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Una vida oculta con Cristo en Dios: Santa Verónica Giuliani.

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10 DE JULIO Santa Verónica Giuliani Clarisa Capuchina (1660-1727) por Prudencio de Salvatierra, o.f.m.cap. Santa Verónica, monja clarisa capuchina, fue de niña caprichosa y vivaracha, a la vez que piadosa y de buen corazón. A los 16 años entró en el monasterio de Città di Castello, en el que fue muchos años maestra de novicias y abadesa. Destacó por su vida de oración y alta contemplación, acompañada de fenómenos místicos extraordinarios, relacionados especialmente con la Pasión de Cristo. En el «Diario» que escribió por orden de sus confesores nos ha dejado un elocuente testimonio de sus experiencias místicas.  En medio de populosas ciudades, en las que el tráfago impetuoso de la vida moderna se mueve alocado y febril, vemos a veces un pobre convento, circundado de misterio y de austeridad: es un convento de monjas capuchinas. El alma se estremece ante noticias y leyendas que pretenden traspasar los muros y revelarnos los secretos de esas monjitas, prodigios de pen

"Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo"

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BUEN SAMARITANO HOMILÍA PARA EL XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO C DEUTERONOMIO 30,10-14.            COLOSENSES 1,15-20          LUCAS Queridos hermanos… ante la perspectiva que nos presenta la liturgia dominical de este día no podemos cerrar los ojos a la realidad que el mundo está viviendo. No podemos cerrar los ojos a la realidad de nuestro amado País. No podemos cerrar los ojos a la realidad de nuestra bella Ciudad, lugar elegido de manera privilegiada por Santa María de Guadalupe, “La Madre del verdadero Dios por quien se vive”, para morar, para vivir en medio de nosotros. Todos estamos siendo testigos de las convulsiones, de los desastres, de las alteraciones que el mundo universo está sufriendo, y muchos ponemos el grito en el cielo ante tales cataclismos. Y, ¡hay que hacerlo! ¡Claro que sí! Es necesario hacerlo y comprometernos seriamente en el cuidado de “nuestra casa común” como nos la describe el Santo Padre Francisco en su segunda Carta Encíclica “Laudato si