¿Dónde encontrarte?


4 de junio

Mi Dios, estoy confundido y te he perdido; pero ¿te encontraré?, ¿o te habré perdido para siempre?, ¿me has condenado a vivir eternamente lejos de tu rostro?...

Padre mío, me voy adentrando como puedo en esta oscura prisión; es arduo avanzar en la sombría oscuridad de estas densas tinieblas, entre la tempestad y la agitación de la vejación enemiga, que aprovecha la tempestad para hacerme prevaricar y vencerme.

Yo busco a Dios, pero, ¿dónde encontrarlo? Se ha desavenido hasta la misma idea de un Dios Señor, Dueño, Creador, Amor y Vida. Todo esto ha huido; y yo, ¡ay de mí!, me he perdido en la espesa oscuridad de las más tupidas tinieblas, yendo y viniendo en vano entre indefinidos recuerdos, un amor perdido y la imposibilidad de amar. Oh, mi Bien, ¿dónde encontrarte?; yo te perdí; estoy abatido por la búsqueda de tus huellas, porque con gusto aceptaste la oferta plena que te hice; y tú te has tomado todo y te mantienes en tu soberana autoridad. Yo me abandono en ti, y espero de ti protección para todo lo mío, para el pleno abandono a la más dolorosa entrega de amor.

(4 de junio de 1918, al P. Benedicto de San Marco in Lamis – Ep. I, p. 1026)

 

 

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