Cristo Buen Pastor sea tu consuelo y guía.
22 de abril
¡Qué felicidad
tan grande la de servir a Jesús en el desierto, sin maná, sin agua y sin otros
consuelos que los de estar bajo su guía y sufrir por él! Que la Virgen
Santísima pueda nacer en nuestros corazones para regalarnos sus bendiciones.
Durante este
estado de aridez y de desolación de espíritu, no te inquietes por no poder
servir a Dios según tu querer; ya que, adaptándote a sus deseos, tú le sirves
de acuerdo al suyo, que es bastante mejor que el tuyo. No nos debe preocupar ni
angustiar ser de Dios de una manera más que de otra. Y esto porque nosotros no
buscamos más que a él, y no lo encontramos menos cuando caminamos en tierra
árida y por desiertos que cuando caminamos sobre las aguas de las consolaciones
sensibles. Como consecuencia, es necesario vivir contentos lo mismo en un
camino que en el otro.
(11 de enero de 1917, a Lucía Fiorentino – Ep. III, p. 480)
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