LECTIO DIVINA MIÉRCOLES XIII DEL TIEMPO ORDINARIO

 LECTIO DIVINA MIÉRCOLES XIII DEL TIEMPO ORDINARIO

Dios salva al que cumple su voluntad.

Amós 5,14-15.21,24              Mateo 8,28-34



 

LECTIO

 

PRIMERA LECTURA

Amós 5,14-15.21,24   

 

 

Esto dice el Señor: “Busquen el bien, no el mal, y vivirán, y así estará con ustedes, como ustedes mismos dicen, el Señor, Dios de los ejércitos.

Aborrezcan el mal y amen el bien, implanten la justicia en los tribunales; quizá entonces el Señor, Dios de los ejércitos, tenga piedad de los sobrevivientes de José.

Yo desprecio y detesto las fiestas de ustedes, no me agradan sus solemnidades.

Aunque me ofrezcan holocaustos, no aceptaré sus ofrendas ni miraré con agrado sus sacrificios de novillos gordos.

Alejen de mí el ruido de sus canciones; no quiero escuchar la música de sus arpas. Que fluya la justicia como el agua y la bondad como un torrente inagotable.”

 

Palabra de Dios.

Te alabamos, Seńor.

 

El texto de hoy pone en primer plano la tensión entre justicia y culto. La alianza entre Dios y su pueblo requiere una respuesta adecuada y responsable por parte de Israel. «Busquen el bien y no el mal»: este imperativo de justicia, destinado a vivir en compañía del Señor, no es en absoluto contradictorio con respecto a los actos de culto, a los holocaustos, a las ofrendas. Ahora bien, dado que son éstos por excelencia los ámbitos de la celebración de la relación con Dios, no pueden dejar de tener en modo alguno relación con su verdad. Más aún, se transforman de inmediato en mentira y en hipocresía, y lo hacen mucho más que cualquier otro de los actos del hombre, que son de por sí siempre ambiguos.

El culto, precisamente por su falta de ambigüedad estructural, está sometido a un riesgo mucho mayor. Detestar, no aceptar, apartar el culto ofrecido por Israel, es el único medio de que dispone el Señor para volver a llevar a Israel a la correlación originaria entre culto y justicia, entre sacrificio y misericordia, no a su contraposición.

 

EVANGELIO

Según san Mateo 8,28-34

 

En aquel tiempo, cuando Jesús desembarcó en la otra orilla del lago, en Tierra de los gadarenos, dos endemoniados salieron de entre los sepulcros y fueron a su encuentro. Eran tan feroces, que nadie se atrevía a pasar por aquel camino. Los endemoniados le gritaron a Jesús: “¿qué quieres tú con nosotros, Hijo de Dios? ¿Acaso has venido hasta aquí para atormentarnos antes del tiempo señalado?

No lejos de ahí había una numerosa piara de cerdos que estaban comiendo. Los endemoniados le suplicaron a Jesús: “Si vienes a echarnos fuera, mándanos entrar en esos cerdos”. Él les respondió: “Está bien”.

Entonces los demonios salieron de los hombres, se metieron en los cerdos y toda la piara se precipitó en el lago por un despeñadero y los cerdos se ahogaron.

Los que cuidaban los cerdos huyeron hacia la ciudad a dar parte de todos aquellos acontecimientos y de lo sucedido a los endemoniados. Entonces salió toda la gente de la ciudad al encuentro de Jesús, y al verlo, le suplicaron que se fuera de su territorio.


Palabra del Señor.

Gloria a Ti, Señor Jesús

 

 

La imposibilidad de llegar a Dios a causa de la oposición por parte de las fuerzas del mal encuentra en Jesús un «nuevo camino». La imagen de los «sepulcros», la fuerza de Jesús respecto a los demonios y su «debilidad», casi dócil, respecto a los hombres, convierten esta escena en el claro reflejo de una meditación sobre la pasión, con todos los claroscuros del poder de Cristo Señor, así como del duro y espantado rechazo por parte de los hombres. Singularmente eficaz es la reacción de rechazo de la muchedumbre, de «toda la ciudad», que lo aleja de su propio territorio. La expresión «antes del tiempo» expresa de manera adecuada esta relación entre la escena y la pasión (el tiempo del cumplimiento), cuando Jesús -aunque expulsado fuera del territorio de la Ciudad Santa- vencerá sobre la fuerza negativa de la muerte, sobre la dispersión de la Iglesia, y conseguirá abrir el paso para «pasar por aquel camino». Él es el Señor, a quien «ha sido dado todo poder en la tierra» (Mt 28,18), aunque aparece como tal sólo en el misterio insondable de la cruz.

 

MEDITATIO

 

La escucha de la Palabra de su Señor guía al hombre para «buscar el bien y no el mal». La obra del hombre responde a la Palabra de Dios. Ahora bien, tales correspondencias se vuelven arriesgadas cuando están inscritas en la acción misma del hombre. El acto de culto, la fiesta, el holocausto, el sacrificio, el don, se vuelven entonces detestables y merecen el rechazo. Cuando pierden la correspondencia con Dios y se convierten en auto seguridad para el hombre, hasta las mejores expresiones de la religión pierden su alma. El discurrir el derecho y la justicia como agua y «como río inagotable» constituyen la figura de la liberación del hombre a la que se refieren los actos del culto. El cristiano tiene su nuevo culto «en el Señor Jesús», en su cuerpo y en su sangre, en el sacrificio puro de su cumplimiento de la voluntad del Padre, que los hombres no comprenden y rechazan.

 

ORATIO

 

Señor Jesús, que liberaste al hombre endemoniado del pecado, realizando la perfecta obediencia a través de la cual conocemos el bien y el mal, guíanos por los caminos de la justicia, prosigue mostrándonos la verdadera misericordia y líbranos de la hipocresía.

Oh Padre, si hemos sido capaces de echarnos a la espalda tus palabras, si nos hemos agitado inútilmente con el estruendo de nuestros cantos, si hemos llegado a rechazar a tu Hijo lejos de nuestro territorio, perdona nuestra culpa y dirígenos aún tu Palabra de verdad.

Oh Dios, envía a tu Espíritu para que ilumine nuestra oración, inspire nuestro agradecimiento y nuestro culto, a fin de que sean capaces de convertirse en «cima y fuente» de una vida de justicia y de paz inspirada por ti.

 

CONTEMPLATIO

 

El Señor Jesucristo, con esto de haberse hecho carne, abrió a la esperanza la carne nuestra. Porque tomó lo que ya conocíamos en esta tierra, donde tanto abunda: el nacer y el morir. Abundaba eso: el nacer y el morir; el resucitar y vivir eternamente no lo había acá. Halló aquí viles mercaderías terrestres, y trajo consigo los peregrinos géneros celestes. Ahora, si el morir te causa espanto, ama la resurrección. Hizo de su tribulación socorro para ti, porque tu salud no valía para nada. Aprendamos, por tanto, hermanos, a conocer y amar esa Salud, que no es de este mundo, es decir, la Salud eterna, y vivamos en este mundo como peregrinos (Agustín, Sermón 124, 4 [edición española de Amador del Fueyo, BAC, Madrid 1952]).

 

ACTIO

 

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:

 

«Buscad el bien y no el mal, para que vivan» (Am 5,14a).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

 

La cuestión de saber qué es el cristianismo y quién es Cristo para nosotros hoy, me preocupa constantemente. El tiempo en que se podía decir todo a los hombres, por medio de palabras teológicas o piadosas, ha pasado, lo mismo que el tiempo de la espiritualidad y de la conciencia, es decir, el tiempo de la religión en general. Vamos al encuentro de una época totalmente irreligiosa; los hombres, tal como son, simplemente ya no pueden seguir siendo religiosos; incluso los que se declaran honestamente religiosos no practican en modo alguno su religión; por consiguiente, es probable que entiendan el término en un sentido completamente diferente.

Si la religión es sólo un vestido del cristianismo y este vestido ha asumido también aspectos muy distintos en diferentes tiempos, ¿qué será un cristianismo no religioso? ¿Qué significado tienen el culto y la oración en la irreligiosidad? ¿Adquiere tal vez una nueva importancia en este punto la disciplina del arcano o, bien, la distinción entre penúltimo y último? Debemos restablecer una disciplina del arcano que proteja de la profanación los misterios de la fe cristiana (Dietrich Bonhoeffer, Resistenza e resa, Cinisello B. 1988, pp. 348-355, passim [edición española: Resistencia y sumisión, Sígueme, Salamanca 1983].

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