Novena en honor a San Francisco de Asís
Nueve días acompañados con San Francisco de Asís.
1. Dios llama a quien quiere: Francisco de Asís llamado
por Dios:
LOS INICIOS DE LA AVENTURA EVANGÉLICA. 1-9
Por la
señal de la Santa Cruz + De nuestros enemigos + Líbranos
Señor, Dios nuestro + En
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo +
Amén
Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo,
Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quién eres y
porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en
todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda
de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta
por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de
todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita
que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu
santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.
Lectura bíblica:
26 ¡Miren,
hermanos, quienes han sido llamados!: No hay muchos sabios según la carne, ni
muchos poderosos, ni muchos nobles. 27 Más bien, Dios ha elegido lo
necio del mundo para avergonzar a los sabios. Y ha escogido Dios a lo débil del
mundo, para avergonzar a lo fuerte. 28 Dios ha elegido lo vil del
mundo y lo menospreciado; lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a
fin de que nadie se jacte delante de Dios. 30 Por él están ustedes
en Cristo Jesús, a quien Dios hizo para nosotros sabiduría, justificación,
santificación y redención; 31 para que, como está escrito: El que se
gloría, que se gloríe en el Señor. (1 Cor 1,26-30).
FRANCISCO DE ASÍS
Nació en Asís (Italia), en el año 1181/82. Hijo de Madonna Pica y Pedro
Bernardone, rico mercader en paños. Vivió en su ciudad natal una infancia
alegre y feliz. De carácter jovial, altruista, soñador, caballeresco, Francisco
amaba la vida y a su Patria. A los 20 años participó en la guerra de Asís
contra Perugia, en la que cayó prisionero. Poco después, en la expedición a
Puglia dejó el ejército tras un sueño misterioso que le invitaba a seguir “al
Amo más que al siervo” y volvió a Asís.
Después de una juventud disipada
en diversiones, se convirtió, renunció a los bienes paternos y se entregó de
lleno a Dios. Abrazó la pobreza y vivió una vida evangélica, predicando a todos
el amor de Dios. Dio a sus seguidores unas sabias normas, que luego fueron
aprobadas por la Santa Sede. Fundó una Orden de frailes y su primera seguidora
mujer, Santa Clara que funda las Clarisas, inspirada por El. Finalmente vienen
a Francisco infinidad de personas que desean ser como él y él les propone que
vivan la misma vida evangélica pero en el mundo. Es decir siendo padre y madre
de familia ejemplares, y también siendo personas comprometidas con la Iglesia y
con el Reino de Dios. Por lo tanto podemos considerar a Francisco de Asís como
Padre y fundador de la Primera, Segunda y Tercer Orden. Dios le llamó a ser
“Evangelio Viviente”. Él se dejó cautivar por Cristo Pobre, Humilde y
Crucificado y Cristo Jesús quiso aparecer visiblemente en el Cuerpo de
Francisco a través de la impresión de las llagas en sus manos pies y costado.
Dios le llamó a “reparar la Iglesia” y hasta el día de hoy continúa
sosteniéndola
Con esta primera meditación no sólo queremos ver desde lejos la vida de
Francisco de Asís, como si lo hiciéramos a través de un cristal, el cristal del
tiempo. Tal vez la imagen que tengas de Él sea una imagen romántica, medieval,
o incluso pasada de moda. Ojalá y en el recorrido de estos nueve días puedas
constatar que no es así.
El texto de 1 Corintios nos ayuda a introducirnos en este océano inmenso
del amor y la misericordia de Dios que llama a quien quiere y no a las personas
más inteligentes según el mundo, sino a las que están dotadas de la sabiduría
de Dios.
Para revisar nuestra vida:
Éstas preguntas quieren calar
verdaderamente en tu vida y en tu historia. Deja que Dios te hable a través de
ellas y verás que tendrás una respuesta a muchas de esas dudas que abrigas en
tu corazón.
1.
¿Qué importancia le doy yo a la llamada de Dios en mi vida?
2.
En cualquier estado de vida que me encuentre ¿soy
consciente de la presencia de Dios a cada momento?
3.
¿Me cuento entre los sabios o entre los necios según el Evangelio?
4.
¿Soy consciente de que Dios me ha justificado de manera gratuita para
ser su hijo?
5.
¿Estoy dispuesto a aceptar la santidad que Dios me ofrece? ¿Cómo lo
manifiesto?
6.
¿Vivo como una persona salvada?
ORACIÓN DE SAN FRANCISCO ANTE EL CRUCIFIJO DE SAN DAMIÁN
Oh alto y glorioso Dios,
ilumina las tinieblas
de mi corazón
y dame fe recta,
esperanza cierta
y caridad perfecta,
sentido y conocimiento.
Señor, para que cumpla
tu santo y veraz mandamiento.
-
Después de
tu reflexión reza tres Padre Nuestro y tres Ave María con Gloria al Padre
-
Pide al
señor que te conceda lo que más necesites y sea su voluntad
ORACIÓN FINAL
Invitación a restituir
todos los bienes al Señor
(Regla no bulada, XVII,17-18) Y restituyamos todos los bienes al Señor
Dios altísimo y sumo,
y reconozcamos que todos son suyos,
y démosle gracias por todos ellos,
ya que todos los bienes de él proceden.
Y el mismo altísimo y sumo,
el solo Dios verdadero,
posea, a él se le tributen
y él reciba todos los honores y reverencias,
todas las alabanzas y bendiciones,
todas las acciones de gracias y la gloría,
porque suyo es todo bien,
y sólo él es bueno.
2. LA
DUDA EXISTENCIAL
EL
ENCUENTRO CON CRISTO POBRE HUMILDE Y CRUCIFICADO. 2-9
Por la
señal de la Santa Cruz + De nuestros enemigos + Líbranos
Señor, Dios nuestro + En
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo +
Amén
Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo,
Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quién eres y
porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en
todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda
de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta
por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de
todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita
que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu
santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.
Textos para
profundizar
Francisco
fue un hombre normal como todos, con grandes aspiraciones, deseos de fama
mundial, pensó tener el mundo a sus pies y sólo le faltaba una cosa: ser un
guerrero invencible, “ser un gran príncipe”. Podrá pro fin hacerse famoso en
los campos de batalla por unos cuantos hechos de armas y conquistar a punta de
espada sus títulos de nobleza. ¡Ya la aurora de la gloria brillaba en su
mirada! ¿Qué hubiera sido él y del él, si este sueño se hubiera realizado?
Quizá un poderoso de este mundo. Su voluntad de prestigio y de dominio,
exaltada por el éxito, hubiera podido llevarle a conculcar muchas cosas para
alcanzar sus fines.
Pero
en Espoleto, una voz interior le interpela, le cuestiona y le conmina a
regresar a Asís. Francisco se deja convencer y no le queda de otra que desandar
el camino. ¡Qué ridículo! ¡Qué frustración! ¡Qué mala fama! Después de todos
los sueños de grandeza que tenía… Éste brusco cambio causó asombro, y con
razón. Imagina la sorpresa de sus amigos, de su familia al verle regresar. Sin
embargo desde hacía algún tiempo y a pesar de todo Francisco ya no era el
mismo, estaba sufriendo la falta de sentido en su vida, no sabía para qué había
venido al mundo, su existencia carecía de sentido a pesar de los grandes sueños
que tenía. A pesar de todas las apariencias ya no era el mismo.
El
deseo de la fama, el deseo del triunfo y el deseo de la gloria se habían
apoderado de él y lo deslumbraron fuertemente, pero sólo por un instante. Todo
fue efímero como lo son los fuegos de artificio que por hermosos que sean y
deslumbrantes que parezcan son eso: artificio, imagen, apariencia. Era
necesario que otro aliento soplara en la vida de Francisco y lo invadiera para
que recobrara la ilusión, la alegría, el sentido a su vida.
“Quebrantado
por larga enfermedad –nos dice Tomás de Celano- comenzó a pensar dentro de sí
cosas distintas de las que acostumbraba”. (1C 3). En cuanto le volvieron las
fuerzas, salió a ver de nuevo la campiña. Mas he aquí que esta campiña que le
había visto crecer y que tanto amaba él, ya no significaba nada. Parecía perder
colorido y marchitarse a su llegada. El encanto estaba roto. Todo Él estaba
roto! Todo lo dejaba indiferente. Sintió frío y se retiró.
En
realidad esta indiferencia era, a decir verdad, el signo de un desencanto más
profundo y que tenía que ver con todo lo que hasta entonces le había seducido y
fascinado. Todos los antiguos valores se habían ido por tierra. Francisco, el
gran francisco descubría el vacío de su vida. Un vacío tal que nada en el mundo
podrá colmar. Ni siquiera la belleza de las cosas.
Francisco
se ha encontrado consigo mismo y con su realidad. Su realidad vacía y terriblemente
angustiante. Le faltaba el horizonte, le faltaba la alegría, le faltaba el sol
que brillase no sólo sobre la campiña de la umbría, sino el Sol que brillase
dentro de sí mismo. Francisco empieza a intuir que algo está cambiando y que
aquello que él esperaba en la guerra, en la vida que llevaba hasta el
momento no era sino “vanidad de
vanidades”. ¿Qué hacer ahora, quién podría indicarle el camino a seguir?.
Francisco
entra dentro de sí mismo, es como si el mismo se envolviera de un no sé qué que
lo llevaría cada vez más a la búsqueda verdadera y profunda de su existencia.
En su búsqueda Francisco no encuentra algo sino a Alguien, o mejor dicho se
deja encontrar por Alguien ¡por Jesucristo! Jesucristo se le revela bajo los
rasgos del Crucificado, es la humanidad de Dios; habría que decir más
exactamente “la humanización de Dios”. Durante largas horas francisco contempla
a Cristo en la Cruz. No, ese Dios no se parece en nada al de los señoríos
eclesiásticos; no es el Dios de las guerras feudales ni de las guerras santas.
No es tampoco el Dios del dinero. No es el Dios de los privilegiados del nuevo
orden social. Tampoco es el Dios de los poderosos de hoy, ni el Dios de los que
se sienten buenos, al estilo de los fariseos y de los maestros de la ley de la
Sagrada Escritura. No es un Dios dominador.
Es
todo lo contrario. Se encuentra en lo más profundo de la angustia del mundo, en
cada uno de los pequeños, aplastados por la sociedad de ayer y de hoy, puede
fácilmente reconocerse en Él. Es su hermano. “Y siendo El sobremanera rico,
quiso, junto con la bienaventurada Virgen, su Madre, escoger en el mundo la
pobreza” (2 CtaF 5).
El
que compartía la gloria de Dios y que estaba por encima de todo, se dignó
existir con los pequeños, con los menores, los humillados, con los apaleados y
los marginados de todos los tiempos. ¡Francisco en su indigencia y en la
soledad, descubre, contempla la insondable humanidad de Dios. Enardecido el
corazón, se abre a este soplo de ternura que le penetra hasta el trasfondo del
alma. Entonces nace en él un inmenso deseo: tener parte en el espíritu del
Señor, seguir al altísimo Hijo de Dios en su camino humano, en su humildad y
pobreza, renunciar a querer estar por encima de los demás para estar con ellos,
para llegar a ser uno de ellos, el más pequeño entre ellos: su hermano.
Francisco
ha encontrado el verdadero sentido a su vida y a su existencia, de ahora en
adelante no descansará hasta convertirse en otro Cristo, en un Cristo pobre,
humilde y crucificado, de la misma Manera que el Hijo de Dios, que la Palabra
encarnada.
Esta
es la vida de Francisco y su relación con Dios con un Dios plenamente humano y
con un Dios plenamente Divino. A la luz de lo anterior te invito a que
reflexiones de la manera siguiente:
Oh alto y glorioso
Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón. Dame fe recta, esperanza cierta y
caridad perfecta. Acierto y conocimiento oh Señor para cumplir tu santo y veraz
mandamiento. Amén.
1.
¿Cuáles son mis
más grandes aspiraciones en esta vida?
2.
¿Qué es por lo que
más lucho?
3.
¿Qué lugar ocupa
Dios en mi vida y en mis planes?
4.
¿Qué imagen tengo
de Jesucristo?
5.
¿Estoy dispuesto a
transfigurarme en otro Cristo pobre, humilde y crucificado?
Alabanzas de Dios
Autor:
San Francisco de Asís.
Tú
eres santo, Señor Dios único, que haces maravillas.
Tú
eres fuerte, Tú eres grande, Tú eres altísimo.
Tú
eres Rey omnipotente, Tú eres Padre santo, Rey del Cielo y de la tierra.
Tú
eres trino y uno, Señor Dios, todo bien.
Tú
eres el bien, todo bien, sumo bien, Señor Dios, vivo y verdadero.
Tú
eres caridad y amor, tú eres sabiduría.
Tú
eres humildad, Tú eres paciencia, Tú eres seguridad.
Tú
eres quietud, Tú eres gozo y alegría.
Tú eres justicia y templanza.
Tú
eres todas nuestras riquezas a satisfacción.
Tú
eres hermosura, Tú eres mansedumbre.
Tú
eres protector, Tú eres custodio y defensor.
Tú
eres fortaleza, Tú eres refrigerio.
Tú
eres esperanza nuestra, Tú eres fe nuestra.
Tú
eres la gran dulcedumbre nuestra.
Tú
eres la vida eterna nuestra, grande y admirable Señor, Dios omnipotente, misericordioso
Salvador
-
Después de
tu reflexión reza tres Padre Nuestro y tres Ave María con Gloria al Padre
-
Pide al
señor que te conceda lo que más necesites y sea su voluntad
ORACIÓN FINAL
Invitación a restituir
todos los bienes al Señor
(Regla no bulada, XVII,17-18)
Y restituyamos todos los bienes al Señor
Dios altísimo y sumo,
y reconozcamos que todos son suyos,
y démosle gracias por todos ellos,
ya que todos los bienes de él proceden.
Y el mismo altísimo y sumo,
el solo Dios verdadero,
posea, a él se le tributen
y él reciba todos los honores y reverencias,
todas las alabanzas y bendiciones,
todas las acciones de gracias y la gloría,
porque suyo es todo bien,
y sólo él es bueno.
Y restituyamos todos los bienes al Señor
Dios altísimo y sumo,
y reconozcamos que todos son suyos,
y démosle gracias por todos ellos,
ya que todos los bienes de él proceden.
Y el mismo altísimo y sumo,
el solo Dios verdadero,
posea, a él se le tributen
y él reciba todos los honores y reverencias,
todas las alabanzas y bendiciones,
todas las acciones de gracias y la gloría,
porque suyo es todo bien,
y sólo él es bueno.
3. ¿SEÑOR
QUÉ QUIERES QUE HAGA?
FRANCISCO:
¡VE Y REPARA MI IGLESIA! 3-9
Por la
señal de la Santa Cruz + De nuestros enemigos + Líbranos
Señor, Dios nuestro + En
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo +
Amén
Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo,
Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quién eres y
porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en
todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda
de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta
por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de
todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita
que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu
santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.
TEXTO BÍBLICO PARA REFLEXIONAR
13 Por lo tanto, manténganse con el espíritu alerta, vivan
sobriamente y pongan toda su esperanza en la gracia que recibirán cuando se
manifieste Jesucristo. 14 Como hijos obedientes, no procedan de acuerdo con los
malos deseos que tenían antes, mientras vivían en la ignorancia. 15 Así como
aquel que los llamó es santo, también ustedes sean santos en toda su conducta,
16 de acuerdo con lo que está escrito: Sean santos, porque yo soy santo. (1
P 1,13-16)
Después de haber sido testigos de la gran necesidad que
Francisco tenía de darle sentido a su vida, y tras haberse dejando encontrar
por Jesucristo, ahora es necesario dejarse amar de verdad y poner manos a la
obra. Debemos destacar que Francisco
vivió un período de búsqueda bastante largo impregnado de crisis existencial. Son
procesos que en la vida de cualquier persona llevan su tiempo y hay que madurar
para poder acertar con la gracia de Dios y la asistencia del Espíritu Santo en
hacer la voluntad de Dios. Fue
poco antes de comenzar a trabajar como albañil, cuando Francisco estaba de
rodillas ante el Crucifijo de San Damián, meditando, mirándose a sí mismo con
los ojos interiores, los que contemplan lo que somos, las obras, pensamientos,
omisiones..., indescifrables a los ojos de los demás; de vez en cuando elevaba
la mirada exterior a la cruz que presidía la iglesia de San Damián, ante la que
Francisco se encontraba postrado, cuando de pronto sintió aquellas palabras: "¡Francisco, ve y
repara mi casa, pues, como ves, amenaza ruina!". Francisco
inmediatamente comenzó a trabajar, con la cuchara de albañil, y a colocar
piedras que ocultaran los huecos o unir lo resquebrajado para reconstruir la
Ermita de San Damián. Pero, de pronto, se dio cuenta que la Iglesia era más que
la Ermita de San Damián... se dio cuenta de que el rostro de Jesús, ese Jesús
que le miraba desde la cruz, era más vivo, más latente, más dialogante. Se
percató que la Iglesia tenía un cuerpo, el de los hombres, y los hombres un
rostro, el de Cristo.
Nos hallamos ante una cadena de
hechos bastante “normales”, que manifiestan las disposiciones de Francisco y su
encuentro progresivo con Cristo: las numerosas visitas a la iglesia de San
Damián, los prolongados momentos de oración y de contemplación del Crucifijo
sirio, en el transcurso de los cuales llegó la respuesta del Señor al corazón
de Francisco.
Encuentro con Cristo
Por
tanto, el Francisco que visita con regularidad la iglesia de San Damián y
suplica al Señor: «Sumo, glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón,
dame Fe recta. Esperanza cierta y Caridad perfecta. Acierto y conocimiento oh
Señor para cumplir tu santo y veraz mandamiento. Amén.>> Esta era la
oración insistente de Francisco, le suplicaba al Señor le mostrara su voluntad:
¡Señor dime qué debo hacer!. Francisco es
un hombre inquieto y atormentado, pero sensible y a la espera de un signo del
Señor.
Un
día, durante su oración ante el Crucifijo, Francisco queda fuertemente
impresionado por el contraste existente entre la oscura y deteriorada capilla y
el Cristo luminoso que hay encima del altar. Aquel día no descubrió toda la
riqueza teológica del Crucifijo, pero quedó asombrado por su luminosidad. Hasta
ese momento Francisco estaba demasiado replegado sobre sí mismo; pero aquel día
vio al Cristo luminoso. ¿Fue antes o después de pedir: «Ilumina las tinieblas
de mi corazón»? ¡Qué importa! En aquel momento comprobó las tinieblas y el
deterioro del santuario. ¿No era un signo del cielo, una respuesta a su espera?
Francisco así lo entiende: debe restaurar la iglesia y hacer que arda una
lámpara delante del Crucifijo. No tratemos de averiguar si el Crucifijo le
habló verdaderamente a Francisco; no hay ninguna duda de que a su corazón ávido
llegó una respuesta del Señor: ante la claridad del Cristo, se dio perfecta
cuenta de las tinieblas de aquel lugar donde reinaba el Cristo luminoso y
viviente desde su oscura cruz, y comprendió: «Francisco, ¿no ves que mi casa se
derrumba? Anda, pues, y repárala» (TC 13c; 2 Cel 10). Al mismo tiempo, ante la
luz del Crucifijo, Francisco experimenta aún más sus propias tinieblas y
comprende que la luz del Cristo es una respuesta a su oración angustiada. Según
la Leyenda de los tres compañeros, Francisco «sintió realmente en su
alma que había sido Cristo crucificado el que le había hablado» (TC 13c), en
tanto que Celano afirma que «la imagen de Cristo crucificado, desplegando los
labios, habla desde el cuadro a Francisco» (2 Cel 10a); Buenaventura dice que
Francisco «oyó con sus oídos corporales una voz procedente de la misma cruz que
le dijo tres veces...» (LM 2,1a). Schmucki escribe: «El espectáculo de la
capilla en ruinas debió producir una viva impresión en la sensibilidad de
Francisco. En tal estado de ánimo, bastaba con oír la voz interior de Dios...
para sentirse llamado por el crucifijo a restaurar la iglesia».
Aquí le
vemos nuevamente a Cristo y a Francisco. Dos corazones amantes se habían vuelto
a encontrar y donde se encuentran dos necesitados de amor, se dialoga y se
entiende de corazón a corazón y no se piensa demasiado en cómo hay que actuar,
simplemente se actúa, a la letra, sin glosa, -como dirá después Francisco de cara al Evangelio. Francisco reconstruye
la Ermita material, pero pronto entiende que es otra iglesia, que es otra casa
la que necesita la reparación. Es la Iglesia, cuerpo místico de Cristo la que
no está del todo en sintonía con la Cabeza. Se ha sufrido una fuerte
esquizofrenia y ahora hay que insistirle a tiempo y a destiempo y con el
testimonio que es necesario volver la mirada y el corazón a Jesucristo para
poder vivir en la altísima dignidad de los Hijos de Dios. ¡Vaya tarea la de
Francisco! ¡Vaya tarea la de nosotros si de verdad nos hemos encontrado también
con Jesucristo!.
1.
¿Soy consciente de
la necesidad de descubrir la gracia de Dios en mi vida?
2.
¿Siento en mí la
necesidad de reparar la Iglesia de Dios que es mi propia vida y la de los
demás?
3.
¿Descubro en los
que me rodean el rostro de Cristo que me invitan a amarles y a servirles?
4.
Mis luchas, mis
crisis, mis dudas ¿a dónde me conducen?
5.
¿Le pido al Señor
que me ilumine de manera constante?
6.
¿Cuál es mi
respuesta ante esta reflexión?
Oración
a la Trinidad
(LtOrd
50-52)
Omnipotente, eterno,
justo y misericordioso Dios,
concédenos por ti mismo
a nosotros, míseros,
hacer lo que sabemos que quieres
y querer siempre lo que te agrada,
a fin de que, interiormente purificados,
iluminados interiormente y encendidos
por el fuego del Espíritu Santo,
podamos seguir
las huellas de tu amado Hijo,
nuestro Señor Jesucristo,
y llegar, por sola tu gracia,
a ti, Altísimo,
que en perfecta Trinidad
y en simple Unidad
vives y reinas y eres glorificado,
Dios omnipotente,
por todos los siglos de los siglos. Amén.
Bendigamos al Señor, Dios vivo e verdadero,
y restituyámosle, siempre la alabanza, la gloria,
el honor, la bendición y todos los bienes. Amén.
(Oficio de la Pasión del Señor)
Temed y honrad,
alabad y bendecid,
dad gracias y adorad
al Señor Dios omnipotente
en Trinidad y Unidad,
Padre e Hijo y Espíritu Santo,
creador de todas las cosas.
(Regla no bulada, XXI, 2)
Omnipotente, eterno,
justo y misericordioso Dios,
concédenos por ti mismo
a nosotros, míseros,
hacer lo que sabemos que quieres
y querer siempre lo que te agrada,
a fin de que, interiormente purificados,
iluminados interiormente y encendidos
por el fuego del Espíritu Santo,
podamos seguir
las huellas de tu amado Hijo,
nuestro Señor Jesucristo,
y llegar, por sola tu gracia,
a ti, Altísimo,
que en perfecta Trinidad
y en simple Unidad
vives y reinas y eres glorificado,
Dios omnipotente,
por todos los siglos de los siglos. Amén.
Bendigamos al Señor, Dios vivo e verdadero,
y restituyámosle, siempre la alabanza, la gloria,
el honor, la bendición y todos los bienes. Amén.
(Oficio de la Pasión del Señor)
Temed y honrad,
alabad y bendecid,
dad gracias y adorad
al Señor Dios omnipotente
en Trinidad y Unidad,
Padre e Hijo y Espíritu Santo,
creador de todas las cosas.
(Regla no bulada, XXI, 2)
-
Después de
tu reflexión reza tres Padre Nuestro y tres Ave María con Gloria al Padre
-
Pide al
señor que te conceda lo que más necesites y sea su voluntad
ORACIÓN FINAL
Invitación a restituir
todos los bienes al Señor
(Regla no bulada, XVII,17-18)
Y restituyamos todos los bienes al Señor
Dios altísimo y sumo,
y reconozcamos que todos son suyos,
y démosle gracias por todos ellos,
ya que todos los bienes de él proceden.
Y el mismo altísimo y sumo,
el solo Dios verdadero,
posea, a él se le tributen
y él reciba todos los honores y reverencias,
todas las alabanzas y bendiciones,
todas las acciones de gracias y la gloría,
porque suyo es todo bien,
y sólo él es bueno.
Y restituyamos todos los bienes al Señor
Dios altísimo y sumo,
y reconozcamos que todos son suyos,
y démosle gracias por todos ellos,
ya que todos los bienes de él proceden.
Y el mismo altísimo y sumo,
el solo Dios verdadero,
posea, a él se le tributen
y él reciba todos los honores y reverencias,
todas las alabanzas y bendiciones,
todas las acciones de gracias y la gloría,
porque suyo es todo bien,
y sólo él es bueno.
4.
FRANCISCO UN HOMBRE HECHO ORACIÓN 4-9
Por la
señal de la Santa Cruz + De nuestros enemigos + Líbranos
Señor, Dios nuestro + En
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo +
Amén
Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo,
Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quién eres y
porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en
todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda
de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta
por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de
todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita
que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu
santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.
Oración para
implorar el Espíritu del Señor y su Santa
Operación para conocer y hacer su voluntad:
ORACIÓN
ANTE EL CRUCIFIJO (OrCr)
¡Oh alto y
glorioso Dios!
ilumina
las tinieblas de mi corazón.
Dame fe
recta, esperanza cierta, caridad perfecta;
acierto y
conocimiento, oh Señor,
para
cumplir tu santo y veraz mandato.
Amén.
TEXTO BÍBLICO
PARA REFLEXIONAR
LA
ORACIÓN SEGÚN EL SERÁFICO PADRE FRANCISCO
Francisco piensa y dice: “Cristo es
necesario para la vida y es suficiente para la vida”; esta es su gran intuición
y la hace “gran experiencia” transformada en vida asumida, testimoniada e
inmolada. En el encuentro con Cristo, Francisco reencuentra parte de su propio
misterio y reencuentra la posibilidad de una realización auténtica de su propia
humanidad. Realización que había buscado de otras formas: en la idea de hacerse
caballero y en el interés económico, hacia el cual parecía dirigido más que
nada, incluso por tradición familiar.
Invitación a restituir
Invitación a restituir
En lugar de ser “caballero” u
“hombre de negocios”, francisco escoge ser lo opuesto: “pobre y
humilde”. Cristo se convierte para él en Evangelio viviente. Y es la oración
humilde y fervorosa la que lo transforma en “otro Cristo”.
CRISTO
ORANTE, MAESTRO DE ORACIÓN PARA FRANCISCO
Sobre las laderas del Monte
de los Olivos, enfrente de Jerusalén, los apóstoles le piden a Jesús: “Señor,
enséñanos a orar” (Cfr Lc 11,1). La respuesta de Jesús es: “Cuando recen
digan: Padre nuestro” (Cfr Lc 11,2; Mt 6,9).
La oración acompaña toda la vida
de Jesús: “subió al monte para orar a solas” (Mt 14,23); “se levantó muy de
madrugada y salió, se marchó a un descampado y estuvo orando allí” (Mc 1,35). Y
Lucas 6,12: “Se fue a la montaña a orar y se pasó la noche orando a Dios”.
Jesús, además de ser “hombre de oración” es también “maestro de oración”:
“Señor, enséñanos a orar” (Cfr Lc 11,1); invita a “orar siempre y no desanimarse” (Lc 18,1);
afirma que ólo una cosa “es necesaria” y elogia a María pues “ha escogido la
parte mejor” (Lc 10, 41).
ES
LA ORACIÓN LA QUE TRANSFORMA LA VIDA
La imitación casi perfecta que
hace Francisco de Cristo consiste antes que nada en la oración. La gracia de la
oración se le da a Francisco a través de la gracia de la conversión. Suplicaba
devotamente a la clemencia divina que se dignara mostrarle lo que debía hacer.
La práctica asidua de la oración desarrollaba siempre más fuerte en Francisco
la llama de los deseos celestiales (LM 1,4).
Cuando recibe el “don” de los hermanos y los llama “minores”
les invita a buscar consejo al Señor. Y
los tres, se dirigen al templo de San Nicolás, donde rezan: Señor Dios,
Padre de la Gloria, te suplicamos que, en tu misericordia, nos manifiestes lo
que debemos hacer. (TC VIII).
Otro momento importante en que
Francisco recurre a la oración es el encuentro en Roma en 1209 con Inocencio
III, cuando pide al papa la aprobación de su “forma de vida” (2 Cel 16).
No era tanto un hombre que oraba,
cuanto más bien él mismo era todo transformado en oración viviente (1 Cel
95). Su puerto seguro era la oración, no de algún minuto, vacía o como fuga,
sino profundamente devota, humilde y prolongada lo más posible. Si la iniciaba
en la tarde, a duras penas lograba dejarla en la mañana. Estaba siempre ocupado
en la oración, cuando caminaba y cuando se sentaba, cuando comía y cuando bebía
(1 Cel 71).
A menudo y casi diariamente se
sumergía de manera secreta en la oración. Se sentía atraído por la irrupción de
aquella ‘misteriosa dulzura’ que penetrándolo frecuentemente en el alma, lo
incitaba a la oración hasta cuando estaba en la plaza o en otros lugares
públicos (TC 8).
En la Regla exhorta cálidamente a la
oración: Los siervos de Dios deben siempre dedicarse a la oración. (1 Re
7).
Todos
nosotros, frailes, tengamos cuidado de que bajo pretexto de gratificaciones por
recibir, de cosas por hacer o de buenas obras pendientes, perdamos o desviemos
nuestra mente y corazón del Señor...Es necesario rezar siempre sin
cansarse nunca...
Con gran insistencia invita a orar
en el trabajo: No apaguen el espíritu de la santa oración y devoción, a éste
deben servir todas las otras cosas temporales. (2 Re 5,3).
Al hermano Antonio escribía: Me
agrada que enseñes la Sagrada Escritura a los frailes, con tal que en dicha
actividad no apagues el espíritu de devoción como está escrito en la Regla. (Cta
Ant).
El religioso debe desear la
gracia de la oración y a causa de las cargas de gobierno y de los compromisos
de la predicación, no debe descuidar la santa y devota oración. (EP 73).
La predicación debe estar precedida
por la oración; en efecto, el predicador debe antes obtener en el secreto de
la oración lo que después verterá en los sermones (2 Cel 163).
También el fraile que ejercita cada
día el ministerio de la reconciliación, debe prepararse en la oración. A quien
ocupaba el cargo de superior recomendaba: Se aplique con diligencia a la
oración y sepa distribuir determinadas horas a su alma y otras al rebaño que le
ha confiado. Así, en las primeras horas de la mañana debe anteponer el
sacrificio de la misa y recomendar con larga oración a sí mismo y a su rebaño a
la protección divina. (2 Cel 185. EP 80).
LAS
FUENTES DE LA ORACIÓN DE FRANCISCO
La oración del Padre Francisco tiene
inspiración cristológica, trinitaria y cósmica. Las fuentes de su oración son
cuatro: la Sagrada Escritura, la Cruz, la Liturgia y la Creación.
a). Sagrada
Escritura: basta que vayamos a cualquier texto escrito por Francisco y
enseguida nos daremos cuenta que la fuente de inspiración es la Palabra.
Concretamente en el Oficio de la pasión del Señor, podemos descubrir los
misterios de la vida de Cristo. Se meditan a través de un conjunto de textos
recabados de varios salmos bíblicos presentes en el salterio que Francisco se
sabe de memoria. El santo de Asís tiene gran reverencia y estima por la Palabra
del señor, que es el Verbo del Padre y por
las palabras del Espíritu Santo que son espíritu y vida.
b). El
Libro de la Cruz: se trata de la meditación “aderezada” de lágrimas con
la mirada centrada en la pasión de Cristo, que permite rezar también a los
frailes simples e iletrados, cuya oración es elogiada por el santo de Asís: Estos
hermanos son mis caballeros de la mesa redonda, que se esconden en lugares
apartados y deshabitados para comprometerse con más fervor a la oración y a la
meditación (EP 72c). Fue precisamente esta meditación la que sumergió a
Francisco en el gozoso encuentro con su Señor, convirtiéndose así en “Otro Cristo”,
porque la Cruz es el libro de la vida.
c). Oración
litúrgica: Francisco afectuosamente se deja penetrar por el espíritu de
la oración de la Iglesia.
Francisco insiste en el rezo del oficio
divino. La liturgia de las horas es la oración de la Iglesia universal.
Exhorta Francisco: Todos los frailes, sena clérigos o laicos, reciten el
oficio divino y lo recen por los vivos y por los muertos según las costumbres
de los clérigos. Por los defectos y las negligencias de los frailes recen
diariamente el De profundis con el Padre Nuestro. (I Re 3).
d). Otra
fuente de oración de San Francisco es la creación. Es genial en
este aspecto La alabanza al Dios altísimo. Es el canto de
agradecimiento, parte de lo que ve, de las maravillas de Dios… He aquí el
Cántico de las Criaturas: Altísimo omnipotente buen Señor, tuyas son las
alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición… (Cánt 1).
Que nuestra
oración sea confiada de la misma manera que confía un niño en brazos de su
madre.
PUNTOS
PARA MEDITAR:
Cada
uno y con toda libertad se puede servir de las siguientes preguntas para
meditar, o bien puede recurrir a las suyas propias, ya que la fuente de
inspiración ha de ser siempre el Espíritu Santo.
¿Qué importancia tiene para mí la vida de oración
práctica?
¿Ha sido verdaderamente el parte aguas de mi vida
después del encuentro con Jesucristo?
¿Cuál es la realidad de mi oración hoy?
¿Qué ha
significado para mí llevar una vida de oración?
¿Cómo vivo ésta experiencia de oración cada día?
¿Soy de los que piensan que en la oración se
pierde el tiempo?
¿Cómo es mi oración?
¿Cuál es la calidad de mi oración?
¿Reduzco mi vida de oración sólo a los horarios
marcado en la fraternidad?
El Señor me
pide vivir nuevamente ese encuentro con Él en la oración ¿En qué medida y con
qué método estoy dispuesto a hacerlo?
Paráfrasis
del Padrenuestro
¡Oh
santísimo Padre nuestro: creador, redentor, consolador y salvador
nuestro!
Que estás en los cielos: en los ángeles y en los santos; iluminándolos para conocer, porque tú. Señor, eres la luz; inflamándolos para amar, porque tú, Señor, eres el amor; habitando en ellos y colmándolos para gozar de la eterna bienaventuranza, porque tú. Señor, eres el bien sumo, eterno, de quien todo bien procede, sin quien no hay bien alguno.
Santificado sea tu nombre: clarificada sea en nosotros tu noticia, para que conozcamos cuál es la anchura de tus beneficios, la largura de tus promesas, la sublimidad de tu majestad y la hondura de tus juicios.
Venga tu reino: para que reines en nosotros por la gracia, y nos hagas llegar a tu reino, donde está la visión manifiesta de ti, el amor perfecto a ti, la unión bienaventurada contigo, la fruición de ti por siempre.
Hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo: para que te amemos con todo el corazón, pensando siempre en ti; con toda el alma, deseándote siempre a ti; con toda la mente, dirigiendo todas nuestras intenciones a ti, buscando en todo tu honor; y con todas nuestras fuerzas, destinando todas nuestras fuerzas y los sentidos del alma y del cuerpo al servicio de tu amor y no a otra cosa; y para que amemos a nuestros prójimos como a nosotros mismos, atrayendo a todos, según nuestras fuerzas, a tu amor, alegrándonos de los bienes ajenos como de los nuestros y compadeciéndolos en los males, y no siendo causa de tropiezo para nadie.
El pan nuestro de cada día: tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo, dánosle hoy: para que recordemos, comprendamos y veneremos el amor que nos tuvo y cuanto por nosotros dijo, hizo y padeció.
Y perdónanos nuestras deudas: por tu inefable misericordia, por el poder de la pasión de tu amado Hijo y por los méritos e intercesión de la beatísima Virgen y de todos tus elegidos.
Así como nosotros perdonamos a nuestros deudores: y lo que no perdonamos plenamente, haz tú, Señor, que plenamente lo perdonemos; para que por ti amemos de verdad a los enemigos y por ellos intercedamos devotamente ante ti, no devolviendo a nadie mal por mal, y para que nos esforcemos por ser en ti útiles en todo.
Que estás en los cielos: en los ángeles y en los santos; iluminándolos para conocer, porque tú. Señor, eres la luz; inflamándolos para amar, porque tú, Señor, eres el amor; habitando en ellos y colmándolos para gozar de la eterna bienaventuranza, porque tú. Señor, eres el bien sumo, eterno, de quien todo bien procede, sin quien no hay bien alguno.
Santificado sea tu nombre: clarificada sea en nosotros tu noticia, para que conozcamos cuál es la anchura de tus beneficios, la largura de tus promesas, la sublimidad de tu majestad y la hondura de tus juicios.
Venga tu reino: para que reines en nosotros por la gracia, y nos hagas llegar a tu reino, donde está la visión manifiesta de ti, el amor perfecto a ti, la unión bienaventurada contigo, la fruición de ti por siempre.
Hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo: para que te amemos con todo el corazón, pensando siempre en ti; con toda el alma, deseándote siempre a ti; con toda la mente, dirigiendo todas nuestras intenciones a ti, buscando en todo tu honor; y con todas nuestras fuerzas, destinando todas nuestras fuerzas y los sentidos del alma y del cuerpo al servicio de tu amor y no a otra cosa; y para que amemos a nuestros prójimos como a nosotros mismos, atrayendo a todos, según nuestras fuerzas, a tu amor, alegrándonos de los bienes ajenos como de los nuestros y compadeciéndolos en los males, y no siendo causa de tropiezo para nadie.
El pan nuestro de cada día: tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo, dánosle hoy: para que recordemos, comprendamos y veneremos el amor que nos tuvo y cuanto por nosotros dijo, hizo y padeció.
Y perdónanos nuestras deudas: por tu inefable misericordia, por el poder de la pasión de tu amado Hijo y por los méritos e intercesión de la beatísima Virgen y de todos tus elegidos.
Así como nosotros perdonamos a nuestros deudores: y lo que no perdonamos plenamente, haz tú, Señor, que plenamente lo perdonemos; para que por ti amemos de verdad a los enemigos y por ellos intercedamos devotamente ante ti, no devolviendo a nadie mal por mal, y para que nos esforcemos por ser en ti útiles en todo.
Y
no nos dejes caer en la tentación: oculta o manifiesta, imprevista o insistente.
-
Mas líbranos del mal: pasado,
presente y futuro.
Después de tu reflexión reza tres Padre Nuestro y tres Ave María con Gloria al Padre
Después de tu reflexión reza tres Padre Nuestro y tres Ave María con Gloria al Padre
-
Pide al
señor que te conceda lo que más necesites y sea su voluntad
ORACIÓN FINAL
Invitación a restituir
todos los bienes al Señor
(Regla no bulada, XVII,17-18)
Y restituyamos todos los bienes al Señor
Dios altísimo y sumo,
y reconozcamos que todos son suyos,
y démosle gracias por todos ellos,
ya que todos los bienes de él proceden.
Y el mismo altísimo y sumo,
el solo Dios verdadero,
posea, a él se le tributen
y él reciba todos los honores y reverencias,
todas las alabanzas y bendiciones,
todas las acciones de gracias y la gloría,
porque suyo es todo bien,
y sólo él es bueno.
Y restituyamos todos los bienes al Señor
Dios altísimo y sumo,
y reconozcamos que todos son suyos,
y démosle gracias por todos ellos,
ya que todos los bienes de él proceden.
Y el mismo altísimo y sumo,
el solo Dios verdadero,
posea, a él se le tributen
y él reciba todos los honores y reverencias,
todas las alabanzas y bendiciones,
todas las acciones de gracias y la gloría,
porque suyo es todo bien,
y sólo él es bueno.
5. FRANCISCO
EVANGELIO VIVIENTE. 5-9
Por la
señal de la Santa Cruz + De nuestros enemigos + Líbranos
Señor, Dios nuestro + En
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo +
Amén
Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo,
Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quién eres y
porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en
todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda
de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta
por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de
todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita
que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu
santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.
TEXTO BÍBLICO PARA
REFLEXIONAR
Vayan y
prediquen, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado.
Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia. No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos;
10:10 ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento.(Mt 10,7-10)
Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia. No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos;
10:10 ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento.(Mt 10,7-10)
Tras el
encuentro con Jesucristo Francisco descubre el imperativo urgente de anunciar
el Evangelio. Démonos cuenta de algo: el primer impulso de Francisco fue el de
encontrarse con el Maestro, con Jesucristo. Hoy podemos decir que Francisco se
ha convertido en un verdadero discípulo de Jesucristo. El discípulo auténtico
es el que está a los pies del Maestro, el que aprende del Maestro, el que cena
con el Maestro, el que contempla al Maestro, el que se fía del Maestro, el que
no se siente superior al Maestro. En definitiva el verdadero Discípulo es el
que reproduce en sí mismo la imagen del Maestro. El que se transfigura en el
Maestro. Esto fue precisamente lo que le sucedió a Francisco. Una vez que se ha
encontrado con Jesucristo, se esfuerza en conocerle, una vez que le conoce le
acepta, una vez que lo acepta lo ama y una vez que lo ama se convierte en “otro
Cristo”. El resultado es extraordinario. Ha reproducido en sí mismo por gracia
de Dios la imagen viva del Maestro.
Esto es
una realidad en Francisco porque confía en Jesucristo y sabe que Él no le va a
fallar, sin embargo ahora era momento de enfrentar otra duda: a qué debía
dedicarse. Es decir, después de ser un fiel discípulo, viene ahora el segundo
momento que complementa o integra todo el proceso: la misión a la que Dios le
ha llamado ¿Cuál será esa misión? ¿En qué consistirá? ¿Quién se lo indicará?
Otra duda con la cual Francisco tendrá que enfrentarse, pero ahora no querrá
refugiarse en lo efímero, en la fama, sino en Dios. Entonces implora y suplica
a Dios le conceda la gracia de hacer su voluntad y fue una mañana de febrero de
1208 cuando se clarificaba el camino evangélico de Francisco de Asís. Fue en el
momento en que estando en santa María de los Ángeles escucha el evangelio de la
misión (Mt 10,7-10). Francisco ha penetrado por el camino siempre nuevo del
Evangelio. Francisco quiere vivir el Evangelio a la letra, sin glosa. “El
Evangelio no tiene necesidad de ser justificado, se toma o se deja”.
Cuando
Francisco escucha el Evangelio del envío de los discípulos de Jesucristo y que
a partir de ahora se convierten en misioneros, en apóstoles, en predicadores,
en anunciadores de la Buena Nueva del Reino, Francisco exclama ¡Esto es lo que
busco, esto es lo que yo quiero…” inmediatamente se le suma su primer
compañero, Bernardo de Quintavalle, seguido inmediatamente de varios otros.
Aquí
descubrimos que el Evangelio es vivo y eficaz, más cortante que espada de doble
filo que descubre los pensamientos del corazón y penetra hasta las entrañas mismas
del corazón que está dispuesto a amar. Es un Evangelio que arranca a Francisco
de su vida eremítica y lo lanza por los caminos de la misión al encuentro de
los hombres y de la historia. El envío a la misión resuena en Francisco cual torrente de agua limpia, fresca y
cristalina al caer de las montañas. Es una llamada a la movilidad, a la
itinerancia. A dejar las ataduras y
ponerse en camino a surcar el mundo, a impregnar a la Iglesia y al mundo entero
de la frescura del Evangelio a través de una vida sencilla y despojada de todo.
Otro
aspecto muy importante en la vida del apóstol, del mensajero es precisamente el
Anuncio, el mensaje y su contenido. No se van a anunciar ellos mismos. No van a
llevar su propio mensaje. Van a anunciar, a llevar la Buena Nueva que Jesús les
ha encomendado a sus discípulos y se trata del mensaje fundamental de la paz,
porque la paz es el fruto de la justicia, porque donde hay paz está Dios y
donde está Dios no falta nada, por eso el deseo de paz fue, es y será siempre
el distintivo del cristiano, pero ante todo será en la práctica diaria donde
éste deseo se hará realidad. “En cualquier lugar casa en que entren digan: ‘Paz
a esta casa’. Si hay allí un hijo de la
paz, su deseo de paz descansará sobre él; si no, volverá a ustedes”.
¡La Paz!
Este es el mensaje. Evangelizar es ante todo anunciar la paz, la gran paz
mesiánica, la que reconcilia a los hombres con Dios y la que ha de reconciliar
a los hombres entre unos con otros, transformando sus relaciones y creando ambientes de igualdad y justicia, una paz que
libere de toda esclavitud. Esta paz sólo puede ser anunciada por alguien que ha
hecho del Evangelio su forma de vida, por alguien libre de codicias y sin
ningún afán de poder. La pobreza radical será la insignia de Francisco y será
una pobreza en todos los aspectos. Porque igual, será la pobreza del Hijo de
Dios que siendo rico por nosotros se hizo pobre para enriquecernos con su
riqueza. Así es como Francisco consigue asemejarse totalmente a Jesucristo a
través de ser un “Evangelio viviente””.
Así pues
éste es el Evangelio que, apenas escuchado por el corazón de Francisco, le pone
en movimiento: “Recorría ciudades y castillos, -cuenta Celano- anunciando el
Reino de Dios, predicando la paz”. (1Cel 36). Esta será una de las grandes
características del Seráfico Padre hasta el final de su vida: La paz.
PARA REVISAR MI VIDA:
1.
¿Qué lugar
práctico ocupa en mi la lectura, oración y práctica del Evangelio en mi vida
diaria?
2.
¿Qué es lo que
tengo que dejar, a qué debo renunciar para ser un verdadero Apóstol del
Evangelio?
3.
¿Estoy dispuesto a
dejarlo? ¿Cómo, cuándo?
4.
¿Qué importancia
le doy en mi vida a la misión, al
apostolado?
5.
¿Confío plenamente
en la Providencia de Dios, o me fío más de mí mismo a la hora de anunciar el Evangelio?
6.
¿Soy persona
constructora de paz en mi entorno?
7.
¿Qué tipo de paz
anuncio: la Mesiánica o la de mis propios intereses y convicciones?
8.
¿Soy una persona
justa con los que me rodean?
Oración Simple
Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.
Oh Señor, que yo no busque tanto
ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.
Oh Señor, que yo no busque tanto
ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.
Atribuida a San Francisco de
Asís.
Reza tres Padres Nuestros, tres Ave María y Gloria al Padre.
-
Después de
tu reflexión reza tres Padre Nuestro y tres Ave María con Gloria al Padre
-
Pide al
señor que te conceda lo que más necesites y sea su voluntad
ORACIÓN FINAL
Invitación a restituir
todos los bienes al Señor
(Regla no bulada, XVII,17-18)
Y restituyamos todos los bienes al Señor
Dios altísimo y sumo,
y reconozcamos que todos son suyos,
y démosle gracias por todos ellos,
ya que todos los bienes de él proceden.
Y el mismo altísimo y sumo,
el solo Dios verdadero,
posea, a él se le tributen
y él reciba todos los honores y reverencias,
todas las alabanzas y bendiciones,
todas las acciones de gracias y la gloría,
porque suyo es todo bien,
y sólo él es bueno.
Y restituyamos todos los bienes al Señor
Dios altísimo y sumo,
y reconozcamos que todos son suyos,
y démosle gracias por todos ellos,
ya que todos los bienes de él proceden.
Y el mismo altísimo y sumo,
el solo Dios verdadero,
posea, a él se le tributen
y él reciba todos los honores y reverencias,
todas las alabanzas y bendiciones,
todas las acciones de gracias y la gloría,
porque suyo es todo bien,
y sólo él es bueno.
6.
FRANCISCO
EL HERMANO UNIVERSAL. 6-9
Por la
señal de la Santa Cruz + De nuestros enemigos + Líbranos
Señor, Dios nuestro + En
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo +
Amén
Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo,
Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quién eres y
porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en
todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda
de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta
por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de
todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita
que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu
santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.
ORACIÓN ANTE EL CRUCIFIJO (OrCr)
¡Oh alto y glorioso Dios!
ilumina las tinieblas de mi corazón.
Dame fe recta, esperanza cierta, caridad perfecta;
acierto y conocimiento, oh Señor,
para cumplir tu santo y veraz mandato.
Amén.
TEXTO BÍBLICO PARA REFLEXIONAR
Entonces
dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los
peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y
en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su
imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo
Dios, y les dijo: Fructificad y
multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar,
en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la
tierra. (Génesis 1,26-28).
¿No
tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué, pues,
nos portamos deslealmente el uno contra el otro, profanando el pacto de
nuestros padres? (Malaquías 2,10).
Francisco
se ha convertido en misionero, en hermano itinerante al estilo de los
discípulos de Cristo por el mundo. Nunca pasó por su cabeza fundar una orden,
menos, mucho menos tres con todas su ramificaciones que son muchos centenares
de las mismas. Francisco simplemente quiere vivir el Evangelio. Pero el Señor
que no se deja ganar en generosidad pronto se encargó de que aquél hermano no
fuera un antisigno del Reino. El Reino es comunión, es unidad, es lugar de
fraternidad, de igualdad, de servicio y minoridad y si Francisco había
decidido, o mejor dicho si Dios había decidido que Francisco fuese signo de ese
Reino, entonces no podía vivir solo la aventura evangélica. Es el mismo Señor
quien le da hermanos. Curiosamente fueron los que antes habían compartido con
él su otro estilo de vida, pero conmovidos por su palabra y su ejemplo, se
unieron a él. Los primeros compañeros, los amigos de la juventud evangélica:
Bernardo de Quintavalle, Pedro Cattani, Gil… entre otros, muy pronto llegarían
a sumar 12 y pronto se multiplicarían. En 1220, serán 3000; en 1226 serán 5000.
Sin haberlo buscado, Francisco vio que se le confiaba la tarea nada fácil y muy
delicada de encarnar su inspiración evangélica en una comunidad-fraternidad
humana cada vez más numerosa.
Francisco
no quiere tomar el modelo que había de vida monástica de aquél tiempo. Para
Francisco el Hijo de Dios se había hecho camino y sólo a él había que seguir,
Él tenía que ser la única fuente de inspiración. Francisco se siente inspirado
directamente del Evangelio, es decir de Jesucristo: “Y después que el Señor me
dio hermanos, nadie me mostraba qué debía hacer, sino que el Altísimo mismo me
reveló que debía vivir según la forma del Santo Evangelio. Y yo lo hice
escribir en pocas palabras y sencillamente y el señor papa me lo confirmó”.
(Test 14,15).
Aquí
tenemos la inspiración más genuina de la consolidación vocacional de Francisco y de todos sus seguidores. La
nueva forma de vida evangélica se sitúa bajo el signo de la misión apostólica.
El modelo el mismo Jesucristo que anduvo de pueblo en pueblo, de aldea en aldea
y posteriormente en los discípulos enviados a misionar por Cristo.
Como
consecuencia de una vida itinerante, apostólica, es necesario el
desprendimiento, la pobreza, deben vivir como la gente del pueblo, trabajar
como ellos, sin ningún privilegio eclesiástico y cuando el fruto de su trabajo
no les alcance deben recurrir “a la mesa del Señor”, es decir, a la limosna.
Esta pobreza de misioneros itinerantes y mendicantes, la viven los hermanos en
estrecha comunión con Cristo, que no tenía piedra dónde reposar su cabeza y que
vivía también de la generosidad de sus amigos. (1 R 9,6).
Como
consecuencia de la misión-itinerancia y pobreza ahora nos encontramos con la
fraternidad. Una fraternidad entre iguales. Una fraternidad que no discrimina y
que comparte todo con el hermano y se preocupa por él, todos son iguales.
“Ninguno de los hermanos, dirá Francisco en la Regla de 1221, tenga potestad o
dominio y menos entre ellos”. (1 R 5,9).
Al irse
fraguando y consolidado este nuevo estilo de vida Francisco insistirá a tiempo
y a destiempo en que una cosa es necesaria: “Aspirar a tener el Espíritu del
Señor y su santa operación” nada más. Francisco era capaz de descubrir en el
universo entero la presencia siempre fresca de Dios, a tal grado que tras haber
inyectado el nuevo ideal evangélico, Dios mismo le concede la gracia de ser
sensible a las demás creaturas que hay en el universo entero. Todas ellas
hablan de la presencia de Dios. Todas ellas son signo de la cercanía y del amor
incondicional de Dios. Todas ellas son signo de comunión entre Dios y los
hombres. Pocos han tenido la sensibilidad que tuvo el Santo de Asís para descubrir
a Dios en sus creaturas. Por lo tanto, Francisco es el hermano universal por
dos aspectos concretos, a saber:
Después
que el Señor le da hermanos, Él mismo le dice lo que debe hacer, pero Francisco
no se queda sólo con esa inspiración que por lo demás sería suficiente, no,
sino que va a la presencia del Papa que es el signo de la universalidad de la
Iglesia y es él quien le confirma la nueva forma de vida, por eso es un hermano
universal. El otro aspecto es precisamente la sensibilidad y el respeto para
con toda la creación. Francisco descubre en todo la presencia de Dios y desde
ahí, se sirve de la creación para alabar y bendecir a Dios.
PARA
REVISIÓN DE VIDA
1.
¿Me descubro y
vivo verdaderamente como alguien echo a imagen y semejanza de Dios?
2.
¿Soy signo del
Reino de Dios ante los demás por mi trato igual para con todos?
3.
¿Considero a
quienes viven conmigo como un regalo de Dios o como una carga que tengo que
soportar?
4.
¿Qué importancia
tiene la misión en mi de acuerdo con mi propio estilo de vida?
5.
¿Me siento
superior a los demás o procuro ser una persona justa e igual con todos?
6.
¿Soy capaz de
descubrir en la creación la presencia amorosa de Dios?
7.
¿Cuál es mi
compromiso de cara a la creación?
Cántico de las criaturas
Altísimo,
omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas,
la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te corresponden
y ningún hombre es digno de pronunciar tu nombre.
Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano sol,
él es el día y por él nos alumbras;
y es bello y radiante con gran esplendor:
de ti. Altísimo, lleva significación.
Loado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas:
en el cielo las has formado
claras y preciosas y bellas.
Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,
y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sustento.
Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,
que es muy útil y humilde y preciosa y casta.
Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche:
y es bello y alegre y robusto y fuerte.
Loado seas, mi Señor,
por nuestra hermana la madre tierra,
que nos sustenta y gobierna
y produce distintos frutos
con flores de colores y hierbas.
Loado seas, mi Señor,
por los que perdonan por tu amor
y sufren enfermedad y tribulación.
Bienaventurados aquellos que las sufren en paz,
pues por ti, Altísimo, coronados serán.
Loado seas, mi Señor,
por nuestra hermana la muerte corporal
de la cual ningún hombre vivo puede escapar.
¡Ay de aquellos que morirán en pecado mortal!
Bienaventurados
los que encontrará en tu santísima voluntad,
pues la muerte segunda no les hará mal.
Load y bendecid a mi Señor,
y dadle gracias y servidle con gran humildad
tuyas son las alabanzas,
la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te corresponden
y ningún hombre es digno de pronunciar tu nombre.
Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano sol,
él es el día y por él nos alumbras;
y es bello y radiante con gran esplendor:
de ti. Altísimo, lleva significación.
Loado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas:
en el cielo las has formado
claras y preciosas y bellas.
Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,
y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sustento.
Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,
que es muy útil y humilde y preciosa y casta.
Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche:
y es bello y alegre y robusto y fuerte.
Loado seas, mi Señor,
por nuestra hermana la madre tierra,
que nos sustenta y gobierna
y produce distintos frutos
con flores de colores y hierbas.
Loado seas, mi Señor,
por los que perdonan por tu amor
y sufren enfermedad y tribulación.
Bienaventurados aquellos que las sufren en paz,
pues por ti, Altísimo, coronados serán.
Loado seas, mi Señor,
por nuestra hermana la muerte corporal
de la cual ningún hombre vivo puede escapar.
¡Ay de aquellos que morirán en pecado mortal!
Bienaventurados
los que encontrará en tu santísima voluntad,
pues la muerte segunda no les hará mal.
Load y bendecid a mi Señor,
y dadle gracias y servidle con gran humildad
-
Después de
tu reflexión reza tres Padre Nuestro y tres Ave María con Gloria al Padre
-
Pide al
señor que te conceda lo que más necesites y sea su voluntad
ORACIÓN FINAL
Invitación a restituir
todos los bienes al Señor
(Regla no bulada, XVII,17-18)
Y restituyamos todos los bienes al Señor
Dios altísimo y sumo,
y reconozcamos que todos son suyos,
y démosle gracias por todos ellos,
ya que todos los bienes de él proceden.
Y el mismo altísimo y sumo,
el solo Dios verdadero,
posea, a él se le tributen
y él reciba todos los honores y reverencias,
todas las alabanzas y bendiciones,
todas las acciones de gracias y la gloría,
porque suyo es todo bien,
y sólo él es bueno.
Y restituyamos todos los bienes al Señor
Dios altísimo y sumo,
y reconozcamos que todos son suyos,
y démosle gracias por todos ellos,
ya que todos los bienes de él proceden.
Y el mismo altísimo y sumo,
el solo Dios verdadero,
posea, a él se le tributen
y él reciba todos los honores y reverencias,
todas las alabanzas y bendiciones,
todas las acciones de gracias y la gloría,
porque suyo es todo bien,
y sólo él es bueno.
7. La explosión del Amor purísimo en el corazón de Francisc.7-9
Por la
señal de la Santa Cruz + De nuestros enemigos + Líbranos
Señor, Dios nuestro + En
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo +
Amén
Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo,
Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quién eres y
porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en
todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda
de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta
por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de
todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita
que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu
santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.
ORACIÓN ANTE EL CRUCIFIJO (OrCr)
¡Oh alto y glorioso Dios!
ilumina las tinieblas de mi corazón.
Dame fe recta, esperanza cierta, caridad perfecta;
acierto y conocimiento, oh Señor,
para cumplir tu santo y veraz mandato. Amén.
TEXTO BÍBLICO PARA REFLEXIONAR
Al
sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea,
llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa
de David; el nombre de la virgen era María.
Y
entrando, le dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
Ella
se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo.
El
ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas
a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre
Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará
el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su
reino no tendrá fin. María respondió al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que no
conozco varón? El ángel le respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el
poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será
santo y será llamado Hijo de Dios. (Lc 1,26-35).
Es
una gracia de Dios para todos los hijos de Francisco la devoción a la Santísima
Virgen María que nuestro Seráfico Padre
nos ha legado. No se trata tan sólo de una piedad romántica y externa sino que
debe de transformar el interior de todo hijo de Francisco. La profunda devoción y piedad mariana del Santo de Asís es evidente desde
la época de su conversión: Bernardo de Quintavalle, que lo hospedó algunas
veces en su casa, observando su comportamiento, "lo veía pasar las noches
en oración, durmiendo poquísimo y alabando al Señor y a la gloriosa Virgen su
Madre, y pensaba, lleno de admiración: 'Realmente, este hombre es un hombre de
Dios" (2Cel., 24).
Así pues en primer lugar nos encontramos ante
un maestro de oración, pero además de eso, nos encontramos con un corazón
enamorado. Sí un corazón enamorado de lo más hermosos que Dios podía dar a la
humanidad después de Jesucristo: María. A quien sin lugar a dudas, Dios también
amó con singular predilección. La virgen pura. Su pureza fue tal que Dios la
eligió para ser la Madre de su Hijo, la Esposa del Espíritu Santo y Madre de la
Iglesia. La Virgen llena de Gracias. Y cómo no iba a estarlo si llevó dentro de
sí todo el Espíritu del Señor y su santa operación al decirle “sí” al plan a
proyecto que Dios tenía para ella. La Madre de la Iglesia. Si Jesucristo su
Hijo es la Piedra angular donde se levanta todo el edificio y queda ensamblado
para gloria de Dios aquí en la tierra, María va a ser la Madre de toda la
Iglesia y por ello al final de camino de la Cruz Jesucristo en medio de su
dolor de su agonía, pero sobre todo en medio del amor abrasador para la
humanidad nos la da como nuestra Madre. ¡Qué amor tan grande debió tenernos y
debe tenernos Jesucristo para darnos a su Madre como nuestra Madre! Centrémonos
pues en este amor puro y virginal de Francisco para con la Madre de Dios. Y
tratemos de acercarnos también nosotros con un corazón puro limpio y pidamos a
María nos conceda la gracia de amar y servir a Jesucristo de manera fiel y
constante como ella lo hizo.
El amor especial que el “Poverello de Asís”
sentía por la Madre del Hijo de Dios lo manifestó
desde los primeros momentos de su conversión, pero también de alguna manera en
la elección de residir en la Porciúncula, "una iglesita dedicada a la
santísima Virgen: una construcción antigua, pero entonces del todo descuidada y
abandonada. Cuando el hombre de Dios la vio tan abandonada, empujado por su
fervorosa devoción por la Reina del mundo, puso allí su morada, con intención
de repararla. Allí gozaba a menudo de la visita de los Ángeles, como parecía
indicar el nombre de la iglesia misma, llamada desde antiguo Santa María de los
Ángeles. Por eso la eligió como residencia, por su veneración por los ángeles y
su especial amor por la Madre de Cristo" (L.Mayor, II,8).
Francisco amaba de manera particular aquel
lugar, lo amaba "más que todos los demás lugares del mundo. Aquí, en
efecto, conoció la humildad de los comienzos, aquí progresó en las virtudes,
aquí alcanzó felizmente la meta. En el momento de la muerte recomendó este
lugar a los frailes, como el más querido de la Virgen" (Ibid.),
"porque quería que la Orden de los Menores creciera y se desarrollara,
bajo la protección de la Madre de Dios, allí donde, por méritos de ella, había
tenido su origen" (L.Mayor, III,5). El autor de la vida de S. Clara añade:
"Este es aquel lugar famoso donde dio comienzo el nuevo ejército de los
pobres, guiado por Francisco, de modo que apareció claramente que fue la Madre
de la Misericordia la que dio a luz en su morada a una y otra Orden" (L.
S.Clara, 8).
Fijémonos que manera tan fina y elegante la de
los primeros biógrafos de San Francisco para darnos a conocer a modo de
filigrana la manera extraordinaria de la experiencia espiritual de Francisco
desde sus inicios hasta el final de su vida terrena y que se sigue cultivando
hasta el día de hoy en ése pequeño y gran tesoro de Santa María de los Ángeles.
Francisco no la quería por su forma materia, aunque también, por ser pequeña y
humilde, verdaderamente como la Madre de Jesús, pero no sólo por eso, sino
porque ahí se daban cita los más excelsos personajes que alababan y
glorificaban eternamente a Dios. Esto es lo que hace que Francisco ame con
especial predilección ese lugar, pero lo ama ante todo y sobre todo porque está
construido en honor a María la Madre de Dios.
Concretamente el amor y el afecto de Francisco por María Santísima se
manifiestan también en el Saludo a la Bienaventurada Virgen María, himno de
alabanza que exalta la divina maternidad, obra de Dios, Trino y Uno.
Lo anterior es muy importante: si Francisco exalta la santidad de María,
lo hace reconociendo y sobre-exaltando la santidad del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. Por lo tanto Francisco reconoce que lo que en María se ha
realizado es obra de la Santísima Trinidad y no mérito ni obra de María. El
himno de alabanza que Francisco escribe para saludar a María es uno de los
textos más genuinos y hermosos que nuestro Padre nos ha dejado. Tratemos de
entrar en un ambiente de oración y reflexión en la profundidad espiritual de
este cántico.
Saludo a la bienaventurada Virgen
María
"¡Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios,
María virgen hecha Iglesia,
elegida por el santísimo Padre del cielo,
consagrada por él con su santísimo Hijo amado
y el Espíritu Santo Defensor,
en ti estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien!
¡Salve, palacio de Dios!
¡Salve, tabernáculo de Dios!
¡Salve, casa suya!
¡Salve, vestidura suya!
¡Salve, esclava suya!
¡Salve, Madre suya!
y ¡salve, todas vosotras, santas virtudes,
que por la gracia e iluminación del Espíritu Santo,
sois infundidas en los corazones de los fieles,
para hacerlos de infieles, fieles a Dios!"
María virgen hecha Iglesia,
elegida por el santísimo Padre del cielo,
consagrada por él con su santísimo Hijo amado
y el Espíritu Santo Defensor,
en ti estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien!
¡Salve, palacio de Dios!
¡Salve, tabernáculo de Dios!
¡Salve, casa suya!
¡Salve, vestidura suya!
¡Salve, esclava suya!
¡Salve, Madre suya!
y ¡salve, todas vosotras, santas virtudes,
que por la gracia e iluminación del Espíritu Santo,
sois infundidas en los corazones de los fieles,
para hacerlos de infieles, fieles a Dios!"
PARA REVISIÓN DE NUESTRA VIDA
1.
¿Qué lugar ocupa la Madre de Dios en mi vida?
2.
¿Soy consciente de la obra que Dios ha
realizado en la humanidad por medio de
la Madre de Jesús?
3.
¿Cómo expreso mi devoción y mi gratitud a
María por ser mi principal intercesora?
4.
¿Soy capaz de fomentar la devoción a María o
me avergüenzo de ello?
5.
Después de
tu reflexión reza tres Padre Nuestro y tres Ave María con Gloria al Padre
6.
Pide al
señor que te conceda lo que más necesites y sea su voluntad
ORACIÓN FINAL
-
Después de
tu reflexión reza tres Padre Nuestro y tres Ave María con Gloria al Padre
-
Pide al
señor que te conceda lo que más necesites y sea su voluntad
ORACIÓN FINAL
Invitación a restituir
todos los bienes al Señor
(Regla no bulada, XVII,17-18)
Y restituyamos todos los bienes al Señor
Dios altísimo y sumo,
y reconozcamos que todos son suyos,
y démosle gracias por todos ellos,
ya que todos los bienes de él proceden.
Y el mismo altísimo y sumo,
el solo Dios verdadero,
posea, a él se le tributen
y él reciba todos los honores y reverencias,
todas las alabanzas y bendiciones,
todas las acciones de gracias y la gloría,
porque suyo es todo bien,
y sólo él es bueno.
Y restituyamos todos los bienes al Señor
Dios altísimo y sumo,
y reconozcamos que todos son suyos,
y démosle gracias por todos ellos,
ya que todos los bienes de él proceden.
Y el mismo altísimo y sumo,
el solo Dios verdadero,
posea, a él se le tributen
y él reciba todos los honores y reverencias,
todas las alabanzas y bendiciones,
todas las acciones de gracias y la gloría,
porque suyo es todo bien,
y sólo él es bueno.
8. EL CUERPO Y LA SANGRE DEL SEÑOR: EUCARISTÍA MILAGRO DE AMOR
Y DE
HUMIDADCONTEMPLADO POR FRANCISCO. 8-9
Por la
señal de la Santa Cruz + De nuestros enemigos + Líbranos
Señor, Dios nuestro + En
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo +
Amén
Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo,
Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quién eres y
porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en
todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda
de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta
por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de
todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita
que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu
santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.
ORACIÓN ANTE EL
CRUCIFIJO (OrCr)
¡Oh alto y
glorioso Dios!
ilumina las
tinieblas de mi corazón.
Dame fe
recta, esperanza cierta, caridad perfecta;
acierto y
conocimiento, oh Señor,
para
cumplir tu santo y veraz mandato.
Amén.
En esta pequeña
meditación o reflexión quisiera que nos adentrásemos con un corazón muy, muy
humilde y puro al corazón de Francisco, pero sobre todo al de Jesucristo, mismo
que se nos revela vivo y presente en la su Cuerpo y en su Sangre. Necesitamos
pues revestirnos de esa gracia y santidad que nos han sido dadas desde el día
de nuestro bautismo y que renovamos día a día en cada Eucaristía que
celebramos. Es necesario el Espíritu del Señor y su santa operación para que
logremos no sólo entender desde los ojos de la fe, sino también desde el amor y
el compromiso y revalorar este santísimo misterio que es la fuente de la
Santidad y de la gracia divina para todo cristiano que se acerca humildemente
a este Santísimo Misterio que es Acción
de gracias por excelencia, pero que sobre todo y ante todo es sacrificio. Y no
cualquier sacrificio, sino el de Cristo, el Cordero inmaculado que se hizo en
todo semejante a nosotros menos en el pecado.
Es importante
resaltar que Francisco no pierde nunca de vista el carácter sacrificial de la
Misa: La Eucaristía es la conmemoración del Sacrificio de Cristo y renueva para
nosotros hoy los frutos de la Redención. Unos frutos que nos hemos de empeñar
en aceptar y recibir dignamente para que podamos de la misma manera
convertirnos en otros Cristos. Esto suena un poco raro, pero ¿no es acaso
cuando comemos el Cuerpo del Señor Jesucristo y bebemos su Sangre el momento
más intenso de comunión y de unión con Él? Desde luego que sí. No existe
ninguna duda al respecto al menos para los que tenemos fe y creemos que así es.
En el momento de la comunión del Cuerpo y Sangre del Señor el entra dentro de
nosotros y nosotros lo contenemos todo a Él, es como si no fueran dos personas
sino una sola, sí una sola porque el Amor transforma y la Eucaristía, el Cuerpo
y la Sangre de Cristo son lo más exquisito del Amor de Dios.
La Eucaristía,
siendo la actualización del sacrificio de la Nueva Alianza, ofrece a los
hombres de todos los tiempos, la salvación operada antaño por el Señor.
Francisco comprendió que, si el Señor instituyó la Eucaristía, fue para
transmitir a todos los hombres los frutos del Sacrificio de la Cruz. Si no ¿Qué
sentido tendría celebrar la Misa hoy? ¿Para qué asistir a Misa si fuera sólo
una comedia, una representación, una obra de teatro? No, no es así La cruz no
es teatro, la cruz es vida y genera vida siempre cuando se lleva con dignidad y
se acepta por amor. Por amor la aceptó Jesucristo. Por amor nos entrega su
Cuerpo y su Sangre bajo las apariencias de pan y de vino.
Dejemos ahora a
nuestro Seráfico Padre que nos hable de corazón a corazón. Él que se consideró
indigno de consagrar el pan y el vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo, tiene una
experiencia eucarística extraordinaria. Leamos con atención y metámonos dentro
del misterio del Amor de Dios y de Francisco.
Del cuerpo del Señor
Dice el Señor Jesús a sus discípulos: Yo soy el
camino, la verdad y la vida; nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a
mí, ciertamente conoceríais también a mi Padre; y desde ahora lo conoceréis y
lo habéis visto. Le dice Felipe: Señor, muéstranos al Padre y nos basta. Le
dice Jesús: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me habéis conocido?
Felipe, el que me ve a mí, ve también a mi Padre (Jn 14,6-9).
El Padre habita en una luz inaccesible (cf. 1 Tim
6,16), y Dios es espíritu (Jn 4,24), y a Dios nadie lo ha visto jamás (Jn
1,18). Por eso no puede ser visto sino en el espíritu, porque el espíritu es el
que vivifica; la carne no aprovecha para nada (Jn 6,64).
Pero ni el Hijo, en lo que es igual al Padre, es visto
por nadie de otra manera que el Padre, de otra manera que el Espíritu Santo. De
donde todos los que vieron al Señor Jesús según la humanidad, y no vieron y
creyeron según el espíritu y la divinidad que él era el verdadero Hijo de Dios,
se condenaron. Así también ahora, todos los que ven el sacramento, que se
consagra por las palabras del Señor sobre el altar por mano del sacerdote en forma
de pan y vino, y no ven y creen, según el espíritu y la divinidad, que sea
verdaderamente el santísimo cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo, se condenan,
como lo atestigua el mismo Altísimo, que dice: Esto es mi cuerpo y mi sangre
del nuevo testamento, [que será derramada por muchos] (cf. Mc 14,22.24); y: Quien
come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna (cf. Jn 6,55). De donde el espíritu
del Señor, que habita en sus fieles, es el que recibe el santísimo cuerpo y
sangre del Señor. Todos los otros que no participan del mismo espíritu y se
atreven a recibirlo, comen y beben su condenación (cf. 1 Cor 11,29).
De donde: Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo seréis
de pesado corazón? (Sal 4,3). ¿Por qué no reconocéis la verdad y creéis en el
Hijo de Dios? (cf. Jn 9,35).
Ved que diariamente se humilla (cf. Fil 2,8), como
cuando desde el trono real (Sab 18,15) vino al útero de la Virgen; diariamente
viene a nosotros él mismo apareciendo humilde; diariamente desciende del seno
del Padre (cf. Jn 1,18) sobre el altar en las manos del sacerdote. Y como se
mostró a los santos apóstoles en carne verdadera, así también ahora se nos
muestra a nosotros en el pan sagrado. Y como ellos, con la mirada de su carne,
sólo veían la carne de él, pero, contemplándolo con ojos espirituales, creían
que él era Dios, así también nosotros, viendo el pan y el vino con los ojos corporales,
veamos y creamos firmemente que es su santísimo cuerpo y sangre vivo y verdadero.
Y de este modo siempre está el Señor con sus fieles,
como él mismo dice:
Ved que yo estoy con vosotros hasta la consumación del
siglo (cf. Mt 28,20).
REVISIÓN DE VIDA
¿Cuánto tiempo
dedico a la oración antes de celebrar la Eucaristía para recibir el Cuerpo y la
Sangre de Cristo?
¿Soy consciente de
que verdaderamente comulgo el Cuerpo y la Sangre del Señor, o simplemente lo
hago por costumbre?
¿Considero que
cuando comulgo estoy lo suficientemente limpio de culpa?
¿Cuáles son los
frutos de mi Comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo?
¿Cuánto tiempo dedico
a la Adoración del Santísimo Cuerpo de Cristo en el tabernáculo?
¿Soy consciente de
que cuando comulgo me convierto en un sagrario viviente, y que a donde voy allá
llevo a Jesucristo conmigo?
¿Cuál es mi
actitud ante todo lo anterior?
Carta primera a los fieles (1CtaF 1,1-5; 2,1-8)
1Todos los que aman al Señor con todo el corazón,
con toda el alma y con toda la mente, con todas las fuerzas, y aman a sus
prójimos como a sí mismos (cf. Mt 22,37.39; Mc 12,30), 2y odian a
sus cuerpos con sus vicios y pecados, 3y reciben el cuerpo y la
sangre de nuestro Señor Jesucristo, 4y hacen frutos dignos de
penitencia: 5¡Oh cuán bienaventurados y benditos son ellos y ellas,
mientras hacen tales cosas y en tales cosas perseveran!
1Pero
todos aquellos y aquellas que no viven en penitencia, 2y no reciben
el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo, 3y se dedican a
vicios y pecados, y que andan tras la mala concupiscencia y los malos deseos de
su carne, 4y no guardan lo que prometieron al Señor, 5y
sirven corporalmente al mundo con los deseos carnales y las preocupaciones del
siglo y los cuidados de esta vida: 6Apresados por el diablo, cuyos
hijos son y cuyas obras hacen (cf. Jn 8,41), 7están ciegos, porque
no ven la verdadera luz, nuestro Señor Jesucristo. 8No tienen la
sabiduría espiritual, porque no tienen al Hijo de Dios, que es la verdadera
sabiduría del Padre.
-
Después de
tu reflexión reza tres Padre Nuestro y tres Ave María con Gloria al Padre
-
Pide al
señor que te conceda lo que más necesites y sea su voluntad
ORACIÓN FINAL
Invitación a restituir
todos los bienes al Señor
(Regla no bulada, XVII,17-18)
Y restituyamos todos los bienes al Señor
Dios altísimo y sumo,
y reconozcamos que todos son suyos,
y démosle gracias por todos ellos,
ya que todos los bienes de él proceden.
Y el mismo altísimo y sumo,
el solo Dios verdadero,
posea, a él se le tributen
y él reciba todos los honores y reverencias,
todas las alabanzas y bendiciones,
todas las acciones de gracias y la gloría,
porque suyo es todo bien,
y sólo él es bueno.
Y restituyamos todos los bienes al Señor
Dios altísimo y sumo,
y reconozcamos que todos son suyos,
y démosle gracias por todos ellos,
ya que todos los bienes de él proceden.
Y el mismo altísimo y sumo,
el solo Dios verdadero,
posea, a él se le tributen
y él reciba todos los honores y reverencias,
todas las alabanzas y bendiciones,
todas las acciones de gracias y la gloría,
porque suyo es todo bien,
y sólo él es bueno.
9. FRANCISCO REFLEJO DE LA HUMIDAD EVANGÉLICA. 9-9
Por la
señal de la Santa Cruz + De nuestros enemigos + Líbranos
Señor, Dios nuestro + En
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo +
Amén
Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo,
Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quién eres y
porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en
todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda
de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta
por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de
todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita
que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu
santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.
TEXTO BÍBLICO PARA
REFLEXIONAR
«Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón»
(Mt 11,191.)
Oración ante el Cristo de San Damián
Sumo
y glorioso Dios
Sumo y glorioso Dios,
ilumina las tinieblas
de mi corazón
y dame fe recta,
esperanza cierta
y caridad perfecta,
sentido y conocimiento.
Señor, para que cumpla
tu santo y veraz mandamiento.
Toda reflexión sobre la humildad tiene que, subrayar, su
especificidad cristiana, que hunde sus raíces en la persona de Jesús, misterio
y manifestación plena de la revelación de Dios: su “Amor”. Por el mismo camino cristológico del amor
procede Francisco de Asís: la humildad es hermana de la pobreza (SV 2) y las
dos juntas se convierten en regla de vida para sus hermanos (R 10,.1 bull 9 1;
Reg. bull. 6, 29). En la espiritualidad franciscana la humildad aparecerá como
la raíz de la perfección evangélica: sólo se la encuentra en la fe en Cristo,
trascendiendo las capacidades naturales del hombre (Buenaventura, De pefectione
evangelica, y solutio). Es precisamente esta altísima virtud la que envolvió a
Francisco desde aquél momento que se encontró con el “Amor de su Vida” “Amor
que plenifica”. La humildad y la sencillez se convertirán en el estandarte
ondeará Francisco durante toda su vida.
la humildad es una actitud general del espíritu, que
mueve a la obediencia a la voluntad del Padre y al servicio al prójimo. Son
esto los rasgos entre otros muchos que hemos venido descubriendo del Seráfico
Padre. No se cansará de repetir siempre: Sólo una cosa es necesaria: “Poseer el
Espíritu del Señor y su santa operación”. Sólo a través de esta posesión y
actuación del Espíritu Francisco podrá obedecer siempre hasta el último de los
novicios que acaba de ingresar en la Orden. Esta obediencia a la Voluntad del
Padre le lleva evidentemente a servir al Prójimo y lo que antes le parece
amargo para el cuerpo, se convierte en dulzura del alma, y se va a servir a los
pobres de entre los más pobres: A los Leprosos, a los marginados, a los
“malditos de Dios”. Francisco se hace uno de ellos por amor al Evangelio.
Con Francisco de Asís podemos decir entonces que Dios
«es humildad" (Alabanzas del Dios altisimo, 4). La actitud humilde de
Cristo manifiesta en la historia que la humildad está en el centro de la vida
divina: es la percepción inmediata de su amor ( 1 Jn 4,8.16). ¿Acaso la kénosis
del Hijo no remite a un misterio kenótico que se ha de situar en el centro de
la Trinidad? Claro que sí! “Cristo a pesar de su condición Divina no hizo
alarde de su categoría de Dios, al contrario, se anonado a sí mismo y tomó la
condición de esclavo, pasando como uno de tantos”. (Fil 2,6-7). Ésta es la
verdadera humildad, vaciarse de sí mismo para llenarse de Dios y de las
necesidades de las personas.
En el A. T.
tenemos la persona más humilde que hay sobre la tierra, según la Biblia es
Moisés. Él fue el hombre más humilde que había sobre la tierra, y al mismo
tiempo, afirma que nadie trataba con Dios como él. Aquí nos encontramos con dos
aspectos muy importantes que van muy unidos y que Francisco vivió de manera
radical: humildad y encuentro con Dios. Nadie trata con Dios, como Moisés,
porque Dios habla con Moisés cara a cara, en la carpa del encuentro. Y al mismo
tiempo él era la persona más humilde que había sobre la tierra. Aquí se ve bien
claro que lo que genera la verdadera humildad es el
encuentro con Dios. Francisco de alguna manera sigue a Cristo pobre humilde y
crucificado, pero además habla con Él, se deja ver por Él, por eso francisco se
transfigura, se “Cristifica”.
Mientras más
encuentro con el Señor tengamos, auténtico encuentro con el Señor, de diálogo
de amistad, de escucha, de contemplación al estilo de Moisés, más humildad
llega a nosotros. Más capacidad de reconocernos tal cual somos. Tal cual somos,
ni más ni menos. Esta fue precisamente la gran riqueza de San Francisco: “Lo
que uno es ante Dios eso es y nada más”. ¡Qué claro lo tenía!
El resultado
de ese encuentro entre el Dios de Abrahám, de Isaac, y de Jacob, como le dice
Dios en la revelación que tiene a Moisés en la zarza ardiendo es un Moisés al
que le resplandece el rostro. A tal grado es el resplandor del rostro en
Moisés, que los compatriotas suyos, los paisanos suyos se sienten como
encandilados por la mirada de Moisés. Y Moisés tiene que ponerse un velo cada
vez que sale del encuentro con Dios.
En la pesca
milagrosa encontramos un acontecimiento similar a éste, que resulta del
encuentro entre Dios y la condición humana. Simón está siendo invitado a asumir
la condición de líder de la barca de Jesús. Sobre su propia barca recibe la
visita del Señor y tiene un acontecimiento increíble. Él ha intentado pescar
toda la noche junto a sus compañeros de pesca. No consiguen nada y por
indicación de Jesús se mete mar adentro, obedeciendo en la fe, y pesca como
nunca había pescado antes. Tantos peces habían sacado que tienen que llamar a
los compañeros de la otra barca para que le ayuden a llevar la cantidad de
peces que han sacado.
¿Cuál es la
reacción de Pedro? “Apártate de mí Señor, porque soy un pecador.” Es decir, la
manifestación de la grandeza de Dios, genera en Simón el reconocimiento de
quien es: yo soy un pecador. Pero rápidamente Jesús supera lo que, podría haber
sido el riesgo de apartarse de Simón, y lo abraza desde el lugar donde Simón
tiene más posibilidades de descubrir lo que es su próxima misión, o su nueva
misión: desde ahora te haré pescador de hombres.
El Poverello
de Asís descubrió claramente esto y se dio cuenta que la “empresa” que se le
encomendaba no era obra suya ni sería el fruto de su trabajo, de su cansancio,
de su esfuerzo y desvelo, sino que sería gracia de Dios y así tendría que
aceptarlo y vivirlo. Esto era necesario para que permaneciera fiel a lo que
Dios le había confiado. Por esto Francisco a pesar de todo fue el hombre más
feliz sobre la faz de la tierra, porque la alegría que vertía venía de su Señor
con el cual se encontraba de manera permanete.
Por lo tanto,
la humildad es fruto del encuentro. El encuentro nos ubica. Y el resultado es
el resplandor y la alegría. La verdadera alegría brota de la verdadera
humildad.
EN ESTA
ÚLTIMA MEDITACIÓN DEJO ABIERTA LA POSIBILIDAD DE LA REFLEXIÓN Y REVISIÓN DE
VIDA.
Para Orar:
Saludo a las
virtudes
¡Salve,
reina sabiduría,
el Señor te salve con tu hermana
la santa pura simplicidad!
¡Señora santa pobreza,
el Señor te salve con tu hermana
la santa humildad!
¡Señora santa caridad,
el Señor te salve con tu hermana
la santa obediencia!
¡Santísimas virtudes, a todas os salve el Señor,
el Señor te salve con tu hermana
la santa pura simplicidad!
¡Señora santa pobreza,
el Señor te salve con tu hermana
la santa humildad!
¡Señora santa caridad,
el Señor te salve con tu hermana
la santa obediencia!
¡Santísimas virtudes, a todas os salve el Señor,
de quien
venís y procedéis!
No hay absolutamente nadie en el mundo entero
que pueda poseer una de vosotras si antes no muere
a sí mismo.
Quien posee una y no ofende a las otras,
las posee todas.
Y quien ofende a una, ninguna posee
y a todas ofende.
Y cada una confunde a los vicios y pecados.
La santa sabiduría confunde a Satanás
y a toda su malicia.
La pura santa simplicidad confunde
a toda la sabiduría de este mundo
y a la sabiduría del cuerpo.
La santa pobreza
confunde a la codicia y la avaricia
y a las preocupaciones de este mundo.
La santa humildad confunde a la soberbia
y a todos los hombres del mundo,
y a todo lo que hay en el mundo.
La santa caridad
confunde a todas las tentaciones
diabólicas y carnales y a todos los temores camales.
La santa obediencia
confunde a todos los propios
quereres corporales y carnales;
y mantiene mortificado
su cuerpo para obedecer al espíritu y para obedecer a su
hermano, y está sujeto y sometido a todos los hombres
que hay en el mundo;
y no sólo a los hombres, sino
también a todas las bestias y fieras, para que, en cuanto
les sea dado de lo alto por el Señor, puedan
hacer de él lo que quiera
No hay absolutamente nadie en el mundo entero
que pueda poseer una de vosotras si antes no muere
a sí mismo.
Quien posee una y no ofende a las otras,
las posee todas.
Y quien ofende a una, ninguna posee
y a todas ofende.
Y cada una confunde a los vicios y pecados.
La santa sabiduría confunde a Satanás
y a toda su malicia.
La pura santa simplicidad confunde
a toda la sabiduría de este mundo
y a la sabiduría del cuerpo.
La santa pobreza
confunde a la codicia y la avaricia
y a las preocupaciones de este mundo.
La santa humildad confunde a la soberbia
y a todos los hombres del mundo,
y a todo lo que hay en el mundo.
La santa caridad
confunde a todas las tentaciones
diabólicas y carnales y a todos los temores camales.
La santa obediencia
confunde a todos los propios
quereres corporales y carnales;
y mantiene mortificado
su cuerpo para obedecer al espíritu y para obedecer a su
hermano, y está sujeto y sometido a todos los hombres
que hay en el mundo;
y no sólo a los hombres, sino
también a todas las bestias y fieras, para que, en cuanto
les sea dado de lo alto por el Señor, puedan
hacer de él lo que quiera
-
Después de
tu reflexión reza tres Padre Nuestro y tres Ave María con Gloria al Padre
-
Pide al
señor que te conceda lo que más necesites y sea su voluntad
ORACIÓN FINAL
Invitación a restituir
todos los bienes al Señor
(Regla no bulada, XVII,17-18)
Y restituyamos todos los bienes al Señor
Dios altísimo y sumo,
y reconozcamos que todos son suyos,
y démosle gracias por todos ellos,
ya que todos los bienes de él proceden.
Y el mismo altísimo y sumo,
el solo Dios verdadero,
posea, a él se le tributen
y él reciba todos los honores y reverencias,
todas las alabanzas y bendiciones,
todas las acciones de gracias y la gloría,
porque suyo es todo bien,
y sólo él es bueno.
Y restituyamos todos los bienes al Señor
Dios altísimo y sumo,
y reconozcamos que todos son suyos,
y démosle gracias por todos ellos,
ya que todos los bienes de él proceden.
Y el mismo altísimo y sumo,
el solo Dios verdadero,
posea, a él se le tributen
y él reciba todos los honores y reverencias,
todas las alabanzas y bendiciones,
todas las acciones de gracias y la gloría,
porque suyo es todo bien,
y sólo él es bueno.
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