La última soledad del ser.
21 de febrero
Medita el fiat
de Jesús en el huerto; ¡cuánto le habría pesado para hacerle sudar y sudar
sangre! Pronuncia tú también este fiat,
tanto en las cosas prósperas como en las adversas; y no te inquietes ni te
rompas la cabeza pensando en cómo lo pronuncias. Se sabe que en las cuestiones
difíciles la naturaleza huye de la cruz, pero no por eso se puede decir que el
alma no se ha sometido a la voluntad de Dios, cuando la vemos, a pesar de la
fuerza que siente en contra, ponerla en práctica.
¿Quieres tener una prueba concreta de cómo la voluntad
pronuncia su fiat? La virtud se
conoce por su contrario. Puesta por el Señor en una prueba, sea ésta difícil o
sencilla, dime: ¿te sientes movida a rebelarte contra Dios? O, mejor, pongamos
como ejemplo lo imposible: intentas rebelarte. O, dime, ¿no te horrorizas ante
el simple hecho de oír estas frases blasfemas? Pues bien, entre el sí y el no,
no existe, no puede darse, nada intermedio.
Si tu voluntad huye de la rebelión, ten por seguro que
está sometida, tácita o expresamente, a la voluntad de Dios, y, en
consecuencia, también ella pronuncia a su modo su fiat.
(30 de enero de 1915, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 321)
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