Eres la Imagen perfecta de Dios


27 Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó.

28 Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.»

Querido Hermanos y Hermanas: Paz y Bien

Ayer iniciábamos en la primera lectura de la Misa el relato de la creación. Es decir comenzábamos con el líbro de Génesis después de terminar la así llamada “Carta a los Hebreos”.

Te invito a que tomes tu Biblia y en un rato de oración, de meditación, de encuentro con la Palabra medites todo el texto de la creación. Que veas paso a paso la obra de Dios. Que contemples en tu mente y en tu corazón, y si puedes físicamente todo, todo lo que Dios ha creado y descubrirás que Dios no te puede engañar, Dios no puede jugar con alguien que ama tanto como lo eres Tú.

¡Te ama tanto! Que has sido creado, hecho a su “Imagen”.

Date cuenta de algo: después de que Dios creó el universo entero, al ver la obra de sus manos tan hermosa, tan maravillosa quiso compartir lo que había hecho con alguien. Y todo lo que había creado: cielos, tierra, luz, agua, vegetación, sol, luna, estrellas, animales, reptiles, peces, etcétera, todo lo hermoso que había hecho, no podía compartir con Dios la obra de sus manos porque eran seres irracionales. Y entonces del corazón de Dios brota la inspiración de crear a alguien como Él y te hizo a Ti. Sí a Ti Dios te hizo de manera exclusiva y particular. Único e irrepetible. ¿Para qué te hizo Dios? En primer lugar para ser el reflejo de su amor, de su cercanía. En segundo lugar para que disfrutes de todo lo que Dios había creado y sigue creado hoy día con tu inteligencia y con tu iniciativa.

Pero lo más importante es que has sido a su imagen: esto significa que eres una persona dotada de toda gracia, de todo bien, de toda sabiduría. Esto significa que nada, absolutamente nada de lo que han en este mundo es más importante que Tú. Ni el que puede abrazar al universo entero. No la tierra que puede contener toda la creación de Dios. Ni el mar en el que se bullen sin número de animales y plantas marinas. Ni el universo entero es más importante que Tú. No existe nada, absolutamente nada en todo lo creado que no haya sido hecho por Ti, para que seas feliz. Por eso el Salmeo ocho nos dice: “Señor Dios nuestro qué admirable es tu nombre en toda la tierra. Ensalzaste tu majestad sobre los cielos y de los niños de pecho has sacado una alabanza contra tus enemigos para reprimir adversario y al rebelde… cuando contemplo el cielo obra de tus manos, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de Él, el ser humano para darle poder?.

Este poder radica precisamente en poseer el Espíritu de Dios y por lo tanto la dignidad de ser sus Hijo. Hay que resaltar que esta dignidad y el haber sido hechos a imagen de Dios, es la misma para el Varón que para la Mujer. La dignidad, el privilegio, el valor son los mismo para todos.

No pierdas pues de vista que Dios te ha amado con amor eterno y que ha dado su vida por Ti y que todo lo que ha hecho lo hizo pensando en Ti. Y que la máxima obra de sus manos eres Tú.

Paz y Bien

Fort Worth Texas 8 de febrero de 2011

Fray Pablo Capuchino Misionero.

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