Sé cauto en la consecución de la vida eterna
11
de enero
El conocimiento de la indignidad potencial, que
consiste en saber qué seríamos o qué podríamos hacer sin la asistencia de la
gracia, y del que hemos hablado hasta ahora, no debe confundirse con la
indignidad actual.
La primera hace a la criatura aceptable y grata a los
ojos del Altísimo; la segunda la hace detestable, porque es el reflejo de la
iniquidad presente en el alma, en la conciencia.
Vosotras, en las tinieblas en que os encontráis la
mayor parte de las veces, confundís una con otra; y, del conocimiento de lo que
podríais ser, teméis que ya sois aquello que es sólo posible en vosotras.
El ignorar si ante Dios sois dignas de amor o de odio,
es un sufrimiento y no un castigo, porque nadie teme ser indigno cuando verdaderamente
lo quiere ser o lo es. Tal incertidumbre es permitida por Dios para todos los
seres humanos, para que no se engrían y para que caminen con cautela en la
consecución de la salvación eterna.
(7
de diciembre de 1916, a las hermanas Ventrella – Ep. III, p. 541)
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