Consagrados por amor a Dios y a los Hombres.
La forma y vida de los Hermanos menores es esta: "Vivir el Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo en obediencia, sin nada propio y en Castidad. Todo en fraternidad.
Hoy, con Simeón y Ana, contemplamos al Niño Divino, el Verbo Encarnado, que es presentado en el Templo: el Templo de nuestro corazón.
Que este Hoy nos encuentre más fieles, en una vida de total entrega a Dios (VC, n. 2) con la respuesta de una entrega total y exclusiva [a Dios](VC, n. 17).
Afiancemos Hoy el Fiat de nuestro compromiso de obediencia al Evangelio, a la voz de la Iglesia, a nuestra forma de vida.
Con gozo y alegría, y disfrutando de la libertad de los hijos de Dios confirmemos nuestro propósito de vivir sin nada propio, para vencer el ansia de posesión mediante la gracia de la entrega, y haciendo uso adecuado de nuestra herramientas de trabajo.
En un mundo que se empeña en poner la atención en lo efímero, en lo vano, en la lívido y la sensualidad demos feliz testimonio de cuidar con amor la castidad del cuerpo y la pureza de la mente, de vivir con corazón indiviso para Gloria de Dios y salvación del hombre, porque sólo así conservaremos la Santidad que Dios ha querido poner en nosotros.
Que en este camino, nos acompañe María, la Virgen Madre, Templo Santísimo de Dios; nos ayude sobre todo en el momento de la prueba, Ella, que fue atravesada por la espada del Espíritu, y guardó en el corazón lo que había contemplado. Y que San José patrono de quienes profesan la castidad evangélica nos alcance de Jesucristo un corazón puro y una confianza total y filial a Dios, cuidando y protegiendo todo lo que Él nos ha encomendado para mayor gloria suya y salvación de la humanidad.
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