara de sus vinos, y ordenó en mí el amor». Aceptada aquella invitación, la enamorada de Cristo vivirá una larga vida de fuego y de cruz, recorriendo un camino erizado de espinas, ascendiendo sin vacilar a la cima de todos los heroísmos. Lleva en su cabeza y en su corazón el tormento mil veces renovado de la corona punzante; bebe hasta saciarse

Jesu me está mirando continuamente

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8 de julio Me parece que Jesús me está mirando continuamente. Si me sucede que alguna vez pierdo la presencia de Dios, siento enseguida que nuestro Señor me vuelve a llamar a mi deber. La voz con la que me reclama no sé expresarla; pero sé que es muy penetrante y que, para el alma que la oye, es casi imposible rehusarla. No me pregunte, padre mío, cómo sé que es nuestro Señor el que se me muestra en tal visión, cuando nada veo ni con los ojos del cuerpo ni con los del espíritu, porque no lo sé y no puedo decir sobre esto más de lo que he dicho. Sólo sé decir esto: que aquél que está a mi derecha es nuestro Señor y no otro; y también que, aún antes de que él me lo dijera, yo ya tenía profundamente grabado en mi mente que era él. Esta gracia ha dejado en mí un gran bien. El alma se queda en una gran paz; me siento consumir del todo por un deseo intensísimo de agradar a Dios; desde que me ha favorecido con esta gracia, el Señor me hace mirar con inmenso desprecio todo lo que no me ayu

Santa Veronica Giuliani 2

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Tenía una hermosura delicada y grácil, un carácter vivo, una sensibilidad excepcional; era querida de todos, y nadie podía sufrir el apartarse para siempre de tan gustosa compañía. Era además voluntariosa y dominante, zalamera y caprichosa, no soportaba contradicciones y parecía que sus arrestos se multiplicaban ante los obstáculos o las negativas. En su «Diario» nos descubre una interesante mezcla de defectos y de virtudes; la santa no omite ni el más insignificante pormenor. «Un día me vestí de hombre e hice que todas mis hermanas hicieran lo mismo, con lo que me divertí no poco... Sentía estímulos de no hacerlo más; pero después lo volví a hacer muchas veces». Leemos también en las primeras páginas este otro rasgo de un carácter excesivamente celoso: «Una vez, entre otras, di un bofetón a una criada, porque me pareció que hacía algo no muy bueno». Para aquilatar la bondad de su corazón sensible, es necesario saber que, aun en aquellos años juveniles, no podía sosegarse ante el es