Lo que Dios quiere de Ti es siempre justo y bueno
11
de noviembre
Confía en Dios
y espera en su bondad paternal, que la luz llegará. Eleva con gran fe tu mente
a la patria celestial y a ella estén dirigidos todos nuestros afectos y todas
nuestras aspiraciones. Admira a los que ya han alcanzando el cielo, que no
llegaron allí por otro camino sino recorriendo el camino del dolor. A
Aquélla es
nuestra verdadera patria. ¡¿Qué importa que se llegue a ella sólo por los
escabrosos caminos de la tribulación y del sacrificio?!
Lo que Dios
quiere de ti es siempre justo y bueno. Sea eternamente bendito. Pongamos manos
a la obra; en el cielo no tendremos otra tarea que la de cumplir la voluntad de
Dios. Esforcémonos en bendecir al Señor en las humillaciones y en las ofensas
de las que hemos sido hechos signo. Bendigámoslo en las tribulaciones de
nuestro espíritu y en los desgarros del corazón, porque todo está ordenado por
Dios con acertada previsión; y esto es lo que se va cumpliendo en ti de modo
especial y por una particular predilección del Padre del cielo. Él sea bendito
por siempre en todas nuestras miserias y en todos nuestros sufrimientos.
Bendícelo en
todo lo que te haga sufrir acá abajo y alégrate, porque a cada victoria que se
consigue corresponde una nueva corona en el paraíso. No te detengan ni te
atemoricen las violencias que debemos hacernos, porque el Señor es fiel y no
permitirá que la tentación pueda vencerte.
(15 de agosto de 1914, a Raffaelina Cerase –
Ep. II, p. 153)
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