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Mostrando entradas de octubre, 2019

"He Corrido hasta la meta, he perseverado en la fe"

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EL FARISEO Y EL PUBLICANO HOMILÍA PARA EL XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO “C” Sirácida 35,15b-17.20-22ª; 2 Timoteo 4,6-8.16-18; Lucas 18,9-14 El Evangelio de este domingo es la parábola del fariseo y del publicano. Quien acuda a la iglesia el domingo oirá un comentario más o menos de este tipo. El fariseo representa el conservador que se siente en orden con Dios y con los hombres y mira con desprecio al prójimo. El publicano es la persona que ha errado, pero lo reconoce y pide por ello humildemente perdón a Dios; no piensa en salvarse por méritos propios, sino por la misericordia de Dios. La elección de Jesús entre estas dos personas no deja dudas, como indica el final de la parábola: este último vuelve a casa justificado, esto es, perdonado, reconciliado con Dios; el fariseo regresa a casa como había salido de ella: manteniendo su justicia, pero perdiendo la de Dios. Tal vez, la explicación que hemos escuchado siempre ya no nos deje satisfechos

Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en misión en el mundo

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  HOMILÍA XXIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO DOMUND 2019 Les propuso una parábola sobre la necesidad de orar Éxodo 17,8-13ª; 2 Timoteo 3,14-4.2; Lucas 18,1-8 Hoy estamos celebrando el Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND), es la jornada anual en la que La Iglesia Católica promueve de manera especial un espíritu misionero en todo el mundo, no solamente haciéndonos conscientes, al recordarnos, que todos los bautizados y confirmados en el Fe nos hemos constituido en misioneros, apóstoles, enviados, mensajeros de la Buena Noticia. Desde los inicios, los cristianos han extendido el Evangelio en otros lugares, enviados por la comunidad, o de modo connatural a su vida y profesión. Con el tiempo, ha sido habitual el envío de pastores: obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, de hecho, con la aparición de las Órdenes mendicantes en el siglo XIII, a las cuales pertenecemos los Capuchinos, aunque hayamos nacido más tarde, se dio un fuerte impulso

El justo, vivirá por su fe

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AUMÉNTANOS LA FE Habacuc 1,2-3; 2,2-4; 2 Timoteo 1,6-8. 13-14; Lucas 17,5-10 El alzar de mis manos Señor, suba a ti como ofrenda de la tarde, y el clamor de mi humilde oración, como incienso en tu presencia. Sin lugar a dudas esta tendría que ser siempre y en todo momento la actitud del cristiano. La actitud del hombre, de la mujer que se descubre realmente como hijos de Dios. Pidiendo, suplicando al Señor ser rectos, amantes de Dios y de los hermanos. Solamente volviéndonos a Dios y refugiándonos en Él sabremos valorar en qué consiste hacer del Señor nuestro refugio y nuestra fuerza. Porque solamente en su presencia podremos mantenernos de pie y en combate para hacer el bien. El profeta Habacuc abre su libro lamentándose de la injusticia reinante, pero ante esta realidad se abre también a la esperanza de que el Señor actuará. La fe, precisamente es la que sostiene al profeta en su confianza de que la violencia, la opresión, la rapiña, los pleitos y la rebe