Recibe oh Madre con agrado mi ramo de rosas
5
de mayo
La Virgen Inmaculada ya se ha complacido en la flor
espiritual que le has ofrecido por medio de mis manos. Nuestra buena Madre la
ha encontrado, sí, en verdad un poco marchita, a causa del rocío bastante frío que
le cayó encima; pero es un defecto muy leve, y tú debes hacer que recobre toda
su frescura con el calor de la caridad.
Sí, querida mía, nunca nada te debe parecer demasiado en
esta virtud, y, aunque yo te veo bastante adelante en ella, sin embargo no ceso
nunca de añadir mis exhortaciones para que abundes cada día más en la caridad,
ya que es la virtud preferida y muy recomendada por el divino Maestro. De esta
virtud él quiso hacer un precepto para todos sus seguidores, un precepto suyo
propio y del todo nuevo, desconocido para la mayor parte de nuestros antiguos
padres de la antigua alianza.
(12
de diciembre de 1914, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 261)
Un día antes de la Su Pasión, nuestro Señor Jesucristo
quiso darnos ejemplo de nuestra manera de servir. Esta forma única de servicio
no consiste en un simple trabajo social, sino en la gran obra de la caridad. Éste
es el verdadero servir bien y servir con amor y por amor: sirviendo con
caridad. Con mucha frecuencia nos empeñamos en ofrecer a Dios muchas cosas y es
bueno hacerlo, y hacerlo siempre. A María, nuestra Madre y Madre de Jesús le
solemos regalar constantemente hermosos ramos de rosas tanto físicas como
espirituales. ¿Te has preguntado alguna vez cómo entregas esas rosas a nuestra
Madre? ¿Te has preguntado si le agrada recibirlas? ¿Te has preguntado si esas
rosas están respaldadas por tus obras, por tu comportamiento, por tu forma de
vivir? Es necesario esforzarnos en la vivencia profunda, existencial y
transformadora de la caridad que es la Madre de todas las virtudes. De no ser
así, todas nuestras demás buenas obras se verán opacadas por la tiniebla y la
oscuridad que genera la falta de caridad a nuestros hermanos. Que María nuestra
Madre y modelo de caridad ejercitada en el servicio a su Prima Isabel no sólo
reciba con agrado tu ramo de rosas frescas, sino que además cultive en Ti el
deseo de ser cada día mejor en el servicio, la virtud de poner en práctica la
caridad y el anhelo de ser siempre el que de palabra y de obra des testimonio
de esta virtud en tu vida.
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