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Mostrando entradas de julio, 2012

Esta fuerza amorosa Tú la sentiste

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28 de julio Si la gracia de Dios no te hubiera iluminado y atraído hacia él, tú habrías sido como el necio que, después de toda una noche caminando por la orilla del río sin advertirlo, a causa de las densas tinieblas que lo rodeaban, al despuntar la luz que le advierte del peligro en que se ha encontrado, despreciando la luz, continúa el camino desafiando el peligro. ¡Desgraciado!, en cualquier momento la orilla se termina bajo sus pies, cae y se ahoga. También tú recorriste durante una buena parte de la noche la senda del precipicio; pero la gracia de Jesús fue tan poseedora que no se limitó a iluminarte y advertirte del peligro real que hasta ese momento habías corrido, sino que quiso hacer algo más contigo: atraerte hacia él, sin privarte de tu libre albedrío, con la fuerza del amor. Esta fuerza amorosa tú la sentiste y no pudiste hacer otra cosa que darte por vencida. Ahora bien, Jesús podía haberse comportado contigo como la luz se comportó con aquel infeliz: pero no,

En las angustias espirituales...

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23 de julio Tu único pensamiento sea el de amar a Dios y crecer cada día más en la virtud y en la santa caridad, que es el vínculo de la perfección cristiana. En todos los sucesos de la vida reconoce la voluntad de Dios, adórala, bendícela. De modo especial en las cosas que te resulten más duras, no busques con inquietud ser liberada de ellas. Entonces más que nunca dirige tu pensamiento al Padre del cielo y dile: « Tanto mi vida como mi muerte están en tus manos, haz de mí lo que más te agrade ». En las angustias espirituales: « Señor, Dios de mi corazón, sólo tú conoces y lees a fondo el corazón de tus criaturas, sólo tú conoces todas mis penas, sólo tú conoces que todas mis angustias provienen de mi temor de perderte, de ofenderte, del temor que tengo de no amarte cuanto mereces y que yo debo y deseo; tú, para quien todo está presente y que eres el único que lees el futuro, si sabes que es mejor para tu gloria y para mi salvación que yo esté en este estado, que se realic

¿Cómo agradar a Dios?

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18 de julio La duda que me asalta siempre, y que me persigue a todas partes, es la de no saber si lo que hago agrada o no a Dios. Es verdad que sobre este punto usted me ha hablado muchas veces; pero ¿qué he de hacer si, puesto en esta dura prueba, olvido todo, e incluso, si recuerdo, no recuerdo nada con precisión y todo es confusión? ¡Ay de mí!, por caridad, tenga la bondad una vez más de ponérmelo por escrito. Dios, además, se va agigantando cada vez más en mi mente, y lo veo siempre en el cielo de mi alma, que se va cubriendo de densas nieblas. Lo siento cerca y lo veo también muy lejos. Y al aumentar estos anhelos, Dios se me hace más íntimo y lo experimento; pero estos deseos también me hacen verlo cada vez más lejano. ¡Dios mío! ¡Qué cosa tan extraña!   (16 de julio de 1917, al P. Benedicto de San Marco in Lamis – Ep. I, p. 909)

Una grandísima confusión me invade totalmente

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17 de julio Hay momentos en los que me asaltan violentas tentaciones contra la fe. Estoy seguro de que la voluntad no las acepta, pero la fantasía está tan encendida y la tentación, que da vueltas en la mente, se presenta con colores tan claros, que presenta el pecado como algo, no sólo indiferente, sino agradable. De aquí nacen también todos esos pensamientos de desánimo, de desconfianza, de desesperación e incluso – no se asuste, padre, por caridad – pensamientos de blasfemia. Yo me horrorizo ante tanta lucha; tiemblo y me esfuerzo siempre; y estoy seguro de que, por la gracia de Dios, no caigo. Añada, además, a todo esto el oscuro cuadro de la vida pasada, en el que no se ve más que mis miserias y mi ingratitud hacia Dios. Siento que mi ánimo se rompe de dolor; y una grandísima confusión me invade totalmente. Me siento, por este motivo, como puesto bajo una durísima prensa y como si todos los huesos se trituraran y se separaran unos de otros. Y esta operación tan dur

¿Cómo conseguir decirle lo que siento?

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16 de julio ¿Cómo conseguir decirle lo que siento? Créame que es precisamente esto lo que constituye el culmen de mi martirio interno. Vivo en una noche continua; las tinieblas son densísimas. Deseo la luz y esta luz no me llega nunca. Y, si alguna vez se ve también algún débil rayo de luz, lo que sucede muy raramente, es éste el que enciende en el alma los deseos más desesperados de ver de nuevo resplandecer el sol; y estos deseos son tan fuertes y violentos que, con muchísima frecuencia, me hacen languidecer y derretirme de amor a Dios; y me veo a punto de desfallecer. Todo esto lo experimento sin quererlo y sin que haga nada por conseguirlo. Las más de las veces, todo esto me sucede fuera de la oración y también cuando estoy ocupado en acciones indiferentes. Yo no quisiera sentir estas cosas, porque me doy cuenta de que, cuando son tan violentas, también el físico se resiente fuertemente, y, por este motivo, tengo mucho miedo de que no sea conveniente para mí. En to

Profundiza cada vez más en la humildad!

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14 de julio No desconfíes de la providencia divina, confía en Dios, abandónate a él, déjale a él el cuidado entero de ti misma, y quédate tranquila que no quedarás confundida. Comprendo y entiendo que la prueba es dura y hosca la batalla; pero comprendo también que el fruto, que lo recogerás a su tiempo, es muy abundante. La corona que se va tejiendo allá arriba es con mucho muy superior a todo lo que podemos imaginar. […]. Júzgame como creas, pero lo que quiero de ti es que, al aumentar las pruebas, aumente también el abandono y la confianza en Dios; profundiza cada vez más en la humildad y en bendecir al Señor, que se digna en su bondad visitarte de ese modo para disponerte a formar parte de la construcción de la Sión celeste.   (10 de abril de 1915, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 393)

¡No te desanimes nunca!

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13 de julio Por grande que sea la prueba a la que te someta el Señor, por insostenible que sea la desolación del espíritu en ciertos momentos de la vida, no te desanimes nunca. Recurre con mayor abandono filial a Jesús, que no podrá quedarse sin concederte una gota de refrigerio y de consuelo. Recurre a él siempre, incluso cuando el demonio, para amargarte los días de tu vida, te recuerde tus pecados. Eleva tu voz a él con fuerza, la voz de la humildad del espíritu, de la contrición del corazón y de la plegaria de los labios. Ante estas demostraciones, Raffaelina, es imposible que Dios no te mire con agrado, que no ceda, que no se rinda. El poder de Dios, es verdad, triunfa de todo; pero la oración humilde que brota del sufrimiento vence al mismo Dios; detiene su brazo, apaga su furia, lo desarma, lo vence, lo aplaca y lo vuelve, por así decirlo, en dependiente y amigo. ¡Oh!, si todos los hombres llegaran a experimentar en sí mismos, como lo hicieron el publicano del templ

Levanta con frecuencia tu alma a Dios

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12 de julio Sé que os entristecéis porque no lográis corregir vuestras imperfecciones; pero, mantened el ánimo, mis queridos hijos, y recordad lo que sobre este punto os he dicho tantas veces: que os tenéis que entregar con la misma intensidad a la práctica de la fidelidad a Dios y a la práctica de la humildad. La fidelidad, para renovar vuestros propósitos de servir a Dios con la misma frecuencia con que los quebrantáis, y para que, teniéndolos presentes, no los quebrantéis en adelante. La humildad, cuando os suceda que habéis transgredido vuestros propósitos, para reconocer vuestra miseria y abyección. Cuidad con gran esmero vuestros corazones para purificarlos de acuerdo al número y a las inspiraciones que vais recibiendo. Levantad con frecuencia vuestras almas a Dios; leed buenos libros siempre que os sea posible, pero con mucha devoción; sed asiduos a la oración, a la meditación, y al examen de conciencia varias veces al día.   (Sin fecha, a los novicios – Ep. IV, p.

Oremos, y oremos siempre en la serenidad de nuestra fe

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11 de julio Tengamos el pensamiento orientado continuamente hacia el cielo, nuestra verdadera patria, del que la tierra no es más que imagen, conservando la serenidad y la calma en todos los sucesos, sean alegres o tristes, como corresponde a un cristiano, y más a un alma formada con especial cuidado en la escuela del dolor. En todo esto te estimulen siempre los motivos que da la fe y los ánimos de la esperanza cristiana; y, comportándote así, el Padre del cielo endulzará la amargura de la prueba con el bálsamo de su bondad y de su misericordia. Y es a esta bondad y misericordia del Padre celestial a la que el piadoso y benéfico ángel de la fe nos invita y nos urge a recurrir con una oración insistente y humilde, teniendo la firme esperanza de ser escuchados, porque confiamos en la promesa que nos hace el Maestro divino: « Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá… Porque todo lo que pidáis al Padre en mi nombre se os dará ». Sí, oremos y oremos siemp

Jesucristo es el Médico y la Medicina del Cuerpo y del Espíritu

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9 de julio Abre el corazón a este médico celestial de las almas y abandónate con confianza plena entre sus brazos santísimos. Él te trata como a elegida para seguir de cerca a Jesús por el camino del Calvario; y yo veo, con alegría y con vivísima conmoción de mi espíritu, este modo de actuar de la gracia en ti. Ten la certeza de que todo lo que está sucediendo en tu alma está programado por el Señor; y, por tanto, no tengas miedo a encontrarte con el mal, es decir, a ofender a Dios. Que te baste saber que en todo esto tú en modo alguno ofendes al Señor; al contrario, él es cada vez más glorificado.   (19 de mayo de 1914, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 87)

Dulzura y Humildad

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7 de julio Es necesario cultivar con entusiasmo estas dos virtudes: la dulzura con el prójimo y la santa humildad con Dios. Tengo la confianza de que lo harás, porque el gran Dios, que te ha tomado de la mano para atraerte hacia él, no te abandonará hasta que no te haya colocado en su tabernáculo eterno. Conviene, mi queridísima hija, que te esfuerces por erradicar las pretensiones y los pensamientos de superioridad, porque el honor de ningún otro modo se consigue mejor que despreciándolo; pero, aún así, inquieta al alma y lleva a cometer faltas y errores contra la dulzura y la humildad.     (18 de octubre de 1917, a las hermanas Campanile – Ep. III, p. 943)

La luz y tinieblas son muy distintas

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7 de julio Esta mañana, después de la misa, cuando me hallaba muy afligido por el motivo indicado, de repente he sido presa de un violentísimo dolor de cabeza, que, nada más sentirlo, me ha parecido imposible poder continuar la acción de gracias. Esta situación acrecentaba en mí el sufrimiento; también se ha posesionado de mí una gran aridez de espíritu; y quién sabe qué hubiera pasado de no haber venido aquél al que me voy a referir. Se me ha aparecido nuestro Señor, que me ha hablado de esta manera: «Hijo mío, no dejes de escribir lo que hoy oyes de mi boca, para que no llegues a olvidarlo. Yo soy fiel; ninguna criatura se perderá sin saberlo. La luz y las tinieblas son muy distintas. El alma, a la que yo acostumbro hablar, la atraigo hacia mí; en cambio, las artimañas del demonio buscan alejarla de mí. Yo al alma nunca inspiro miedos que la alejen de mí; el demonio nunca pone en el alma miedos que la muevan a acercarse a mí. Los miedos sobre su salvación eterna, que el a

El amor no se siente, se vive

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5 de julio Te equivocas, y te equivocas de lleno, si quieres medir el amor de un alma a su creador por la dulzura sensible que experimenta al amar a Dios. Ese amor es propio de las almas que se encuentran todavía en la simplicidad de la infancia espiritual: amor que podría ser fatal para el alma que lo busque en demasía. Por el contrario, el amor de las almas que han salido de esa infancia espiritual es aquel que ama sin recibir gusto o dulzura en aquella parte que llamamos alma sensitiva. La señal segura para conocer si esas almas aman de verdad a Dios es el descubrirlas siempre dispuestas a la observancia de la ley santa de Dios; es el verlas siempre atentas y vigilantes a no caer en pecado; es su deseo habitual de ver glorificado al Padre del cielo y que para ello no dejan, en cuanto depende de ellos, de propagar el reino de Dios; es el verlas continuamente orando al Padre del cielo con las mismas palabras del divino Maestro: « Padre nuestro... venga tu reino ». (29 de

Tu confianza esté puesta siempre en Dios

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3 de julio No te dejes asustar por los asaltos de satanás; tu confianza esté puesta siempre en Dios; en ella debes ir creciendo cada día, y lo debes demostrar de modo especial en la prueba que ahora soportas, y que deberá redundar en gloria de Dios y en una gran victoria para tu alma. No te aflijas más de lo necesario; alégrate, que la guerra no tardará en llegar a su fin. No pasará mucho tiempo antes de que comiencen las negociaciones y los gastos de la guerra se adjudicarán al enemigo de Dios, al enemigo de las almas. ¡Qué hermoso será el mediodía que el buen Dios hará brillar después de la purga! Que te anime, pues, este dulce pensamiento a combatir con valentía el buen combate. Ya desde ahora te deseo con gran alegría en el Señor el hermoso día de nuestro rescate. ¡Viva Jesús siempre en tu espíritu! (25 de marzo de 1915, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 373)

El que te ilumina y consuela es Dios

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2 de julio El que te inquieta y te atormenta es satanás; el que te ilumina y consuela es Dios. El alma que es cada vez más impulsada a abajarse y a humillarse ante su Señor, y al mismo tiempo se ve urgida a sufrir todo, a soportar todo, para merecer la aprobación de su celestial Esposo, no puede menos de reconocer que todo eso le viene de Dios. Los profundos anhelos de amor del alma hacia su Señor no son, no pueden ser, alucinaciones o ilusiones. Por tanto, vuelvo a garantizarte que es la gracia de Jesús la autora de cuanto de hermoso acontece en ti. Por eso, deja que tu divino Esposo actúe en ti y te conduzca por los caminos que él quiere. Todo lo que experimentas dentro de ti al verte rodeada de tantas almas piadosas, todas ellas dedicadas a amar y a servir al Señor, es señal de que tu alma busca con convencimiento y ardientemente a su creador.   (14 de julio de 1914, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 126)