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Mostrando entradas de junio, 2013

¡Unirme a Ti es el único deseo de mi vida!

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21 de junio ¡Ay! padre mío, usted que sabe de él, dígame, se lo suplico, no me eche en cara mi dispersión, mi ansia, mi errar en busca de él; no me eche en cara la falta de abandono de este espíritu, que también desea con vehemencia su descanso más ciego y humilde en el divino beneplácito; dígame, por caridad, ¿dónde está mi Dios? ¿Dónde podré encontrarlo? ¿Qué puedo hacer para dedicarme a buscarlo? Dígame, ¿lo encontraré? Dígame, ¿dónde debo posar este corazón mío, que se va enfermando de muerte y que instintivamente lo siento en una afanosa y penosa búsqueda? Oh Dios, oh Dios, no puedo decir otra cosa: ¿por qué me has abandonado? Este espíritu, justamente golpeado por tu justicia divina, yace en una vehemente contradicción, sin ningún recurso ni conocimiento, fuera de los fugaces relámpagos, puestos para agudizar el sufrimiento y el martirio. Me siento morir, me abraso de ardor, desfallezco de hambre, oh padre; pero me parece que ahora el hambre se va reduciendo al

Amor que me sotiene.

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20 de junio Sí, padre mío, estoy privado de todo, incluso de la apariencia de virtud, hasta el punto de parecerme que es un estado de tibieza fatal, por el que Dios justamente me va rechazando de su corazón cada día más. Y presiento que mi ruina es irreparable, ya que no encuentro modo de salir de esto. ¡Ay de mí!, he perdido los caminos, los medios, los apoyos, las normas; y, si trato de despertar mi memoria apagada, se me hace presente una misteriosa dispersión; y me encuentro más perdido que antes, más incapaz de levantarme, y la misteriosa oscuridad se hace más densa. Dios mío, ¿y por qué agitas y remuerdes y vuelves a agitar de nuevo y desconciertas con tanta violencia a esta alma turbada, a esta alma destruida desde hace tiempo y cuya destrucción diría que está movida, causada y querida por tu mismo mandato y permisión? (19 de junio de 1918, al P. Benedicto de San Marco in Lamis – Ep. I, p. 1033)    

Vive en sintonía con el Espíritu de Dios.

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17 de junio L a caridad, el gozo y la paz son virtudes que vuelven al alma perfecta en torno a lo que posee; la paciencia, en cambio, la vuelve perfecta en torno a lo que soporta. Lo dicho hasta aquí es lo que es necesario para la perfección interior del alma. Para la perfección exterior del alma son necesarias las virtudes, algunas de las cuales se refieren al modo cómo el alma que tiende a la perfección debe comportarse con el prójimo; otras, en cambio, se refieren al régimen de los propios sentidos. Entre las virtudes que el alma necesita en relación al prójimo, encontramos, en primer lugar, la benignidad, con la que el alma devota, con sus comportamientos agradables, corteses, cívicos, ajenos a toda grosería, cautiva a aquéllos con quienes trata y atrae a imitar su vida devota. Pero todo esto es aún muy poca cosa. Conviene bajar a los hechos: y he aquí que nos viene inmediatamente la benignidad, virtud que empuja al alma a servir de utilidad para los demás

Dios mismo es Tu fortaleza

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  13 de junio   Hija mía, no seas condescendiente contigo misma: las madres tiernas echan a perder a sus hijos. No seas fácil para lamentarte y para llorar. No te maravilles de esas dificultades y violencias, que con tanto sufrimiento manifiestas; no, hijita, no te maravilles; Dios las permite para hacerte humilde con la verdadera humildad, abyecta y vil a tus ojos. En esto no se debe combatir de otro modo que no sea deseando a Dios, haciendo que el espíritu vaya pasando de las criaturas al Creador, y con continuos anhelos de la santísima humildad y simplicidad de corazón. c) Sé buena con el prójimo y no te dejes llevar por los impulsos de cólera; en esos momentos repite con mucha frecuencia estas palabras del Maestro: « Yo amo a estos prójimos, Padre eterno, porque Tú los amas » , y tú me los has dado por hermanos, y quieres que, como tú los amas, así los ame yo. Y ama más todavía a estas niñas, tus discípulas, con las cuales la mano misma de la providencia divina

Pon con frecuencia tu corazón en Dios.

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12 de junio Debes saber, hijita, que la caridad tiene tres elementos: el amor a Dios, el afecto a sí mismo y la caridad hacia el prójimo; y mis pobres enseñanzas te ponen en el camino de practicar todo esto. a) Durante el día, pon con frecuencia todo tu corazón, tu espíritu y tu pensamiento en Dios con una gran confianza; y dile con el profeta real: « Señor yo soy tuya, sálvame » . No te detengas mucho a considerar qué tipo de oración te da Dios, sino sigue sencilla y humildemente su gracia en el afecto que debes tenerte a ti misma. b) Aunque sin detenerte con soberbia, ten bien abiertos los ojos sobre tus malas inclinaciones para erradicarlas. No te asustes nunca al verte miserable y llena de malos estados de ánimo; céntrate en tu corazón con un gran deseo de perfeccionarlo. Procura enderezarlo dulce y caritativamente cuando tropiece. Sobre todo, esfuérzate con todas tus fuerzas por fortalecer la parte superior del alma, no entreteniéndote en sentimientos y consuelos, p

El temor y el temblor me han invadido.

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  10 de junio ¿Cómo podré explicarle la atormentadísima pena que martiriza mi alma? Del jueves a hoy siento, más que nunca, que mi alma está llena de una extrema turbación. Siento que la mano del Señor se ha vuelto más pesada para mí, que el Señor va demostrando todo su poder al castigarme y que, como a hoja arrastrada por el viento, él me rechaza y me persigue. ¡Ay de mí!, ¡ya no puedo más! No puedo por más tiempo soportar el peso de su justicia. Me siento aplastado bajo su potente mano. Las lágrimas son el pan de cada día. Me inquieto, lo busco; pero no lo encuentro sino en el furor de su justicia. Oh padre mío, puedo decir con toda razón con el profeta: Yo he venido a alta mar y la tormenta me ha hecho naufragar; he gritado y me he cansado en vano; mi garganta se ha quedado ronca sin obtener ningún fruto. El temor y el temblor me han invadido, y las tinieblas me han cubierto por todas partes. Me encuentro tendido en el lecho de mis dolores, lleno de inquietud

La pureza es como el cristal sin mancha que refleja todo lo que hay detrás!

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  8 de mayo Mi corazón está rebosante de alegría y se siente cada vez más fuerte para aceptar cualquier sufrimiento, siempre que se trate de agradar a Jesús. Pero es también verdad que el demonio no puede darse descanso al hacerme perder la paz del alma y debilitarme en la gran confianza que tengo en la misericordia divina. Y se esfuerza por conseguirlo, sobre todo por medio de las continuas tentaciones contra la santa pureza, que va suscitando en mi imaginación, y a veces también ante la simple vista de cosas, no digo santas, pero al menos indiferentes. Siguiendo su consejo, me río de todo esto como de cosas de las que no hay que preocuparse. Pero lo que en ciertos momentos me hace sufrir, es el no estar seguro de si, ante el primer asalto del enemigo, he estado listo para resistir. Es cierto que, al examinarme en este momento, preferiría la muerte antes que ofender deliberadamente a mi querido Jesús con un solo pecado, aunque fuera leve. (17 de agosto de 1

¿Dónde encontrarte?

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4 de junio Mi Dios, estoy confundido y te he perdido; pero ¿te encontraré?, ¿o te habré perdido para siempre?, ¿me has condenado a vivir eternamente lejos de tu rostro?... Padre mío, me voy adentrando como puedo en esta oscura prisión; es arduo avanzar en la sombría oscuridad de estas densas tinieblas, entre la tempestad y la agitación de la vejación enemiga, que aprovecha la tempestad para hacerme prevaricar y vencerme. Yo busco a Dios, pero, ¿dónde encontrarlo? Se ha desavenido hasta la misma idea de un Dios Señor, Dueño, Creador, Amor y Vida. Todo esto ha huido; y yo, ¡ay de mí!, me he perdido en la espesa oscuridad de las más tupidas tinieblas, yendo y viniendo en vano entre indefinidos recuerdos, un amor perdido y la imposibilidad de amar. Oh, mi Bien, ¿dónde encontrarte?; yo te perdí; estoy abatido por la búsqueda de tus huellas, porque con gusto aceptaste la oferta plena que te hice; y tú te has tomado todo y te mantienes en tu soberana autoridad. Yo me aban