Sé bien que tú no quieres hacer el mal intencionadamente
31
de enero
Te he dicho muchas veces que, en la vida espiritual,
es necesario caminar de buena fe, sin prejuicios y sin soberbias. Haz de este
modo: aplícate, en la medida en que lo permitan tu capacidad y tu debilidad, a
querer hacer siempre el bien. Si lo consigues, alaba y da gracias al Señor por
ello; si, a pesar de toda tu atención y buena voluntad, no consigues hacerlo
totalmente o en parte, humíllate profundamente ante Dios, pero sin desanimarte;
proponte estar más atento en el futuro, pide el auxilio divino, y continúa
adelante.
Sé bien que tú no quieres hacer el mal
intencionadamente. Y los otros males que el Señor permite y que tú cometes sin
que lo desees, que te sirvan para humillarte, para mantenerte lejos de la
vanagloria. Por tanto, no temas y no te angusties en adelante por las dudas de
tu conciencia; porque sabes bien que, después de esforzarte y de hacer cuanto
está en tus manos, no hay motivo para temer y angustiarse.
(30
de enero de 1919, a Fray Marcelino Diconsole – Ep. IV, p. 396)
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