Sé fiel en la práctica de las virtudes


27 de febrero

Las virtudes son como quien tiene un tesoro, que, si no lo tiene escondido a los ojos de los envidiosos, se lo robarán. El demonio está siempre vigilando; y él, el peor de todos los envidiosos, busca arrebatar este tesoro, que son las virtudes, tan pronto como lo descubre; y lo hace asaltándonos con ese enemigo tan poderoso que es la vanagloria.

Nuestro Señor, siempre atento a nuestro bien, para preservarnos de este gran enemigo, nos lo advierte en varios lugares del evangelio. ¿Acaso no nos dice que, si queremos hacer oración, nos retiremos a nuestro cuarto, cerremos la puerta y oremos de tú a tú con Dios, para que nuestra oración no sea conocida por los demás?; ¿que, al ayunar, nos lavemos la cara para que no descubramos nuestro ayuno a los demás en la suciedad y la palidez del rostro?; ¿que, al dar limosna, no sepa la mano derecha lo que hace la izquierda?
(2 de agosto de 1913, al P. Agustín de San Marcos in Lamis – Ep. I, p. 396

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