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Mostrando entradas de febrero, 2014

Ábrele el oceáno de tu corazón...

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28 de febrero Sean precavidas para no hablar nunca con otras personas, a excepción de su director y de su confesor, de aquellas cosas con las que el buen Dios las va favoreciendo. Dirijan siempre todas sus acciones a la gloria de Dios, exactamente como quiere el apóstol: « Ya comáis, ya bebáis, ya hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios ». Vayan renovando esta santa intención de tanto en tanto. Examínense al final de cada acción; y, si descubren alguna imperfección, no se turben por ello; pero avergüéncense y humíllense ante la bondad de Dios; pidan perdón al Señor y suplíquenle que las preserve de esa falta en el futuro. Renuncien a toda vanidad en sus vestidos, porque el Señor permite las caídas de estas almas en esas vanidades. Las mujeres que buscan las vanidades de los vestidos, no podrán nunca vestirse de la vida de Jesucristo, y pierden los adornos del alma tan pronto como entra este ídolo en sus corazones. Su vestido esté, como quiere

No permitas que el enemigo...

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27 de febrero Las virtudes son como quien tiene un tesoro, que, si no lo tiene escondido a los ojos de los envidiosos, se lo robarán. El demonio está siempre vigilando; y él, el peor de todos los envidiosos, busca arrebatar este tesoro, que son las virtudes, tan pronto como lo descubre; y lo hace asaltándonos con ese enemigo tan poderoso que es la vanagloria. Nuestro Señor, siempre atento a nuestro bien, para preservarnos de este gran enemigo, nos lo advierte en varios lugares del evangelio. ¿Acaso no nos dice que, si queremos hacer oración, nos retiremos a nuestro cuarto, cerremos la puerta y oremos de tú a tú con Dios, para que nuestra oración no sea conocida por los demás?; ¿que, al ayunar, nos lavemos la cara para que no descubramos nuestro ayuno a los demás en la suciedad y la palidez del rostro?; ¿que, al dar limosna, no sepa la mano derecha lo que hace la izquierda? (2 de agosto de 1913, al P. Agustín de San Marcos in Lamis – Ep. I, p. 396) Agradece sie

Cuando nos dejamos iluminar por la luz

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24 de febrero San Crisóstomo, hablando de la vanagloria, dice: « Cuantas más obras realices, buscando aplastar la vanagloria, tanto más la estimulas ». ¿Y cuál es la causa de esto? Dejemos que nos lo diga el mismo santo doctor: « Porque todo lo malo proviene del mal; solo la vanagloria procede del bien; y, por eso, no se extingue con el bien sino que se infla más ». El demonio, querido padre, sabe muy bien que un lujurioso, un ladrón, un avaro, un pecador, tienen más motivos para avergonzarse y para sonrojarse que para gloriarse; y, por eso, se cuida mucho de tentarlos por ese lado, y les ahorra esta batalla. Pero no se la ahorra a los buenos, sobre todo al que se esfuerza por tender a la perfección. Todos los otros vicios se yerguen sólo en los que se dejan vencer y dominar por ellos; pero la vanagloria levanta la cabeza precisamente en aquellas personas que la combaten y la vencen. Se envalentona al asaltar a sus enemigos, sirviéndose de las mismas victorias que han con

Él sabrá consolarte siempre y en todo...

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21 de febrero Medita el fiat de Jesús en el huerto; ¡cuánto le habría pesado para hacerle sudar y sudar sangre! Pronuncia tú también este fiat, tanto en las cosas prósperas como en las adversas; y no te inquietes ni te rompas la cabeza pensando en cómo lo pronuncias. Se sabe que en las cuestiones difíciles la naturaleza huye de la cruz, pero no por eso se puede decir que el alma no se ha sometido a la voluntad de Dios, cuando la vemos, a pesar de la fuerza que siente en contra, ponerla en práctica. ¿Quieres tener una prueba concreta de cómo la voluntad pronuncia su fiat ? La virtud se conoce por su contrario. Puesta por el Señor en una prueba, sea ésta difícil o sencilla, dime: ¿te sientes movida a rebelarte contra Dios? O, mejor, pongamos como ejemplo lo imposible: intentas rebelarte. O, dime, ¿no te horrorizas ante el simple hecho de oír estas frases blasfemas? Pues bien, entre el sí y el no, no existe, no puede darse, nada intermedio. Si tu voluntad huye de la

No eches a la basura tu tristeza...

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20 de febrero Jesús, el hombre de los dolores, querría que todos los cristianos le imitaran. Ahora bien, Jesús me ofreció este cáliz también a mí; y yo lo acepté; y he aquí por qué no me priva de él. Mi pobre sufrir no sirve para nada; pero Jesús se complace en él, porque lo amó tan intensamente aquí en la tierra. Por eso, en ciertos días especiales, en los que él sufrió más intensamente en esta tierra, me hace sentir el sufrimiento incluso con más fuerza. ¿No debería bastarme esto solo para humillarme y para buscar vivir escondido a los ojos de los hombres, porque he sido hecho digno de sufrir con Jesús y como Jesús? ¡Ah!, padre mío, siento que mi ingratitud a la majestad de Dios es demasiado grande. (1 de febrero de 1913, al P. Agustín de San Marco in Lamis – Ep. I, p. 334)   El dolor y el sufrimiento son características en la vida de la persona que muchas veces no logramos entender. Sin embargo el modelo de dolor y de sufrimiento, lo tenemos en “E

Corrige tus errores...

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11 de febrero ¿Queremos caminar bien? Dediquémonos a recorrer con empeño el camino que queda más cerca de nosotros. Grabad bien en la mente lo que voy a decir: con frecuencia deseamos ser buenos ángeles y descuidamos ser buenos hombres. Nuestra limitación nos ha de acompañar hasta el féretro; no podemos alcanzar nada sin tierra. No hay que relajarse ni distraerse, ya que somos como pequeños polluelos, pero sin alas. En la vida física, morimos poco a poco, y ésta es una ley ordinaria querida por la providencia; y, de la misma manera, hay que morir a nuestras imperfecciones, también día a día. Felices imperfecciones, podríamos exclamar, que nos hacen conocer nuestra gran miseria y que nos ejercitan con humildad en el desprecio de nosotros mismos, en la paciencia y en la diligencia. Pero a pesar de esas imperfecciones, Dios observa la preparación de nuestro corazón, que es perfecta. (3 de marzo de 1917, a Herminia Gargani – Ep. III, 678)  

Torrente imposible de contener!

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    10 de febrero Es ya el momento de confesarlo: nosotros somos miserables, ya que es poco el bien que podemos practicar. Pero Dios, en su bondad, se compadece de nosotros, llega a complacerse también de ese poco, y acepta la preparación de nuestro corazón. Pero, ¿en qué consiste esta preparación de nuestro corazón? Según la palabra divina, Dios es infinitamente más grande que nuestro corazón, y éste supera a todas las otras realidades cuando, dejando aparte el preocuparse de sí mismo, prepara el servicio que debe ofrecer a Dios; es decir, cuando acepta el compromiso de servir a Dios, de amarlo, de amar al prójimo, de observar la mortificación de los sentidos externos e internos, y otros buenos propósitos. Durante ese tiempo, nuestro corazón se prepara y dispone sus obras para un grado eminente de perfección cristiana. Todo esto, mi buena hija, no es en modo alguno proporcionado a la grandeza de Dios, que es infinitamente más grande que todo el universo, que nuestr

La humildad es la proyección...

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7 de febrero Proponte, por tanto, corresponder generosamente [al amor de predilección de Dios para contigo], haciéndote digno de él; es decir, semejante a él en las perfecciones adorables ya indicadas en las Escrituras y en el Evangelio, y que tú ya las has aprendido. Pero, hermano mío: para que se dé esta imitación, es necesaria la continua reflexión y meditación sobre su vida; de la reflexión y meditación nace la estima de sus actos; y de la estima, el deseo y el empeño de la imitación. Todo esto nos viene proporcionado por nuestras leyes. Mantengámonos constantes en la exacta observancia de las mismas y seremos perfectos. Sobre todo tienes que insistir en lo que es la base de la santidad cristiana y el fundamento de la bondad: en la virtud de la que nuestro divino Maestro y nuestro seráfico Padre se nos proponen como modelos: me refiero a la humildad. Humildad interna y externa; más interna que externa; más vivida que mostrada; más profunda que visible. (19 de