abandónate en el corazón divino de Jesús




26 de enero

Mantén el buen ánimo; abandónate en el corazón divino de Jesús; y todas tus preocupaciones déjaselas a él. Colócate siempre en el último lugar del grupo de los que aman al Señor, teniendo a todos por mejores que tú. Sé verdaderamente humilde con los demás, porque Dios resiste a los soberbios y da la gracia a los humildes. Cuanto más crezcan las gracias y los favores de Jesús en tu alma, más debes humillarte, imitando siempre la humildad de nuestra Madre del cielo, la cual, en el instante en que llega a ser Madre de Dios, se declara sierva y esclava del mismísimo Dios. En las cosas prósperas y adversas que te sucedan, humíllate siempre bajo la mano poderosa de Dios, aceptando con humildad y paciencia, no sólo aquellas cosas que son de tu agrado, sino también, y con humildad y paciencia, todas las tribulaciones que él te mande para hacerte cada vez más grata a él y más digna de la patria celestial.

Ser tentada es signo evidente de que el alma es muy grata al Señor. Acepta, pues, todo en actitud de agradecimiento. No creas que esto es sólo una opinión mía, no; el mismo Señor empeñó su palabra divina: «Y porque tú eres grato a Dios - dice el ángel a Tobías (y en la persona de Tobías a todas las almas gratas a Dios) - fue necesario que te probara la tentación».

Anímate, pues, hija queridísima de Jesús; y alégrate también, incluso en medio de las tentaciones y tribulaciones, sabiendo bien que todo esto es un regalo singularísimo que la bondad del Padre del cielo hace a tu alma; y en todo sé agradecida siempre a tan buen Padre, por medio de su queridísimo Hijo Jesucristo.

(29 de enero de 1915, a Anita Rodote – Ep. III, p. 48)

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