Nueve días acompañados con San Francisco de Asís.

 Nueve días acompañados con San Francisco de Asís.

 Novena en honor a San Francisco de Asís.




1. Dios llama a quien quiere: Francisco de Asís llamado por Dios: 

 

PRIMER DÍA

 

LOS INICIOS DE LA AVENTURA EVANGÉLICA. 1-9

 

Por la  señal de la Santa Cruz + De nuestros enemigos + Líbranos Señor, Dios nuestro + En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén

 

Acto de contrición:

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quién eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y  de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.

 

Lectura bíblica: (1 Cor 1,26-30).

 

¡Miren, hermanos, quienes han sido llamados!: No hay muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles. Más bien, Dios ha elegido lo necio del mundo para avergonzar a los sabios. Y ha escogido Dios a lo débil del mundo, para avergonzar a lo fuerte. Dios ha elegido lo vil del mundo y lo menospreciado; lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte delante de Dios. Por él están ustedes en Cristo Jesús, a quien Dios hizo para nosotros sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, que se gloríe en el Señor.

 

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor. 

 

FRANCISCO DE ASÍS

Nació en Asís (Italia), en el año 1181/82. Hijo de Madonna Pica y Pedro Bernardone, rico mercader en paños. Vivió en su ciudad natal una infancia alegre y feliz. De carácter jovial, altruista, soñador, caballeresco, Francisco amaba la vida y a su Patria. A los 20 años participó en la guerra de Asís contra Perugia, en la que cayó prisionero. Poco después, en la expedición a Puglia dejó el ejército tras un sueño misterioso que le invitaba a seguir “al Amo más que al siervo” y volvió a Asís.    Después de una juventud disipada en diversiones, se convirtió, renunció a los bienes paternos y se entregó de lleno a Dios. Abrazó la pobreza y vivió una vida evangélica, predicando a todos el amor de Dios. Dio a sus seguidores unas sabias normas, que luego fueron aprobadas por la Santa Sede. Fundó una Orden de frailes y su primera seguidora mujer, Santa Clara que funda las Clarisas, inspirada por El. Finalmente vienen a Francisco infinidad de personas que desean ser como él y él les propone que vivan la misma vida evangélica pero en el mundo. Es decir siendo padre y madre de familia ejemplares, y también siendo personas comprometidas con la Iglesia y con el Reino de Dios. Por lo tanto podemos considerar a Francisco de Asís como Padre y fundador de la Primera, Segunda y Tercer Orden. Dios le llamó a ser “Evangelio Viviente”. Él se dejó cautivar por Cristo Pobre, Humilde y Crucificado y Cristo Jesús quiso aparecer visiblemente en el Cuerpo de Francisco a través de la impresión de las llagas en sus manos pies y costado. Dios le llamó a “reparar la Iglesia” y hasta el día de hoy continúa sosteniéndola

 

Con esta primera meditación no sólo queremos ver desde lejos la vida de Francisco de Asís, como si lo hiciéramos a través de un cristal, el cristal del tiempo. Tal vez la imagen que tengas de Él sea una imagen romántica, medieval, o incluso pasada de moda. Ojalá y en el recorrido de estos nueve días puedas constatar que no es así.

El texto de 1 Corintios nos ayuda a introducirnos en este océano inmenso del amor y la misericordia de Dios que llama a quien quiere y no a las personas más inteligentes según el mundo, sino a las que están dotadas de la sabiduría de Dios.

Para revisar nuestra vida:

Éstas preguntas quieren calar verdaderamente en tu vida y en tu historia. Deja que Dios te hable a través de ellas y verás que tendrás una respuesta a muchas de esas dudas que abrigas en tu corazón.

1.     ¿Qué importancia le doy yo a la llamada de Dios en mi vida?

2.     En cualquier estado de vida que me encuentre ¿soy consciente de la presencia de Dios a cada momento?

3.     ¿Me cuento entre los sabios o entre los necios según el Evangelio?

4.     ¿Soy consciente de que Dios me ha justificado de manera gratuita para ser su hijo?

5.     ¿Estoy dispuesto a aceptar la santidad que Dios me ofrece? ¿Cómo lo manifiesto?

6.     ¿Vivo como una persona salvada?

 

ORACIÓN DE SAN FRANCISCO ANTE EL CRUCIFIJO DE SAN DAMIÁN

 

Oh alto y glorioso Dios,

ilumina las tinieblas

de mi corazón

y dame fe recta,

esperanza cierta

y caridad perfecta,

sentido y conocimiento.

Señor, para que cumpla

tu santo y veraz mandamiento.

 

-        Después de tu reflexión reza tres Padre Nuestro y tres Ave María con Gloria al Padre

-        Pide al señor que te conceda lo que más necesites y sea su voluntad

 

ORACIÓN FINAL

Invitación a restituir todos los bienes al Señor (Regla no bulada, XVII,17-18)

 

Y restituyamos todos los bienes al Señor

Dios altísimo y sumo,

y reconozcamos que todos son suyos,

y démosle gracias por todos ellos,

ya que todos los bienes de él proceden.

Y el mismo altísimo y sumo,

el solo Dios verdadero,

posea, a él se le tributen

y él reciba todos los honores y reverencias,

todas las alabanzas y bendiciones,

todas las acciones de gracias y la gloría,

porque suyo es todo bien,

y sólo él es bueno.

 

 

 

 

2. LA DUDA EXISTENCIAL

 

SEGUNDO DÍA

 

EL ENCUENTRO CON CRISTO POBRE HUMILDE Y CRUCIFICADO. 2-9

 

Por la  señal de la Santa Cruz + De nuestros enemigos + Líbranos Señor, Dios nuestro + En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén

 

Acto de contrición:

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quién eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y  de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.

 

Textos para profundizar

 

Mc 8, 34 - 9. 1  Lc 9, 23-27  Mt 10, 38-39  Lc 14, 27; 17. 33  Jn. 12, 25-26

 

LECTURA BÍBLICA Mt 16,24-27

 

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.

 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.

 ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? 

 

PALABRA DEL SEÑOR

GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS

 

Francisco fue un hombre normal como todos, con grandes aspiraciones, deseos de fama mundial, pensó tener el mundo a sus pies y sólo le faltaba una cosa: ser un guerrero invencible, “ser un gran príncipe”. Podrá pro fin hacerse famoso en los campos de batalla por unos cuantos hechos de armas y conquistar a punta de espada sus títulos de nobleza. ¡Ya la aurora de la gloria brillaba en su mirada! ¿Qué hubiera sido él y del él, si este sueño se hubiera realizado? Quizá un poderoso de este mundo. Su voluntad de prestigio y de dominio, exaltada por el éxito, hubiera podido llevarle a conculcar muchas cosas para alcanzar sus fines.

Pero en Espoleto, una voz interior le interpela, le cuestiona y le conmina a regresar a Asís. Francisco se deja convencer y no le queda de otra que desandar el camino. ¡Qué ridículo! ¡Qué frustración! ¡Qué mala fama! Después de todos los sueños de grandeza que tenía… Éste brusco cambio causó asombro, y con razón. Imagina la sorpresa de sus amigos, de su familia al verle regresar. Sin embargo desde hacía algún tiempo y a pesar de todo Francisco ya no era el mismo, estaba sufriendo la falta de sentido en su vida, no sabía para qué había venido al mundo, su existencia carecía de sentido a pesar de los grandes sueños que tenía. A pesar de todas las apariencias ya no era el mismo.

El deseo de la fama, el deseo del triunfo y el deseo de la gloria se habían apoderado de él y lo deslumbraron fuertemente, pero sólo por un instante. Todo fue efímero como lo son los fuegos de artificio que por hermosos que sean y deslumbrantes que parezcan son eso: artificio, imagen, apariencia. Era necesario que otro aliento soplara en la vida de Francisco y lo invadiera para que recobrara la ilusión, la alegría, el sentido a su vida.

“Quebrantado por larga enfermedad –nos dice Tomás de Celano- comenzó a pensar dentro de sí cosas distintas de las que acostumbraba”. (1C 3). En cuanto le volvieron las fuerzas, salió a ver de nuevo la campiña. Mas he aquí que esta campiña que le había visto crecer y que tanto amaba él, ya no significaba nada. Parecía perder colorido y marchitarse a su llegada. El encanto estaba roto. Todo Él estaba roto! Todo lo dejaba indiferente. Sintió frío y se retiró.

En realidad esta indiferencia era, a decir verdad, el signo de un desencanto más profundo y que tenía que ver con todo lo que hasta entonces le había seducido y fascinado. Todos los antiguos valores se habían ido por tierra. Francisco, el gran francisco descubría el vacío de su vida. Un vacío tal que nada en el mundo podrá colmar. Ni siquiera la belleza de las cosas.

Francisco se ha encontrado consigo mismo y con su realidad. Su realidad vacía y terriblemente angustiante. Le faltaba el horizonte, le faltaba la alegría, le faltaba el sol que brillase no sólo sobre la campiña de la umbría, sino el Sol que brillase dentro de sí mismo. Francisco empieza a intuir que algo está cambiando y que aquello que él esperaba en la guerra, en la vida que llevaba hasta el momento  no era sino “vanidad de vanidades”. ¿Qué hacer ahora, quién podría indicarle el camino a seguir?.

Francisco entra dentro de sí mismo, es como si el mismo se envolviera de un no sé qué que lo llevaría cada vez más a la búsqueda verdadera y profunda de su existencia. En su búsqueda Francisco no encuentra algo sino a Alguien, o mejor dicho se deja encontrar por Alguien ¡por Jesucristo! Jesucristo se le revela bajo los rasgos del Crucificado, es la humanidad de Dios; habría que decir más exactamente “la humanización de Dios”. Durante largas horas francisco contempla a Cristo en la Cruz. No, ese Dios no se parece en nada al de los señoríos eclesiásticos; no es el Dios de las guerras feudales ni de las guerras santas. No es tampoco el Dios del dinero. No es el Dios de los privilegiados del nuevo orden social. Tampoco es el Dios de los poderosos de hoy, ni el Dios de los que se sienten buenos, al estilo de los fariseos y de los maestros de la ley de la Sagrada Escritura. No es un Dios dominador.

Es todo lo contrario. Se encuentra en lo más profundo de la angustia del mundo, en cada uno de los pequeños, aplastados por la sociedad de ayer y de hoy, puede fácilmente reconocerse en Él. Es su hermano. “Y siendo El sobremanera rico, quiso, junto con la bienaventurada Virgen, su Madre, escoger en el mundo la pobreza” (2 CtaF 5).

El que compartía la gloria de Dios y que estaba por encima de todo, se dignó existir con los pequeños, con los menores, los humillados, con los apaleados y los marginados de todos los tiempos. ¡Francisco en su indigencia y en la soledad, descubre, contempla la insondable humanidad de Dios. Enardecido el corazón, se abre a este soplo de ternura que le penetra hasta el trasfondo del alma. Entonces nace en él un inmenso deseo: tener parte en el espíritu del Señor, seguir al altísimo Hijo de Dios en su camino humano, en su humildad y pobreza, renunciar a querer estar por encima de los demás para estar con ellos, para llegar a ser uno de ellos, el más pequeño entre ellos: su hermano.

Francisco ha encontrado el verdadero sentido a su vida y a su existencia, de ahora en adelante no descansará hasta convertirse en otro Cristo, en un Cristo pobre, humilde y crucificado, de la misma Manera que el Hijo de Dios, que la Palabra encarnada.

Esta es la vida de Francisco y su relación con Dios con un Dios plenamente humano y con un Dios plenamente Divino. A la luz de lo anterior te invito a que reflexiones de la manera siguiente:

 

Oh alto y glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón. Dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta. Acierto y conocimiento oh Señor para cumplir tu santo y veraz mandamiento. Amén.

 

1.    ¿Cuáles son mis más grandes aspiraciones en esta vida?

2.    ¿Qué es por lo que más lucho?

3.    ¿Qué lugar ocupa Dios en mi vida y en mis planes?

4.    ¿Qué imagen tengo de Jesucristo?

5.    ¿Estoy dispuesto a transfigurarme en otro Cristo pobre, humilde y crucificado?

 

Alabanzas de Dios

 

Tú eres santo, Señor Dios único, que haces maravillas.

Tú eres fuerte, Tú eres grande, Tú eres altísimo.

Tú eres Rey omnipotente, Tú eres Padre santo, Rey del Cielo y de la tierra.

Tú eres trino y uno, Señor Dios, todo bien.

Tú eres el bien, todo bien, sumo bien, Señor Dios, vivo y verdadero.

Tú eres caridad y amor, tú eres sabiduría.

Tú eres humildad, Tú eres paciencia, Tú eres seguridad.

Tú eres quietud, Tú eres gozo y alegría.

Tú eres justicia y templanza.

Tú eres todas nuestras riquezas a satisfacción.

Tú eres hermosura, Tú eres mansedumbre.

Tú eres protector, Tú eres custodio y defensor.

Tú eres fortaleza, Tú eres refrigerio.

Tú eres esperanza nuestra, Tú eres fe nuestra.

Tú eres la gran dulcedumbre nuestra.

Tú eres la vida eterna nuestra, grande y admirable Señor, Dios omnipotente,  misericordioso Salvador

 

-        Después de tu reflexión reza tres Padre Nuestro y tres Ave María con Gloria al Padre

-        Pide al señor que te conceda lo que más necesites y sea su voluntad

 

ORACIÓN FINAL

 

Invitación a restituir todos los bienes al Señor (Regla no bulada, XVII,17-18)

 

Y restituyamos todos los bienes al Señor

Dios altísimo y sumo,

y reconozcamos que todos son suyos,

y démosle gracias por todos ellos,

ya que todos los bienes de él proceden.

Y el mismo altísimo y sumo,

el solo Dios verdadero,

posea, a él se le tributen

y él reciba todos los honores y reverencias,

todas las alabanzas y bendiciones,

todas las acciones de gracias y la gloría,

porque suyo es todo bien,

y sólo él es bueno.

 

3. ¿SEÑOR QUÉ QUIERES QUE HAGA?

 

TERCER DÍA

 

FRANCISCO: ¡VE  Y REPARA MI IGLESIA! 3-9

 

Por la  señal de la Santa Cruz + De nuestros enemigos + Líbranos Señor, Dios nuestro + En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén

 

Acto de contrición:

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quién eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y  de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.

 

 

LECTURA BÍBLICA 1 P 1,13-16

 

Por lo tanto, manténganse con el espíritu alerta, vivan sobriamente y pongan toda su esperanza en la gracia que recibirán cuando se manifieste Jesucristo. Como hijos obedientes, no procedan de acuerdo con los malos deseos que tenían antes, mientras vivían en la ignorancia. Así como aquel que los llamó es santo, también ustedes sean santos en toda su conducta, de acuerdo con lo que está escrito: Sean santos, porque yo soy santo. 

 

Palabra de Dios

Te alabamos, Señor

 

Después de haber sido testigos de la gran necesidad que Francisco tenía de darle sentido a su vida, y tras haberse dejando encontrar por Jesucristo, ahora es necesario dejarse amar de verdad y poner manos a la obra. Debemos destacar que  Francisco vivió un período de búsqueda bastante largo impregnado de crisis existencial. Son procesos que en la vida de cualquier persona llevan su tiempo y hay que madurar para poder acertar con la gracia de Dios y la asistencia del Espíritu Santo en hacer la voluntad de Dios. Fue poco antes de comenzar a trabajar como albañil, cuando Francisco estaba de rodillas ante el Crucifijo de San Damián, meditando, mirándose a sí mismo con los ojos interiores, los que contemplan lo que somos, las obras, pensamientos, omisiones..., indescifrables a los ojos de los demás; de vez en cuando elevaba la mirada exterior a la cruz que presidía la iglesia de San Damián, ante la que Francisco se encontraba postrado, cuando de pronto sintió  aquellas palabras: "¡Francisco, ve y repara mi casa, pues, como ves, amenaza ruina!". Francisco inmediatamente  comenzó a trabajar,  con la cuchara de albañil, y a colocar piedras que ocultaran los huecos o unir lo resquebrajado para reconstruir la Ermita de San Damián. Pero, de pronto, se dio cuenta que la Iglesia era más que la Ermita de San Damián... se dio cuenta de que el rostro de Jesús, ese Jesús que le miraba desde la cruz, era más vivo, más latente, más dialogante. Se percató que la Iglesia tenía un cuerpo, el de los hombres, y los hombres un rostro, el de Cristo.

Nos hallamos ante una cadena de hechos bastante “normales”, que manifiestan las disposiciones de Francisco y su encuentro progresivo con Cristo: las numerosas visitas a la iglesia de San Damián, los prolongados momentos de oración y de contemplación del Crucifijo sirio, en el transcurso de los cuales llegó la respuesta del Señor al corazón de Francisco.

 

Encuentro con Cristo

Por tanto, el Francisco que visita con regularidad la iglesia de San Damián y suplica al Señor: «Sumo, glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón, dame Fe recta. Esperanza cierta y Caridad perfecta. Acierto y conocimiento oh Señor para cumplir tu santo y veraz mandamiento. Amén» Esta era la oración insistente de Francisco, le suplicaba al Señor le mostrara su voluntad: ¡Señor dime qué debo hacer!. Francisco  es un hombre inquieto y atormentado, pero sensible y a la espera de un signo del Señor.

Un día, durante su oración ante el Crucifijo, Francisco queda fuertemente impresionado por el contraste existente entre la oscura y deteriorada capilla y el Cristo luminoso que hay encima del altar. Aquel día no descubrió toda la riqueza teológica del Crucifijo, pero quedó asombrado por su luminosidad. Hasta ese momento Francisco estaba demasiado replegado sobre sí mismo; pero aquel día vio al Cristo luminoso. ¿Fue antes o después de pedir: «Ilumina las tinieblas de mi corazón»? ¡Qué importa! En aquel momento comprobó las tinieblas y el deterioro del santuario. ¿No era un signo del cielo, una respuesta a su espera? Francisco así lo entiende: debe restaurar la iglesia y hacer que arda una lámpara delante del Crucifijo. No tratemos de averiguar si el Crucifijo le habló verdaderamente a Francisco; no hay ninguna duda de que a su corazón ávido llegó una respuesta del Señor: ante la claridad del Cristo, se dio perfecta cuenta de las tinieblas de aquel lugar donde reinaba el Cristo luminoso y viviente desde su oscura cruz, y comprendió: «Francisco, ¿no ves que mi casa se derrumba? Anda, pues, y repárala» (TC 13c; 2 Cel 10). Al mismo tiempo, ante la luz del Crucifijo, Francisco experimenta aún más sus propias tinieblas y comprende que la luz del Cristo es una respuesta a su oración angustiada. Según la Leyenda de los tres compañeros, Francisco «sintió realmente en su alma que había sido Cristo crucificado el que le había hablado» (TC 13c), en tanto que Celano afirma que «la imagen de Cristo crucificado, desplegando los labios, habla desde el cuadro a Francisco» (2 Cel 10a); Buenaventura dice que Francisco «oyó con sus oídos corporales una voz procedente de la misma cruz que le dijo tres veces...» (LM 2,1a). Schmucki escribe: «El espectáculo de la capilla en ruinas debió producir una viva impresión en la sensibilidad de Francisco. En tal estado de ánimo, bastaba con oír la voz interior de Dios... para sentirse llamado por el crucifijo a restaurar la iglesia».

Aquí le vemos nuevamente a Cristo y a Francisco. Dos corazones amantes se habían vuelto a encontrar y donde se encuentran dos necesitados de amor, se dialoga y se entiende de corazón a corazón y no se piensa demasiado en cómo hay que actuar, simplemente se actúa, a la letra, sin glosa, -como dirá después Francisco  de cara al Evangelio. Francisco reconstruye la Ermita material, pero pronto entiende que es otra iglesia, que es otra casa la que necesita la reparación. Es la Iglesia, cuerpo místico de Cristo la que no está del todo en sintonía con la Cabeza. Se ha sufrido una fuerte esquizofrenia y ahora hay que insistirle a tiempo y a destiempo y con el testimonio que es necesario volver la mirada y el corazón a Jesucristo para poder vivir en la altísima dignidad de los Hijos de Dios. ¡Vaya tarea la de Francisco! ¡Vaya tarea la de nosotros si de verdad nos hemos encontrado también con Jesucristo!.

 

1.     ¿Soy consciente de la necesidad de descubrir la gracia de Dios en mi vida?

2.     ¿Siento en mí la necesidad de reparar la Iglesia de Dios que es mi propia vida y la de los demás?

3.     ¿Descubro en los que me rodean el rostro de Cristo que me invitan a amarles y a servirles?

4.     Mis luchas, mis crisis, mis dudas ¿a dónde me conducen?

5.     ¿Le pido al Señor que me ilumine de manera constante?

6.     ¿Cuál es mi respuesta ante esta reflexión?

 

Oración a la Trinidad

(LtOrd 50-52)

 

Omnipotente, eterno,

justo y misericordioso Dios,

concédenos por ti mismo

a nosotros, míseros,

hacer lo que sabemos que quieres

y querer siempre lo que te agrada,

a fin de que, interiormente purificados,

iluminados interiormente y encendidos

por el fuego del Espíritu Santo,

podamos seguir

las huellas de tu amado Hijo,

nuestro Señor Jesucristo,

y llegar, por sola tu gracia,

a ti, Altísimo,

que en perfecta Trinidad

y en simple Unidad

vives y reinas y eres glorificado,

Dios omnipotente,

por todos los siglos de los siglos. Amén.

 

Bendigamos al Señor, Dios vivo e verdadero,

y restituyámosle, siempre la alabanza, la gloria,

el honor, la bendición y todos los bienes. Amén.

(Oficio de la Pasión del Señor)

 

Temed y honrad,

alabad y bendecid,

dad gracias y adorad

al Señor Dios omnipotente

en Trinidad y Unidad,

Padre e Hijo y Espíritu Santo,

creador de todas las cosas.

(Regla no bulada, XXI, 2)

 

 

 

-        Después de tu reflexión reza tres Padre Nuestro y tres Ave María con Gloria al Padre

-        Pide al señor que te conceda lo que más necesites y sea su voluntad

 

ORACIÓN FINAL

 

Invitación a restituir todos los bienes al Señor (Regla no bulada, XVII,17-18)

 

Y restituyamos todos los bienes al Señor

Dios altísimo y sumo,

y reconozcamos que todos son suyos,

y démosle gracias por todos ellos,

ya que todos los bienes de él proceden.

Y el mismo altísimo y sumo,

el solo Dios verdadero,

posea, a él se le tributen

y él reciba todos los honores y reverencias,

todas las alabanzas y bendiciones,

todas las acciones de gracias y la gloría,

porque suyo es todo bien,

y sólo él es bueno.

 

4. FRANCISCO UN HOMBRE HECHO ORACIÓN 4-9

CUARTO DÍA

LA ORACIÓN DEL SERÁFICO PADRE

 

Por la  señal de la Santa Cruz + De nuestros enemigos + Líbranos Señor, Dios nuestro + En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén

 

Acto de contrición:

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quién eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y  de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.

 

 

Oración para implorar el Espíritu del Señor y su Santa  Operación para conocer y hacer su voluntad:

 

ORACIÓN ANTE EL CRUCIFIJO (OrCr)

 

¡Oh alto y glorioso Dios!

ilumina las tinieblas de mi corazón.

Dame fe recta, esperanza cierta, caridad perfecta;

acierto y conocimiento, oh Señor,

para cumplir tu santo y veraz mandato.

Amén.

 

LECTURA BÍBLICA Apocalípsis 5,7-8. 8,3-4

 

Y se acercó y tomó el libro de la mano derecha del que está sentado en el trono. Cuando lo tomó, los cuatro Vivientes y los veinticuatro Ancianos se postraron delante del Cordero. Tenía cada uno una cítara y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos. 

Otro Ángel vino y se puso junto al altar con un badil de oro. Se le dieron muchos perfumes para que, con las oraciones de todos los santos, los ofreciera sobre el altar de oro colocado delante del trono. Y por mano del Ángel subió delante de Dios la humareda de los perfumes con las oraciones de los santos. (Ap 8,3-4).

 

Palabra de Dios

Te alabamos Señor.

 

LA ORACIÓN SEGÚN EL SERÁFICO PADRE FRANCISCO

 

La oración es un tema que da sentido, abraza totalmente y domina la vida y personalidad del seráfico Padre san Francisco.

Francisco piensa y dice: “Cristo es necesario para la vida y es suficiente para la vida”; esta es su gran intuición y la hace “gran experiencia” transformada en vida asumida, testimoniada e inmolada. En el encuentro con Cristo, Francisco reencuentra parte de su propio misterio y reencuentra la posibilidad de una realización auténtica de su propia humanidad. Realización que había buscado de otras formas: en la idea de hacerse caballero y en el interés económico, hacia el cual parecía dirigido más que nada, incluso por tradición familiar.

En lugar de ser “caballero” u “hombre de negocios”, francisco escoge ser lo opuesto: “pobre y humilde”. Cristo se convierte para él en Evangelio viviente. Y es la oración humilde y fervorosa la que lo transforma en “otro Cristo”.

 

CRISTO ORANTE, MAESTRO DE ORACIÓN PARA FRANCISCO

 

            Sobre las laderas del Monte de los Olivos, enfrente de Jerusalén, los apóstoles le piden a Jesús: “Señor, enséñanos a orar” (Cfr Lc 11,1). La respuesta de Jesús es: “Cuando recen digan: Padre nuestro” (Cfr Lc 11,2; Mt 6,9).

            La oración acompaña toda la vida de Jesús: “subió al monte para orar a solas” (Mt 14,23); “se levantó muy de madrugada y salió, se marchó a un descampado y estuvo orando allí” (Mc 1,35). Y Lucas 6,12: “Se fue a la montaña a orar y se pasó la noche orando a Dios”. Jesús, además de ser “hombre de oración” es también “maestro de oración”: “Señor, enséñanos a orar” (Cfr Lc 11,1); invita  a “orar siempre y no desanimarse” (Lc 18,1); afirma que ólo una cosa “es necesaria” y elogia a María pues “ha escogido la parte mejor” (Lc 10, 41).

 

ES LA ORACIÓN LA QUE TRANSFORMA LA VIDA

           

            La imitación casi perfecta que hace Francisco de Cristo consiste antes que nada en la oración. La gracia de la oración se le da a Francisco a través de la gracia de la conversión. Suplicaba devotamente a la clemencia divina que se dignara mostrarle lo que debía hacer. La práctica asidua de la oración desarrollaba siempre más fuerte en Francisco la llama de los deseos celestiales (LM 1,4).

            Cuando recibe el “don”  de los hermanos y los llama “minores” les invita a buscar  consejo al Señor. Y los tres, se dirigen al templo de San Nicolás, donde rezan: Señor Dios, Padre de la Gloria, te suplicamos que, en tu misericordia, nos manifiestes lo que debemos hacer. (TC VIII).

            Otro momento importante en que Francisco recurre a la oración es el encuentro en Roma en 1209 con Inocencio III, cuando pide al papa la aprobación de su “forma de vida” (2 Cel 16).

            No era tanto un hombre que oraba, cuanto más bien él mismo era todo transformado en oración viviente (1 Cel 95). Su puerto seguro era la oración, no de algún minuto, vacía o como fuga, sino profundamente devota, humilde y prolongada lo más posible. Si la iniciaba en la tarde, a duras penas lograba dejarla en la mañana. Estaba siempre ocupado en la oración, cuando caminaba y cuando se sentaba, cuando comía y cuando bebía (1 Cel 71).

            A menudo y casi diariamente se sumergía de manera secreta en la oración. Se sentía atraído por la irrupción de aquella ‘misteriosa dulzura’ que penetrándolo frecuentemente en el alma, lo incitaba a la oración hasta cuando estaba en la plaza o en otros lugares públicos (TC 8).

            En la Regla exhorta cálidamente a la oración: Los siervos de Dios deben siempre dedicarse a la oración. (1 Re 7).

            Todos nosotros, frailes, tengamos cuidado de que bajo pretexto de gratificaciones por recibir, de cosas por hacer o de buenas obras pendientes, perdamos o desviemos nuestra mente y corazón del Señor...Es necesario rezar siempre sin cansarse nunca...

            Con gran insistencia invita a orar en el trabajo: No apaguen el espíritu de la santa oración y devoción, a éste deben servir todas las otras cosas temporales. (2 Re 5,3).

            Al hermano Antonio escribía: Me agrada que enseñes la Sagrada Escritura a los frailes, con tal que en dicha actividad no apagues el espíritu de devoción como está escrito en la Regla. (Cta Ant).

            El religioso debe desear la gracia de la oración y a causa de las cargas de gobierno y de los compromisos de la predicación, no debe descuidar la santa y devota oración. (EP 73).

            La predicación debe estar precedida por la oración; en efecto, el predicador debe antes obtener en el secreto de la oración lo que después verterá en los sermones (2 Cel 163).

            También el fraile que ejercita cada día el ministerio de la reconciliación, debe prepararse en la oración. A quien ocupaba el cargo de superior recomendaba: Se aplique con diligencia a la oración y sepa distribuir determinadas horas a su alma y otras al rebaño que le ha confiado. Así, en las primeras horas de la mañana debe anteponer el sacrificio de la misa y recomendar con larga oración a sí mismo y a su rebaño a la protección divina. (2 Cel 185. EP 80).

 

LAS FUENTES DE LA ORACIÓN DE FRANCISCO

 

            La oración del Padre Francisco tiene inspiración cristológica, trinitaria y cósmica. Las fuentes de su oración son cuatro: la Sagrada Escritura, la Cruz, la Liturgia y la Creación.

 

a). Sagrada Escritura: basta que vayamos a cualquier texto escrito por Francisco y enseguida nos daremos cuenta que la fuente de inspiración es la Palabra. Concretamente en el Oficio de la pasión del Señor, podemos descubrir los misterios de la vida de Cristo. Se meditan a través de un conjunto de textos recabados de varios salmos bíblicos presentes en el salterio que Francisco se sabe de memoria. El santo de Asís tiene gran reverencia y estima por la Palabra del señor, que es el Verbo del Padre y por  las palabras del Espíritu Santo que son espíritu y vida.

b). El Libro de la Cruz: se trata de la meditación “aderezada” de lágrimas con la mirada centrada en la pasión de Cristo, que permite rezar también a los frailes simples e iletrados, cuya oración es elogiada por el santo de Asís: Estos hermanos son mis caballeros de la mesa redonda, que se esconden en lugares apartados y deshabitados para comprometerse con más fervor a la oración y a la meditación (EP 72c). Fue precisamente esta meditación la que sumergió a Francisco en el gozoso encuentro con su Señor, convirtiéndose así en “Otro Cristo”, porque la Cruz es el libro de la vida.

c). Oración litúrgica: Francisco afectuosamente se deja penetrar por el espíritu de la oración de la Iglesia. 

            Francisco insiste en el rezo del oficio divino. La liturgia de las horas es la oración de la Iglesia universal. Exhorta Francisco: Todos los frailes, sena clérigos o laicos, reciten el oficio divino y lo recen por los vivos y por los muertos según las costumbres de los clérigos. Por los defectos y las negligencias de los frailes recen diariamente el De profundis con el Padre Nuestro. (I Re 3). 

d). Otra fuente de oración de San Francisco es la creación. Es genial en este aspecto La alabanza al Dios altísimo. Es el canto de agradecimiento, parte de lo que ve, de las maravillas de Dios… He aquí el Cántico de las Criaturas: Altísimo omnipotente buen Señor, tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición… (Cánt 1).

 

Que nuestra oración sea confiada de la misma manera que confía un niño en brazos de su madre.

 

PUNTOS PARA MEDITAR:

 

            Cada uno y con toda libertad se puede servir de las siguientes preguntas para meditar, o bien puede recurrir a las suyas propias, ya que la fuente de inspiración ha de ser siempre el Espíritu Santo.

 

¿Qué importancia tiene para mí la vida de oración práctica?

¿Ha sido verdaderamente el parte aguas de mi vida después del encuentro con Jesucristo?

¿Cuál es la realidad de mi oración hoy?

¿Qué  ha significado para mí llevar una vida de oración?

¿Cómo vivo ésta experiencia de oración cada día?

¿Soy de los que piensan que en la oración se pierde el tiempo?

¿Cómo es mi oración?

¿Cuál es la calidad de mi oración?

¿Reduzco mi vida de oración sólo a los horarios marcado en la fraternidad?

El Señor me pide vivir nuevamente ese encuentro con Él en la oración ¿En qué medida y con qué método estoy dispuesto a hacerlo?

 

Paráfrasis del Padrenuestro

¡Oh santísimo Padre nuestro: creador, redentor, consolador y salvador nuestro!

 

Que estás en los cielos: en los ángeles y en los santos; iluminándolos para conocer, porque tú. Señor, eres la luz; inflamándolos para amar, porque tú, Señor, eres el amor; habitando en ellos y colmándolos para gozar de la eterna bienaventuranza, porque tú. Señor, eres el bien sumo, eterno, de quien todo bien procede, sin quien no hay bien alguno.

 

Santificado sea tu nombre: clarificada sea en nosotros tu noticia, para que conozcamos cuál es la anchura de tus beneficios, la largura de tus promesas, la sublimidad de tu majestad y la hondura de tus juicios.

 

Venga tu reino: para que reines en nosotros por la gracia, y nos hagas llegar a tu reino, donde está la visión manifiesta de ti, el amor perfecto a ti, la unión bienaventurada contigo, la fruición de ti por siempre.

 

Hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo: para que te amemos con todo el corazón, pensando siempre en ti; con toda el alma, deseándote siempre a ti; con toda la mente, dirigiendo todas nuestras intenciones a ti, buscando en todo tu honor; y con todas nuestras fuerzas, destinando todas nuestras fuerzas y los sentidos del alma y del cuerpo al servicio de tu amor y no a otra cosa; y para que amemos a nuestros prójimos como a nosotros mismos, atrayendo a todos, según nuestras fuerzas, a tu amor, alegrándonos de los bienes ajenos como de los nuestros y compadeciéndolos en los males, y no siendo causa de tropiezo para nadie.

 

El pan nuestro de cada día: tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo, dánosle hoy: para que recordemos, comprendamos y veneremos el amor que nos tuvo y cuanto por nosotros dijo, hizo y padeció.

 

Y perdónanos nuestras deudas: por tu inefable misericordia, por el poder de la pasión de tu amado Hijo y por los méritos e intercesión de la beatísima Virgen y de todos tus elegidos.

 

Así como nosotros perdonamos a nuestros deudores: y lo que no perdonamos plenamente, haz tú, Señor, que plenamente lo perdonemos; para que por ti amemos de verdad a los enemigos y por ellos intercedamos devotamente ante ti, no devolviendo a nadie mal por mal, y para que nos esforcemos por ser en ti útiles en todo.

Y no nos dejes caer en la tentación: oculta o manifiesta, imprevista o insistente.

 

-        Mas líbranos del mal: pasado, presente y futuro.

 

Después de tu reflexión reza tres Padre Nuestro y tres Ave María con Gloria al Padre

-        Pide al señor que te conceda lo que más necesites y sea su voluntad

 

ORACIÓN FINAL

 

Invitación a restituir todos los bienes al Señor (Regla no bulada, XVII,17-18)

 

Y restituyamos todos los bienes al Señor

Dios altísimo y sumo,

y reconozcamos que todos son suyos,

y démosle gracias por todos ellos,

ya que todos los bienes de él proceden.

Y el mismo altísimo y sumo,

el solo Dios verdadero,

posea, a él se le tributen

y él reciba todos los honores y reverencias,

todas las alabanzas y bendiciones,

todas las acciones de gracias y la gloría,

porque suyo es todo bien,

y sólo él es bueno.

 

 

5. FRANCISCO EVANGELIO VIVIENTE. 5-9

QUINTO DÍA

FRANCISCO CUERPO DE CRISTO CRISTO ALMA DE FRANCISCO

 

Por la  señal de la Santa Cruz + De nuestros enemigos + Líbranos Señor, Dios nuestro + En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén

 

Acto de contrición:

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quién eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y  de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.

 

LECTURA BÍBLICA LUCAS 10,4-2. MATEO 10, 7-10

 

Vayan y prediquen, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado.

Sanen a los enfermos, limpien a los leprosos, resuciten a los muertos, echen fuera a los demonios; de gracia lo recibieron, dénlo de gracia. No lleven  oro, ni plata, ni cobre en sus cintos; ni alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento.(1 Corintios 9. 14) 

 

Palabra del Señor

Gloria. aTi, Señor Jesús.

 

Tras el encuentro con Jesucristo Francisco descubre el imperativo urgente de anunciar el Evangelio. Démonos cuenta de algo: el primer impulso de Francisco fue el de encontrarse con el Maestro, con Jesucristo. Hoy podemos decir que Francisco se ha convertido en un verdadero discípulo de Jesucristo. El discípulo auténtico es el que está a los pies del Maestro, el que aprende del Maestro, el que cena con el Maestro, el que contempla al Maestro, el que se fía del Maestro, el que no se siente superior al Maestro. En definitiva el verdadero Discípulo es el que reproduce en sí mismo la imagen del Maestro. El que se transfigura en el Maestro. Esto fue precisamente lo que le sucedió a Francisco. Una vez que se ha encontrado con Jesucristo, se esfuerza en conocerle, una vez que le conoce le acepta, una vez que lo acepta lo ama y una vez que lo ama se convierte en “otro Cristo”. El resultado es extraordinario. Ha reproducido en sí mismo por gracia de Dios la imagen viva del Maestro.

Esto es una realidad en Francisco porque confía en Jesucristo y sabe que Él no le va a fallar, sin embargo ahora era momento de enfrentar otra duda: a qué debía dedicarse. Es decir, después de ser un fiel discípulo, viene ahora el segundo momento que complementa o integra todo el proceso: la misión a la que Dios le ha llamado ¿Cuál será esa misión? ¿En qué consistirá? ¿Quién se lo indicará? Otra duda con la cual Francisco tendrá que enfrentarse, pero ahora no querrá refugiarse en lo efímero, en la fama, sino en Dios. Entonces implora y suplica a Dios le conceda la gracia de hacer su voluntad y fue una mañana de febrero de 1208 cuando se clarificaba el camino evangélico de Francisco de Asís. Fue en el momento en que estando en santa María de los Ángeles escucha el evangelio de la misión (Mt 10,7-10). Francisco ha penetrado por el camino siempre nuevo del Evangelio. Francisco quiere vivir el Evangelio a la letra, sin glosa. “El Evangelio no tiene necesidad de ser justificado, se toma o se deja”. 

Cuando Francisco escucha el Evangelio del envío de los discípulos de Jesucristo y que a partir de ahora se convierten en misioneros, en apóstoles, en predicadores, en anunciadores de la Buena Nueva del Reino, Francisco exclama ¡Esto es lo que busco, esto es lo que yo quiero…” inmediatamente se le suma su primer compañero, Bernardo de Quintavalle, seguido inmediatamente de varios otros.

Aquí descubrimos que el Evangelio es vivo y eficaz, más cortante que espada de doble filo que descubre los pensamientos del corazón y penetra hasta las entrañas mismas del corazón que está dispuesto a amar. Es un Evangelio que arranca a Francisco de su vida eremítica y lo lanza por los caminos de la misión al encuentro de los hombres y de la historia. El envío a la misión resuena en Francisco  cual torrente de agua limpia, fresca y cristalina al caer de las montañas. Es una llamada a la movilidad, a la itinerancia.  A dejar las ataduras y ponerse en camino a surcar el mundo, a impregnar a la Iglesia y al mundo entero de la frescura del Evangelio a través de una vida sencilla y despojada de todo.

Otro aspecto muy importante en la vida del apóstol, del mensajero es precisamente el Anuncio, el mensaje y su contenido. No se van a anunciar ellos mismos. No van a llevar su propio mensaje. Van a anunciar, a llevar la Buena Nueva que Jesús les ha encomendado a sus discípulos y se trata del mensaje fundamental de la paz, porque la paz es el fruto de la justicia, porque donde hay paz está Dios y donde está Dios no falta nada, por eso el deseo de paz fue, es y será siempre el distintivo del cristiano, pero ante todo será en la práctica diaria donde éste deseo se hará realidad. “En cualquier lugar casa en que entren digan: ‘Paz a esta casa’. Si  hay allí un hijo de la paz, su deseo de paz descansará sobre él; si no, volverá a ustedes”.

¡La Paz! Este es el mensaje. Evangelizar es ante todo anunciar la paz, la gran paz mesiánica, la que reconcilia a los hombres con Dios y la que ha de reconciliar a los hombres entre unos con otros, transformando sus relaciones y creando  ambientes de igualdad y justicia, una paz que libere de toda esclavitud. Esta paz sólo puede ser anunciada por alguien que ha hecho del Evangelio su forma de vida, por alguien libre de codicias y sin ningún afán de poder. La pobreza radical será la insignia de Francisco y será una pobreza en todos los aspectos. Porque igual, será la pobreza del Hijo de Dios que siendo rico por nosotros se hizo pobre para enriquecernos con su riqueza. Así es como Francisco consigue asemejarse totalmente a Jesucristo a través de ser un “Evangelio viviente””.

Así pues éste es el Evangelio que, apenas escuchado por el corazón de Francisco, le pone en movimiento: “Recorría ciudades y castillos, -cuenta Celano- anunciando el Reino de Dios, predicando la paz”. (1Cel 36). Esta será una de las grandes características del Seráfico Padre hasta el final de su vida: La paz.

 

 

PARA REVISAR MI VIDA:

1.     ¿Qué lugar práctico ocupa en mi la lectura, oración y práctica del Evangelio en mi vida diaria?

2.     ¿Qué es lo que tengo que dejar, a qué debo renunciar para ser un verdadero Apóstol del Evangelio?

3.     ¿Estoy dispuesto a dejarlo?  ¿Cómo, cuándo?

4.     ¿Qué importancia le doy en mi vida a la  misión, al apostolado?

5.     ¿Confío plenamente en la Providencia de Dios, o me fío más de mí mismo a  la hora de anunciar el Evangelio?

6.     ¿Soy persona constructora de paz en mi entorno?

7.     ¿Qué tipo de paz anuncio: la Mesiánica o la de mis propios intereses y convicciones?

8.     ¿Soy una persona justa con los que me rodean?

 

Oración Simple. Atribuida a San Francisco de Asís.    

 

 

Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.

Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.

Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.

Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.

Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.

Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.

Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.

Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.

Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.

Oh Señor, que yo no busque tanto

ser consolado, cuanto consolar,

ser comprendido, cuanto comprender,

ser amado, cuanto amar.

Porque es dándose como se recibe,

es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,

es perdonando, como se es perdonado,

es muriendo como se resucita a la vida eterna.

Reza tres Padres Nuestros, tres Ave María y Gloria al Padre.

-        Después de tu reflexión reza tres Padre Nuestro y tres Ave María con Gloria al Padre

-        Pide al señor que te conceda lo que más necesites y sea su voluntad

 

ORACIÓN FINAL

Invitación a restituir todos los bienes al Señor (Regla no bulada, XVII,17-18)

 

Y restituyamos todos los bienes al Señor

Dios altísimo y sumo,

y reconozcamos que todos son suyos,

y démosle gracias por todos ellos,

ya que todos los bienes de él proceden.

Y el mismo altísimo y sumo,

el solo Dios verdadero,

posea, a él se le tributen

y él reciba todos los honores y reverencias,

todas las alabanzas y bendiciones,

todas las acciones de gracias y la gloría,

porque suyo es todo bien,

y sólo él es bueno.

 

6.     FRANCISCO EL HERMANO UNIVERSAL. 6-9

 

SEXTO DÍA

 

EL CUIDADO DE NUESTRA CASA COMÚN

 

Por la  señal de la Santa Cruz + De nuestros enemigos + Líbranos Señor, Dios nuestro + En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén

 

Acto de contrición:

 

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quién eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y  de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.

 

ORACIÓN ANTE EL CRUCIFIJO (OrCr)

¡Oh alto y glorioso Dios!

ilumina las tinieblas de mi corazón.

Dame fe recta, esperanza cierta, caridad perfecta;

acierto y conocimiento, oh Señor,

para cumplir tu santo y veraz mandato.

Amén.

 

LECTURA BÍBLICA

 

Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen,1 Corintios 11. 7 conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios,  y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. (Génesis 1,26-28).

¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué, pues, nos portamos deslealmente el uno contra el otro, profanando el pacto de nuestros padres? (Malaquías 2,10).

Francisco se ha convertido en misionero, en hermano itinerante al estilo de los discípulos de Cristo por el mundo. Nunca pasó por su cabeza fundar una orden, menos, mucho menos tres con todas su ramificaciones que son muchos centenares de las mismas. Francisco simplemente quiere vivir el Evangelio. Pero el Señor que no se deja ganar en generosidad pronto se encargó de que aquél hermano no fuera un antisigno del Reino. El Reino es comunión, es unidad, es lugar de fraternidad, de igualdad, de servicio y minoridad y si Francisco había decidido, o mejor dicho si Dios había decidido que Francisco fuese signo de ese Reino, entonces no podía vivir solo la aventura evangélica. Es el mismo Señor quien le da hermanos. Curiosamente fueron los que antes habían compartido con él su otro estilo de vida, pero conmovidos por su palabra y su ejemplo, se unieron a él. Los primeros compañeros, los amigos de la juventud evangélica: Bernardo de Quintavalle, Pedro Cattani, Gil… entre otros, muy pronto llegarían a sumar 12 y pronto se multiplicarían. En 1220, serán 3000; en 1226 serán 5000. Sin haberlo buscado, Francisco vio que se le confiaba la tarea nada fácil y muy delicada de encarnar su inspiración evangélica en una comunidad-fraternidad humana cada vez más numerosa.

Francisco no quiere tomar el modelo que había de vida monástica de aquél tiempo. Para Francisco el Hijo de Dios se había hecho camino y sólo a él había que seguir, Él tenía que ser la única fuente de inspiración. Francisco se siente inspirado directamente del Evangelio, es decir de Jesucristo: “Y después que el Señor me dio hermanos, nadie me mostraba qué debía hacer, sino que el Altísimo mismo me reveló que debía vivir según la forma del Santo Evangelio. Y yo lo hice escribir en pocas palabras y sencillamente y el señor papa me lo confirmó”. (Test 14,15).

Aquí tenemos la inspiración más genuina de la consolidación vocacional  de Francisco y de todos sus seguidores. La nueva forma de vida evangélica se sitúa bajo el signo de la misión apostólica. El modelo el mismo Jesucristo que anduvo de pueblo en pueblo, de aldea en aldea y posteriormente en los discípulos enviados a misionar por Cristo.

Como consecuencia de una vida itinerante, apostólica, es necesario el desprendimiento, la pobreza, deben vivir como la gente del pueblo, trabajar como ellos, sin ningún privilegio eclesiástico y cuando el fruto de su trabajo no les alcance deben recurrir “a la mesa del Señor”, es decir, a la limosna. Esta pobreza de misioneros itinerantes y mendicantes, la viven los hermanos en estrecha comunión con Cristo, que no tenía piedra dónde reposar su cabeza y que vivía también de la generosidad de sus amigos. (1 R 9,6).

Como consecuencia de la misión-itinerancia y pobreza ahora nos encontramos con la fraternidad. Una fraternidad entre iguales. Una fraternidad que no discrimina y que comparte todo con el hermano y se preocupa por él, todos son iguales. “Ninguno de los hermanos, dirá Francisco en la Regla de 1221, tenga potestad o dominio y menos entre ellos”. (1 R 5,9).

Al irse fraguando y consolidado este nuevo estilo de vida Francisco insistirá a tiempo y a destiempo en que una cosa es necesaria: “Aspirar a tener el Espíritu del Señor y su santa operación” nada más. Francisco era capaz de descubrir en el universo entero la presencia siempre fresca de Dios, a tal grado que tras haber inyectado el nuevo ideal evangélico, Dios mismo le concede la gracia de ser sensible a las demás creaturas que hay en el universo entero. Todas ellas hablan de la presencia de Dios. Todas ellas son signo de la cercanía y del amor incondicional de Dios. Todas ellas son signo de comunión entre Dios y los hombres. Pocos han tenido la sensibilidad que tuvo el Santo de Asís para descubrir a Dios en sus creaturas. Por lo tanto, Francisco es el hermano universal por dos aspectos concretos, a saber:

Después que el Señor le da hermanos, Él mismo le dice lo que debe hacer, pero Francisco no se queda sólo con esa inspiración que por lo demás sería suficiente, no, sino que va a la presencia del Papa que es el signo de la universalidad de la Iglesia y es él quien le confirma la nueva forma de vida, por eso es un hermano universal. El otro aspecto es precisamente la sensibilidad y el respeto para con toda la creación. Francisco descubre en todo la presencia de Dios y desde ahí, se sirve de la creación para alabar y bendecir a Dios.

 

PARA REVISIÓN DE VIDA

1.     ¿Me descubro y vivo verdaderamente como alguien echo a imagen y semejanza de Dios?

2.     ¿Soy signo del Reino de Dios ante los demás por mi trato igual para con todos?

3.     ¿Considero a quienes viven conmigo como un regalo de Dios o como una carga que tengo que soportar?

4.     ¿Qué importancia tiene la misión en mi de acuerdo con mi propio estilo de vida?

5.     ¿Me siento superior a los demás o procuro ser una persona justa e igual con todos?

6.     ¿Soy capaz de descubrir en la creación la presencia amorosa de Dios?

7.     ¿Cuál es mi compromiso de cara a la creación?

Cántico de las criaturas

 

ALABANZAS AL DIOS ALTÍSIMO

 

Altísimo, omnipotente, buen Señor,

tuyas son las alabanzas,

la gloria y el honor y toda bendición.

A ti solo, Altísimo, te corresponden

y ningún hombre es digno de pronunciar tu nombre.

 

Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,

especialmente el señor hermano sol,

él es el día y por él nos alumbras;

y es bello y radiante con gran esplendor:

de ti. Altísimo, lleva significación.

 

Loado seas, mi Señor,

por la hermana luna y las estrellas:

en el cielo las has formado

claras y preciosas y bellas.

 

Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,

y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo,

por el cual a tus criaturas das sustento.

 

Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,

que es muy útil y humilde y preciosa y casta.

Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,

por el cual alumbras la noche:

y es bello y alegre y robusto y fuerte.

 

Loado seas, mi Señor,

por nuestra hermana la madre tierra,

que nos sustenta y gobierna

y produce distintos frutos

con flores de colores y hierbas.

 

Loado seas, mi Señor,

por los que perdonan por tu amor

y sufren enfermedad y tribulación.

Bienaventurados aquellos que las sufren en paz,

pues por ti, Altísimo, coronados serán.

 

Loado seas, mi Señor,

por nuestra hermana la muerte corporal

de la cual ningún hombre vivo puede escapar.

¡Ay de aquellos que morirán en pecado mortal!

Bienaventurados

los que encontrará en tu santísima voluntad,

pues la muerte segunda no les hará mal.

Load y bendecid a mi Señor,

y dadle gracias y servidle con gran humildad

 

-        Después de tu reflexión reza tres Padre Nuestro y tres Ave María con Gloria al Padre

-        Pide al señor que te conceda lo que más necesites y sea su voluntad

 

ORACIÓN FINAL

Invitación a restituir todos los bienes al Señor (Regla no bulada, XVII,17-18)

 

Y restituyamos todos los bienes al Señor

Dios altísimo y sumo,

y reconozcamos que todos son suyos,

y démosle gracias por todos ellos,

ya que todos los bienes de él proceden.

Y el mismo altísimo y sumo,

el solo Dios verdadero,

posea, a él se le tributen

y él reciba todos los honores y reverencias,

todas las alabanzas y bendiciones,

todas las acciones de gracias y la gloría,

porque suyo es todo bien,

y sólo él es bueno.

 

7. LA EXPLOSIÓN DEL AMOR PURÍSIMO EN EL CORAZÓN DE FRANCISCO.7-9

SÉPTIMO DÍA

EL AMOR PURO DE FRANCISCO A LA VIRGEN PURÍSIMA

 

 

Por la  señal de la Santa Cruz + De nuestros enemigos + Líbranos Señor, Dios nuestro + En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén

 

Acto de contrición:

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quién eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y  de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.

 

 

ORACIÓN ANTE EL CRUCIFIJO (OrCr)

 

¡Oh alto y glorioso Dios!

ilumina las tinieblas de mi corazón.

Dame fe recta, esperanza cierta, caridad perfecta;

acierto y conocimiento, oh Señor,

para cumplir tu santo y veraz mandato. Amén.

 

LECTURA BÍBLICA (Is. 7,14. Lc 1,26-35

 

“Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel”. (Is 7,14)

 

Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.

Y entrando, le dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.

Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo.

El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin. María respondió al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? El ángel le respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. (Lc 1,26-35).

 

Es una gracia de Dios para todos los hijos de Francisco la devoción a la Santísima Virgen María  que nuestro Seráfico Padre nos ha legado. No se trata tan sólo de una piedad romántica y externa sino que debe de transformar el interior de todo hijo de Francisco. La profunda devoción y piedad mariana del Santo de Asís es evidente desde la época de su conversión: Bernardo de Quintavalle, que lo hospedó algunas veces en su casa, observando su comportamiento, "lo veía pasar las noches en oración, durmiendo poquísimo y alabando al Señor y a la gloriosa Virgen su Madre, y pensaba, lleno de admiración: 'Realmente, este hombre es un hombre de Dios" (2Cel., 24).

 

Así pues en primer lugar nos encontramos ante un maestro de oración, pero además de eso, nos encontramos con un corazón enamorado. Sí un corazón enamorado de lo más hermosos que Dios podía dar a la humanidad después de Jesucristo: María. A quien sin lugar a dudas, Dios también amó con singular predilección. La virgen pura. Su pureza fue tal que Dios la eligió para ser la Madre de su Hijo, la Esposa del Espíritu Santo y Madre de la Iglesia. La Virgen llena de Gracias. Y cómo no iba a estarlo si llevó dentro de sí todo el Espíritu del Señor y su santa operación al decirle “sí” al plan a proyecto que Dios tenía para ella. La Madre de la Iglesia. Si Jesucristo su Hijo es la Piedra angular donde se levanta todo el edificio y queda ensamblado para gloria de Dios aquí en la tierra, María va a ser la Madre de toda la Iglesia y por ello al final de camino de la Cruz Jesucristo en medio de su dolor de su agonía, pero sobre todo en medio del amor abrasador para la humanidad nos la da como nuestra Madre. ¡Qué amor tan grande debió tenernos y debe tenernos Jesucristo para darnos a su Madre como nuestra Madre! Centrémonos pues en este amor puro y virginal de Francisco para con la Madre de Dios. Y tratemos de acercarnos también nosotros con un corazón puro limpio y pidamos a María nos conceda la gracia de amar y servir a Jesucristo de manera fiel y constante como ella lo hizo.

 

El amor especial que el “Poverello de Asís” sentía  por la Madre del Hijo de Dios lo manifestó desde los primeros momentos de su conversión, pero también de alguna manera en la elección de residir en la Porciúncula, "una iglesita dedicada a la santísima Virgen: una construcción antigua, pero entonces del todo descuidada y abandonada. Cuando el hombre de Dios la vio tan abandonada, empujado por su fervorosa devoción por la Reina del mundo, puso allí su morada, con intención de repararla. Allí gozaba a menudo de la visita de los Ángeles, como parecía indicar el nombre de la iglesia misma, llamada desde antiguo Santa María de los Ángeles. Por eso la eligió como residencia, por su veneración por los ángeles y su especial amor por la Madre de Cristo" (L.Mayor, II,8).

 

Francisco amaba de manera particular aquel lugar, lo amaba "más que todos los demás lugares del mundo. Aquí, en efecto, conoció la humildad de los comienzos, aquí progresó en las virtudes, aquí alcanzó felizmente la meta. En el momento de la muerte recomendó este lugar a los frailes, como el más querido de la Virgen" (Ibid.), "porque quería que la Orden de los Menores creciera y se desarrollara, bajo la protección de la Madre de Dios, allí donde, por méritos de ella, había tenido su origen" (L.Mayor, III,5). El autor de la vida de S. Clara añade: "Este es aquel lugar famoso donde dio comienzo el nuevo ejército de los pobres, guiado por Francisco, de modo que apareció claramente que fue la Madre de la Misericordia la que dio a luz en su morada a una y otra Orden" (L. S.Clara, 8).

 

Fijémonos que manera tan fina y elegante la de los primeros biógrafos de San Francisco para darnos a conocer a modo de filigrana la manera extraordinaria de la experiencia espiritual de Francisco desde sus inicios hasta el final de su vida terrena y que se sigue cultivando hasta el día de hoy en ése pequeño y gran tesoro de Santa María de los Ángeles. Francisco no la quería por su forma materia, aunque también, por ser pequeña y humilde, verdaderamente como la Madre de Jesús, pero no sólo por eso, sino porque ahí se daban cita los más excelsos personajes que alababan y glorificaban eternamente a Dios. Esto es lo que hace que Francisco ame con especial predilección ese lugar, pero lo ama ante todo y sobre todo porque está construido en honor a María la Madre de Dios.

Concretamente el amor y el afecto de Francisco por María Santísima se manifiestan también en el Saludo a la Bienaventurada Virgen María, himno de alabanza que exalta la divina maternidad, obra de Dios, Trino y Uno.

Lo anterior es muy importante: si Francisco exalta la santidad de María, lo hace reconociendo y sobre-exaltando la santidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Por lo tanto Francisco reconoce que lo que en María se ha realizado es obra de la Santísima Trinidad y no mérito ni obra de María. El himno de alabanza que Francisco escribe para saludar a María es uno de los textos más genuinos y hermosos que nuestro Padre nos ha dejado. Tratemos de entrar en un ambiente de oración y reflexión en la profundidad espiritual de este cántico.

Saludo a la bienaventurada Virgen María

 

"¡Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios,

María virgen hecha Iglesia,

elegida por el santísimo Padre del cielo,

consagrada por él con su santísimo Hijo amado

y el Espíritu Santo Defensor,

en ti estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien!

¡Salve, palacio de Dios!

¡Salve, tabernáculo de Dios!

¡Salve, casa suya!

¡Salve, vestidura suya!

¡Salve, esclava suya!

¡Salve, Madre suya!

y ¡salve, todas vosotras, santas virtudes,

que por la gracia e iluminación del Espíritu Santo,

sois infundidas en los corazones de los fieles,

para hacerlos de infieles, fieles a Dios!"

 

PARA REVISIÓN DE NUESTRA VIDA

 

1.     ¿Qué lugar ocupa la Madre de Dios en mi vida?

2.     ¿Soy consciente de la obra que Dios ha realizado en la humanidad  por medio de la Madre de Jesús?

3.     ¿Cómo expreso mi devoción y mi gratitud a María por ser mi principal intercesora?

4.     ¿Soy capaz de fomentar la devoción a María o me avergüenzo de ello?

5.     Después de tu reflexión reza tres Padre Nuestro y tres Ave María con Gloria al Padre

6.     Pide al señor que te conceda lo que más necesites y sea su voluntad

 

-        Después de tu reflexión reza tres Padre Nuestro y tres Ave María con Gloria al Padre

-        Pide al señor que te conceda lo que más necesites y sea su voluntad

 

ORACIÓN FINAL

 

Invitación a restituir todos los bienes al Señor (Regla no bulada, XVII,17-18)

Y restituyamos todos los bienes al Señor

Dios altísimo y sumo,

y reconozcamos que todos son suyos,

y démosle gracias por todos ellos,

ya que todos los bienes de él proceden.

Y el mismo altísimo y sumo,

el solo Dios verdadero,

posea, a él se le tributen

y él reciba todos los honores y reverencias,

todas las alabanzas y bendiciones,

todas las acciones de gracias y la gloría,

porque suyo es todo bien,

y sólo él es bueno.

 

8. EL CUERPO Y LA SANGRE DEL SEÑOR: EUCARISTÍA MILAGRO DE AMOR  Y DE HUMIDADCONTEMPLADO POR FRANCISCO. 8-9

 

OCTAVO DÍA

 

EL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DEL SEÑOR

 

Por la  señal de la Santa Cruz + De nuestros enemigos + Líbranos Señor, Dios nuestro + En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén

 

Acto de contrición:

 

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quién eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y  de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.

 

LECTURA BÍBLICA JUAN 6, 35-40

 

En aquel tiempo dijo Jesucristo a la gente: Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis. Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día.

Palabra del Señor

Gloria a Ti, Señor Jesús.

 

 

 

ORACIÓN ANTE EL CRUCIFIJO (OrCr)

¡Oh alto y glorioso Dios!

ilumina las tinieblas de mi corazón.

Dame fe recta, esperanza cierta, caridad perfecta;

acierto y conocimiento, oh Señor,

para cumplir tu santo y veraz mandato.

Amén.

 

En esta pequeña meditación o reflexión quisiera que nos adentrásemos con un corazón muy, muy humilde y puro al corazón de Francisco, pero sobre todo al de Jesucristo, mismo que se nos revela vivo y presente en la su Cuerpo y en su Sangre. Necesitamos pues revestirnos de esa gracia y santidad que nos han sido dadas desde el día de nuestro bautismo y que renovamos día a día en cada Eucaristía que celebramos. Es necesario el Espíritu del Señor y su santa operación para que logremos no sólo entender desde los ojos de la fe, sino también desde el amor y el compromiso y revalorar este santísimo misterio que es la fuente de la Santidad y de la gracia divina para todo cristiano que se acerca humildemente a  este Santísimo Misterio que es Acción de gracias por excelencia, pero que sobre todo y ante todo es sacrificio. Y no cualquier sacrificio, sino el de Cristo, el Cordero inmaculado que se hizo en todo semejante a nosotros menos en el pecado.

 

Es importante resaltar que Francisco no pierde nunca de vista el carácter sacrificial de la Misa: La Eucaristía es la conmemoración del Sacrificio de Cristo y renueva para nosotros hoy los frutos de la Redención. Unos frutos que nos hemos de empeñar en aceptar y recibir dignamente para que podamos de la misma manera convertirnos en otros Cristos. Esto suena un poco raro, pero ¿no es acaso cuando comemos el Cuerpo del Señor Jesucristo y bebemos su Sangre el momento más intenso de comunión y de unión con Él? Desde luego que sí. No existe ninguna duda al respecto al menos para los que tenemos fe y creemos que así es. En el momento de la comunión del Cuerpo y Sangre del Señor el entra dentro de nosotros y nosotros lo contenemos todo a Él, es como si no fueran dos personas sino una sola, sí una sola porque el Amor transforma y la Eucaristía, el Cuerpo y la Sangre de Cristo son lo más exquisito del Amor de Dios.

La Eucaristía, siendo la actualización del sacrificio de la Nueva Alianza, ofrece a los hombres de todos los tiempos, la salvación operada antaño por el Señor. Francisco comprendió que, si el Señor instituyó la Eucaristía, fue para transmitir a todos los hombres los frutos del Sacrificio de la Cruz. Si no ¿Qué sentido tendría celebrar la Misa hoy? ¿Para qué asistir a Misa si fuera sólo una comedia, una representación, una obra de teatro? No, no es así La cruz no es teatro, la cruz es vida y genera vida siempre cuando se lleva con dignidad y se acepta por amor. Por amor la aceptó Jesucristo. Por amor nos entrega su Cuerpo y su Sangre bajo las apariencias de pan y de vino.

Dejemos ahora a nuestro Seráfico Padre que nos hable de corazón a corazón. Él que se consideró indigno de consagrar el pan y el vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo, tiene una experiencia eucarística extraordinaria. Leamos con atención y metámonos dentro del misterio del Amor de Dios y de Francisco.

 

Del cuerpo del Señor

 

Dice el Señor Jesucristo a sus discípulos: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, ciertamente conoceríais también a mi Padre; y desde ahora lo conoceréis y lo habéis visto. Le dice Felipe: Señor, muéstranos al Padre y nos basta. Le dice Jesucristo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me habéis conocido? Felipe, el que me ve a mí, ve también a mi Padre (Jn 14,6-9).

El Padre habita en una luz inaccesible (cf. 1 Tim 6,16), y Dios es espíritu (Jn 4,24), y a Dios nadie lo ha visto jamás (Jn 1,18). Por eso no puede ser visto sino en el espíritu, porque el espíritu es el que vivifica; la carne no aprovecha para nada (Jn 6,64).

Pero ni el Hijo, en lo que es igual al Padre, es visto por nadie de otra manera que el Padre, de otra manera que el Espíritu Santo. De donde todos los que vieron al Señor Jesucristo según la humanidad, y no vieron y creyeron según el espíritu y la divinidad que él era el verdadero Hijo de Dios, se condenaron. Así también ahora, todos los que ven el sacramento, que se consagra por las palabras del Señor sobre el altar por mano del sacerdote en forma de pan y vino, y no ven y creen, según el espíritu y la divinidad, que sea verdaderamente el santísimo cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo, se condenan, como lo atestigua el mismo Altísimo, que dice: Esto es mi cuerpo y mi sangre del nuevo testamento, [que será derramada por muchos] (cf. Mc 14,22.24); y: Quien come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna (cf. Jn 6,55). De donde el espíritu del Señor, que habita en sus fieles, es el que recibe el santísimo cuerpo y sangre del Señor. Todos los otros que no participan del mismo espíritu y se atreven a recibirlo, comen y beben su condenación (cf. 1 Cor 11,29).

De donde: Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo seréis de pesado corazón? (Sal 4,3). ¿Por qué no reconocéis la verdad y creéis en el Hijo de Dios? (cf. Jn 9,35).

Ved que diariamente se humilla (cf. Fil 2,8), como cuando desde el trono real (Sab 18,15) vino al útero de la Virgen; diariamente viene a nosotros él mismo apareciendo humilde; diariamente desciende del seno del Padre (cf. Jn 1,18) sobre el altar en las manos del sacerdote. Y como se mostró a los santos apóstoles en carne verdadera, así también ahora se nos muestra a nosotros en el pan sagrado. Y como ellos, con la mirada de su carne, sólo veían la carne de él, pero, contemplándolo con ojos espirituales, creían que él era Dios, así también nosotros, viendo el pan y el vino con los ojos corporales, veamos y creamos firmemente que es su santísimo cuerpo y sangre vivo y verdadero.

Y de este modo siempre está el Señor con sus fieles, como él mismo dice:

Ved que yo estoy con vosotros hasta la consumación del siglo (cf. Mt 28,20).

 

REVISIÓN DE VIDA

 

¿Cuánto tiempo dedico a la oración antes de celebrar la Eucaristía para recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo?

¿Soy consciente de que verdaderamente comulgo el Cuerpo y la Sangre del Señor, o simplemente lo hago por costumbre?

¿Considero que cuando comulgo estoy lo suficientemente limpio de culpa?

¿Cuáles son los frutos de mi Comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo?

¿Cuánto tiempo dedico a la Adoración del Santísimo Cuerpo de Cristo en el tabernáculo?

¿Soy consciente de que cuando comulgo me convierto en un sagrario viviente, y que a donde voy allá llevo a Jesucristo conmigo?

¿Cuál es mi actitud ante todo lo anterior?

 

Carta primera a los fieles (1CtaF 1,1-5; 2,1-8)

1Todos los que aman al Señor con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente, con todas las fuerzas, y aman a sus prójimos como a sí mismos (cf. Mt 22,37.39; Mc 12,30), 2y odian a sus cuerpos con sus vicios y pecados, 3y reciben el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo, 4y hacen frutos dignos de penitencia: 5¡Oh cuán bienaventurados y benditos son ellos y ellas, mientras hacen tales cosas y en tales cosas perseveran!

1Pero todos aquellos y aquellas que no viven en penitencia, 2y no reciben el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo, 3y se dedican a vicios y pecados, y que andan tras la mala concupiscencia y los malos deseos de su carne, 4y no guardan lo que prometieron al Señor, 5y sirven corporalmente al mundo con los deseos carnales y las preocupaciones del siglo y los cuidados de esta vida: 6Apresados por el diablo, cuyos hijos son y cuyas obras hacen (cf. Jn 8,41), 7están ciegos, porque no ven la verdadera luz, nuestro Señor Jesucristo. 8No tienen la sabiduría espiritual, porque no tienen al Hijo de Dios, que es la verdadera sabiduría del Padre.

 

-        Después de tu reflexión reza tres Padre Nuestro y tres Ave María con Gloria al Padre

-        Pide al señor que te conceda lo que más necesites y sea su voluntad

 

ORACIÓN FINAL

 

Invitación a restituir todos los bienes al Señor (Regla no bulada, XVII,17-18)

 

Y restituyamos todos los bienes al Señor

Dios altísimo y sumo,

y reconozcamos que todos son suyos,

y démosle gracias por todos ellos,

ya que todos los bienes de él proceden.

Y el mismo altísimo y sumo,

el solo Dios verdadero,

posea, a él se le tributen

y él reciba todos los honores y reverencias,

todas las alabanzas y bendiciones,

todas las acciones de gracias y la gloría,

porque suyo es todo bien,

y sólo él es bueno.

 

9. FRANCISCO REFLEJO DE LA HUMIDAD EVANGÉLICA. 9-9

 

NOVENO DÍA

FRANCISCO EVANGELIO VIVIENTE

 

Por la  señal de la Santa Cruz + De nuestros enemigos + Líbranos Señor, Dios nuestro + En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén

 

Acto de contrición:

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quién eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y  de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.

 

LECTURA BÍBLICA

 

«Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,19)

 

Oración ante el Cristo de San Damián

 

Sumo y glorioso Dios

Sumo y glorioso Dios,

ilumina las tinieblas

de mi corazón

y dame fe recta,

esperanza cierta

y caridad perfecta,

sentido y conocimiento.

Señor, para que cumpla

tu santo y veraz mandamiento.

 

Toda reflexión sobre la humildad tiene que, subrayar, su especificidad cristiana, que hunde sus raíces en la persona de Jesús, misterio y manifestación plena de la revelación de Dios: su “Amor”.  Por el mismo camino cristológico del amor procede Francisco de Asís: la humildad es hermana de la pobreza (SV 2) y las dos juntas se convierten en regla de vida para sus hermanos (R 10,.1 bull 9 1; Reg. bull. 6, 29). En la espiritualidad franciscana la humildad aparecerá como la raíz de la perfección evangélica: sólo se la encuentra en la fe en Cristo, trascendiendo las capacidades naturales del hombre (Buenaventura, De pefectione evangelica, y solutio). Es precisamente esta altísima virtud la que envolvió a Francisco desde aquél momento que se encontró con el “Amor de su Vida” “Amor que plenifica”. La humildad y la sencillez se convertirán en el estandarte ondeará Francisco durante toda su vida.

 

la humildad es una actitud general del espíritu, que mueve a la obediencia a la voluntad del Padre y al servicio al prójimo. Son esto los rasgos entre otros muchos que hemos venido descubriendo del Seráfico Padre. No se cansará de repetir siempre: Sólo una cosa es necesaria: “Poseer el Espíritu del Señor y su santa operación”. Sólo a través de esta posesión y actuación del Espíritu Francisco podrá obedecer siempre hasta el último de los novicios que acaba de ingresar en la Orden. Esta obediencia a la Voluntad del Padre le lleva evidentemente a servir al Prójimo y lo que antes le parece amargo para el cuerpo, se convierte en dulzura del alma, y se va a servir a los pobres de entre los más pobres: A los Leprosos, a los marginados, a los “malditos de Dios”. Francisco se hace uno de ellos por amor al Evangelio.

 

Con Francisco de Asís podemos decir entonces que Dios «es humildad" (Alabanzas del Dios altisimo, 4). La actitud humilde de Cristo manifiesta en la historia que la humildad está en el centro de la vida divina: es la percepción inmediata de su amor ( 1 Jn 4,8.16). ¿Acaso la kénosis del Hijo no remite a un misterio kenótico que se ha de situar en el centro de la Trinidad? Claro que sí! “Cristo a pesar de su condición Divina no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario, se anonado a sí mismo y tomó la condición de esclavo, pasando como uno de tantos”. (Fil 2,6-7). Ésta es la verdadera humildad, vaciarse de sí mismo para llenarse de Dios y de las necesidades de las personas.

 

En el A. T. tenemos la persona más humilde que hay sobre la tierra, según la Biblia es Moisés. Él fue el hombre más humilde que había sobre la tierra, y al mismo tiempo, afirma que nadie trataba con Dios como él. Aquí nos encontramos con dos aspectos muy importantes que van muy unidos y que Francisco vivió de manera radical: humildad y encuentro con Dios. Nadie trata con Dios, como Moisés, porque Dios habla con Moisés cara a cara, en la carpa del encuentro. Y al mismo tiempo él era la persona más humilde que había sobre la tierra. Aquí se ve bien claro que lo que genera la verdadera humildad es el encuentro con Dios. Francisco de alguna manera sigue a Cristo pobre humilde y crucificado, pero además habla con Él, se deja ver por Él, por eso francisco se transfigura, se “Cristifica”.

 

Mientras más encuentro con el Señor tengamos, auténtico encuentro con el Señor, de diálogo de amistad, de escucha, de contemplación al estilo de Moisés, más humildad llega a nosotros. Más capacidad de reconocernos tal cual somos. Tal cual somos, ni más ni menos. Esta fue precisamente la gran riqueza de San Francisco: “Lo que uno es ante Dios eso es y nada más”. ¡Qué claro lo tenía!

 

El resultado de ese encuentro entre el Dios de Abrahám, de Isaac, y de Jacob, como le dice Dios en la revelación que tiene a Moisés en la zarza ardiendo es un Moisés al que le resplandece el rostro. A tal grado es el resplandor del rostro en Moisés, que los compatriotas suyos, los paisanos suyos se sienten como encandilados por la mirada de Moisés. Y Moisés tiene que ponerse un velo cada vez que sale del encuentro con Dios.

 

En la pesca milagrosa encontramos un acontecimiento similar a éste, que resulta del encuentro entre Dios y la condición humana. Simón está siendo invitado a asumir la condición de líder de la barca de Jesús. Sobre su propia barca recibe la visita del Señor y tiene un acontecimiento increíble. Él ha intentado pescar toda la noche junto a sus compañeros de pesca. No consiguen nada y por indicación de Jesús se mete mar adentro, obedeciendo en la fe, y pesca como nunca había pescado antes. Tantos peces habían sacado que tienen que llamar a los compañeros de la otra barca para que le ayuden a llevar la cantidad de peces que han sacado.

 

¿Cuál es la reacción de Pedro? “Apártate de mí Señor, porque soy un pecador.” Es decir, la manifestación de la grandeza de Dios, genera en Simón el reconocimiento de quien es: yo soy un pecador. Pero rápidamente Jesús supera lo que, podría haber sido el riesgo de apartarse de Simón, y lo abraza desde el lugar donde Simón tiene más posibilidades de descubrir lo que es su próxima misión, o su nueva misión: desde ahora te haré pescador de hombres.

 

El Poverello de Asís descubrió claramente esto y se dio cuenta que la “empresa” que se le encomendaba no era obra suya ni sería el fruto de su trabajo, de su cansancio, de su esfuerzo y desvelo, sino que sería gracia de Dios y así tendría que aceptarlo y vivirlo. Esto era necesario para que permaneciera fiel a lo que Dios le había confiado. Por esto Francisco a pesar de todo fue el hombre más feliz sobre la faz de la tierra, porque la alegría que vertía venía de su Señor con el cual se encontraba de manera permanete.

 

Por lo tanto, la humildad es fruto del encuentro. El encuentro nos ubica. Y el resultado es el resplandor y la alegría. La verdadera alegría brota de la verdadera humildad.

 

EN ESTA ÚLTIMA MEDITACIÓN DEJO ABIERTA LA POSIBILIDAD DE LA REFLEXIÓN Y REVISIÓN DE VIDA.

Para Orar:

 

Saludo a las virtudes

 

¡Salve, reina sabiduría,

el Señor te salve con tu hermana

la santa pura simplicidad!

¡Señora santa pobreza,

el Señor te salve con tu hermana

la santa humildad!

¡Señora santa caridad,

el Señor te salve con tu hermana

la santa obediencia!

¡Santísimas virtudes, a todas os salve el Señor,

 

 

de quien venís y procedéis!

No hay absolutamente nadie en el mundo entero

que pueda poseer una de vosotras si antes no muere

a sí mismo.

Quien posee una y no ofende a las otras,

las posee todas.

Y quien ofende a una, ninguna posee

y a todas ofende.

Y cada una confunde a los vicios y pecados.

La santa sabiduría confunde a Satanás

y a toda su malicia.

La pura santa simplicidad confunde

a toda la sabiduría de este mundo

y a la sabiduría del cuerpo.

La santa pobreza

confunde a la codicia y la avaricia

y a las preocupaciones de este mundo.

La santa humildad confunde a la soberbia

y a todos los hombres del mundo,

y a todo lo que hay en el mundo.

La santa caridad

confunde a todas las tentaciones

diabólicas y carnales y a todos los temores camales.

La santa obediencia

confunde a todos los propios

quereres corporales y carnales;

y mantiene mortificado

su cuerpo para obedecer al espíritu y para obedecer a su

hermano, y está sujeto y sometido a todos los hombres

que hay en el mundo;

y no sólo a los hombres, sino

también a todas las bestias y fieras, para que, en cuanto

les sea dado de lo alto por el Señor, puedan

hacer de él lo que quiera

 

 


-        Después de tu reflexión reza tres Padre Nuestro y tres Ave María con Gloria al Padre

-        Pide al señor que te conceda lo que más necesites y sea su voluntad

 

ORACIÓN FINAL

 

Invitación a restituir todos los bienes al Señor (Regla no bulada, XVII,17-18)

 

Y restituyamos todos los bienes al Señor Dios altísimo y sumo, y reconozcamos que todos son suyos,

y démosle gracias por todos ellos, ya que todos los bienes de él proceden.

Y el mismo altísimo y sumo, el solo Dios verdadero, posea, a él se le tributen y él reciba todos los honores y reverencias, todas las alabanzas y bendiciones, todas las acciones de gracias y la gloría, porque suyo es todo bien, y sólo él es bueno.

 

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