¿No es este suficiente motivo para luchar?
5
de septiembre
¡Ánimo! Jesús, por medio de quien ha elegido por tu
guía, también a ti te dirige la misma voz que hizo oír a san Pablo. Combate
como valiente y obtendrás el premio de las almas fuertes. No te abandones nunca
a ti misma. En los momentos en los que la lucha es más dura y el abatimiento
más fuerte, recurre a la oración; confía en Dios y no sucumbirás nunca a la
tentación. Has de saber que, si el Señor te pone a prueba, nunca permitirá que
ésta sea superior a tus fuerzas. Si te desprecia el mundo, alégrate, porque el
primer odio lo soportó el autor de la vida, el divino Maestro. Si vives
atribulada y afligida por toda clase de privaciones, de tentaciones y de
pruebas por parte del demonio y de sus secuaces, levanta la mirada a lo alto,
anímate; el Señor está contigo y no hay lugar para el temor.
El enemigo te hace la guerra, pero nunca podrá
morderte. Lucha como valiente; lucha siempre contra los apetitos de la carne,
contra las vanidades del mundo, contra las seducciones del oro y de los
honores, con los que el demonio te tienta de continuo. Es cierto que el combate
es terrible y penosa la lucha; pero, ¡arriba los corazones!; ten fija la mirada
en lo alto; que te estimulen el mérito del triunfo, el consuelo inefable, la
gloria inmortal que con esto damos a Dios.
(4 de septiembre de 1916, a María Gargani –
Ep. III, p. 241)
La dirección espiritual tendría que ser
algo intrínseco, necesario, indispensable, esencial en la vida de todos los
cristianos. Por medio de la dirección espiritual se va haciendo el camino de
perfección evangélica a la cual todas las personas estamos llamadas. Evidentemente
no es un camino fácil, porque el primer paso implica salir de sí mismos, del
propio “yo”, para compartirlo con el otro. El otro que viene a nuestro
encuentro, también con toda su carga psicológica, histórica, cultural y
espiritual. Sin embargo, quien ha encontrado a alguien cuya confianza ha
generado el dejarse acompañar por ese “alguien” para ser cada día mejor según el
Espíritu de Dios, y no según el mundo, es un gran regalo de Dios.
Por medio del director espiritual se va
descubriendo de manera más clara la voluntad de Dios, y al mismo tiempo se van
teniendo las agallas de llevarla a cabo. Dios habla, actúa, y ama a través del
director espiritual. Es necesario combatir con las armas de la luz. Dios es luz
y en Él no hay tinieblas. La lucha se va tornando cada vez más difícil e
intensa. Las fuerzas físicas se van agotando, y puedes caer en el pecado de la
tentación de que ya no vale la pena luchar, que nada cambiará. ¡No! ¡No
sucumbas jamás! Corre con premura a los pies de Jesús, el Amado Maestro que te
espera en la Eucaristía para fortalecer tu alma, mente y corazón, para que con
nuevos bríos puedas levantar tu corazón, con la confianza siempre puesta en Él
que todo lo puede, nuevamente saldrás triunfante de la lucha. Nada de desánimo,
¡Arriba, arriba los corazones! Cristo ha vencido al mundo y si Tú permaneces
con Él, luchas con Él, recibirás la corona inmarcesible de la gloria. ¿No es
este suficiente motivo para luchar?
Pue. 5
de septiembre de 2019
Paz y
Bien
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