Sólo para inteligentes!
Sólo para inteligentes
Blaise Pascal 1623-1662 fue un matemático, físico, filosófico y teólogo francés. Considerado el Padre de las computadoras junto con Charles Babbage. Uno de los principales exponentes del pensamiento científico y al mismo tiempo profundo místico y pensador que fue capaz de trascender las barreras del tiempo y del espacio para sumergirse en el océano del infinito con todas sus consecuencias.
Pascal fue quien formuló de manera muy acertada la teoría del célebre principio de los tres órdenes, o planos de la realidad.
Primer plano: el de los cuerpos o de la materia,
Segundo plano: el orden del Espíritu o de la inteligencia
Tercer plano: el orden de la santidad.
Una distancia infinita, cualitativa, separa el orden de la inteligencia del de la materia; pero una distancia ‘infinitamente más infinita’ separa el orden de la santidad del de la inteligencia porque éste está más allá de la naturaleza. Los genios, que pertenecen al orden de la inteligencia no necesitan de las grandezas carnales ni materiales; éstas no les agregan nada. De la misma manera los santos, que pertenecen al orden de la caridad, ‘no necesitan grandezas carnales ni las intelectuales que no les agregan ni les quitan nada. Son vistos por Dios y pos los ángeles, no por los cuerpos ni por las mentes curiosas: a ellos les basta Dios’. Así el Santo de los santos, Jesucristo. “Jesucristo, sin riquezas y sin ninguna manifestación externa de ciencia, está en su propio orden de santidad. No inventó nada. No reinó; sino que fue humilde, paciente, Santo, Santo para Dios, terrible para los demonios, sin pecado… A nuestro Señor Jesucristo le hubiera resultado inútil, para brillar en su reino de santidad, descender de reyes, pero Él vino con el esplendor de su orden” (Blaise Pascal., Pesamientos, 793).
Por lo tanto, Jesús no sólo es el culmen del orden de la santidad, sino también la fuente, porque de Él brota toda la santidad de los santos y la santidad de la Iglesia. Los santos lo son porque participan de la Santidad de Dios, se abren a la gracia santificante que obra en ellos el Espíritu Santo. Todo hombre o mujer que se abre a la gracia de Dios alcanza la santidad cuyo reflejo se proyecta a través de la vivencia de la fe, la esperanza y la caridad en todas y cada una de la obras a realizar. De aquí se desprende que todo hombre o mujer es la imagen de Dio y por ello no proyecta una santidad propia, sino la que recibe de Dios.
Comentarios
Publicar un comentario