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Mostrando entradas de marzo, 2013

¡Considera tu dignidad Hermano Sacerdote!

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    “De la Carta de San Francisco de Asís a toda la Orden, a los Custodios”. También ruego en el Señor a todos mis hermanos sacerdotes que son y serán o desean ser sacerdotes del Altísimo, que cuando quieran celebrar la misa, ofrezcan, puros y puramente, con reverencia, el verdadero sacrificio del santísimo cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo, con santa y limpia intención, no por cosa alguna terrena ni por temor o amor humano, como para complacer a los hombres. Mas bien se oriente a Dios toda voluntad, deseando complacer sólo al mismo sumo Señor, en la medida de la gracia, porque sólo en ella se obra como a él le agrada; pues, como él dice: Haced esto en memoria mía; y si uno obra de otro modo, se convierte en un Judas traidor y se hace reo del cuerpo y de la sangre del Señor. Recordad, hermanos míos sacerdotes, lo que está escrito en la ley de Moisés, que quien la incumplía, incluso en lo material, moría sin misericordia, por sentencia del Señor. ¡Cuánto mayore

"Sean Pastores con olor a oveja"

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Queridos hermanos y hermanas: Celebro con alegría la primera Misa Crismal como Obispo de Roma. Os saludo a todos con afecto, especialmente a vosotros, queridos sacerdotes, que hoy recordáis, como yo, el día de la ordenación. Las Lecturas nos hablan de los «Ungidos»: el siervo de Yahvé de Isaías, David y Jesús, nuestro Señor. Los tres tienen en común que la unción que reciben es para ungir al pueblo fiel de Dios al que sirven; su unción es para los pobres, para los cautivos, para los oprimidos... Una imagen muy bella de este «ser para» del santo crisma es la del Salmo: «Es como óleo perfumado sobre la cabeza, que se derrama sobre la barba, la barba de Aarón, hasta la franja de su ornamento» (Sal 133,2). La imagen del óleo que se derrama, que desciende por la barba de Aarón hasta la orla de sus vestidos sagrados, es imagen de la unción sacerdotal que, a través del ungido, llega hasta los confines del universo representado mediante las vestiduras. La vestimenta sagrada del

"Llama delicada y dulce que consume"

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25 de marzo Tan pronto como me pongo a orar, enseguida siento el corazón como invadido por una llama de amor vivo; esta llama no tiene comparación con ninguna otra llama de este bajo mundo. Es una llama delicada y tan dulce que consume y no causa sufrimiento alguno. Es tan dulce y tan deliciosa que el espíritu siente tal complacencia y queda satisfecho, pero del tal modo que no deja de desearla; y, ¡oh Dios!, es algo tan maravilloso para mí que quizás no llegue nunca a comprenderlo, como no sea en el cielo. Este deseo, lejos de privar al alma de esta plenitud, la va reforzando cada vez más. El gozo que siente el alma allí, en su centro, lejos de disminuir como consecuencia del deseo, va creciendo más y más; dígase lo mismo del deseo de disfrutar permanentemente de esta vivísima llama, porque tal deseo no queda anulado por el gozo, sino que permanece muchísimo más vivo como consecuencia del mismo deseo. De esto deducirá que son cada vez más raras las ocasiones en las que me es posibl

Despójate del hombre viejo

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24 de marzo Es necesario que el cristiano se libere de todos estos vicios, si quiere vivir según el espíritu de Jesucristo. Ahora bien, todos estos vicios y todos estos pecados conforman el hombre viejo, el hombre terreno, el hombre carnal; precisamente de este hombre quiere el apóstol que se despoje el cristiano: «Despojaos del hombre viejo con sus obras». El cristiano, por consiguiente, muerto y resucitado con Jesús por el bautismo, se debe esforzar siempre por renovarse y perfeccionarse, contemplando las verdades eternas y la voluntad de Dios; en resumen, debe empeñarse por adquirir la semejanza del Señor que lo creó. A eso nos obliga la perfección cristiana, a eso nos urge el apóstol con la sapientísima expresión: «Revestíos del hombre nuevo, que se va renovando por el conocimiento de la verdad, según la imagen de su Creador». Pero, ¿quién es ese hombre nuevo del que habla aquí el apóstol? Es el hombre santificado por el bautismo que, según los principios de la santificación, de

No os dejéis robar la esperanza que nos da Jesús

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No os dejéis robar la esperanza que nos da Jesús           Homilía del santo padre en el Domingo de Ramos   Por Francisco papa   CIUDAD DEL VATICANO, 24 de marzo de 2013 ( Zenit.org ) - A las 9.30 de hoy el santo padre Francisco ha presidido en la plaza de San Pedro la solemne celebración litúrgica del Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor. Al centro de la plaza, en el obelisco, el papa ha bendecido los ramos y al terminar la procesión con la que alcanza el sagrato, celebra la Santa Misa de la Pasión del Señor. Publicamos a continuación la homilía que el santo padre ha pronunciado después de la proclamación de la Pasión del Señor según Mateo. ***** Jesús entra en Jerusalén. La muchedumbre de los discípulos lo acompañan festivamente, se extienden los mantos ante él, se habla de los prodigios que ha hecho, se eleva un grito de alabanza: «¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto» (Lc 19,38). Gentío, fiesta, alabanza

Capuchino "Apóstol de la Misericordia"

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Beato Diego José de Cádiz «Apóstol de la misericordia» Por Isabel Orellana Vilches MADRID, 24 de marzo de 2013 ( Zenit.org ) - José Francisco López-Caamaño y García Pérez nació en Cádiz el 30 de marzo de 1743. Pertenecía a una ilustre familia. Su madre murió cuando él tenía 9 años y se estableció en la localidad gaditana de Grazalema con su padre. Cursó estudios con los dominicos de Ronda, Málaga. Pero a los 15 años eligió a los capuchinos de Sevilla, venciendo su rechazo a la vida religiosa, y a esta Orden en particular, para tomar el hábito y nombre con el que iba a ser encumbrado a los altares. Dejando atrás la cierta aversión inicial al compromiso que estableció, años más tarde, al referirse retrospectivamente a su vocación se aprecia cuánto había cambiado. Puede que ni recordase el peso de sus emociones de adolescente cuando escribió:  «Todo mi afán era ser capuchino, para ser misionero y santo».  En 1766 fue ordenado sacerdote. Le acompañaba único anhelo: alc

Lo que fue la Cruz para Jesucristo, es el Bautismo para nosotros.

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22 de marzo ¿Cuál debe ser la divisa del cristiano? Dejemos que lo diga el apóstol de las gentes: « ¿Ignoráis acaso – dice el santo apóstol, escribiendo a los Romanos – que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? »; y ¿no recuerdas tú que todos nosotros, que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Por lo tanto, al decir de san Pablo, el bautismo, mediante el cual llegamos a ser hijos de Dios y herederos de su reino, es modelo, participación y copia de la muerte de Cristo. El bautismo es modelo de la muerte de Jesucristo, porque, así como Jesús por medio de la cruz ha padecido, del mismo modo a nosotros con el signo de la cruz se nos confiere el bautismo; así como Jesús fue sepultado en la tierra, de la misma forma nosotros somos sumergidos en las aguas del santo bautismo. El bautismo es también participación en la muerte de Jesús, porque el bautismo aplica los misterios que representa y, p

La cruz es la prueba del amor.

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21 de marzo Sé muy bien que la cruz es la prueba del amor; que la cruz es garantía de perdón; y que el amor que no es alimentado y nutrido por la cruz, no es verdadero amor, se queda en fuego de artificio. Con todo, a pesar de tener este conocimiento, este falso discípulo del Nazareno siente en su corazón que la cruz le es enormemente pesada y que muchas veces (no se escandalice y no se enfade, padre, ante lo que le voy a decir) va en busca de un piadoso cireneo que le alivie y le conforte. ¿Qué mérito puede tener mi amor ante Dios? Temo mucho por esto, por si mi amor por Dios es amor verdadero. Y ésta es también una de las espadas que, junto a las muchas otras, me oprime en ciertos momentos y hace que me sienta aplastado. Y sin embargo, padre mío, tengo el grandísimo deseo de sufrir por amor a Jesús. ¿Y cómo explicar que después, ante la prueba, contra mi voluntad, se busque algún alivio? Cuánta fuerza y violencia debo hacerme en estas pruebas para hacer callar a la natur

"Estoy crucificado de Amor"

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18 de marzo Padre, permítame desahogarme al menos con usted: ¡estoy crucificado de amor! No puedo ya más; es éste un alimento muy delicado para quien está acostumbrado a alimentos ordinarios; es precisamente esto lo que me produce de continuo fortísimas indigestiones espirituales, la de crecer de tal modo que la pobre alma gime al mismo tiempo por un vivísimo dolor y un vivísimo amor. La pobrecita no sabe adaptarse a este nuevo modo de ser tratada por el Señor. Y he aquí que el beso y el toque - lo diré así – sustancial, que este amorosísimo padre celestial imprime en el alma, todavía le causan un sufrimiento extremo. ¡Que el buen Jesús le conceda comprender mi verdadera situación! Y yo, mientras tanto, le insto a que quiera tratarme con caridad todavía un poco más, y pronunciarse sobre esto. Queridísimo padre, satisfacer las necesidades de la vida, como comer, beber, dormir, etc., me resulta tan penoso que no sabría encontrar comparación adecuada si no es en las p

Look atípico: barba blanca, solideo rojo y hábito marrón. Po si fuera poco, nació el...

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Cardenal Sean Patrick O'Malley Nacido el 29 de junio de 1944 Por Redacción ROMA, 08 de marzo de 2013 ( Zenit.org ) - Si no fuera por el birrete color púrpura se le podría confundir tranquilamente por un humilde franciscano de visita en Roma. Sin embargo es un cardenal, el arzobispo de Boston, una de las diócesis más importantes de Estados unidos, además de uno de los purpurados que entrará en el inminente cónclave y un nombre que se repite en la prensa sensacionalista como los 'papables'. Estamos hablando del cardenal estadounidense Sean Patrick O'Malley, el capuchino que está despertando la curiosidad de medio mundo sobre todo por su look atípico para un príncipe de la Iglesia: barba blanca, solideo rojo y hábito marrón. O'Malley es un cardenal "humilde", "valiente", "popular" no solo en el sentido de famoso sino porque siempre está dispuesto a 'bajar a la calle' y hablar con la gente, creyente o no. Tant

¡Dios mío, yo confío en Ti!

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8 de marzo Dios, Dios, no quiero, no, desesperarme; no quiero, no, injuriar a tu infinita bondad; pero, no obstante todos los esfuerzos por confiar, siento en mí, vivo y claro, el oscuro cuadro de tu abandono y tu rechazo. Dios mío, yo confío, pero esta confianza está llena de temores; y es esto lo que hace más amarga mi aflicción. Oh Dios mío, si yo pudiera convencerme, aunque mínimamente, que este estado no es un rechazo de tu parte y que yo no te ofendo, estaría dispuesto a sufrir, y centuplicado, este martirio. Dios mío, Dios mío… ¡ten piedad de mí! Padre mío, ayúdeme con sus oraciones y con las de otros. ¡Cómo querría no sentir esta pena amarguísima! He dejado todo para agradar a Dios, y mil veces habría dado mi vida para sellar mi amor por él; y ahora, oh Dios, qué amargo me resulta experimentar en lo íntimo del corazón que él está irritado contra mí; y no puedo, no, encontrar paz en mi desventura. Mi corazón tiende irresistiblemente y con todo su í

"Con cuánta ingratitud es pagado mi amor por los hombres"

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      5 de marzo Escuche, padre mío, los justos lamentos de nuestro dulcísimo Jesús: « ¡Con cuánta ingratitud es pagado mi amor por los hombres! Sería menos ofendido por ellos si los hubiera amado menos. Mi Padre no quiere soportarlos más. Yo quisiera dejar de amarlos pero… ( y aquí Jesús guarda silencio y suspira; y después continúa ) pero, ¡ay de mí!, ¡mi corazón está hecho para amar! Los hombres ruines y perezosos no hacen ningún esfuerzo por vencer las tentaciones; o, lo que es más grave, se deleitan en sus iniquidades. Las almas más predilectas para mí, puestas en la prueba, me fallan; los débiles se dejan llevar por el desánimo y la desesperación; los fuertes se van relajando poco a poco. Me dejan en las iglesias solo de noche, solo de día. Ya no se preocupan del sacramento del altar; no se habla nunca de este sacramento de amor; e incluso aquellos que hablan de esto, ¡ay de mí!, con qué indiferencia, con qué frialdad lo hacen. Mi corazón es olvidado;

Si los hombres pudieran comprender este martirio

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1 de marzo Toda falta, aún mínima, que cometo, es para el alma una espada de dolor que le traspasa el corazón. En ciertos momentos me veo empujado a exclamar como el apóstol, si bien, ¡ay de mi!, no con la misma perfección: « Ya no soy yo quien vive » , pues siento que hay alguien en mí. Otro efecto de esta gracia es que mi vida se está convirtiendo en un cruel martirio; y sólo encuentro consuelo al resignarme a vivir por amor de Jesús; aunque, ¡ay de mí!, padre mío, también en este consuelo la pena que siento en ciertos momentos es insoportable, porque el alma querría que la vida entera estuviera sembrada de cruces y de persecución. Los mismos actos naturales, como serían el comer, el beber, el dormir, son para mí muy penosos. El alma, en este estado, gime porque las horas transcurren muy lentas para ella. Al término de cada jornada, se siente como aligerada de un grave peso y muy aliviada; pero al momento vuelve a recaer en una profunda tristeza, al pensar que le