No hay Gloria sin Cruz



6 de marzo

Siento el vivísimo deseo, sin que casi nunca piense yo en procurarlo, de pasar todos los instantes de mi vida amando al Señor; quisiera estar estrechamente unido a él por una de sus manos y recorrer con alegría aquella vía dolorosa, en la que me ha puesto; pero lo digo también con tristeza en el corazón, con confusión en el ánimo y con rubor en el rostro, que mis deseos no se corresponden precisamente con la realidad.

Basta cualquier cosa para agitarme; basta que me olvide de las aseveraciones que usted me hace para arrojarme en la más densa noche del espíritu, que me hace sufrir día y noche. ¡Dios mío!, ¡padre mío!, ¡qué gran castigo me ha traído mi infidelidad del pasado!

Querría que mi mente no pensara más que en Jesús, que el corazón no palpitara más que por él solo y siempre, y todo esto se lo prometo repetidamente a Jesús. Pero, ¡ay de mí!, me doy perfecta cuenta de que la mente se olvida o, mejor dicho, se queda en la durísima prueba, bajo la cual está el espíritu; y el corazón no hace otra cosa que marchitarse en este dolor.

(6 de marzo de 1917, al Benedicto de San Marcos in Lamis – Ep. I, p. 872)

 

El amor de Dios es capaz de cautivar los corazones de las personas de tal manera que la persona enamorada va experimentando en su mente y en su corazón el profundo y puro deseo de vivir siempre de dicho amor. Para que esto sea realidad en tu vida es necesario el encuentro y la transformación interior de todo aquello que pueda separarte del Amor de los amores. Tu mente y tu corazón han de desear estar tan perfectamente unidas a Dios de tal manera que ya no experimentes en ti el temor o la tentación de no poder agradar a un Dios que es tan santo y bueno, antes bien que te empeñes en que estos santos deseos de corresponder a tan sublime y puro amor se vayan viendo reflejados poco a poco en tu diario vivir. No te acongojes si en determinado momentos caes en el desaliento o en el pecado. Confía en la misericordia infinita de Dios. Confía en la fidelidad de Dios que está siempre atento a tus necesidades. Es verdad que muchas veces es necesario caminar en la noche oscura, en las tinieblas más densas del espíritu, pero también es verdad que cuando más espesas son las tinieblas más cerca se está de la luz. Recuérdalo siempre no puede haber aurora y día sin antes no se ha pasado por las tinieblas de la noche. Como no puede haber resurrección sin muerte. De la misma manera no puede haber gloria sin cruz.

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