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Mostrando entradas de agosto, 2013

Mi corazón palpita con el de Jesús.

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30 de agosto Por voluntad de Dios, sigo todavía sintiéndome siempre mal de salud. Pero lo que más me martiriza son esos dolores fuertes y agudos en el tórax. En algunos momentos me producen molestias tan fuertes que me parece que hasta quieren despedazar la espalda y el pecho. Pero Jesús, de cuando en cuando, no deja de endulzar mis sufrimientos de otro modo: hablándome al corazón. ¡Oh!, sí, padre mío, ¡qué bueno es Jesús conmigo! ¡Oh!, ¡qué momentos tan preciosos son éstos!; es una felicidad que no sé a qué compararla; es una felicidad que el Señor me da a gustar casi solamente en los sufrimientos. En esos momentos, más que en ningún otro, todo en el mundo me aburre y me pesa; nada deseo fuera de amar y sufrir. Sí, padre mío, también en medio de tantos sufrimientos soy feliz, porque me parece sentir que mi corazón palpita con el de Jesús. Imagínese, pues, el inmenso consuelo de un corazón que sabe, casi con certeza, que posee a Jesús.     (4 de septiembre de

Manten siempre el espíritu de santa oración y devoción

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26 de agosto La imaginación y el demonio querrían hacerte creer que ofendes continuamente a Dios y que te resistes siempre o casi siempre a las llamadas divinas. La gracia vigilante del Padre del cielo te tiene muy lejos de caer en semejante infidelidad. Convéncete de esto que te digo. Te garantizo que tales sentimientos no provienen sino de la imaginación y del demonio. Cuídate de darles importancia; ellos no miran a otra cosa que a enfriar en ti los sentimientos de afecto hacia el Esposo celestial, a conseguir que te dé fastidio la perfección cristiana porque la experimentas como difícil e imposible, y, lo que es peor, intentan de forma más directa anular y apagar cualquier sentimiento de devoción en tu corazón.   (15 de agosto de 1914, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 153)  

Cuando el Alma se encuentra encedida...

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23 de agosto El viernes pasado me encontraba en la iglesia en la acción de gracias después de la misa, cuando de repente me sentí herir el corazón por un dardo de fuego tan vivo y ardiente que creí morir. Me faltan las palabras adecuadas para hacerle comprender la intensidad de aquella llama; soy absolutamente incapaz de poderme expresar. ¿Lo cree? El alma, víctima de estos consuelos, se vuelve muda. Me parecía que una fuerza invisible me sumergía totalmente en el fuego. Dios mío, ¡qué fuego! ¡Qué dulzura! De estos transportes de amor he sentido muchos, y por diverso tiempo he quedado fuera de este mundo. Las otras veces había fuego, pero era menos intenso; esta vez, en cambio, un instante, un segundo más, y mi alma se habría separado del cuerpo… se habría marchado con Jesús. ¡Oh, qué hermoso es convertirse en víctima de amor!      (26 de agosto de 1912, al P. Agustín de San Marco in Lamis – Ep. I, p. 299)  

¡Venga el Reino de Dios y su Justicia!

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19 de agosto Venga pronto el reino de Dios; santifique a su Iglesia este piadosísimo Padre; derrame abundantemente su misericordia sobre aquellas almas que hasta ahora no lo han conocido. Destruya el reino de satanás; ponga en evidencia, para confusión de esta bestia infernal, todas sus malas artimañas; haga conocer a todas las almas las claves para engañar de este triste cosaco. Este tiernísimo Padre ilumine las inteligencias de todos los hombres y llame a sus corazones, para que los fervorosos ni se enfríen ni reduzcan la marcha en los caminos de la salvación; los tibios se enfervoricen; y aquellos que se le han alejado retornen a él. Disipe también y confunda a todos los sabios de este mundo para que no combatan e impidan la propagación del reino. En fin, que este Padre tres veces santo aleje de su Iglesia las divisiones que existen e impida que se produzcan otras nuevas, para que haya un solo redil y un solo Pastor. Centuplique el número de las almas elegidas; envíe much

¡Qué misterio tan grande!

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16 de agosto ¿Qué puedo decirle acerca de mí? Soy un misterio para mí mismo; y, si resisto, es porque el buen Dios ha reservado la última y más segura palabra a la autoridad de esta tierra, de forma que no hay norma más segura que la voluntad y el deseo del superior. A esta autoridad me abandono como niño en los brazos de la madre; y espero y confío en Dios que no me equivocaré, aunque mi sentimiento me lleva a creer todo lo contrario. Padre mío, ¿cuándo brillará el sol en el firmamento de mi alma? ¡Ay de mí!, me veo perdido en la alta y profunda noche que atravieso. Prefiero no hablarle de esto, pues es para mí algo sin importancia; y lo único que ansío es que venga Dios a darme el último golpe.   (15 de agosto de 1916, al P. Agustín de San Marco in Lamis – Ep. I, p. 798)    

María te conforte y te cubra con su manto.

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15 de agosto ¡La Virgen santísima, de la que hoy la Iglesia entera celebra su asunción al cielo, le conforte como siempre y le libre de todo peligro! ¿Quién podrá agradecerle como se merece las continuas informaciones, siempre óptimas, que hasta ahora me ha ido regalando? Me faltan las palabras adecuadas para hacerlo, pero el corazón lo suple todo. Yo y las almas elegidas le acompañamos en todas partes con la oración fervorosa y continua a Jesús. Todos nosotros compartimos su situación amarguísima; todos nosotros vivimos de su misma vida; y todos esperamos con gemidos el felicísimo momento en que el dulcísimo Señor nos permita abrazarlo de nuevo. ¡Valor!, padre; ese día no tardará en llegar, y será cuando menos lo pensemos. Ese hermoso día está ya cerca; y felices las almas que podrán gritar con gozo « Es el Señor quien lo ha hecho ». Todos nosotros nos uniremos a ellas para cantar este cántico eterno de alabanza a Dios, porque ese día aparecerá « milagroso a

Elevan la mente al Señor...

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12 de agosto Recordando las maravillas de aquellos tiempos, me viene a la memoria la querida primogénita del Seráfico Padre, allá, en el silencio profundo y solemne del austero refectorio, Santa Clara, con sus hijas humildes y mortificadas, que, al ritmo de la pobreza, cantan las notas breves y claras de la renuncia y del sacrificio. Las hermanas se dirigen a sus puestos, elevan la mente al Señor y esperan en paz… Entonces la voz cristalina de la madre s. Clara entona el Benedicite . La mano virginal se eleva, lenta y solemne, para bendecir con gesto grave y milagroso. En una ocasión, en el monasterio no había más que un solo pan, y era la hora de la comida. El hambre aguijoneaba el estómago de las pobres hermanas, que, aún habiendo triunfado de todo, no podían olvidar permanentemente las imperiosas necesidades de la vida. Sor Cecilia, la despensera, en el aprieto, recurrió a la santa abadesa, que le mandó que partiera el pan en dos mitades, que mandara una a los herman

"Ciudad toda franciscana"

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11 de agosto Espero que no esté lejos el día en que goces de una alegría de cielo, marchando a Asís, la ciudad toda franciscana, monumento elocuente del gran amor y de la infinita caridad del S. Padre S. Francisco. Sí, me auguro que un día no lejano me llegará la noticia de que te has arrodillado allí, en el pequeño y devoto templo de la Santa Porciúncula, ennegrecida por el paso de los años, donde, como cuenta la buena admiradora de la obra franciscana, la señora Henrion, los besos de los penitentes, a través de siete siglos de religiosa admiración, lo han pulido, como el mármol y el alabastro las toscas paredes. ¡Cómo late el corazón del memorioso peregrino que se detiene allí para orar con fervor! Cada oscuro ladrillo recoge la historia de miles y miles de almas que, en confiado abandono, han apoyado la cabeza y con ella las angustias de la vida. El peregrino se arrodilla allí instintivamente; y, en el silencio divino, siente que aletea sobre él como una bendición su

Cultiva en Ti la vida de Santidad!

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8 de agosto En Roma vi un árbol que se dice fue plantado por el patriarca santo Domingo; muchos van a verlo por devoción y lo acarician por amor a quien lo plantó. Del mismo modo, yo habiendo visto en vosotros el árbol del deseo de la santidad, que el mismo Dios ha plantado en vuestras almas, lo amo tiernamente. Al pensar en él, me alegro más ahora que cuando estabais aquí. Por eso, os exhorto a hacer lo mismo y a decir conmigo: Dios te conceda crecer, hermoso árbol plantado, semilla divina; quiera Dios hacerte producir tu fruto en abundancia. Cuando lo hayas producido, agrade a Dios preservarlo del viento molesto, que tira todos los frutos a tierra, donde las bestias indiscretas los van a devorar. Mis queridísimos hijos, este deseo debe ser en vosotros como los naranjos del litoral de Génova que, por lo que cuentan los que los han visto, están casi todo el año llenos a la vez de frutos, de flores y de hojas. Porque vuestros deseos deben fructificar siempre, en todas

Confía siempre en el Señor

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6 de agosto ¡Bien de mi alma!, ¿dónde estás? ¿A dónde has ido a esconderte? ¿Dónde encontrarte de nuevo? ¿Dónde buscarte? ¿No ves, Jesús, que mi alma, sea como sea, te quiere sentir? Te busca por todas partes, pero no te dejas encontrar más que en la intensidad de tu furor, llenándola de grandísima turbación y amargura al darle a comprender qué es lo que ella te da y qué es lo que a ti te corresponde. ¡¿Quién puede expresar la gravedad de mi situación?! Lo que comprendo en el reflejo de tu luz, no logro decirlo con palabras humanas; y, cuando intento querer decir alguna cosa tartamudeando, el alma se da cuenta de que se ha equivocado y de que lo dicho no corresponde para nada a la verdad de los hechos. ¡Bien mío!, ¿me has privado de ti para siempre? Tengo ganas de gritar y de lamentarme con toda mi voz, pero estoy muy débil y las fuerzas no me acompañan. Y, mientras tanto, ¿qué podré hacer que no sea elevar a tu trono este lamento: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has ab

Herido de Amor

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5 de agosto No soy capaz de describirle lo que tuvo lugar en este período de tan intenso martirio. Estaba confesando a nuestros muchachos la tarde del cinco, cuando de golpe me aterrorizó la vista de un personaje celeste, que se me presenta ante los ojos de la inteligencia. Tenía en la mano una especie de arnés, semejante a una larguísima lámina de hierro con una punta bien afilada, y parecía que de esa punta saliera fuego. Ver todo esto y observar que dicho personaje arrojaba con toda violencia el dicho arnés en el alma, fue todo uno. Emití con dificultad un lamento, me sentía morir. Le dije al muchacho que se retirara porque me sentía mal y no tenía fuerzas para continuar. Este martirio duró, sin interrupción, hasta la mañana del día siete. Lo que yo sufrí en este luctuoso período no sabría expresarlo. Veía que hasta las entrañas quedaban desgarradas y estiradas tras aquel arnés, y que todo era pasado a hierro y fuego. Desde aquel día yo estoy herido de muerte. S

¡Alégrate por lo que realizas!

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1 de agosto Hijas, vivid tranquilas; seguid el camino en el que Dios os ha puesto; y procurad con toda diligencia tener santamente satisfecho y contento a Jesús, que sufre por nuestro amor el abandono de su Padre, y por el cual él, es decir el Padre del cielo, ha querido que seáis acompañadas. Y, a modo de la abeja que elabora cuidadosamente la miel de la santa devoción, fabricad la cera de los trabajos domésticos; porque si uno de los componentes aporta dulzura al gusto de Cristo, que mientras vivió en el mundo se alimentó, come dice la escritura, de manteca y miel, el otro redunda en su mayor gloria, porque sirve para hacer las velas encendidas de la edificación del prójimo. Dios, que con especial cuidado os ha tomado de la mano, os guíe al puerto de la salvación eterna; confiemos en él y no temamos.   (2 de enero de 1918, a Antonieta Vona – Ep. III, p. 832)