Celebración de Pentecostés en Familia


COMISIÓN DIOCESANA DE PASTORAL LITÚRGICA
Diócesis de San Juan de los Lagos
Subsidio litúrgico para celebrar en familia el
VII DOMINGO DE PENTECOSTÉS
Ciclo A


- Durante la emergencia sanitaria -


Domingo 31 de mayo 2020

RITOS INICIALES

Reunida la familia en el lugar más acorde que hayan dispuesto para la celebración (hay que prever un pequeño altar: con un crucifijo, el cirio pascual o un par de velas encendidas, y un signo que recuerde el tiempo de pascua y en este día de Pentecostés) y en un ambiente de silencio y recogimiento interior y exterior, tiene lugar la siguiente celebración que podrá ser guiada por quien haga cabeza en la familia.
Puede entonarse un canto apropiado, oh el siguiente:

Al reunirnos en nombre del Señor, Cristo esta entre nosotros.

Vamos a oír la palabra de Dios: nuestra luz y verdad.
Vamos a unirnos como hermanos en la fe, esperanza y caridad.

Terminado el canto, el que guía dice:

En el Nombre del Padre del Hijo, y del Espíritu Santo

Todos se santiguan y responden:

Amén.

Luego el guía dice:
Saludo
Bendigamos a Dios Padre,
que nos reúne en nombre de Cristo
para que unidos con toda la Iglesia
estemos en comunión los unos con los otros por la fuerza de su Espíritu Santo.

Todos responden:

Bendito seas por siempre Señor.

Enseguida, hace la siguiente monición: 

Nos hemos reunido en el día de Pentecostés para celebrar la presencia del Espíritu en esta iglesia doméstica. Hace cincuenta días, celebrábamos la Pascua de Resurrección en la fe de toda la Iglesia.
Hoy se cumple un tiempo de plenitud, de alegría. Queremos celebrar en son de fiesta en este día, cuando se encienden las luces, brotan las llamas y se llena de gozo los invitados al banquete.
Súplica de perdón

A continuación, el guía, invita a todos a pedir perdón, conscientes que quien necesite celebrar el sacramento de la Penitencia lo ha de buscar al paso de la contingencia sanitaria.
El guía invita al arrepentimiento:

Reconociendo con humildad que nosotros somos pecadores, al igual que durante todo este tiempo de contingencia, sigamos pidiendo perdón al Señor de nuestras culpas y dispongamos a recibir la efusión del Espíritu en nuestro corazón.

Se hace una breve pausa de silencio.

Tú que resucitaste por obra del Espíritu Santo: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad.
Tú que nos enviaste el Espíritu vivificador: Cristo, ten piedad. R. Cristo, ten piedad.
Tú que nos devolverás la vida gracias al Espíritu: Señor, ten piedad R. Señor, ten piedad. 

El guía concluye con la siguiente plegaria: 

Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna. 

Todos responden: 

Amén.

Puede proclamarse el himno del Gloria. 

Acabada la súplica de perdón, el guía dice la siguiente oración: 

Dios nuestro, que por el misterio de la festividad que hoy celebramos santificas a tu Iglesia, extendida por todas las naciones, concede al mundo entero los dones del Espíritu Santo y continúa obrando en el corazón de tus fieles las maravillas que te dignaste realizar en los comienzos de la predicación evangélica. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén
LITURGIA DE LA PALABRA
Como preparación a la escucha del Evangelio, y permaneciendo de pie, un miembro de la familia proclama el siguiente salmo, diciendo:
Lecturas del día, opcionales:
Hechos de los Apóstoles 2, 1-11
San Pablo a los Corintios 12, 3-7.12-13

Oremos con el Salmo 103
 
R. ENVÍA, SEÑOR, TU ESPÍRITU A RENOV AR LA TIERRA. ALELUY A.
Bendice al Señor, alma mía;
Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza. ¡Qué numerosas son tus obras, Señor!
La tierra llena está de tus Creaturas. R.

Si retiras tu aliento,
toda creatura muere y vuelve al polvo. Pero envías tu espíritu, que da vida,
y renuevas el aspecto de la tierra. R.

Que Dios sea glorificado para siempre y se goce en sus creaturas.
Ojalá que le agraden mis palabras
y yo me alegraré en el Señor. R. 

Puede dejarse un momento de silencio contemplativo. Si se desea, puede entonarse el ALELUYA (3 veces) Entonces el que guía dice: 

Escuchen, hermanos, el santo Evangelio según san Juan
20, 19-23
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado.
Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban al Espíritu Santo. A los que
les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”. 

Palabra del Señor. 

Todos aclaman.
Gloria a ti, Señor Jesús. 

Luego el que guía los invita a sentarse y guardar un momento de silencio. Puede leer la siguiente reflexión:

Reflexión
Los días, denominado tiempo pascualo cincuentena pascual, que finaliza con el domingo de Pentecostés. Recordemos que el número cincuentasignifica consumación, conclusión y sello.

Los cincuenta días que van desde el Domingo de Resurrección hasta el Domingo de Pentecostés se celebran con alegría y júbilo, como si se tratara de un único día de fiesta o, mejor aún, de un gran domingo. Según los Hechos, en un Domingo de Pentecostés descendió el Espíritu sobre los primeros discípulos y se lograron las primeras conversiones. La cincuentena pascual es, pues, tiempo de alegría y agradecimiento por los frutos recibidos, especialmente por los dones del Espíritu Santo.

El Espíritu de Dios es comparado en la Biblia con el viento y el aliento, sin los cuales morimos. 

El Espíritu es respiración de Dios. El soplo respiratorio del hombre viene de Dios, al cual retorna cuando una persona muere y emite su último aliento. Es también viento reconfortante, huracán que arrasa o brisa que reconforta la vida; es aliento que está en el fondo de la vida y es fuerza vivificante frente a la muerte. 

Enseguida, juntos hacen la profesión de fe, que en el contexto del tiempo de Pascua puede ser con el llamado “de los apóstoles”. 

Guía: El Señor nos da su luz para redescubrirlo presente aún en medio de la adversidad. Iluminados por esa luz, y como signo de comunión con nuestros hermanos en la fe, digamos juntos: Sí, creemos:
¿Creen, hermanos y hermanas, en Dios, que por ser amor alienta la vida y vivifica a toda persona con el soplo de su boca y a todo creyente con el aliento de la fe?R.

¿Creen en Jesucristo, Hijo de Dios y Señor nuestro, que se encarnó en el seno de María Virgen por la fuerza del Espíritu Santo?R.
¿Creen en el Espíritu Santo, soplo de Dios, ser personal de Jesús, fuerza del evangelio y alma de la Iglesia?R.
¿Creen en la Iglesia, pueblo de Dios, sacramento de salvación y comunidad de creyentes por la fuerza del Espíritu de Dios?R.

Preces
Luego el guía continúa, con las preces. 

Celebremos la gloria de Dios, que en el día de Pentecostés llenó a los apóstoles del Espíritu Santo. Elevemos nuestras suplicas: Envía tu Espíritu a renovar la tierra

*Oh Dios, que al principio creaste el cielo y la tierra y, al llegar el momento culminante, recapitulaste en Cristo todas las cosas, renueva con tu Espíritu la faz del mundo y haz que se implante entre nosotros tu reino. Roguemos al Señor.

*Oh Dios, que infundiste tu aliento de vida en el barro para que apareciera el ser humano, haz que tu Espíritu comunique vida evangélica a la Iglesia para que se establezca como red de comunidades en todo el orbe. Roguemos al Señor.

*Oh Dios, que creaste la luz y la separaste de las tinieblas, ilumina todas las oscuridades del mundo para que el odio se convierta en amor, el sufrimiento en gozo, y la guerra en paz. Roguemos al Señor.

*Oh Dios, que hiciste germinar la vida de las aguas, fecunda el mundo con tu Espíritu, agua viva que mana del costado de Cristo, para que los bienes se repartan con justicia y equidad. Roguemos al Señor.

*Oh Dios, que por obra del Espíritu Santo conduces a los hombres y mujeres a la luz de la fe y a la utopía del reino, dígnate dirigir, por este mismo Espíritu, a los aquí reunidos, para que seamos, como Iglesia, sacramento de salvación del mundo. Roguemos al Señor.

Haz, Señor, que se cumplan estas peticiones con la ayuda de tu Espíritu y la colaboración de nuestro esfuerzo. Por Jesucristo nuestro Señor. 

Después el guía, inicia la oración dominical con estas palabras. 

Guía: Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir: 

Y todos juntos prosiguen:
Padre nuestro...

Luego el guía invita a los presentes a desear la paz entre ellos. Evitando el saludo de manos, pueden realizar un
signo externo para manifestar este deseo.
Comunión espiritual

Una vez expresado el deseo de la paz, tiene lugar la Comunión espiritual. Entonces el guía dice: 

Guía: Recordemos que la “la más perfecta participación en la celebración eucarística es la Comunión sacramental recibida dentro de la misay que, la Comunión espiritual que “es una práctica de devoción eucarística y que consiste en el deseo ardiente de decirle a Jesucristo cuánto queremos recibirle en nuestro interior”, a diferencia de la comunión sacramental, ésta viene a ser un acto de deseo, que requiere nuestra disposición interna que debe contribuir eficazmente en nosotros para aumentar la sed de Dios y disponernos para que pronto lo recibamos sacramentalmente.  
Por ello, con este firme deseo digamos juntos:  
Creo, Jesús mío,
que estás verdaderamente
en el Santísimo Sacramento del altar; te amo sobre todas las cosas
y deseo recibirte en mi interior.
Pero ya que ahora
no puedo hacerlo sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya hubiera comulgado,
te abrazo y me uno todo a Ti.
Señor, no permitas que me separe de ti. 

Estos mismos sentimientos se pueden expresar con un lenguaje coloquial
Jesús, ya te extraño;
aunque deseo comulgar en este momento, tengo que esperar
hasta que pueda participar en la Eucaristía, por eso te pido que vengas ahora
espiritualmente a mi corazón”. 

Después de un momento de silencio sagrado, se concluye con la siguiente oración. 

Guía: Dios nuestro, tú que concedes a tu Iglesia dones celestiales, para que permanezca siempre vivo en ella el don del Espíritu Santo que el infundiste; y de este alimento de salvación eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos aclaman:
Amén.
RITO DE CONCLUSIÓN

Luego el guía invoca la bendición de Dios, y al mismo tiempo que él se santigua, los demás también lo hacen, diciendo:
El Señor nos bendiga,
nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
Todos aclaman. 

Amén.
Puede concluirse con el siguiente canto:
Espíritu santo, ven, ven (3 veces) En el nombre del señor.
Acompáñame y condúceme, toma mi vida. Santifícame y transfórmame, ¡Espíritu Santo ven!
Espíritu santo, ven, ven (3 veces) En el nombre del señor.
Resucítame y conviérteme, todos los días. Glorifícame y renuévame, ¡Espíritu Santo, ven!


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