Look atípico: barba blanca, solideo rojo y hábito marrón. Po si fuera poco, nació el...


Cardenal Sean Patrick O'Malley
Nacido el 29 de junio de 1944
Por Redacción
ROMA, 08 de marzo de 2013 (Zenit.org) - Si no fuera por el birrete color púrpura se le podría confundir tranquilamente por un humilde franciscano de visita en Roma. Sin embargo es un cardenal, el arzobispo de Boston, una de las diócesis más importantes de Estados unidos, además de uno de los purpurados que entrará en el inminente cónclave y un nombre que se repite en la prensa sensacionalista como los 'papables'.
Estamos hablando del cardenal estadounidense Sean Patrick O'Malley, el capuchino que está despertando la curiosidad de medio mundo sobre todo por su look atípico para un príncipe de la Iglesia: barba blanca, solideo rojo y hábito marrón.
O'Malley es un cardenal "humilde", "valiente", "popular" no solo en el sentido de famoso sino porque siempre está dispuesto a 'bajar a la calle' y hablar con la gente, creyente o no. Tanto como para ser el primer purpurado en abrir un blog personal (www.cardinalseansblog.org), utilizado constantemente como instrumento de comunicación y de encuentro.
Sean Patrick O'Malley nació el 29 de junio de 1944 en Lakewood, que se trasladó pronto a Pensilvania. Con solo 12 años entra en el seminario menor franciscano. Con 21 emite la primera profesión con los votos temporales y entra a formar parte de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, asumiendo el nombre de Sean, en honor de san Juan.
Después de un breve periodo de diaconado en la Isla de Pascua, recibe la ordenación sacerdotal el 29 de agosto de 1970, para después ser enviado a Washington. Allí enseña literatura española y portuguesa y funda el Centro Católico Hispánico, una organización para la asistencia humanitaria a prófugos e inmigrantes de América Latina.
En 1978, el cardenal William Wakefield Baum lo nombra vicario episcopal por Washington y en 1984 es nombrado obispo coadjutor de la diócesis de san Thomas, en las Islas Vírgenes, donde poco tiempo después se convierte en obispo diocesano.
El 16 de junio de 1992 recibe el nombramiento episcopal por la diócesis de Fall River, en Massachusetts. Transcurren 10 años y, en 2002 es trasferido a la diócesis de Palm Beach en Florida. Después de menos de un año Juan Pablo II lo nombra arzobispo de Boston. Y después el Benedicto XVI lo crea cardenal en el consistorio del 26 de marzo de 2006, con el título presbiteral de Santa María de la Victoria.
El cardenal salta rápidamente al centro de la opinión pública por su lucha decidida contra la pedofilia del clero. En junio de 2010, después de la publicación de los informes de Ryan y Murphy sobre los abuses a menores dentro de la Iglesia católica en Irlanda, es elegido por el papa entre los prelados encargados de visitar algunos seminarios y diócesis irlandesas afectadas por los abusos. En particular, al purpurado visitó la Archidiócesis de Dublín y las sedes sufragáneas: Ferns, Ossory, Kildare y Leighlin
Lo que el cardenal encuentra es una Iglesia que ha sufrido, herida y vacía por la fuga masiva de fieles escandalizados. La situación es tan dramática que el capuchino vacía las cajas de la Archidiócesis para compensar a las víctimas de la pedofilia del clero e invierte en anuncios televisivos con el fin de que los fieles vuelvan a la Iglesia.
La campaña publicitaria, con el título emblemático "Catholics come home" (Católicos volved a casa) funciona, y solo en Phoenix, lleva a un aumento de la frecuencia de los fieles de cerca de un 12%. Se trata de breves y sencillas cuñas en las que algunos católicos experimentan el descubrimiento, más bien el redescubrimiento, en la propia vida de una fe antes abandonada y después abrazada de nuevo.
La honestidad y la sensibilidad del cardenal O'Malley hacia esta herida grave de la Iglesia católica hace que el purpurado asuma más veces posturas incómodas que, si en un primer momento son vistas como imprudencias, después son seguidas por muchos "colegas" del colegio cardenalicio, conscientes de la profundidad política y espiritual de las palabras del capuchino.
La suya es una fe a veces "contracorriente". Ha sido un signo la decisión de celebrar, hace un año, el funeral del senador Edward Kennedy. A las críticas del prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura apostólica, Burke, que lo acusó de "inmoralidad" por formar parte de los funerales de una persona alejada de las enseñanzas de la Iglesia, O'Malley respondió en su blog diciendo que "conceder los funerales a Kennedy ha sido un gesto de misericordia", desde el momento que "somos hombres de fe y creemos en un Dios que ama y perdona".
En relación con la elección del próximo papa, el arzobispo de Boston ha declarada que la cuestión esencial para el sucesor de Ratzinger será "el gobierno central de la Iglesia", en particular una mayor coordinación y eficacia de los diferentes dicasterios, además de una "visión global ", que permita al nuevo papa responder a los desafíos del mundo contemporáneo.
"Todavía no he decidido a quién votar en el cónclave y creo que sea así para la mayor parte de los cardenales", ha declarado en los días pasados a la prensa. Y a quien le ha preguntado qué piensa de su hipotético nombramiento como nuevo pontífice, el capuchino ha respondido: "Es surrealista y, pensándolo en serio, asusta".

Texto tomado de Zanit.org

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