26
de octubre
Veo con
claridad que, si en mí hay algo bueno, me ha venido todo de estos bienes
sobrenaturales. Reconozco, por tanto, que es de aquí de donde me ha venido esa
firmísima determinación de sufrir todo con resignación y prontitud, sin cansarme
nunca de sufrir, aunque, ¡desgraciado de mí!, con cuántas imperfecciones. Una
decisión firmísima de no ofender a Dios ni venialmente; y sufriría mil veces la
muerte del fuego antes de cometer de forma deliberada pecado alguno.
Siento que he
mejorado bastante en la obediencia al confesor y a quien dirige mi alma; tanto
que me consideraría poco menos que condenado si les contraviniera en alguna
cosa.
En las
conversaciones, si se prolongan por pasatiempo, debo hacerme grandísima
violencia para permanecer allí cuando no puedo alejarme; y esto me produce
mucha pena.
(1 de noviembre
de 1913, al P. Benedicto de San Marco in Lamis – Ep. I, p. 420)
Es necesario reconocer todo el bien que Dios va
obrando día a día en Ti para que seas agradecido y puedas corresponder a esta
generosidad sin límites de parte de nuestro buen Dios. También es conveniente
que reconozcas que es mucho el bien que puedes llegar a hacer a los demás, pero
es más importante que te des cuenta que dicho bien que puedes propiciar a
quienes se acercan a ti, es el bien que viene de Dios y que sólo Él puede y quiere
hacer. Reconócete pues simplemente como un instrumento en manos de Dios a
través del cual Él puede tocar las más bellas y exquisitas melodías para quien
necesita la música del alma y del cuerpo.
Comentarios
Publicar un comentario