LECTIO DIVINA XXII SÁBADO DEL TIEMPO ORDINARIO

 LECTIO DIVINA XXII SÁBADO DEL TIEMPO ORDINARIO

Colosenses 1, 21-23. Lucas 6,1-5


 

 

LECTIO

 

PRIMERA LECTURA

Los ha reconciliado Dios para hacerlos santos e irreprochables a sus ojos.

De la carta del apóstol san Pablo a los colosenses 1, 21-23

 

Hermanos: En otro tiempo ustedes estaban alejados de Dios y en su corazón eran enemigos de él a causa de las malas acciones de ustedes; pero él los ha reconciliado ahora consigo por medio de la muerte que Cristo sufrió en su cuerpo mortal, para hacerlos santos, puros e irreprochables a sus ojos. Sin embargo, es necesario que permanezcan firmemente cimentados en la fe y no se dejen apartar de la esperanza que les dio el Evangelio que escucharon, el cual ha sido predicado en todas partes y a cuyo servicio yo, Pablo, he sido destinado. 

 

Palabra de Dios.

R/. Te alabamos, Señor

 

Pablo precisa ulteriormente los conceptos clave expresados en el himno precedente (que leíamos ayer), aplicándolos a la situación de los colosenses, convertidos del paganismo. Éstos fueron en otro tiempo extranjeros y enemigos, o sea, gente que estaba lejos de Dios en su visión de la vida y en sus obras. Si el pasado («otro tiempo») corresponde a la lejanía, el presente («ahora») coincide con la reconciliación, con el abrazo de Dios. El medio de esa transformación es «la muerte que Cristo ha sufrido en su cuerpo mortal»; este subrayado remite al motivo de fondo de esta exhortación: ser santos e inmaculados, o sea, ofrecer sacrificios en nuestro propio «cuerpo mortal», con obras buenas que deben sustituir a las malas de otro tiempo. De este modo, el cristiano hace actual en el hoy de su propia fe el sacrificio salvífico del Señor, orientando toda su propia existencia en dirección a «la esperanza contenida en el Evangelio», es decir, a la victoria definitiva sobre el mal por medio de la resurrección.

 

EVANGELIO

¿Por qué hacen lo que está prohibido hacer en sábado?

Del santo Evangelio según san Lucas 6,1-5

 

Un sábado, Jesús iba atravesando unos sembrados y sus discípulos arrancaban espigas al pasar, las restregaban entre las manos y se comían los granos. Entonces unos fariseos les dijeron: "¿Por qué hacen lo que está prohibido hacer en sábado?"  

Jesús les respondió: "¿Acaso no han leído lo que hizo David una vez que tenían hambre él y sus hombres? Entró en el templo y tomando los panes sagrados, que sólo los sacerdotes podían comer, comió de ellos y les dio también a sus hombres". 

Y añadió: "El Hijo del hombre también es dueño del sábado".

Palabra del Señor.

R/. Gloria a ti, Señor Jesús

 

La extensa lista de las prohibiciones relativas al reposo sabático incluía -y sigue incluyendo todavía hoy hasta la preparación de la comida, además del «trabajo de recogida» con el que se manchan los discípulos de Jesús. A la pregunta de los maestros de la Ley y de los fariseos, que se atienen de manera escrupulosa al precepto de la Torá, Jesús responde remitiéndose al episodio narrado en 1 Sm 21 a propósito del rey David y de sus compañeros. Sin embargo, con las palabras «el Hijo del hombre es señor del sábado» (v. 5) no pretende compararse Jesús tanto con el rey de Israel, heredero de las promesas, como con Dios mismo. 

La ley correspondiente al sábado fue promulgada claramente en efecto, por YHWH y entregada a su pueblo en tablas de piedra en el Sinaí. Por otra parte, en el relato del Génesis, se presenta a Dios como el que reposo el séptimo día, día consagrado por El y bendecido (Gn 2,258). Puede decirse que el Dios de Israel es el «Dios del sábado y que el shabbath es el dia de Dios. De este modo, Jesus se pone en el sitio de Dios, aunque la suya no es una usurpación ilícita: se pone en el sitio del Creador para completar su obra allí donde el hombre la había interrumpido alejándose con el pecado. El Hijo ha venido, en efecto, a consolar, a sanar, a reconciliar Ahora bien, lo que pertenece a Jesús se extiende también a los suyos: así sucede con la libertad respecto al precepto sabático y a toda ley cuando se opone al bien de la vida humana.

 

MEDITATIO

 

Jesús también es señor del sábado, puesto que está en condiciones de reconciliar al hombre con Dios. En cuanto hombre, se pone a sí mismo por completo al servicio del proyecto divino, a fin de restituir la tierra a la shalom originaria; ofrecer su propia vida en manos de los pecadores es la única vía capaz de vencer el pecado del mundo. De este modo, inaugura un camino que cada uno de los que llevan su nombre está llamado a recorrer, a través de la muerte «sufrida en su cuerpo mortal» y renunciando a toda obra mala. 

Permanecer «firmes y arraigados en la fe» significa, por consiguiente, poner los pies en las huellas de Cristo, abrazando la cruz que nos sale al encuentro en el tiempo presente. Ser como Jesús, para ser reconciliados con nosotros mismos, con los otros, con Dios, y para experimentar la libertad de los hijos de Dios, que se manifiesta en dejar de ser esclavos de los imperativos de nuestro egoísmo. Vivir la «vida en el Espíritu», en la misericordia, bondad, mansedumbre y paciencia (Col 3,12ss), cosas contra las que no hay ley (cf. Gal 5,22), para vivir ya desde ahora en el eterno shabbath al que están destinados los hijos del Reino.

 

ORATIO

 

Padre Santo, te pedimos hoy el don del Espíritu, a fin de que, como fuego, nos plasme a imagen de tu Hijo, Jesús. En su vida ofrecida por nosotros reconocemos el único modelo que nos libera de todo lo que mortifica al hombre, sea cual sea su nombre: avaricia, deseos egoístas, miedo, juicio, orgullo falsa religiosidad... 

Gracias al don de Jesús se ha abierto de una vez por todas el camino para entrar en tu Reposo, en el shabbath sin fin. Haz, oh Señor, que no lo cerremos de nuevo recayendo en las obras malas de otro tiempo, sino que en toda obra buena nos hagamos imitadores de tu santidad, que se ha vuelto disponible para nosotros en la persona de un hombre muerto en la cruz.

 

CONTEMPLATIO

 

...Y es que sois piedras del templo del Padre, preparadas para la construcción de Dios Padre, levantadas a las alturas por la palanca de Jesucristo, que es la cruz, haciendo veces de cuerda el Espíritu Santo. Vuestra fe es vuestra cabria, y la caridad el camino que os conduce hasta Dios. 

Así pues, todos sois también compañeros de camino, portadores de Dios y portadores de un templo, portadores de Cristo, portadores de santidad, adornados de todo en todo en los mandamientos de Jesucristo [...]. 

«Rogad también, sin intermisión» (1 Tes 5,17), por los otros hombres, pues cabe en ellos esperanza de conversión, a fin de que alcancen a Dios. Consentidles, pues, que, al menos por vuestras obras, reciban instrucción de vosotros. A sus arrebatos de ira, responded vosotros con vuestra mansedumbre; a sus altanerías de lengua, con vuestra humildad. Oponed a sus blasfemias vuestras oraciones; a su extravío, vuestra firmeza en la fe; a su fiereza, vuestra dulzura, y no tengáis empeño alguno en emularlos por vuestra parte. Mostrémonos hermanos suyos por nuestra amabilidad; mas imitar, sólo hemos de esforzarnos en imitar al Señor, porfiando sobre quién pueda sufrir mayores agravios, quién sea el más defraudado, quién más despreciado, a fin de que no se vea entre vosotros planta alguna del diablo, sino que en toda castidad y templanza permanezcáis en Jesucristo corporal y espiritualmente (Ignacio de Antioquía, «Carta a los Efesios», IX-X, en Padres apostólicos, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 21967, pp. 452-453).

 

ACTIO

 

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:

 

«Cristo nos ha liberado para que permanezcamos libres» (cf. Col 1,13).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

 

Cuando no tenemos experiencia de lo Sagrado Verdadero, caemos siempre en la adoración de lo sagrado falso. Lo sagrado falso se convertirá siempre en un pretexto e incluso en una santa justificación para el prejuicio, la marginación de los otros, la creación de chivos expiatorios y la violencia [...]. Sin embargo, una vez que honramos a lo Sagrado Verdadero, somos libres e incluso estamos «obligados» a reconocer su reflejo en cada una de sus criaturas y en todo el mundo creado [...]. Sin lo Sagrado Verdadero estamos todos a merced de la misericordia reciproca y sometidos a los caprichosos juicios recíprocos. En presencia de lo Sagrado Verdadero estamos confiados a la misericordia de Aquel-que-es-misericordia. No hemos de maravillarnos de que Jesús haya dispensado toda su vida en proclamar una liberación tan abismal. La humanidad esperaba tal liberación con esperanza mesiánica. Éste es el único modo de salir de nuestro engañoso castillo de espejos, de nuestra guerra de todo contra todo, y se llama justamente salvación (R. Rohr, Il piano di Gesú per un mondo nuovo, Brescia 1999).

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