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Mostrando entradas de octubre, 2014

Los sentidos se suspenden ante su presencia.

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21 de octubre El modo ordinario de mi oración es éste. Apenas me pongo a orar, enseguida siento que el alma comienza a recogerse en una paz y en una tranquilidad que no se puede expresar con palabras. Los sentidos quedan en suspenso, a excepción del oído, que algunas veces permanece activo; pero de ordinario no me molesta; y debo confesar que, aunque a mi alrededor se hiciera muchísimo ruido, no por eso me molesta en lo más mínimo. De esto deducirá que son pocas las ocasiones en las que consigo discurrir con el entendimiento. Y me sucede con frecuencia que, en momentos en los que el continuo pensamiento de Dios, siempre presente en mí, se aleja un poco de la mente, siento entonces que el Señor, de cuando en cuando, me golpea en el centro de mi alma de un modo tan penetrante y suave que, casi siempre, no puedo menos de llorar de dolor por mi infidelidad y por la ternura de tener un padre tan bueno y tan atento para volverme a llamar a su presencia.   (1 de novi

Nunca podré resignarme a estar separado de Ti

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16 de octubre Todos los sufrimientos de esta tierra, juntos en un haz, yo los acepto, Dios mío, los deseo como mi porción; pero nunca podré resignarme a estar separado de ti por falta de amor. ¡Ah!, por piedad, no permitas que esta pobre alma ande extraviada; no consientas nunca que mi esperanza se vea frustrada. Haz que nunca me separe de ti; y, si lo estoy en este momento sin ser consciente de ello, atráeme en este mismo instante. Conforta mi entendimiento, oh Dios mío, para que me conozca bien a mí mismo y conozca el gran amor que me has demostrado, y pueda gozar eternamente de las bellezas soberanas de tu divino rostro. No suceda nunca, amado Jesús, que yo pierda el precioso tesoro que eres tú para mí. Mi Señor y mi Dios, muy viva está en mi alma aquella inefable dulzura que brota de tus ojos, y con la que tú, mi bien, te dignaste mirar con ojos de amor a esta alma pobre y mezquina. ¿Cómo se podrá mitigar el desgarro de mi corazón, sabiéndome lejos de ti? ¡Mi alma conoce muy bie

Dios es siempre fiel y sale a nuestro encuentro aún en el dolor.

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15 de octubre Usted me dice que la venerable sor Teresa del Niño Jesús solía decir: «¡Yo no quiero elegir ni la muerte ni la vida; haga Jesús de mí lo que él quiera! ». Por desgracia, veo con toda claridad que éste es el retrato de todas las almas vacías de sí y llenas de Dios. Pero ¡qué lejos está mi alma de un despojo como éste! No consigo frenar los ímpetus del corazón; sin embargo, padre, me esfuerzo por acercarme a lo que decía la venerable sor Teresa, que, por otra parte, debe ser el dicho de todas las almas inflamadas del amor de Dios. Pero, siendo sincero, debo confesar que no lo consigo, ya que debo permanecer prisionero en un cuerpo de muerte. Constato, lo digo, que en mí no hay amor a Dios porque, si lo hubiera, siendo el mismo el espíritu que vivifica, el efecto debería ser el mismo. Para entendernos: si el que actúa en mí fuese el que actuaba en sor Teresa, también en mí tendría lugar el dicho de aquella alma santa. Entonces, dígame: ¿no tengo motivos para