NOVENA COMPLETA A SANTA CLARA DE ASÍS.






NUEVE DÍAS ACOMPAÑADOS POR SANTA CLARA DE ASÍS

PRIMER DÍA
LA LLAMADA DE DIOS EN EL SENO DE UNA FAMILIA 1- 9

Por la señal de la Santa Cruz +
De nuestros enemigos +
Líbranos Señor, Dios nuestro +
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén

Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.

Lectura bíblica: Mateo 5,14 - 16
“Ustedes son la luz del mundo. No puede estar oculta una ciudad situada en la cima de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para taparla con una vasija de barro; sino que se pone sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille de tal modo su luz delante de los hombres que, al ver sus buenas obras, den gloria a su Padre que está en los cielos”.

REFLEXIÓN
En el seno de una noble y pudiente familia, en 1193, nace Clara, en el Pueblo de Asís. En el castillo de Sasso Rosso se habían unido dos familias ilustres de la ciudad: los Flume y los Sciffi. Familia que a la vez es profundamente religiosa. Reciben aquella hija primogénita como “una luz que viene a iluminar al mundo”, y por eso, al darle el santo bautismo en la misma pila, donde doce años antes lo recibiera Francisco de Asís, le ponen el nombre de Clara. Desde sus primeros años se le vio inclinada a la virtud. Su piadosa madre la educaba con todo esmero y la inculcaba el amor a la oración a las obras de caridad. Uno de los testigos declaró bajo juramente en el proceso de canonización que “conoció a Clara cuando era niña y que desde su primera edad comenzó a dedicarse a obras santas”.
En la primavera de 1211, movida por el Espíritu e iluminada por la predicación de Francisco, dejó todo para seguir a Jesús. El Domingo de Ramos, al amparo de la noche. Clara se fugó de la casa paterna y fue a Santa María de la Porciúncula, donde Francisco la recibió y la consagró al Señor. Poco después se estableció en el convento de San Damián, restaurado por Francisco.
Clara fue una mujer de su tiempo: su talante, formación humana, espiritual, su sensibilidad, así como su biografía lo confirman. Representa para su siglo uno de los más dignos, si no el más digno exponente de mujer valiente y coherente, creativa y no fácil de doblegar. El eje central de la espiritualidad de Clara es el seguimiento de Jesucristo pobre, humilde y crucificado, tanto que obtuvo del papa Gregorio IX el llamado Privilegio de la pobreza.
Clara fue la primera mujer que vio reconocida por el papa, a las puertas de su misma muerte, la Regla escrita por ella misma para su Orden de Hermanas Pobres, aprobada por Inocencio IV, en 1253. Radiante de luz, Clara muere el 11 de agosto de 1253, musitando esta oración: Gracias porque me creaste. Alejandro IV la canonizó el 15 de agosto de 1255. (cfr. Liturgia de la horas propio de la familia franciscana, 11 de agosto).
Así con la llamada que Dios le hace a resplandecer con la luz que el mismo Padre de Las misericordias había en ella, con esa misma luz, Clara se convertirá en una antorcha que iluminará al mundo entero, no solamente en su tiempo, sino hasta nuestros días. Evidentemente los valores evangélicos que Claro recibió a través de la educación religiosa y espiritualidad de su familia fueron los cimientos o las raíces en los cuales Dios mismo levantaría su edificio cual árbol frondoso que daría sombra y cobijo  acogiendo y sosteniendo a los miembros vacilantes de la Iglesia.

Oración para todos los días:
Oh gloriosa Santa Clara, santa Virgen de Asís, míranos a tus plantas en este día que recurrimos a Ti. Venimos a solicitar tu intercesión por la conversión de los pecadores, y para que todos los cristianos seamos hoy luz del mundo para los que viven en tinieblas y en sombras de muerte. Tú fuiste ilustre y clara de nombre y de vida. Así queremos también nosotros seguir tus pasos. Para que en nosotros no haya oscuridad, ni tinieblas, sino sólo paz, justicia, salud y gozo en el Señor.
Intercede por nosotros ante nuestro Señor Jesucristo que es la Luz del mundo. Que por Jesucristo, con Jesucristo y en Jesucristo resplandezca nuestra alma con la claridad de la gracia para que pueda brillar nuestra vida con la luz que recibimos el día de nuestro bautismo e iluminemos así a nuestros hermanos, anhelando la claridad de la visón divina. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor, Amen

Para revisar nuestra vida:

¿Qué es para mí un hogar hoy?
¿Es una iglesia doméstica en la que se aprende a amar a Dios y al prójimo?
¿Cómo se viven en mi hogar/comunidad religiosa, parroquial, social los valores del Evangelio?
¿El ambiente cotidiano en el que me desenvuelvo es propicio para cultivar una vocación cristiana?
¿Soy capaz de ser Luz del mundo para todos cuantos me rodean?

Aclamaciones

Alabado seas, mi Señor, por nuestra Hermana Clara, virgen prudente, que se abrazó por tu amor a la pobreza santa.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Alabado seas, mi Señor, por la vida penitente y luminosa de nuestra hermana Clara. A ti, el honor, la gloria y la alabanza.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Loados seas, mi Señor, por su vida alegre y entregada y porque suscitaste por doquier miles a su semejanza,

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

Oración final
Padre de las misericordias, que infundiste en santa Clara un profundo amor a la pobreza evangélica, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo pobre, merezcamos llegar a contemplarte en tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina Contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

SEGUNDO DÍA DE LA NOVENA
LA RESPUESTA A LA LLAMADA DE DIOS 2- 9

Por la  señal de la Santa Cruz +
De nuestros enemigos +
Líbranos Señor, Dios nuestro +
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén

Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.
Lectura bíblica: Mateo 6,19 - 24
“No acumulen tesoros en esta tierra, donde la polilla y la carcoma echan a perder las cosas, y donde los ladrones socavan y roban. Acumulen mejor tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la carcoma echan a perder las cosas, y donde los ladrones no socavan ni roban. Porque donde está tu tesoro, allí está también tu corazón. El ojoes la lámpara del cuerpo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo está iluminado; pero si tu ojo está enfermo, todo tu cuerpo está en tinieblas. Y si la luz que hay en ti es tinieblas, ¡qué grande será la oscuridad! Nadie puede servir a dos amor; porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y al otro no le hará caso. No pueden servir a Dios y al dinero”.

REFLEXIÓN
“¡Con cuánta solicitud y con cuánto empeño del alma y del cuerpo debemos guardar, pues, los mandatos de Dios y de nuestro padre, para que, con la ayuda del Señor, restituyamos multiplicado el talento recibido! Porque el mismo Señor nos puso a nosotras y nuestra forma de vida como ejemplo y espejo no sólo para los demás, sino también para nuestras mismas hermanas, a las que llamó el Señor a nuestra vocación, con el fin de que también ellas sean espejo y ejemplo para los que viven en el mundo. Habiéndonos, pues,  llamado el Señor a cosas tan grandes, de modo que en nosotras puedan mirarse como en un espejo aquellas que son ejemplo y espejo para los demás, estamos muy obligadas a bendecir y alabar a Dios, y a afianzarnos más y más en el Señor para hacer el bien. Por ello, si vivimos según dicha forma, dejaremos a los demás un noble ejemplo (cf. S Mac 6,28.31), y con poquísimo trabajo conseguiremos el premio de la eterna bienaventuranza” (TestCl 18,23) .
Clara había oído del joven Francisco, su paisano, que se había entregado a Cristo, lo había dejado todo después de que era el rey de la juventud de Asís, era un líder innato, los jóvenes lo seguían y las doncellas suspiraban por él. Aquella Cuaresma de 1211, clara le escuchó en la Catedral de San Rufino. Su alma vibró y se ensanchó con sólo la idea de vivir el mismo ideal evangélico que Francisco ya estaba viviendo. En su alma y en lo más profundo de su corazón Clara escucharía la voz del Señor que seguramente le hablaba de manera imponente pero dulce, exigente aunque suave  diciéndole; Olvida tu casa y tu gente, olvida tu hogar y sal de tu pueblo, porque prendado está el Rey de tu belleza. La lucha interna era grande. ¡Había llegado el momento de responder! Otras voces se alzaban también dentro de Clara: “Tienes solamente dieciocho años. ¿Vas a tener valor para dejar casa y familia? Pero la voz de Dios cada día resonaba más fuerte: Y llega la noche del Domingo de Ramos. La señal fue el ramo de olivo que recibe de manos del Obispo. Sale de su hogar por la puerta de los muertos. ¡Clara había muerto para el mundo! Acompañada por su amiga Pacífica, va hasta la Porciúncula, donde la esperan Francisco y sus frailes. Santa María de los Ángeles está engalanada de fiesta y allí, ante el altar de la Virgen, Clara se va a consagrar a Dios. Una túnica oscura de lana, una cuerda de nudos y unas sandalias pasan a ser su vestido. Luego, de rodillas, inclina su cabeza y Francisco va acortando su rubia cabellera. Clara ha abandonado el mundo por Cristo. Ha dicho adiós a comodidades, lujos y halagos. Ha respondido de manera radical y valiente al llamado que Dios le hacía, y así, en aquel momento tan sagrado de entrega y fidelidad, de correspondencia a la alianza, y de optar por único y verdadero Señor, nacía providencialmente  la Segunda Orden Franciscana. La Orden de las Damas Pobres.

Oración para todos los días:
Oh gloriosa Santa Clara, santa Virgen de Asís, míranos a tus plantas en este día que recurrimos a Ti. Venimos a solicitar tu intercesión por la conversión de los pecadores, y para que todos los cristianos seamos hoy luz del mundo para los que viven en tinieblas y en sombras de muerte. Tú fuiste ilustre y clara de nombre y de vida. Así queremos también nosotros seguir tus pasos. Para que en nosotros no haya oscuridad, ni tinieblas, sino sólo paz, justicia, salud y gozo en el Señor.
Intercede por nosotros ante nuestro Señor Jesucristo que es la Luz del mundo. Que por Jesucristo, con Jesucristo y en Jesucristo resplandezca nuestra alma con la claridad de la gracia para que pueda brillar nuestra vida con la luz que recibimos el día de nuestro bautismo e iluminemos así a nuestros hermanos, anhelando la claridad de la visón divina. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor, Amen

Para revisar nuestra vida:

¿Qué tan consciente soy del llamado que Dios me hace a vivir con la mente y el corazón puestos sólo en Él?
¿Es Dios mi verdadero y único tesoro?
¿Cómo respondo al llamado que él me hace de vivir mi consagración bautismal?
¿Cómo reflejo o proyecto la vida de Cristo en mí?
¿Contemplo a Cristo como en un espejo y me dejo ver por Él?

Aclamaciones

Alabado seas, mi Señor, por la fuga amorosa en la noche estrellada de nuestra Hermana Clara, por el despojo alegre de su cabellera y por su virginal ofrenda enamorada.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Alabado seas, mi Señor, porque nos enseñó de vida y de palabra a ser lo que quería: tu hija, tu madre, tu esposa y tu hermana.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Loados seas, mi Señor, por su vida silenciosa y entregada y porque suscitaste por doquier miles a su semejanza,

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

Oración final
Padre de las misericordias, que infundiste en santa Clara un profundo amor a la pobreza evangélica, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo pobre, merezcamos llegar a contemplarte en tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina Contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

TERCER DÍA
SÓLO EN DIOS HE PUESTO MI CONFIANZA: BROTES DE PRIMAVERA  3- 9

Por la  señal de la Santa Cruz +
De nuestros enemigos +
Líbranos Señor, Dios nuestro +
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén

Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.

Lectura bíblica: 2 Timoteo 1,8-12
“No te avergüences, pues, de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero; antes bien con la confianza puesta en el poder de Dios, sufre conmigo por el evangelio. Dios nos ha salvado y nos ha dado una vocación santa, no por nuestras obras, sino por su propia voluntad y por la gracia que nos ha sido dada desde la eternidad en Jesucristo. Esta gracia se ha manifestado ahora en la aparición de nuestro Salvador, Jesucristo, que ha destruido la muerte y ha hecho irradiar la vida y la inmortalidad gracias al anuncio del evangelio, del cual yo he sido constituido heraldo, apóstol y maestro. Esta es la razón de mis sufrimientos; pero yo no me avergüenzo, pues sé en quien ha puesto mi confianza y estoy persuadido de que tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio”. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
“…Y así, por voluntad de Dios y de nuestro beatísimo padre Francisco, fuimos a vivir a la Iglesia de San Damián, donde el Señor, por su misericordia y su gracia, en breve tiempo nos multiplicó, para que se cumpliera lo que había predicho por su santo”. (TestCl 30,31).
De 1212 a 1215, Clara y sus primeras hermanas viven una hermosa primavera. Fueron años muy duros, pero también muy hermosos, en la entrega a fondo y sin trabas a la aventura evangélica. En San Damián vivieron y soportaron gozosamente “pobreza, tribulación, humillación y desprecio del mundo” (RCl 6). El estilo de vida era verdaderamente radical. Quien habría de pensar que una hija de la nobleza estaría preparada para una vida verdaderamente evangélica. Vivian su consagración a Dios en una vivienda pobre: algo así como un albergue o cobijo próximo a la Iglesia, fuera de la ciudad. Algo radical y extremadamente opuesto a un monasterio o abadía, viviendo así el evangelio en total radicalidad. Trabajaban con sus propias manos. El trabajo manual, además de verlo como signo de la providencia de Dios, también ponía de manifiesta que no contaban con posesiones ni dotes, ni nada por el estilo, por lo tanto, era necesario trabajar manualmente. Sin embargo, el trabajo manual no las alejaba de su vocación auténtica, del llamado que Dios le había hecho a estar con Él, y así vivían una oración intensa, empeñadas en ver en Jesús como la meta de la fe, disfrutando de la oración, más allá de los horarios establecidos. Era mujeres de verdadera contemplación y acción, aunque eso sí, dentro de su monasterio. Esto las conducía a llevar una vida de relación fraterna intensa pero sencilla, una vida de familia. Clara vio en la clausura una ayuda singular para la vida evangélica en total radicalidad, el cauce para desentrañar la peculiar relación de amor entre el Jesús del evangelio y la clarisa. Su ser de “reclusa” no es prisión impuesta, sino la gran posibilidad de encontrarse de manera radicalmente libre con Jesucristo a través del silencio y la contemplación. Solamente así, en la relación interior consigo misma, con sus hermanas y con Dios podrían vivir la liberación total para entregarse amorosa y radicalmente al seguimiento de Jesucristo.
Clara, la primogénita, ha abandonado la casa paterna. Quiere ser solamente de Dios. Su familia se rebela. No puede admitir tal propósito. La exponen toda clase de razones. Desde los halagos hasta las amenazas. Todo es inútil. Ella tiene muy firmes en su alma las palabras de Jesús: “El que ama a su padre o a su madre más que a Mí, no es digno de Mí”. En abril de 1211, dieciséis días después de la toma de hábito de Clara, su hermana Inés decide quedarse también en el convento y también se queda la amiga Pacífica. Sus familiares arrecian la lucha. Quieren sacarlas del convento. Tras una breve estancia en las Benedictinas, ellas se instalan definitivamente en San Damián, formando la primera fraternidad de Damas Pobres. Las palabras convencen, pero los ejemplos arrastran. La fama de sus virtudes se va extendiendo. Las jóvenes de Asís y su comarca miran hacia San Damián.

Oración para todos los días:
Oh gloriosa Santa Clara, santa Virgen de Asís, míranos a tus plantas en este día que recurrimos a Ti. Venimos a solicitar tu intercesión por la conversión de los pecadores, y para que todos los cristianos seamos hoy luz del mundo para los que viven en tinieblas y en sombras de muerte. Tú fuiste ilustre y clara de nombre y de vida. Así queremos también nosotros seguir tus pasos. Para que en nosotros no haya oscuridad, ni tinieblas, sino sólo paz, justicia, salud y gozo en el Señor.
Intercede por nosotros ante nuestro Señor Jesucristo que es la Luz del mundo. Que por Jesucristo, con Jesucristo y en Jesucristo resplandezca nuestra alma con la claridad de la gracia para que pueda brillar nuestra vida con la luz que recibimos el día de nuestro bautismo e iluminemos así a nuestros hermanos, anhelando la claridad de la visón divina. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor, Amen

Para revisar nuestra vida:
¿Cómo es mi testimonio de vida evangélica?
¿Me abro realmente al amor y misericordia de Dios poniendo en Él toda mi confianza?
¿Soy consciente de que Dios me llama a una vida escondida con Cristo en Dios?
¿El sufrimiento y la precariedad propios de esta vida, me sirven para confiar verdaderamente en Dios?
¿Mi acción está animada por la oración y la contemplación?

Aclamaciones
Alabado seas, mi Señor, por la vida consagrada de nuestra Hermana Clara, por el despojo alegre de su nobleza y los frutos de clarisas en toda la tierra.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Alabado seas, mi Señor, porque puso sólo en Ti su confianza y tu providencia la abrazó como verdadera sierva.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Loados seas, mi Señor, por su vida silenciosa y entregada y porque suscitaste por doquier miles a su semejanza,

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

Oración final
Padre de las misericordias, que infundiste en santa Clara un profundo amor a la pobreza evangélica, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo pobre, merezcamos llegar a contemplarte en tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina Contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

CUARTO DÍA
CLARA PRIMERA FRANCISCANA: LA LUCHA POR LA FIDELIDAD AL EVANGELIO 4 - 9

Por la  señal de la Santa Cruz +
De nuestros enemigos +
Líbranos Señor, Dios nuestro +
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén

Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.
Lectura bíblica: Mateo 6,25-34
“Por eso les digo: No anden preocupados pensando qué van a comer o a beber para su sustento, o con que vestido van a cubrir su cuerpo. ¿No vale más la vida que el alimento y el cuerpo que el vestido? Fíjense en las aves del cielo; ni siembran ni siegan ni recogen en graneros, y sin embargo su Padre celestial las alimenta ¿No valen ustedes mucho más que ellas” ¿Quién de ustedes, por más que se preocupe, puede añadir una sola hora a su vida? Y del vestido, ¿por qué se preocupan? Fíjense cómo crecen los lirios del campo; no se afanan ni hilan; y sin embargo, les digo que ni Salomón en todo su esplendor se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba que hoy está en el campo y y mañana se echa al horno Dios la viste así, ¿qué no hará con ustedes, hombres de poca fe? Así que no se inquieten diciendo: ¿Qué comeremos? ¿Qué beberemos? ¿Con qué nos vestiremos? Estas son las cosas por la que se preocupan los paganos. Ya sabe su Padre celestial que las necesitan. Busquen ante todo el reino de Dios y lo que es propio de él, y Dios les dará lo demás. No anden preocupados por el día de mañana, que el mañana traerá su propia preocupación. A cada día le basta su propio afán”. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
“Las hermanas no se apropien nada para sí, ni casa, ni lugar, ni cosa alguna. Y, cual peregrinas y extranjeras (cf. 1 Pe 2,11; Sal 38,13) en este mundo, sirviendo al Señor en pobreza y humildad, manden por limosna confiadamente. Y no tienen por qué avergonzarse, pues el Señor se hizo pobre por nosotros en este mundo (cf. 2Cor 8,9). Ésta es la excelencia de la altísima pobreza (2Cor 8,2). La que a vosotras, queridísimas hermanas mías, os ha constituido en herederas y reinas del reino de los cielos (cf. Sant 2,5; Mt 5,3; Lc 6,20), os ha hecho pobres de cosas y sublimado en virtudes (cf. Sant 2,5). Sea ésta vuestra porción, la que conduce a la tierra de los vivientes (cf. Sal 141,6). Adhiriéndoos totalmente a ella, amadísimas hermanas, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo y de su santísima Madre, jamás quieran tener ninguna otra cosa bajo el cielo”. (RCl VIII,1-6).
Nos encontramos ante lo que podríamos llamar el corazón de la espiritualidad franciscana. La vida de Clara, como la de Francisco, se vieron marcadas por una tenaz lucha por mantener vivo el ideal evangélico. Clara se empeñó en meter hasta la médula de los huesos de sus hermanas que era posible vivir y subsistir sin nada propio. La opción por la fidelidad a la pobreza no era simplemente una opción, era el estilo de vida que el Hijo de Dios les había manifestado. Ser fieles al desapropio, era asumir la naturaleza del Hijo de Dios que siendo pobre se hizo rico para enriquecernos con su pobreza. En esto consistía precisamente el vivir la vida evangélica clariana, siguiendo a Cristo Pobre al estilo de Francisco de Asís. Clara había renunciado a un estilo de vida noble, sabía lo que era vivir con todo y bien, sin embargo, había respondido a una llamado y había hecho una opción libre: la de la pobreza, por ello se oponía al único modelo de supervivencia económica de su tiempo en los monasterios: las posesiones y las rentas. Clara había hecho una opción fundamental en su vida, sabía que había cosas que no eran negociables y la pobreza era una de ellas. Al renunciar a las posesiones, a las rentas está abrazando libremente a Jesucristo, estaba optando por lo esencial del Evangelio. Ésta era la mejor forma de iniciar el camino evangélico.
Llegamos así al año de 1216, en el que Clara arrancará al Papa Inocencio III el singularísimo y único Privilegio de la Pobreza. ¡Ahora sí! Inclusive desde la postura canónica de la Iglesia nadie podrá obligar nunca a aceptar ninguna posesión. Por su parte Gregorio IX confirmará en 1228 este singular privilegio. Así quedo a salvo para siempre el ideal evangélico en toda su pureza y con todo su esplendor. La lucha por la fidelidad al Evangelio al estilo de Francisco de Asís, convertía a Clara en la primera franciscana.
Por eso, a Santa Clara se le ha llamado “la plantita de San Francisco”, pero no nos engañemos. Clara es admirable, como lo fue Francisco. No es a la sombra de la Primera Orden como hay que ver la historia de las Damas Pobres, las Clarisas. Es una historia fraternal, pero paralela. Clara y Francisco tuvieron que asumir las responsabilidades de las propias Órdenes. El la condujo hacia Cristo, pero en su destino quiso que fuese totalmente libre su responsabilidad. Por Francisco fue plantada al claustro. Ella es la primera mujer discípula de Francisco. La joven abadesa estaba tan llena de Dios y de su espíritu, que Francisco con frecuencia acudía a ella cuando tenía alguna duda para tomar una decisión, escuchaba su consejo, y encomendaba a sus oraciones los trabajos de sus frailes. No fue necesario que Clara saliera a los púlpitos a predicar la Buena Noticia de Jesucristo, pero en silenciosa oración contemplativa, de manera generosa cooperaba en el inmenso trabajo de los frailes. La predicación del Evangelio sería poco fructífera si no está sostenida e iluminada por la oración. Así lo entendió Clara. Mientras sus hermanos recorrían los púlpitos del mundo, ella y sus hijas alcanzaban el valor sobrenatural para su esfuerzo. Preparaban así el campo, la tierra para que la semilla encontrara un barbecho bien dispuesto para dar un fruto abundante.


Oración para todos los días:
Oh gloriosa Santa Clara, santa Virgen de Asís, míranos a tus plantas en este día que recurrimos a Ti. Venimos a solicitar tu intercesión por la conversión de los pecadores, y para que todos los cristianos seamos hoy luz del mundo para los que viven en tinieblas y en sombras de muerte. Tú fuiste ilustre y clara de nombre y de vida. Así queremos también nosotros seguir tus pasos. Para que en nosotros no haya oscuridad, ni tinieblas, sino sólo paz, justicia, salud y gozo en el Señor.
Intercede por nosotros ante nuestro Señor Jesucristo que es la Luz del mundo. Que por Jesucristo, con Jesucristo y en Jesucristo resplandezca nuestra alma con la claridad de la gracia para que pueda brillar nuestra vida con la luz que recibimos el día de nuestro bautismo e iluminemos así a nuestros hermanos, anhelando la claridad de la visón divina. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor, Amen

Para revisar nuestra vida:
¿Qué lugar ocupa en mi vida Cristo  pobre humilde y crucificado?
Según mi estilo propio de vida ¿Qué importancia le doy a la oración?
Si me toca anunciar el Evangelio ¿me encomiendo a las oraciones de los demás para que mi anuncio dé fruto abundante?
¿Soy capaz de transmitir una vida volcada hacia Dios?
¿Mi acción está animada por la oración y la contemplación?

Aclamaciones
Alabado seas, mi Señor, por la vida consagrada de nuestra Hermana Clara, por su vida de oración y la entrega enamorada.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Alabado seas, mi Señor, por la hermana Clara Virgen pobre que sólo en Ti puso su confianza.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Loados seas, mi Señor, por su vida silenciosa y entregada y porque suscitaste por doquier miles a su semejanza,

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

Oración final
Padre de las misericordias, que infundiste en santa Clara un profundo amor a la pobreza evangélica, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo pobre, merezcamos llegar a contemplarte en tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina Contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

QUINTO DÍA

UNA MUJER HECHA ORACIÓN: EL FRUTO MADURO 5- 9

Por la  señal de la Santa Cruz +
De nuestros enemigos +
Líbranos Señor, Dios nuestro +
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén

Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.
Lectura bíblica: Mateo 6,5 - 15
“Cuando oren, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que los vea la gente. Les aseguro que ya han recibido su recompensa. Tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará. Y al orar, no hablen mucho como hacen los paganos, creyendo que Dios va a escuchar todo lo que hablaron. No sean como ellos, pues su Padre ya sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan. Ustedes oren así: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; danos hoy el pan que necesitamos; perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación; y líbranos del mal. Porque si ustedes perdonan a los demás sus culpas, también a ustedes los perdonará su Padre celestial. Pero si no perdonan a los demás, tampoco su Padre les perdonará sus culpas.”.

REFLEXIÓN
“Amonesto y exhorto en el Señor Jesucristo a las hermanas a que se guarden de toda soberbia, vanagloria, envidia, avaricia (Cf. Lc 12,15), preocupación y afán de este mundo (cf. Mt 13,22; Lc 21,34), difamación y murmuración, disensión y división. Sean en cambio, solícitas para mantener entre todas la unidad del amor mutuo, que es el vínculo de la perfección (cf. Col 3,4). Y las que no saben letras no se preocupen de aprenderlas; aplíquense, en cambio, en aquello que por encima de todo deben anhelar: tener el Espíritu del Señor y su santa operación, orar continuamente al Señor con un corazón puro, y tener humildad, paciencia en la persecución y en la enfermedad, y amar a los que nos persigan (cf Mt 5,44) y reprenden y acusan, porque dice el Señor: Dichosos los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5, 10). Y el que persevere hasta el fin, ése se salvará (Mt 10,22)”. (RCl 10,6-13)
Cuando nosotros nos atrevemos a ver con profundidad la vida de Clara, podemos descubrir una serie de rasgos que destellan de manera significativa el perfil de una mujer de personalidad madura en la fe y en la vida. Clara ha sabido darle el lugar y el espacio perfectos al evangelio, de tal manera que no ha quedado ningún espacio vacío en su vida y por lo tanto ni en su vocación.
Clara se empeñaba en poseer ante todo el Espíritu del Señor y su santa operación ¿Cómo? A través de la oración, que era su principal trabajo, oraba sin desfallecer así, en la oración insertaba toda la realidad de su vida. Es lo que conocemos y a lo que san Juan XXIII ha denominado como “Oración Inteligente”: oración con los ojos abiertos a la realidad personal y social, evitando hacer de la oración una fantasía sin conexión con la vida). Clara supo contemplar en su oración al fondo del corazón humano en lo más crudo de su realidad. Por esto, la oración fue su trabajo diario, en el aspecto de que no podía prescindir de ella, fue algo constitutivo, aunado a su persona, no una actividad piados, sino un apostolado confiado y eficaz para el bien de la Iglesia, su oración se esparció por el mundo entero, por eso estuvo insertada en la vida misma, su oración no era una abstracción, una idea desligada de la realidad circundante y cotidiana. Así lo deja entrever  en su tercera carta a Inés de Praga, refiriéndose a las palabras del apóstol san Pablo: “Te considero cooperadora del mismo Dios y sostenedora de los miembros vacilantes de su Cuerpo inefable” (3CtaI 2).
No hemos de olvidar que a Francisco se le ha definido como “el hombre hecho oración”. ¿Qué decir de Santa Clara? Algunos creen que orar consiste en pedir. Otros lo confunden con la meditación. Aunque de alguna manera ambos aspectos pueden constituir la oración, orar es, ante todo, una actividad del corazón. Orar es amar. Es el acto más noble y elevado de la criatura humana. Es pensar en Dios con amor. pero es sobre todo y ante todo descubrir el inmenso amor que Dios nos tiene. Un amor inmensamente mayor y fiel que el pobre que nosotros podamos profesarle. Santa Clara tenía el corazón fijo en su Dios, porque Dios la había enamorado. A Dios, centro,  enderezaba sus afectos. Su sueño es vela y canto el despertar antes de la aurora. Hacía suya y vivía la oración del Seráfico Padre: “Tu eres el Bien, sumo Bien, todo Bien, Señor, Dios mío, vivo y verdadero”. Durante horas Clara se abandonaba a la oración. Era un cara a cara con el Único Amor. Orar para Clara era vivir en la presencia amorosa de su Dios. Nada más y nada menos. Lo demás era consecuencia. Ante Jesús Eucaristía pasa horas en ferviente adoración. Acude a María porque Ella es camino hacia Dios, nos ha dado a Cristo y es modelo de virtudes. Tomás de Celano nos lo comunica: Su alma se entregaba sin cesar a la oración. Levantada la primera, iba a despertar a las Hermanas más jóvenes, sin romper el silencio, animándolas con la mirada a comenzar el día con fervor. Después, durante el día, rezaba sin cesar cualquier que fuera su ocupación. Así, Clara finalmente se convierte en el fruto maduro. A la sombra de la cruz vivió la madurez final de quien se ofrece a sufrir el martirio por Cristo. Ante el martirio, en 1220, de los primero Hermanos Menores en Marruecos, Clara, como Francisco, siente el deseo de seguir su suerte. Su anhelo de martirio es fruto de entender la vida como una entrega de total y alegre generosidad a Aquel que entendió la cruz como don total a la persona humana. Es la culminación plena y lógica de lo que se ha vivido momento a momento. Con cuánta razón el Monasterio de San Damián resplandecía tanto de día como de noche como el sol al mediodía.

Oración para todos los días:
Oh gloriosa Santa Clara, santa Virgen de Asís, míranos a tus plantas en este día que recurrimos a Ti. Venimos a solicitar tu intercesión por la conversión de los pecadores, y para que todos los cristianos seamos hoy luz del mundo para los que viven en tinieblas y en sombras de muerte. Tú fuiste ilustre y clara de nombre y de vida. Así queremos también nosotros seguir tus pasos. Para que en nosotros no haya oscuridad, ni tinieblas, sino sólo paz, justicia, salud y gozo en el Señor.
Intercede por nosotros ante nuestro Señor Jesucristo que es la Luz del mundo. Que por Jesucristo, con Jesucristo y en Jesucristo resplandezca nuestra alma con la claridad de la gracia para que pueda brillar nuestra vida con la luz que recibimos el día de nuestro bautismo e iluminemos así a nuestros hermanos, anhelando la claridad de la visón divina. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor, Amen

Para revisar nuestra vida:

¿Qué importancia le doy a mi vida de oración?
¿Cómo descubro la inmensidad del amor que Dios me tiene?
¿De qué manera correspondo al amor de Dios?
Mi vida de oración ¿está insertada y responde a la realidad actual?
¿En qué momento soy capaz de proyectar la luz, el resplandor, la serenidad propios de la vida de oración?

Aclamaciones

Alabado seas, mi Señor, por la Hermana Clara, por su vida de oración y sacrificio que fortalece y anima la fe del mundo.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Alabado seas, mi Señor, por el amor que donado del cual Clara bebió en la fuente de tu costado.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Loados seas, mi Señor, por su vida silenciosa y entregada, madura hasta en la cruz ofrndada

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

Oración final
Padre de las misericordias, que infundiste en santa Clara un profundo amor a la pobreza evangélica, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo pobre, merezcamos llegar a contemplarte en tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina Contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.


SEXTO DÍA

DE SAN DAMIÁN PARA EL MUNDO: UN REMANSO DE PAZ Y ALEGRIA 6–9


Por la señal de la Santa Cruz +
De nuestros enemigos +
Líbranos Señor, Dios nuestro +
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén

Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.
Lectura bíblica: Mateo 9,36-38. 10,9-10
“A ver a la gente, sintió compasión de los, porque estaban cansados y desorientados como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: -La cosecha es abundante, pero los obreros son pocos, Rueguen por tanto al dueño de la cosecha que envíe obreros a recogerla. No lleven oro ni plata ni dinero en el bolsillo, ni morral para el camino ni túnicas ni sandalias ni bastón; porque el obrero tiene derecho a su sustento”.

REFLEXIÓN
“Y así, por voluntad de Dios y de nuestro beatísimo Padre Francisco, fuimos a vivir a la Iglesia de San Damián, conde el Señor, por su misericordia y su gracia, en breve tiempo nos multiplicó, para que se cumpliera lo que había predicho por su santo; pues antes habíamos estado en otro lugar; aunque por poco tiempo. Luego escribió para nosotras la forma de vida, con el propósito, sobre todo, de que perseveráramos siempre en la santa pobreza. Y no se contentó con exhortarnos durante su vida con muchas palabras (cf. Hech 20,2) y ejemplos al amor y a la observancia de la santísima pobreza, sino que también nos dejó varios escritos para que no nos apartáramos de ningún modo de ella después de su muerte, como nunca quiso apartarse de la santa pobreza, el Hijo de Dios mientras vivió en este mundo, y como nuestro beatísimo padre Francisco, siguiendo sus huella (cf. 1Pe 2,21), no se apartó de ningún modo, mientras vivió, ni con su ejemplo ni con la doctrina, de la santa pobreza que eligió para sí y sus hermanos”. (TCl 30-36).
 La vida de las primeras sororidades de Las Clarisas había alcanzado un significativo equilibrio entre su anhelo evangélico y la forma de vivirlo. No fueron presas del drama de la institucionalización gracias a que fueron fieles a la espiritualidad y al carisma franciscano vivido con radicalidad marcado por Francisco y Clara. Casas pequeñas, pobres y aptas para vivir el Evangelio al centro de la vida de fraternidad. Esta forma de vida cristiana del todo peculiar hizo que de San Damián brotaran y florecieran muchos monasterios.
San Damián congrega y abraza a Clara y sus hermanas. Habla de silencio, de entrega, de renuncia alegre, de paz. Es una iglesia minúscula, un coro pobre, dormitorios pequeños, una huerta amurallada. Allí Clara pasó toda su vida consagrada. Las exigentes palabras de Jesús estaban allí hechas vida. Aquellas religiosas habían renunciado a todo, habían dado sus bienes a los pobres y habían cargado alegremente con la cruz. No llevaban dinero, ni alforja, ni abrigo, ni cayado. Pero allí había una paz y una felicidad desbordantes y comunicativas. Ningún visitante distraído podía dejar de percibirlas. Allí todo es calma, todo es alegría, todo es recogimiento y paz. La felicidad se hace sensible. Era la mejor propaganda de su ideal, que, vivido con aquella ilusión, forzosamente tenía que suscitar seguidores. Así se explica el crecimiento prodigioso de conventos de las Damas Pobres, no sólo en Italia, sino también en Francia, España, Austria, Bohemia. En vida de Santa Clara existían ya en España veinte monasterios de Clarisas. Santa Clara, encerrada en una comunidad de clausura, supo irradiar la luz de su ideal más allá de San Damián, pasando a ser una de las grandes figuras femeninas de la alta Edad Media. Clara fue la única mujer capaz de formular su propio estilo de vida y hacer que la Iglesia lo reconociera, dando como resultado la aprobación de la Regla propia de las Clarisas.

Oración para todos los días:
Oh gloriosa Santa Clara, santa Virgen de Asís, míranos a tus plantas en este día que recurrimos a Ti. Venimos a solicitar tu intercesión por la conversión de los pecadores, y para que todos los cristianos seamos hoy luz del mundo para los que viven en tinieblas y en sombras de muerte. Tú fuiste ilustre y clara de nombre y de vida. Así queremos también nosotros seguir tus pasos. Para que en nosotros no haya oscuridad, ni tinieblas, sino sólo paz, justicia, salud y gozo en el Señor.
Intercede por nosotros ante nuestro Señor Jesucristo que es la Luz del mundo. Que por Jesucristo, con Jesucristo y en Jesucristo resplandezca nuestra alma con la claridad de la gracia para que pueda brillar nuestra vida con la luz que recibimos el día de nuestro bautismo e iluminemos así a nuestros hermanos, anhelando la claridad de la visón divina. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor, Amen

Para revisar nuestra vida:

¿Qué tan capaz soy de abandonarme plenamente en las manos de dios?
¿Soy fiel a la propuesta del estilo de vida que Dios me ofrece?
¿De qué manera correspondo al amor de Dios?
Según el estilo de vida que Dios me ha dado y que yo he propiciado ¿ vivo el desapropio y la libertad evangélica?
¿con qué actitud cargo mi propia cruz?

Aclamaciones
Alabado seas, mi Señor, por la Hermana Clara, por su vida de oración y sacrificio que fortalece y anima la fe del mundo.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Alabado seas, mi Señor, por el amor que donado del cual Clara bebió en la fuente de tu costado.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Loados seas, mi Señor, por su vida silenciosa y entregada, madura hasta en la cruz ofrendada

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

Oración final
Padre de las misericordias, que infundiste en santa Clara un profundo amor a la pobreza evangélica, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo pobre, merezcamos llegar a contemplarte en tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina Contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

SÉPTIMO DÍA

UNA MONJA DE CLAUSURA: CLARA ANTE EL ESPEJO 7- 9

Por la señal de la Santa Cruz +
De nuestros enemigos +
Líbranos Señor, Dios nuestro +
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén

Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.
Lectura bíblica: Apocalipsis 19,5 - 10
“Cayeron entonces rostro a tierra los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes y adoraron a Dios que está sentado en el trono, diciendo: ¡Amén! ¡Aleluya! Y salió del trono una voz que decía: Alaben a nuestro Dios, todos sus siervos y fieles, humildes y poderosos. Oí luego algo así como el estruendo de una inmensa multitud, como el estruendo de aguas caudalosas, como el estruendo de fuertes truenos. Y decían: ¡Aleluya! El Señor Dios nuestro, el todopoderoso, ha comenzado a reinar. Alegrémonos, regocijémonos y démosle gloria, porque han llegado las bodas del Cordero. Está engalanada su esposa, vestida de lino puro, brillante. El lino que representa las buenas acciones de los creyentes. Entonces alguien me dijo: - Escribe: Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero. Y añadió: - Palabras verdaderas de Dios son estás. Yo caí a sus pies para adorarlo, pero él me dijo: - No hagas eso, que yo soy un simple compañero de servicio tuyo y de tus hermanos, esos que se mantienen como fieles testigos de Jesús. Sólo a Dios debes adorar. Y es que dar testimonio de Jesús y tener Espíritu profético es lo miso ”.

REFLEXIÓN
CARTA IV A SANTA INÉS DE PRAGA [CtaCla4]
1A quien es la mitad de su alma y relicario de su amor entrañable y singular, a la ilustre reina, a la esposa del Cordero, el Rey eterno, a doña Inés, su madre carísima e hija suya especial entre todas las demás, 2Clara, indigna servidora de Cristo e sierva inútil de las siervas de Cristo que moran en el monasterio de San Damián de Asís, le desea salud, 3y que cante, con las otras santísimas vírgenes, un cántico nuevo ante el trono de Dios y del Cordero, y que siga al Cordero dondequiera que vaya (cf. Ap 14,3-4).
4¡Oh madre e hija, esposa del Rey de todos los siglos!, aunque no te haya escrito con frecuencia, como tu alma y la mía lo desean y anhelan por igual, no te extrañes, 5ni creas de ninguna manera que el incendio de la caridad hacia ti arde menos suavemente en las entrañas de tu madre. 6Este ha sido el impedimento: la falta de mensajeros y los peligros manifiestos de los caminos. 7Pero ahora, al escribir a tu caridad, me alegro mucho y salto de júbilo contigo en el gozo del Espíritu (cf. 1 Tes 1,6), oh esposa de Cristo, 8porque tú, como la otra virgen santísima, santa Inés, habiendo renunciado a todas las vanidades de este mundo, te has desposado maravillosamente con el Cordero inmaculado (cf. 1 Pe 1,19), que quita los pecados del mundo (cf. Jn 1,29).
9Feliz ciertamente aquella a quien se le concede gozar de este banquete sagrado (cf. Lc 14,15; Ap 19,9), para que se adhiera con todas las fibras del corazón a Aquel 10cuya hermosura admiran sin cesar todos los bienaventurados ejércitos celestiales, 11cuyo afecto conmueve, cuya contemplación reconforta, cuya benignidad sacia, 12cuya suavidad colma, cuya memoria ilumina suavemente, 13a cuyo perfume revivirán los muertos, y cuya visión gloriosa hará bienaventurados a todos los ciudadanos de la Jerusalén celestial: 14puesto que Él es el esplendor de la eterna gloria (cf. Heb 1,3), el reflejo de la luz eterna y el espejo sin mancha (cf. Sab 7,26). 15Mira atentamente a diario este espejo, oh reina, esposa de Jesucristo, y observa sin cesar en él tu rostro, 16para que así te adornes toda entera, interior y exteriormente, vestida y envuelta de cosas variadas (cf. Sal 44,10), 17adornada igualmente con las flores y vestidos de todas las virtudes, como conviene, oh hija y esposa carísima del supremo Rey. 18Ahora bien, en este espejo resplandece la bienaventurada pobreza, la santa humildad y la inefable caridad, como, con la gracia de Dios, podrás contemplar en todo el espejo.
19Considera, digo, el principio de este espejo, la pobreza de Aquel que es puesto en un pesebre y envuelto en pañales (cf. Lc 2,12). 20¡Oh admirable humildad, oh asombrosa pobreza! 21El Rey de los ángeles, el Señor del cielo y de la tierra es acostado en un pesebre. 22Y en medio del espejo, considera la humildad, al menos la bienaventurada pobreza, los innumerables trabajos y penalidades que soportó por la redención del género humano. 23Y al final del mismo espejo, contempla la inefable caridad, por la que quiso padecer en el árbol de la cruz y morir en el mismo del género de muerte más ignominioso de todos.
24Por eso, el mismo espejo, puesto en el árbol de la cruz, advertía a los transeúntes lo que se tenía que considerar aquí, diciendo: 25¡Oh vosotros, todos los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor semejante a mi dolor! (Lam 1,12); 26respondamos, digo, a una sola voz, con un solo espíritu, a quien clama y se lamenta con gemidos: ¡Me acordaré en mi memoria, y mi alma se consumirá dentro de mí!(Lam 3,20). 27¡Ojalá, pues, te inflames sin cesar y cada vez más fuertemente en el ardor de esta caridad, oh reina del Rey celestial!
28Además, contemplando sus indecibles delicias, sus riquezas y honores perpetuos, 29y suspirando a causa del deseo y amor extremos de tu corazón, grita: 30¡Llévame en pos de ti, correremos al olor de tus perfumes (Cant 1,3), oh esposo celestial! 31Correré, y no desfalleceré, hasta que me introduzcas en la bodega (cf. Cant 2,4), 32hasta que tu izquierda esté debajo de mi cabeza y tu diestra me abrace felizmente (cf. Cant 2,6), hasta que me beses con el ósculo felicísimo de tu boca (cf. Cant 1,1). 33Puesta en esta contemplación, recuerda a tu pobrecilla madre, 34sabiendo que yo he grabado indeleblemente tu feliz recuerdo en la tablilla de mi corazón (cf. Prov 3,3; 2 Cor 3,3), teniéndote por la más querida de todas.
35¿Qué más? En cuanto al amor que te profeso, que calle la lengua de la carne, digo, y que hable la lengua del espíritu. 36¡Oh hija bendita!, porque la lengua de la carne no podría en absoluto expresar más plenamente el amor que te tengo, ha dicho esto que he escrito de manera semiplena. 37Te ruego que lo recibas con benevolencia y devoción, considerando en estas letras al menos el afecto materno por el que, a diario, ardo de caridad hacia ti y tus hijas, a las cuales encomiéndanos mucho en Cristo a mí y a mis hijas. 38También estas mismas hijas mías, y principalmente la prudentísima virgen Inés, nuestra hermana, se encomiendan en el Señor, cuanto pueden, a ti y a tus hijas.
39Que os vaya bien, carísima hija, a ti y a tus hijas, y hasta el trono de gloria del gran Dios (cf. Tit 2,13), y orad por nosotras.
40Por las presentes recomiendo a tu caridad, en cuanto puedo, a los portadores de esta carta, nuestros carísimos el hermano Amado, querido por Dios y por los hombres (cf. Eclo 45,1), y el hermano Bonagura. Amén.
En la actualidad, a los ojos del mundo la vida consagrada aparece con muchas interrogantes. Sobre todo muchos la ven como una aberración, como una huida cobarde del mundo, como un refugio. Inclusive pareciera que la vida contemplativa es la peor opción, esto se debe precisamente que ella nos manifiesta los valores del Reino, poniendo así en evidencia los antivalores que el mundo ofrece. La presencia de Religiosas en obras asistenciales y educativas que exigen gran caridad y espíritu de sacrificio todos la admiten aunque sea por necesidad, pero las Religiosas de Clausura, constituyen una paradoja. Cuando se valora obsesionadamente la velocidad, el rendimiento material, la utilidad y el placer, el tener, el cuánto tienes cuánto vales, también sigue habiendo personas llamadas por Dios que desean vivir en el silencio claustral de una renuncia total libre y absoluta. Cuando se olvida y discute la fe, aparecen ellas como testigos de una fe y una confianza en Dios inconmovibles. Es desde el plano de la fe desde donde hallamos explicación: Dios nos ha creado para conocerle, amarle y servirle, y ellas, desligadas del mundo, viven dedicadas de pleno a amar y glorificar a Dios, le hacen ofrenda de sus vidas en inmolación por sus hermanos los hombres, y así se ha dicho que sus convenios son “pararrayos de la justicia divina”, que ellas son los “diez justos” por amor a los cuales Dios está perdonando a la humanidad pecadora. En un mundo cansado de palabras están ellas como testigos. Pio XI dejó escrito: “Los que se entregan constantemente a la oración y a la penitencia contribuyen al progreso de la iglesia ya la salvación del género humano con más eficacia que los que cultivan obras de celo en el campo del Señor”. La vida contemplativa significa una vida entregada, escondida con Cristo en Dios, para que pueda dar fruto. El fruto proviene de la oración, y la oración es el encuentro con Dios, el diálogo de corazón a corazón, es ser capaz de dejarse mirar por Él, y luego proyectar su imagen que Él ha fijado en nosotros. Orar es mirar amorosamente el espejo de la eternidad. Vivir es reflejar lo que se ve. El itinerario espiritual es contemplación transformante del mismo espejo. Espejo es el Hijo de Dios en la Palabra, el cuerpo del Señor en la eucaristía, el icono, la Iglesia. Espejo es Francisco y las hermanas. Toda la fraternidad es espejo-icono en cuerpo y alma, para los de cerca y los de lejos. ¿Cómo hacer partes de un todo simplicísimo?
"El Hijo de Dios se nos ha hecho camino y nuestro bienaventurado padre Francisco nos lo ha mostrado". Su espiritualidad es una fe que mueve la vida desde un centro único, ardientemente amado, elegido: Jesucristo, imagen del Padre y revelado por el Espíritu. Creer, mirar con amor, ver, transformarse en él... Ese es el divino todo de esta espiritualidad que mueve toda la riqueza femenina, la evolución de la mujer "hermana, esposa y madre". Y que determina un estilo contemplativo y una forma de vida que incide valiente y llena de luz sobre el pecado del mundo. Sencillamente, sin juzgar a los que visten de colores (2 R 17), anuncia la bienaventuranza de la pobreza, de la pureza, de la mansedumbre, del evangelio.

Oración para todos los días:
Oh gloriosa Santa Clara, santa Virgen de Asís, míranos a tus plantas en este día que recurrimos a Ti. Venimos a solicitar tu intercesión por la conversión de los pecadores, y para que todos los cristianos seamos hoy luz del mundo para los que viven en tinieblas y en sombras de muerte. Tú fuiste ilustre y clara de nombre y de vida. Así queremos también nosotros seguir tus pasos. Para que en nosotros no haya oscuridad, ni tinieblas, sino sólo paz, justicia, salud y gozo en el Señor.
Intercede por nosotros ante nuestro Señor Jesucristo que es la Luz del mundo. Que por Jesucristo, con Jesucristo y en Jesucristo resplandezca nuestra alma con la claridad de la gracia para que pueda brillar nuestra vida con la luz que recibimos el día de nuestro bautismo e iluminemos así a nuestros hermanos, anhelando la claridad de la visón divina. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor, Amen

Para revisar nuestra vida:

¿Qué tan consciente soy de la unidad total y absoluta entre Jesucristo y yo cuando lo recibo en comunión?
¿Sigo verdaderamente sus pasos, cuándo, cómo?
¿En qué momentos de mi jornada diaria soy capaz de mirar, considerar y contemplar a Jesucristo que me lanza a la vivencia perfecta de la caridad?
Mi amor afectivo, humano ¿se deja cautivar y sublimar por Dios?
¿Contemplo a Cristo como en un espejo y me dejo ver por Él?

Aclamaciones

Alabado seas, mi Señor, por  nuestra Hermana Clara, por su vida desposada y oración contemplativa como fiel esposa intercesora.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Alabado seas, mi Señor, porque nos enseñó de vida y de palabra a ser lo que quería: tu hija, tu madre, tu esposa y tu hermana.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Loados seas, mi Señor, por su vida silenciosa y entregada y porque suscitaste por doquier miles a su semejanza,

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

Oración final
Padre de las misericordias, que infundiste en santa Clara un profundo amor a la pobreza evangélica, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo pobre, merezcamos llegar a contemplarte en tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina Contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

OCTAVO DÍA

CLARA MADRE DULCE Y COMPASIVA 8-9

Por la  señal de la Santa Cruz +
De nuestros enemigos +
Líbranos Señor, Dios nuestro +
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén

Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.
Lectura bíblica: Números 6,24 - 26
“El Señor te bendiga y te guarde; el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor te muestre su rostro y te de la paz.”.

REFLEXIÓN
LA  BENDICION  DE  SANTA  CLARA
Nos encontramos ante un documento inédito, seguramente inspirado por San Francisco, pero escrito auténtico de Clara. El  texto  de  su  bendición  es  un  documento  quizá  único  en  la  historia  del cristianismo, escrito por una mujer. Nos referimos a la bendición que Santa Clara escribe y da en el lecho de muerte a sus hermanas, y seguramente que también a nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
El Señor os bendiga y os guarde.
Os muestre su faz y tenga misericordia de vosotras; vuelva su rostro a vosotras y os conceda la paz, a vosotras, hermanas e hijas mías, y a todas las que han de venir después de vosotras y han de formar parte de esta nuestra hermandad, y a todas las demás de toda la Orden que perseveren hasta el fin en esta santa pobreza. Yo,  Clara,  sierva  de  Cristo,  plantita  del padre nuestro  san  Francisco, hermana  y  madre  vuestra  y  de  las  demás  hermanas  pobres,  aunque  indigna, suplico a nuestro Señor Jesucristo
que, por su misericordia y por la intercesión de  su  santísima  Madre  María,  de  san  Miguel  arcángel,  de  todos  los  ángeles  de Dios y  de todos  los  santos  y  santas,  el  mismo  Padre  celestial  os  conceda  y confirme  esta santísima  bendición  en  el  cielo  y  en  la  tierra:  en  la  tierra multiplicándoos en gracia y en virtudes entre sus siervos y siervas en su Iglesia militante; en  el  cielo,  exaltándoos  y  glorificándoos entre  sus  santos  y  santas en su Iglesia triunfante.
Os bendigo en mi vida y después de mi muerte, en cuanto me es posible y más de lo que me es posible, con todas las bendiciones con que el mismo Padre de  las  misericordias  ha  bendecido y  bendecirá en  el  cielo  y  en  la  tierra a  sus hijos  y  a  sus  hijas  espirituales,  y  con  las  que  cada  padre  o madre espiritual  ha bendecido y bendecirá a sus hijos y a sus hijas espirituales. Amén.
Sed  siempre  amantes  de  Dios  y  de  vuestras  almas  y  de  todos  vuestros  hermanos para que observéis siempre solícitamente lo que al Señor prometisteis. El Señor esté siempre con vosotras y ojalá vosotras estéis siempre con Él. Amén.

Dulce, compasiva, solícita y caritativa, así era Clara se comportaba como una madre con sus hermanas, especialmente con las que sufrían por cualquier motivo. "Virgen prudentísima" la llama su hermana en una de sus cartas a Inés de Praga. Añade la crónica que, una noche, Clara la vio en oración, elevada del suelo y coronada con tres coronas que, de tanto en tanto, le colocaba un ángel. Al día siguiente logró que Inés le explicara cuáles eran los tres objetos de su contemplación: la bondad y paciencia de Dios para con los pecadores, cómo Cristo sufrió la pasión y muerte en cruz por toda la humanidad, y las penas de las almas del Purgatorio. Así pues, la bendición de santa clara nos manifiesta hasta dónde puede llegar su bondad y su generosidad, ya que su anhelo es hacer de sus comunidades una presencia perenne, actual y actuante de la misericordia de Dios, manifestada en la generosidad de ella misma y de sus hermanas. Ésta es la verdadera fraternidad, ésta es la verdadera comunidad, ésta es la verdadera sororidad, la que pone al centro y por encima de todas las cosas a Dios y al mismo tiempo hacer del servicio a las hermanas la suprema expresión del amor de Dios. El testimonio de la entrega generosa da testimonio de la bondad y la dulzura de Clara a tal punto que ella misma se ha convertido en una bendición no solamente para quienes vivieron en su tiempo, sino también para todos nosotros que hoy la recordamos y deseamos vivir el mismo Espíritu de pobreza, generosidad y compasión que caracterizaron a nuestra hermana.


Oración para todos los días:
Oh gloriosa Santa Clara, santa Virgen de Asís, míranos a tus plantas en este día que recurrimos a Ti. Venimos a solicitar tu intercesión por la conversión de los pecadores, y para que todos los cristianos seamos hoy luz del mundo para los que viven en tinieblas y en sombras de muerte. Tú fuiste ilustre y clara de nombre y de vida. Así queremos también nosotros seguir tus pasos. Para que en nosotros no haya oscuridad, ni tinieblas, sino sólo paz, justicia, salud y gozo en el Señor.
Intercede por nosotros ante nuestro Señor Jesucristo que es la Luz del mundo. Que por Jesucristo, con Jesucristo y en Jesucristo resplandezca nuestra alma con la claridad de la gracia para que pueda brillar nuestra vida con la luz que recibimos el día de nuestro bautismo e iluminemos así a nuestros hermanos, anhelando la claridad de la visón divina. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor, Amen

Para revisar nuestra vida:

¿Cómo vivo la caridad para con quienes me rodean?
¿Cuándo y cómo manifiesto mi generosidad?
¿Cómo ejerzo la compasión para con los demás?
¿En qué momento ejerzo mi compasión con dulzura?
¿Soy consciente y me esfuerzo por ser una bendición para con quienes me rodean?

Aclamaciones

Alabado seas, mi Señor, por  nuestra Hermana Clara, dulce y compasiva.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Alabado seas, mi Señor, nuestra hermana Clara generosa y entregada en la caridad a sus hermanas.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.
- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Loados seas, mi Señor, por nuestra hermana Clara y porque a través de ella nos das tu bendición,

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

Oración final
Padre de las misericordias, que infundiste en santa Clara un profundo amor a la pobreza evangélica, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo pobre, merezcamos llegar a contemplarte en tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina Contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

NOVEN DÍA

CLARA: MADRE, SANTA Y PATRONA  9 - 9


Por la señal de la Santa Cruz +
De nuestros enemigos +
Líbranos Señor, Dios nuestro +
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén

Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.



Lectura bíblica: MATEO 5,48
“Ustedes sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto.”.

REFLEXIÓN

CARTA A ERMENTRUDIS [CtaCla5]

1A Ermentrudis, hermana carísima, Clara de Asís, humilde sierva de Jesucristo, le desea salud y paz.
2He sabido que tú, oh hermana carísima, con la ayuda de la gracia de Dios, has huido felizmente del cieno del mundo; 3por lo cual me alegro y me congratulo contigo, y de nuevo me alegro, porque tú, con tus hijas, caminas valerosamente por las sendas de la virtud.
4Carísima, sé fiel hasta la muerte a Aquel a quien te has prometido, pues serás coronada por él con la corona de la vida (cf. Sant 1,12). 5Breve es aquí nuestro trabajo, la recompensa, en cambio, eterna; que no te confunda el estrépito del mundo que huye como una sombra (cf. Job 14,2); 6que no te hagan perder el juicio los vanos fantasmas de este siglo falaz; cierra los oídos a los silbidos del infierno y, fuerte, quebranta sus embestidas; 7soporta de buen grado los males adversos, y que los bienes prósperos no te ensoberbezcan: pues estos piden fe, y aquellos la exigen; 8cumple con fidelidad lo que has prometido a Dios, y Él te retribuirá.
9Oh carísima, mira al cielo que nos invita, y toma la cruz y sigue a Cristo (cf. Lc 9,23), que nos precede; 10porque, tras diversas y numerosas tribulaciones, por él entraremos en su gloria (cf. Hch 14,21; Lc 24,26). 11Ama con todas tus entrañas a Dios y a Jesús, su Hijo, crucificado por nosotros pecadores, y que su memoria no se aparte nunca de tu mente; 12procura meditar continuamente los misterios de la cruz y los dolores de la madre que está de pie junto a la cruz (cf. Jn 19,25). 13Ora y vela siempre (cf. Mt 26,41). 14Y la obra que has comenzado bien, llévala a cabo con empeño, y cumple el ministerio que has asumido en santa pobreza y en humildad sincera (cf. 2 Tim 4,5.7).
15No temas, hija, Dios, que es fiel en todas sus palabras, y santo en todas sus obras (cf. Sal 144,13), derramará su bendición sobre ti y sobre tus hijas; 16y Él será vuestro auxilio y vuestro mayor consuelo; Él es nuestro redentor y la recompensa eterna.
17Oremos a Dios la una por la otra (cf. Sant 5,16), pues así, llevando cada una la carga de la caridad de la otra, cumpliremos con facilidad la ley de Cristo (cf. Gál 6,2). Amén.
Las palabras de Clara no se agotan. -No las agotará nadie, porque se incluyen en la teología de la imagen y en la eclesiología de comunión y en la mística cristiana. Ella sugiere, guía, lanza hacia la experiencia de Dios. ¡Sólo quien ve y toca puede dar testimonio!
Su icono-espejo es el crucifijo de San Damián, su oración y su vida, un proceso de enamoramiento bajo la acción transformante del Señor que es Espíritu. Su caridad el camino que el Hijo de Dios le ha mostrado para con sus hermanas.
Santa clara de Asís es una de las representantes más singular y cualificada de la Vida contemplativa. Santa Teresa de Jesús nos dice que se le apareció santa Clara con mucha hermosura y que la tomó “gran devoción”. De aquí nació la Reforma del Carmelo. Tomás de Celano nos la describe así: “Noble por su nacimiento, más noble todavía por los dones de la gracia, virgen de pureza angelical… fervorosa en el servicio de Dios desde joven, dotada de rara prudencia, de humildad sin límites…; era Clara una de esas almas grandes a la que no puede loarse dignamente en los idiomas de esta tierra…” El Papa Alejandro IV nos dejó esta descripción: “Era el ornato del valle de Espoleto, la princesa de los pobres, la duquesa de los humildes, más gustosa de obedecer que de mandar, discreta y prudente, amable y dulce. Sus pies rozaban el suelo, pero su corazón estaba en el cielo y su frente resplandecía con todas las bellezas sobrenaturales que forman la diadema de los elegidos…” Muere en el año 1253. Dos años más tarde el papa Alejandro IV inscribe su nombre en el catálogo de los santos. Por su mediación. Dios ha querido realizar muchos milagros. Imitemos y acudamos a ella.
Después de este recorrido en el que nos hemos dejado acompañar de manera simple, sencilla y muy por encima de su espiritualidad, podemos decir que Clara nos manifiesta la existencia de un amor consumado. Si alguien se dio la oportunidad de leer estas letras, seguro que ha despertado en su ser la nostralgia de abrirse verdaderamente al Espíritu del Señor y su santa operación. Nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI tenemos que aceptar que no tenemos otra vocación que la del el amor. ¿Por qué sustituirlo por la mediaciones que se le parecen: el placer, el tener, el dominar, el aparentar, lo pasajero, lo efímero, lo superfluo? ¿Po qué cambiar la contemplación de una aurora o de un ocaso a la puesta del sol, por una luz que no brilla, que no alumbra, y que sin embargo, en la apariencia nos deslumbra? Si hemos seguido estos renglones, llegaremos a la conclusión de que el amor está en el corazón, en la mirada, en la inmediatez del Tú, del Otro. Este grado de contemplación es también ya un don, una gracia, un regalo de ese Otro que en el encuentro con el otro se me hace alcanzable.

 


Oración para todos los días:
Oh gloriosa Santa Clara, santa Virgen de Asís, míranos a tus plantas en este día que recurrimos a Ti. Venimos a solicitar tu intercesión por la conversión de los pecadores, y para que todos los cristianos seamos hoy luz del mundo para los que viven en tinieblas y en sombras de muerte. Tú fuiste ilustre y clara de nombre y de vida. Así queremos también nosotros seguir tus pasos. Para que en nosotros no haya oscuridad, ni tinieblas, sino sólo paz, justicia, salud y gozo en el Señor.
Intercede por nosotros ante nuestro Señor Jesucristo que es la Luz del mundo. Que por Jesucristo, con Jesucristo y en Jesucristo resplandezca nuestra alma con la claridad de la gracia para que pueda brillar nuestra vida con la luz que recibimos el día de nuestro bautismo e iluminemos así a nuestros hermanos, anhelando la claridad de la visón divina. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor, Amen

Para revisar nuestra vida:

¿Cómo descubro a Dios (Otro) en mi propia vida?
¿Qué grado de importancia le doy al encuentro con Dios para vivir mi existencia plena?
¿Cómo me dejo amar por Dios?
¿Soy capaz de descubrir a Dios también en la creación?
¿Qué ha generado en mí el dejarme acompañar estos nueve días por Santa Clara de Asís?

Aclamaciones

Alabado seas, mi Señor, por  nuestra Hermana Clara, mujer hecha oración.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Alabado seas, mi Señor, nuestra hermana Clara generosa y entregada en la caridad y en la contemplación.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Loados seas, mi Señor, por nuestra hermana Clara ejemplo de santidad y poderosa intercesora.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

Oración final
Padre de las misericordias, que infundiste en santa Clara un profundo amor a la pobreza evangélica, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo pobre, merezcamos llegar a contemplarte en tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina Contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.






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