LECTIO DIVINA SEGUNDO SÁBADO DE PASCUA. Soy Yo, no tengan miedo
LECTIO DIVINA SEGUNDO SÁBADO DE PASCUA.
Hechos 6,1-7 Juan
6,16-21
LECTIO
Del Libro de Los Hechos de Los Apóstoles (Hch 6,1-7)
En aquellos días, debido a que el grupo de
los discípulos era muy grande, los creyentes de origen helenista murmuraron
contra los de origen judío, porque sus viudas no eran bien atendidas en el
suministro cotidiano. Los Doce convocaron al grupo de los discípulos y les
dijeron:
- No está bien que nosotros dejemos de
anunciar la Palabra de Dios para dedicarnos al servicio de las mesas. Por
tanto, elijan de entre ustedes, hermanos, siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de
sabiduría, a los cuales encomendaremos este servicio para que nosotros podamos
dedicarnos a la oración y al ministerio de la Palabra.
La proposición agradó a todos, y eligieron
a Esteban, nombre lleno de fe y del Espíritu Santo, y a Felipe, Prócoro,
Nicanor, Tímón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquia.
Los presentaron ante los apóstoles, y
ellos, después de orar, les impusieron las manos.
La Palabra de Dios se extendía, el número
de discípulos aumentaba mucho en Jerusalén e incluso muchos sacerdotes se
adherían a la fe.
Palabra de Dios
A. Te alabamos, Señor.
Los problemas cotidianos de la joven
comunidad obligan a tomar nuevas decisiones. Se trata de una murmuración, de un
descontento: los apóstoles se lo toman en serio y lo resuelven. Hay, en primer
lugar, un problema económico: probablemente son las viudas de los
hombres de la diáspora, que han venido a pasar los últimos años de su vida a
Jerusalén y se han quedado ahora sin apoyo familiar. Se trata de una necesidad
real, y tiene que ser afrontada con sano realismo. Pero debía de haber también
un problema cultural: los helenistas hablan griego, leen la Biblia en la
traducción griega de los Setenta, tienen una sensibilidad diferente. Es preciso
disponer una estructura completa para ellos, dotada de asistencia espiritual y
material.
El pasaje tiene en cuenta estos dos
aspectos: los «Siete», en realidad, son destinados tanto al servicio de la
Palabra como al de las mesas. Aparecen como una organización eclesiástica
«sectorial», como una especie de «clero indígena» para aquellos que tienen una
lengua, una cultura y una situación económica diferentes de los judeocristianos
de Palestina.
Evangelio: Juan 6, 16-21
A la caída de la tarde, los discípulos bajaron al Lago, subieron a una barca y emprendieron la travesía hacia Cafanaún. Era ya de noche y Jesús no había llegado. De pronto se levantó un
viento fuerte que alborotó el lago. Habían avanzado unos cinco kilómetros
cuando vieron a Jesús, que se acercaba a la barca caminando sobre el lago, y
les entró mucho miedo. Jesús les dijo:
- Soy yo. No tengan miedo.
Entonces quisieron subirlo a bordo y, al
instante, la barca tocó tierra en el lugar al que se dirigían.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Si el milagro de los panes tiene la
finalid de revelar a Jesús como Mesías y profeta escatológico, el signo del
Señor caminando sobre las aguas, destinado sólo a los discípulos, tiene como finalidad
hacerles comprender la divinidad de Jesús, prevenirles ante el escándalo de la
muchedumbre e impedir su defección.
Los discípulos están en la barca, ya es de
noche. Han remado fatigosamente y luchado contra las dificultades del momento,
cuando ven a Jesús caminando sobre el lago, y les entra mucho miedo (v. 19). La
confrontación con el Maestro constituye para ellos un examen de conciencia y
una llamada a superar sus cortas miras y a confiar en el misterio del
hombre-Jesús. Con las palabras «Soy yo. No tengan miedo» (v. 20), Jesús los
tranquiliza y se hace reconocer revelándose como el Señor en quien reside la
presencia poderosa y salvífica de Dios; es decir, se autorrevela a sus
discípulos no sólo como Mesías que sacia su hambre, sino como persona divina
que, una vez más, va a su encuentro con amor. A continuación, en el momento en
el que los discípulos acogen a Jesús y aceptan reconocer su identidad en un ámbito
superior, llegan de inmediato a la orilla a la que se dirigían (v. 21). Jesús
es el lugar de la presencia de Dios entre los hombres. Bajo el rostro humano de
Jesús se ocultan su misterio y su identidad. Quien sabe leer en la persona del
Nazareno la manifestación misma de un Dios que ama, se convierte en su
discípulo y permanece unido al Profeta de Galilea, a pesar del halo inaccesible
que envuelve a su persona.
MEDITATIO
El cuadro idílico de la comunidad con un
solo corazón y una sola alma», dibujado en las primeras páginas de los Hechos
de los Apóstoles, parece oscurecerse de improviso. Surgen las primeras
tensiones. Pero el realismo de Lucas sale airoso del reto: los problemas
existen; hasta en las comunidades más perfectas hay problemas. Las tensiones y
los problemas han de ser afrontados de una manera creativa y comunitaria. Pero,
sobre todo, no deben bloquear la comunidad con disputas perennes, no deben
impedir la difusión del Evangelio. Todo ha de ser considerado con una mirada
positiva; hasta el descontento, que ha de ser tomado en serio porque oculta
problemas serios. Los apóstoles no consideran el descontento
y la crítica como un
gesto de rebelión, sino como el síntoma de un problema al
que hay que hacer frente y resolverlo. Es un signo de sabiduría y de prudencia
que no siempre se ha repetido en la historia de la Iglesia, con notables
consecuencias. Hace falta una gran libertad y un gran desprendimiento, además
de clarividencia, por parte de quien posee la autoridad, para hacer frente a
las dificultades con espíritu creativo. Es preciso tener el sentido de la
fraternidad cristiana, capaz de escuchar, de dialogar, de buscar juntos
soluciones más avanzadas, que correspondan mejor a las nuevas situaciones. Los
apóstoles nos dan aquí un ejemplo de flexibilidad y de guía sabia de la
comunidad.
ORATIO
¡Cuántos problemas surgen, Señor, cada
día! ¡Cuántas tensiones! ¡Y qué difícil resulta solucionarlas! A menudo, cuando
me siento víctima, tengo la tentación de agredir y de atacar a quien posee la
autoridad, mientras que cuando soy yo quien cargo con ella siento la tentación
de considerar a los que critican como eternos insatisfechos, como gente
imposible de contentar, como gente sedienta de dinero y poder.
Concédeme, Señor, la sabiduría prudente de
los Doce, que escuchan, implican a toda la comunidad y disponen. Haz que en
nuestras comunidades circule la misma sabiduría, la misma capacidad de escucha
y de participación. No dejes que nos falte la misma creatividad, capaz de hacer
frente con serenidad y de resolver las dificultades normales. Aparta de mi
corazón la amargura y la agresividad que surgen cuando no me siento
comprendido, y dame en cambio el tono justo de la crítica constructiva. Aparta
de mi corazón la arrogancia del poder que cree saberlo todo y no presta oídos a
lo que no estaba previsto.
Señor, veo que la fraternidad está
construida a base de todo y de todos: desde la crítica a la escucha, por la inteligencia
y por el deseo de que todo se resuelva con espíritu fraterno. Muéstrame, Pastor
eterno, los caminos cotidianos y concretos de la construcción paciente y sabia de
la vida fraterna, con los materiales de nuestros límites, de nuestras
exigencias, de nuestro amor.
CONTEMPLATIO
El justo, que antes sólo prestaba atención
a sus cosas y no estaba disponible para cargar con los pesos de los otros y,
como tenía poca compasión de los otros, no estaba en condiciones de hacer
frente a las adversidades, va progresando de grado en grado y se dispone a tolerar
la debilidad del prójimo, llega a ser capaz de hacer frente a la adversidad. Y,
así, acepta con tanto más valor las tribulaciones de esta vida por amor a la
verdad, mientras que antes huía de las debilidades ajenas.
Bajándose se levanta, inclinándose se
distiende y le fortalece la compasión. Dilatándose en el amor al prójimo,
concentra las fuerzas para levantarse hacia su Creador. La caridad, que nos
hace humildes y compasivos, nos levanta después a un grado más alto de contemplación.
Y el alma, engrandecida, arde en deseos cada vez más grandes y anhela llegar
ahora a la vida del Espíritu también a través de los sufrimientos corporales
(Gregorio Magno, Comentario moral a Job, VII, 18)
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la
Palabra:
«Concédeme, Señor, el don de la escucha
y de la creatividad».
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Una comunidad donde se vive con otros puede
representar para el individuo el espacio vital en el que se produce un
intercambio vivaz y una experiencia que hace madurar, un lugar de
confianza en el que cada uno puede crecer
en el amor a sí mismo y al prójimo. Una comunidad de mujeres y de hombres
maduros estimula continuamente al individuo para que haga frente a las tareas
cotidianas y a los conflictos y, a través de éstos, madure como persona y como
cristiano.
La crítica fraterna en un círculo de
adultos constituye asimismo una fuerza creativa que sirve para mejorar en el
conocimiento de nosotros mismos y en vistas a un proyecto propio de vida. Si la
ejercemos con respeto y misericordia, nos ayuda a evitar o a protegernos de la
tentación de escondernos en la casa de nuestro propio cuerpo. También los
conflictos, inevitables en una comunidad espiritualmente viva, sea entre
ancianos y jóvenes, o bien entre personalidades que chocan, podría convertirse
en materia fértil para una provechosa cultura del conflicto, necesaria sobre
todo en los conventos, donde conviven personas que no se han elegido y que no
están unidas por vínculos de parentesco o de amistad. Añádase a esto que, en
una comunidad de este tipo, el individuo puede y debe confrontarse también consigo
mismo de un modo más radical del que lo haría si viera solo (A. Grün, A
onore del cielo, come segno per la terra, Brescia 1999, pp. 129ss.,
passim).
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