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Mostrando entradas de febrero, 2012

Cómo hemos de meditar la Pasión del Señor

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Cómo hemos de meditar la Pasión del Señor “Corazón de piedra en corazón de carne” Con amor   tierno y entrañable Medita quién es y   por qué ha querido ser entregado a la muerte para rescatarnos de la muerte eterna. Permite que él arranque tu corazón de piedra y te ponga un corazón de carne y así quedarás prisionero de su amor. Démonos cuenta que hemos sido salvados a precio de la Sangre del Cordero. Si Dios hubiera enviado para salvarnos a un ángel, deberíamos estar muy agradecidos; pero nuestra salvación le ha costado muy cara, no quiso confiarla a nada ni a nadie, sino a Él mismo. Él y sólo Él la ha llevado a cabo. ¡Con cuánto amor nos ha amado! ¡A cuánto amor nos obliga tan gran dignación de nuestro Padre Dios!. Considera quién eres Tú, que tan amado eres por Dios. Sólo Dios te ama con amor eterno (Cfr Jr 31,3). Te ama como a las niñas de sus ojos. Es necesario reconocer nuestra indigencia, somos una vilísima criatura, pero inmensamente amados por Dios. Somos pe

Almas que sufren

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29 de febrero A los mundanos les parece increíble que haya almas que sufren al ver que la providencia les prolonga la vida. Sin embargo, ahí está la historia de los santos, que es y será la maestra de la humanidad. De los sufrimientos atroces que sufren las almas de los justos al verse lejos de su centro, podemos formarnos, oh Raffaelina, una pálida idea fijándonos en lo que esas almas sufren, incluso al tener que satisfacer las necesidades más vitales de la vida, como el comer, el beber y el dormir. Y si la piedad de Dios no acudiera, especialmente en ciertos momentos y en ciertos días, con una especie de milagro, privándoles de la reflexión mientras realizan esos actos necesarios para la vida, para las pobrecitas es tal el tormento que experimentan al realizar una tal acción, que además no pueden evitar, que yo, sin miedo a mentir, no sabría encontrar una comparación adecuada como no sea lo que debieron experimentar los mártires que fueron quemados vivos, entregando así sus

Meditación de la Pasión de Cristo

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Primer lunes de cuaresma Meditando la pasión de de Cristo Fija tu mente y tu corazón en Cristo enclavado en la cruz. ¡Mírale, contémplale, ámale! Cae de rodillas ante Él, póstrate ante sus pies con gran reverencia, humildad y profundo respeto, amor y fe. ¡Pídele! ¡Suplícales desde lo más recóndito de tu corazón! Que te conceda la gracia de sumergirte en el océano suave y abrasador de su Pasión y su muerte.         Deseo de participar de la Cruz de Cristo “Estoy crucificado con Cristo. Vivo yo pero no vivo yo, es Cristo quien vive en Mí! (Gal 2,20) “Sólo sé a Cristo Crucificado y esto me basta” (San Francisco de Asís) Es necesario pedir a Dios la acción sublime y amorosa, siempre atenta y cercana de su Espíritu santo para que suscite en nosotros el deseo y la necesidad de atender y gustar los misterio de la cruz de Cristo, hacen falta hoy más que nunca almas crucificadas por amor para la salvación de la humanidad, la conversión de los pecadores y para aliviar el s

Las virtudes

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27 de febrero Las virtudes son como quien tiene un tesoro, que, si no lo tiene escondido a los ojos de los envidiosos, se lo robarán. El demonio está siempre vigilando; y él, el peor de todos los envidiosos, busca arrebatar este tesoro, que son las virtudes, tan pronto como lo descubre; y lo hace asaltándonos con ese enemigo tan poderoso que es la vanagloria. Nuestro Señor, siempre atento a nuestro bien, para preservarnos de este gran enemigo, nos lo advierte en varios lugares del evangelio. ¿Acaso no nos dice que, si queremos hacer oración, nos retiremos a nuestro cuarto, cerremos la puerta y oremos de tú a tú con Dios, para que nuestra oración no sea conocida por los demás?; ¿que, al ayunar, nos lavemos la cara para que no descubramos nuestro ayuno a los demás en la suciedad y la palidez del rostro?; ¿que, al dar limosna, no sepa la mano derecha lo que hace la izquierda? (2 de agosto de 1913, al P. Agustín de San Marcos in Lamis – Ep. I, p. 396)

La vanagloria

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25 de febrero Tenía mucha razón San Jerónimo, al comparar la vanagloria con la sombra. De hecho, la sombra sigue al cuerpo a todas partes; y hasta le mide los pasos. Se aleja el cuerpo, se aleja también ella; camina a paso lento, también ella hace lo mismo; se sienta, y entonces también ella toma la misma posición. Lo mismo hace la vanagloria; sigue por todos lados a la virtud. En vano intentaría el cuerpo huir de su sombra; ésta, siempre y en todas partes, le sigue y camina a su lado. Lo mismo le sucede a quien se ha dedicado a la virtud, a la perfección: cuanto más huye de la vanagloria, más es asaltado por ella. Temamos todos, querido padre, a este nuestro gran enemigo. Lo teman todavía más aquellas dos almas elegidas, porque este enemigo tiene un algo de inexpugnable. Estén siempre alerta; no se deje a este enemigo tan poderoso entrar en la mente y en el corazón; porque, si consigue entrar, desflora las virtudes, corroe la santidad, corrompe todo lo que hay de belleza

La vanagloria

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24 de febrero San Crisóstomo, hablando de la vanagloria, dice: « Cuantas más obras realices, buscando aplastar la vanagloria, tanto más la estimulas ». ¿Y cuál es la causa de esto? Dejemos que nos lo diga el mismo santo doctor: « Porque todo lo malo proviene del mal; solo la vanagloria procede del bien; y, por eso, no se extingue con el bien sino que se infla más ». El demonio, querido padre, sabe muy bien que un lujurioso, un ladrón, un avaro, un pecador, tienen más motivos para avergonzarse y para sonrojarse que para gloriarse; y, por eso, se cuida mucho de tentarlos por ese lado, y les ahorra esta batalla. Pero no se la ahorra a los buenos, sobre todo al que se esfuerza por tender a la perfección. Todos los otros vicios se yerguen sólo en los que se dejan vencer y dominar por ellos; pero la vanagloria levanta la cabeza precisamente en aquellas personas que la combaten y la vencen. Se envalentona al asaltar a sus enemigos, sirviéndose de las mismas victorias que han conse

enemigo que acecha sobre todo a las almas

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23 de febrero La vanagloria es un enemigo que acecha sobre todo a las almas que se han consagrado al Señor y que se han entregado a la vida espiritual; y, por eso, puede ser llamada, con toda razón, la tiña del alma que tiende a la perfección. Ha sido llamada con acierto por los santos carcoma de la santidad. Nuestro Señor, para mostrarnos en qué gran medida la vanagloria es contraria a la perfección, lo hace con aquella reprensión que hizo a los apóstoles, cuando los vio llenos de autocomplacencia y de vanagloria, porque los demonios obedecían las órdenes que ellos les daban: « Sin embargo, no os alegréis porque los espíritus se os someten ». Y para erradicar del todo de sus mentes los tristes efectos de este maldito vicio, que suele conseguir insinuarse en los corazones, los atemoriza poniendo ante sus ojos el ejemplo de Lucifer, precipitado desde las alturas por la vana complacencia en la que cayó ante la grandeza a la que Dios le había ensalzado: « Veía a satanás, que

Medita el fiat de Jesús

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21 de febrero Medita el fiat de Jesús en el huerto; ¡cuánto le habría pesado para hacerle sudar y sudar sangre! Pronuncia tú también este fiat, tanto en las cosas prósperas como en las adversas; y no te inquietes ni te rompas la cabeza pensando en cómo lo pronuncias. Se sabe que en las cuestiones difíciles la naturaleza huye de la cruz, pero no por eso se puede decir que el alma no se ha sometido a la voluntad de Dios, cuando la vemos, a pesar de la fuerza que siente en contra, ponerla en práctica. ¿Quieres tener una prueba concreta de cómo la voluntad pronuncia su fiat ? La virtud se conoce por su contrario. Puesta por el Señor en una prueba, sea ésta difícil o sencilla, dime: ¿te sientes movida a rebelarte contra Dios? O, mejor, pongamos como ejemplo lo imposible: intentas rebelarte. O, dime, ¿no te horrorizas ante el simple hecho de oír estas frases blasfemas? Pues bien, entre el sí y el no, no existe, no puede darse, nada intermedio. Si tu voluntad huye de la rebeli

Jesús me ofreció este cáliz

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20 de febrero Jesús, el hombre de los dolores, querría que todos los cristianos le imitaran. Ahora bien, Jesús me ofreció este cáliz también a mí; y yo lo acepté; y he aquí por qué no me priva de él. Mi pobre sufrir no sirve para nada; pero Jesús se complace en él, porque lo amó tan intensamente aquí en la tierra. Por eso, en ciertos días especiales, en los que él sufrió más intensamente en esta tierra, me hace sentir el sufrimiento incluso con más fuerza. ¿No debería bastarme esto solo para humillarme y para buscar vivir escondido a los ojos de los hombres, porque he sido hecho digno de sufrir con Jesús y como Jesús? ¡Ah!, padre mío, siento que mi ingratitud a la majestad de Dios es demasiado grande. (1 de febrero de 1913, al P. Agustín de San Marco in Lamis – Ep. I, p. 334)

El hombre fue creado para la felicidad

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16 de febrero Anímate, porque tu sufrimiento es según Dios. Si la naturaleza se queja y reclama sus derechos, es porque ésta es la condición del hombre que está en camino. Si, secreta o calladamente, experimenta el dolor de los sufrimientos y naturalmente quisiera huir de ellos, es porque el hombre fue creado para la felicidad y las cruces fueron una consecuencia del pecado. Mientras se está en este mundo, tendremos que sentir siempre la natural aversión a los sufrimientos. Es ésta una cadena que nos acompañará por doquier. Ten la certeza de que, si con lo más alto del espíritu deseamos la cruz y al fin la abrazamos y nos sometemos a ella por amor a Dios, no por eso dejaremos de sentir en la parte interior el reclamo de la naturaleza que no quiere sufrir. En efecto, ¿quién amó más la cruz que el Maestro divino? Pues bien, también su humanidad santísima, en su agonía aceptada voluntariamente, pidió que el cáliz se alejara de él, si eso fuera posible. 13 de mayo de 1915, a

Sí, yo amo la cruz

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15 de febrero Jesús me dice que, en el amor, es él quien me deleita a mí; en los dolores, en cambio, soy yo quien le deleito a él. Por tanto, desear la salud sería ir a buscar alegrías para mí y no buscar alivio para Jesús. Sí, yo amo la cruz, la cruz sola; la amo porque la veo siempre en los hombros de Jesús. Ahora bien, Jesús ve muy bien que toda mi vida y todo mi corazón están consagrados totalmente a él y a sus sufrimientos. ¡Oh!, padre mío, perdóneme si uso este lenguaje; sólo Jesús puede comprender cuán grande es mi pena cuando se despliega ante mí la escena dolorosa del Calvario. Es igualmente incomprensible el alivio que se da a Jesús, no sólo al compartir sus dolores, sino cuando encuentra un alma que, por su amor, no le pide consuelos, sino más bien tomar parte en sus mismos sufrimientos. Cuando Jesús quiere darme a conocer que me ama, me da a gustar, de su dolorosa pasión, las llagas, las espinas, las angustias… Cuando quiere alegrarme, me llena el corazón de a

Sean imitadores de Cristo Jesús

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13 de febrero Proponeos, mis queridísimos hijitos, corresponder siempre generosamente a vuestra vocación, haciéndoos dignos de Jesús, semejantes a él en las perfecciones adorables ya indicadas en la sagrada escritura y en el santo evangelio y ya aprendidas por vosotros. Pero, hijitos míos, para que se dé la imitación, es necesaria la diaria meditación y reflexión sobre su vida; de la meditación y de la reflexión brota la estima de sus actos; y de la estima, el deseo y la fuerza de la imitación. Si, hijitos, imitad a Jesús en la obediencia pronta y sin discusiones; imitad a Jesús en la paciencia, porque con la paciencia poseeréis vuestras almas; imitad a Jesús en la humildad, tanto interna como externa; pero más interna que externa, más sentida que mostrada, más profunda que visible. (7 de enero de 1919, a los novicios – Ep IV, p. 380)

Dios es infinitamente Bueno

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10 de febrero Es ya el momento de confesarlo: nosotros somos miserables, ya que es poco el bien que podemos practicar. Pero Dios, en su bondad, se compadece de nosotros, llega a complacerse también de ese poco, y acepta la preparación de nuestro corazón. Pero, ¿en qué consiste esta preparación de nuestro corazón? Según la palabra divina, Dios es infinitamente más grande que nuestro corazón, y éste supera a todas las otras realidades cuando, dejando aparte el preocuparse de sí mismo, prepara el servicio que debe ofrecer a Dios; es decir, cuando acepta el compromiso de servir a Dios, de amarlo, de amar al prójimo, de observar la mortificación de los sentidos externos e internos, y otros buenos propósitos. Durante ese tiempo, nuestro corazón se prepara y dispone sus obras para un grado eminente de perfección cristiana. Todo esto, mi buena hija, no es en modo alguno proporcionado a la grandeza de Dios, que es infinitamente más grande que todo el universo, que nuestras capacidade

Quien nos garantiza con seguridad nuestra perfección es la virtud de la paciencia

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9 de febrero Desconfía, mi querida hijita, de todos aquellos deseos que, según el juicio común de las personas que poseen el espíritu del Señor, no pueden alcanzar su objetivo. Tales son, en efecto, aquellos deseos de algunas perfecciones cristianas que pueden admirarse e imaginarse pero no practicarse, y de aquellas perfecciones de las que muchos hablan sin convertirlas en obras. Ten por seguro, mi querida hija, que quien nos garantiza con seguridad nuestra perfección es la virtud de la paciencia; y, si esta virtud hay que practicarla con los demás, conviene ejercitarla ante todo con nosotros mismos. Quien aspira al puro amor de Dios, no necesita tener paciencia con los otros como debe tenerla consigo mismo. Es necesario resignarse, mi querida hijita, a soportar nuestra imperfección para poder llegar a la perfección. Digo soportar nuestra imperfección con paciencia, y no digo amarla y acariciarla, porque la humildad se fortalece en este sufrimiento. (3 de marzo de 1917, a

Tengámonos por lo que somos de verdad

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8 de febrero Tengámonos por lo que somos de verdad: nada, miseria, debilidad; una fuente de perversidad sin límites ni atenuantes, capaces de convertir el bien en mal, de abandonar el bien por el mal, de atribuirnos el bien que no tenemos o aquel bien que hemos recibido en préstamo, y de justificarnos en el mal y, por amor del mismo mal, despreciar al Sumo Bien. Con este convencimiento grabado en la mente, tú: 1º no te complacerás nunca en ti mismo por algún bien que puedas acoger en ti, porque todo te viene de Dios y a él debes dar honor y gloria; 2º no te lamentarás nunca de las ofensas, te vengan de donde te vinieren; 3º perdonarás todo con caridad cristiana, teniendo bien presente el ejemplo del Redentor, que llegó incluso a excusar ante su Padre a los que le crucificaron; 4º gemirás siempre como pobre delante de Dios; 5º no te maravillarás de ningún modo de tus debilidades e imperfecciones; pero, reconociéndote por lo que eres, te avergonzarás de tu inconstancia y de tu

Humildad interna y externa; más interna que externa; más vivida que mostrada; más profunda que visible.

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7 de febrero Proponte, por tanto, corresponder generosamente [al amor de predilección de Dios para contigo], haciéndote digno de él; es decir, semejante a él en las perfecciones adorables ya indicadas en las Escrituras y en el Evangelio, y que tú ya las has aprendido. Pero, hermano mío: para que se dé esta imitación, es necesaria la continua reflexión y meditación sobre su vida; de la reflexión y meditación nace la estima de sus actos; y de la estima, el deseo y el empeño de la imitación. Todo esto nos viene proporcionado por nuestras leyes. Mantengámonos constantes en la exacta observancia de las mismas y seremos perfectos. Sobre todo tienes que insistir en lo que es la base de la santidad cristiana y el fundamento de la bondad: en la virtud de la que nuestro divino Maestro y nuestro seráfico Padre se nos proponen como modelos: me refiero a la humildad. Humildad interna y externa; más interna que externa; más vivida que mostrada; más profunda que visible. (19 de agosto d

¡Que yo le sea siempre fiel!

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6 de febrero Quiera el Señor, fuente de toda vida, no negarme esta agua tan dulce y tan preciosa, que él, en la exuberancia de su amor a los hombres, prometió a quien tiene sed de ella. Yo, padre mío, deseo ardientemente esta agua; se la pido a Jesús con lamentos y suspiros continuos. Pídale también usted que no me la oculte; dígale, padre, que él conoce la gran necesidad que tengo de esta agua, la única que puede curar a un alma herida de amor. Consuele este tiernísimo esposo del Cantar de los Cantares a un alma que tiene sed de él; y la consuele con aquel mismo beso que le pedía la sagrada esposa. Dígale que, hasta que un alma no haya llegado a recibir ese beso, no podrá nunca firmar con él un pacto en estos términos: «Yo soy todo para mi amado y mi amado es todo para mí» . ¡Quiera el Señor no abandonar a quien ha puesto sólo en él toda su confianza! ¡Ah!, que esta esperanza mía no quede nunca defraudada, y que yo le sea siempre fiel… (10 de octubre de 1915, al P. Ag

Valentía siempre, y siempre adelante

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3 de febrero Las pruebas por las que sientes traspasada el alma, ten por cierto que son señales del amor divino y alhajas para el alma. Todo lo que sucede en ti, es obra de Jesús; y debes creer que es así. A ti no te toca juzgar la obra del Señor; pero sí debes someterte humildemente a esas divinas actuaciones. Deja plena libertad a la gracia que actúa en ti; y recuerda que nunca debes inquietarte ante las situaciones adversas que te puedan sobrevenir, con el convencimiento de que hacerlo sería un impedimento a la acción del Espíritu divino. Por eso, en cuanto sientas que algún sentimiento de inquietud se va suscitando en ti, recurre a Dios y abandónate en él con total y filial confianza; porque está escrito que quien confía en él, no quedará nunca defraudado. Valentía siempre, y siempre adelante. Pasará el invierno y vendrá la interminable primavera, tanto más rica de bellezas cuanto más duras fueron las tempestades. La aridez de espíritu, en la que te sientes sumergida

Es dulce el purgatorio, cuando se sufre por amor a Dios.

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2 de febrero El cuadro de la vida, si está formado por representaciones de las culpas cometidas, es equivocado y, como consecuencia, viene del demonio. Tú eres amada por Jesús; y [y da una acción de gracias a Jesús porque] ya ha perdonado tus culpas; y, por tanto, ya no puede haber lugar para el abatimiento del espíritu. El querer persuadirte de lo contrario, es una verdadera pérdida de tiempo, es una ofensa que se hace al Corazón de nuestro tiernísimo Amante. Si, por el contrario, el cuadro de la vida es la representación de lo que podrías o pudiste ser, entonces viene de Dios. El deseo de estar en la paz del claustro es santo, pero es necesario moderarlo. Es mejor hacer la voluntad de Dios, esperando todavía un poco más fuera del sagrado recinto para no faltar a la caridad, que gozar de la fresca sombra del sagrado claustro. Sufrir y no morir era el dicho de santa Teresa; y el de san Francisco de Sales: «Vivir para sufrir siempre ». Es dulce el purgatorio, cuando se sufre

Humíllate siempre ante la piedad de nuestro Dios

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1 de febrero Humíllate siempre ante la piedad de nuestro Dios y ofrécele siempre la acción de gracias por todos los favores que te ha concedido, y ésta será como la mejor de las disposiciones para recibir los nuevos favores que el Padre celestial, en los abismos de su amor por ti, te va a conceder, En buena lógica, no merece nuevas gracias el que no responde a las que ha recibido con el agradecimiento y la constante acción de gracias, sin cansarse nunca. Sí, confía en Dios y agradece siempre y todo, y de este modo desafiarás y vencerás a todas las iras del infierno.   (20 de abril de 1915, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 403)