Jesús toma mi corazó y llénalo de tu amor


Paz y Bien

En el corazón de la Cuaresma

La cuaresma es el tiempo de retornar a Dios. Es el momento adecuado para una vuelta decidida a Dios, a sus enseñanzas, a sus caminos, a sus proyectos de libertad que tiene para cada uno de nosotros y que nos va mostrando cada día con su Palabra. Se trata de no optar o seleccionar sólo aquello que nos gusta o nos apetece. Ni siquiera lo que pueda parecer como bueno ante los demás. No se trata de una vida sólo de formas o actitudes que son buenas, pero estas se adquieren con una buena educación, en los colegios, en las universidades, o en el mejor de los caso en el seno de la familia. Pues no se trata sólo de esto, sino de una transformación de fondo. De una transfiguración, en pocas palabras de una cristificación. Esto es lo que todos los que estamos caminando en la cuaresma tendríamos que llegar a ser. Esto sólo es posible dejando transformar nuestro corazón. Por lo tanto. Es necesario no quedarnos solo en palabras y buenos modales. Cuaresma es el momento para echar manos a la obra, para actuar. Cuaresma es cambio radical de vida.

Por eso, dentro de este tiempo Dios siempre nos va a llamar a ser sus amigos con una mayor insistencia, nos va a recordar que la ley bien entendida, es decir entendida desde la perspectiva de Dios y con un corazón humilde, no nos va a esclavizar jamás, sino que nos va a dar la libertad de los hijos de Dios. La Ley de Dios es signo de amor y de libertad. Pero la Ley, es decir los mandamientos de Dios, las normas de la vida familiar, las normas de la comunidad religiosa, o de la iglesia, se pueden cumplir sólo por evitar el castigo, o por un sentido de deber, o de cumpli-miento. Cumplo y miento y así vamos pasando la vida un día y otro, un mes y otro, un año y otro, y al final la vida se nos ha ido en mediocridad y no en la vivencia auténtica del Evangelio, la que nos hace libres. En cambio cuando vivimos por amor, desde el amor y para el amor, las cosas son abismalmente diferentes. El amor lo transforma todo, hace nuevas todas las cosas y es capaz de engendrar vida donde hay muerte. Amor y generosidad donde hay soberbia y egoísmo. Los detalles pequeños son el signo del gran Amor. El amor cotidiano, el amor de cada día está hecho de pequeños detalles que van entretejiendo la trama de la vida cotidiana. Donde hay amor se pueden hacer las cosas cotidianas de manera extraordinaria. Dios así nos lo manifiesta a cada momento y así nos lo hace sentir y vivir durante las veinticuatro horas del día.

Nosotros escuchamos con frecuencia la Palabra de Dios. La Cuaresma es el tiempo propicio para orientar nuestra conducta de cada día y sobre todo nuestro amor desde la Palabra de Dios que constantemente nos está invitando a la conversión. Ojalá que los demás puedan descubrir el cambio en nuestras actitudes, pero sobre todo en nuestra vida para llegar renovados a la Pascua.

Paz y Bien

Fort Worth, Texas

Marzo 30 de 2011.

Fray Pablo Capuchino Misionero.

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