2. NUEVE DÍAS ACOMPAÑADOS POR SANTA CLARA DE ASÍS




SEGUNDO DÍA DE LA NOVENA

LA RESPUESTA A LA LLAMADA DE DIOS 2- 9



Por la  señal de la Santa Cruz +
De nuestros enemigos +
Líbranos Señor, Dios nuestro +
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén

Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.

Lectura bíblica: Mateo 6,19 - 24
“No acumulen tesoros en esta tierra, donde la polilla y la carcoma echan a perder las cosas, y donde los ladrones socavan y roban. Acumulen mejor tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la carcoma echan a perder las cosas, y donde los ladrones no socavan ni roban. Porque donde está tu tesoro, allí está también tu corazón. El ojoes la lámpara del cuerpo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo está iluminado; pero si tu ojo está enfermo, todo tu cuerpo está en tinieblas. Y si la luz que hay en ti es tinieblas, ¡qué grande será la oscuridad! Nadie puede servir a dos amor; porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y al otro no le hará caso. No pueden servir a Dios y al dinero”.

REFLEXIÓN
“¡Con cuánta solicitud y con cuánto empeño del alma y del cuerpo debemos guardar, pues, los mandatos de Dios y de nuestro padre, para que, con la ayuda del Señor, restituyamos multiplicado el talento recibido! Porque el mismo Señor nos puso a nosotras y nuestra forma de vida como ejemplo y espejo no sólo para los demás, sino también para nuestras mismas hermanas, a las que llamó el Señor a nuestra vocación, con el fin de que también ellas sean espejo y ejemplo para los que viven en el mundo. Habiéndonos, pues,  llamado el Señor a cosas tan grandes, de modo que en nosotras puedan mirarse como en un espejo aquellas que son ejemplo y espejo para los demás, estamos muy obligadas a bendecir y alabar a Dios, y a afianzarnos más y más en el Señor para hacer el bien. Por ello, si vivimos según dicha forma, dejaremos a los demás un noble ejemplo (cf. S Mac 6,28.31), y con poquísimo trabajo conseguiremos el premio de la eterna bienaventuranza” (TestCl 18,23) .
Clara había oído del joven Francisco, su paisano, que se había entregado a Cristo, lo había dejado todo después de que era el rey de la juventud de Asís, era un líder innato, los jóvenes lo seguían y las doncellas suspiraban por él. Aquella Cuaresma de 1211, clara le escuchó en la Catedral de San Rufino. Su alma vibró y se ensanchó con sólo la idea de vivir el mismo ideal evangélico que Francisco ya estaba viviendo. En su alma y en lo más profundo de su corazón Clara escucharía la voz del Señor que seguramente le hablaba de manera imponente pero dulce, exigente aunque suave  diciéndole; Olvida tu casa y tu gente, olvida tu hogar y sal de tu pueblo, porque prendado está el Rey de tu belleza. La lucha interna era grande. ¡Había llegado el momento de responder! Otras voces se alzaban también dentro de Clara: “Tienes solamente dieciocho años. ¿Vas a tener valor para dejar casa y familia? Pero la voz de Dios cada día resonaba más fuerte: Y llega la noche del Domingo de Ramos. La señal fue el ramo de olivo que recibe de manos del Obispo. Sale de su hogar por la puerta de los muertos. ¡Clara había muerto para el mundo! Acompañada por su amiga Pacífica, va hasta la Porciúncula, donde la esperan Francisco y sus frailes. Santa María de los Ángeles está engalanada de fiesta y allí, ante el altar de la Virgen, Clara se va a consagrar a Dios. Una túnica oscura de lana, una cuerda de nudos y unas sandalias pasan a ser su vestido. Luego, de rodillas, inclina su cabeza y Francisco va acortando su rubia cabellera. Clara ha abandonado el mundo por Cristo. Ha dicho adiós a comodidades, lujos y halagos. Ha respondido de manera radical y valiente al llamado que Dios le hacía, y así, en aquel momento tan sagrado de entrega y fidelidad, de correspondencia a la alianza, y de optar por único y verdadero Señor, nacía providencialmente  la Segunda Orden Franciscana. La Orden de las Damas Pobres.

Oración para todos los días:
Oh gloriosa Santa Clara, santa Virgen de Asís, míranos a tus plantas en este día que recurrimos a Ti. Venimos a solicitar tu intercesión por la conversión de los pecadores, y para que todos los cristianos seamos hoy luz del mundo para los que viven en tinieblas y en sombras de muerte. Tú fuiste ilustre y clara de nombre y de vida. Así queremos también nosotros seguir tus pasos. Para que en nosotros no haya oscuridad, ni tinieblas, sino sólo paz, justicia, salud y gozo en el Señor.
Intercede por nosotros ante nuestro Señor Jesucristo que es la Luz del mundo. Que por Jesucristo, con Jesucristo y en Jesucristo resplandezca nuestra alma con la claridad de la gracia para que pueda brillar nuestra vida con la luz que recibimos el día de nuestro bautismo e iluminemos así a nuestros hermanos, anhelando la claridad de la visón divina. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor, Amen

Para revisar nuestra vida:

¿Qué tan consciente soy del llamado que Dios me hace a vivir con la mente y el corazón puestos sólo en Él?
¿Es Dios mi verdadero y único tesoro?
¿Cómo respondo al llamado que él me hace de vivir mi consagración bautismal?
¿Cómo reflejo o proyecto la vida de Cristo en mí?
¿Contemplo a Cristo como en un espejo y me dejo ver por Él?

Aclamaciones

Alabado seas, mi Señor, por la fuga amorosa en la noche estrellada de nuestra Hermana Clara, por el despojo alegre de su cabellera y por su virginal ofrenda enamorada.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Alabado seas, mi Señor, porque nos enseñó de vida y de palabra a ser lo que quería: tu hija, tu madre, tu esposa y tu hermana.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Loados seas, mi Señor, por su vida silenciosa y entregada y porque suscitaste por doquier miles a su semejanza,

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

Oración final
Padre de las misericordias, que infundiste en santa Clara un profundo amor a la pobreza evangélica, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo pobre, merezcamos llegar a contemplarte en tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina Contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

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