Guía nuestros pasos por el camino de la paz.


 

13 de marzo

Déjate guiar amorosamente por la divina providencia, lo mismo quiera hacerte caminar a ras de tierra y por desiertos, que por las aguas de los consuelos sensibles y espirituales. Ten en la mano tu perfume; pero, si se presenta algún otro aroma delicioso, no dejes de olerlo, dando gracias, porque el perfume se usa para no quedarse por mucho tiempo sin algún consuelo y gozo espiritual.

Mantente firme en cualquier estado en que Jesús quiera ponerte para que tu corazón sea totalmente para él, pues no hay cosa mejor que ésa. Despójate, pues, a base de continuas renuncias, de tus afectos terrenos, de todas las cosas que te tienen prisionera; y ten por cierto que el rey del cielo te dará sus regalos para atraerte a su santo amor.

Veo en tu corazón una profunda resolución de querer servir a Dios; y esto me garantiza que serás fiel en los ejercicios de piedad y en la práctica constante de lo que lleva a la adquisición de las virtudes. Pero te advierto una cosa, que tú ciertamente no ignoras. Cuando se sucedan las faltas por motivo de enfermedad, es necesario no maravillarte por eso, sino que, después de detestar la ofensa que Dios recibe en ellas, es necesario buscar una humildad gozosa, para descubrir y percatarnos de nuestra miseria.

(12 de enero de 1917, a Herminia Gargani – Ep. III, p. 669)

 

El amor y la misericordia de Dios superan con creces tu pecado y tu vida de tinieblas y de sobra de muerte. Pero es necesario que confíes plenamente en ese amor y en esa misericordia de Dios y te dejes guiar por Él. Si tú te abandonas a su mano que te guía, Él sabrá llevarte a la plenitud de la vida. No importa por dónde te lleve, sino a dónde te lleva. Ningún tropiezo, ningún obstáculo, ningún sufrimiento. Dios es un Padre de quien te puedes fiar. No desvíes tu mirada ni a la derecha ni a la izquierda, sino simple y sencillamente contémplale a Él. Déjate amar por Él y vive de Él.

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