¡No te rindas!
16 de julio
¿Cómo
conseguir decirle lo que siento? Créame que es precisamente esto lo que
constituye el culmen de mi martirio interno. Vivo en una noche continua; las
tinieblas son densísimas.
Deseo la luz y esta luz no me llega nunca. Y, si alguna vez
se ve también algún débil rayo de luz, lo que sucede muy raramente, es éste el
que enciende en el alma los deseos más desesperados de ver de nuevo
resplandecer el sol; y estos deseos son tan fuertes y violentos que, con
muchísima frecuencia, me hacen languidecer y derretirme de amor a Dios; y me
veo a punto de desfallecer.
Todo esto lo experimento sin quererlo y sin que haga nada
por conseguirlo. Las más de las veces, todo esto me sucede fuera de la oración
y también cuando estoy ocupado en acciones indiferentes.
Yo no quisiera sentir estas cosas, porque me doy cuenta
de que, cuando son tan violentas, también el físico se resiente fuertemente, y,
por este motivo, tengo mucho miedo de que no sea conveniente para mí. En todo
momento me parece que me voy a morir, y querría morir para no sentir el peso de
la mano de Dios, que gravita sobre mi espíritu.
¿Qué es esto? ¿Cómo tengo que actuar para salir de este
estado tan deplorable? ¿Es Dios el que obra en mí o es otro el que actúa en mí?
Hábleme con claridad, como siempre; y hágame saber cómo tiene lugar todo esto?
(16 de julio de 1917, al P.
Benedicto de San Marco in Lamis – Ep. I, p. 909)
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