La Luz de Cristo brille en tu corazón!
19 de julio
Lo
que produce tanta desolación en tu espíritu es una gracia singularísima, que
Dios concede únicamente a las almas que quiere elevar a la unión mística. Es
exactamente eso, mi querida Raffaelina. El temor y el terror que semejante
gracia lleva a la pobre alma, si no me equivoco, le sucede de este modo.
Semejante
gracia es una luz muy simple y muy espléndida y clara, que, al penetrar en la
pobre alma, encontrándola sin preparación y no apta para recibirla, le provoca
exactamente lo que en ti está sucediendo en este momento. Para dar una prueba o
mejor una comparación, que nada tiene nada que ver con el tema que nos ocupa,
te invito a pensar en un individuo afectado por una enfermedad a los ojos. Este
individuo, al mirar la luz, sufre y podría llegar a acusar al sol de enemigo de
la vista. Ahora, fíjate un poco, el sol, hablando en general, todos lo
prefieren a las tinieblas, todos dicen que el sol es bueno, es óptimo; sin
embargo, quien está enfermo de los ojos prefiere las tinieblas a la luz, al
sol, y se sentiría tentado de acusar al sol de ser su gran enemigo. […].
Puedo concluir
que lo mismo sucede al alma que se ve penetrada por semejante luz; se encuentra
casi enferma y absolutamente incapaz de recibir semejante luz sobrenatural, y,
como consecuencia, la pobrecita, asaltada por esta luz, se asusta, se
aterroriza en el alma y en sus potencias, memoria, inteligencia y voluntad; y,
aunque de forma indirecta, esos sustos y temores los experimentan también los
sentidos interiores del cuerpo. Pero cuando después el alma, poco a poco, se va
curando de su incapacidad, comienza a sentir pronto los efectos saludables de
esta nueva gracia.
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