El llamado: Dios conoce los corazones
Segundo día
Llamada vocacional: Elección de Matías
La elección de Matías
Uno de esos días, Pedro se puso de pie en medio de los hermanos —los que estaban reunidos eran alrededor de ciento veinte personas— y dijo: "Hermanos, era necesario que se cumpliera la Escritura en la que el Espíritu Santo, por boca de David, habla de Judas, que fue el jefe de los que apresaron a Jesús. Él era uno de los nuestros y había recibido su parte en nuestro ministerio. Pero después de haber comprado un campo con el precio de su crimen, cayó de cabeza, y su cuerpo se abrió, dispersándose sus entrañas. El hecho fue tan conocido por todos los habitantes de Jerusalén, que ese campo fue llamado en su idioma Hacéldama, que quiere decir: "Campo de sangre". En el libro de los Salmos está escrito: Que su casa quede desierta y nadie la habite. Y más adelante: Que otro ocupe su cargo. Es necesario que uno de los que han estado en nuestra compañía durante todo el tiempo que el Señor Jesús permaneció con nosotros, desde el bautismo de Juan hasta el día de la ascensión, sea constituido junto con nosotros testigo de su resurrección". Se propusieron dos: José, llamado Barsabás, de sobrenombre el Justo, y Matías. Y oraron así: "Señor, tú que conoces los corazones de todos, muéstranos a cuál de los dos elegiste para desempeñar el ministerio del apostolado, dejado por Judas al irse al lugar que le correspondía". Echaron suertes, y la elección cayó sobre Matías, que fue agregado a los once Apóstoles. (He 1,15-26)
Estando reunidos los discípulos de Jesucristo, junto con los Apóstoles en el cenáculo San Pedro, en medio de ellos, propuso elegir a alguno de entre los presentes en lugar de Judas el traidor. Habiendo nombrado a dos, a Barsabás, por sobrenombre Justo, y a Matías, haciendo oración a Dios, que conocía los corazones, para que declarase el que tenía escogido, cayó la suerte sobre Matías; pide desde este momento conocer la voluntad de Dios y levarla a cabo durante toda la vida.
Dios es providente y está al pendiente de quienes le necesitan: Es una gracia, un don el que nuestro señor esté siempre atento a las necesidades de todos y de que nunca falte el numero de sus escogidos para los oficios o ministerios de Su Iglesia. Él llama y elige a los que quiere. Por una parte es importante darnos cuenta que Dios tiene un plan, un proyecto para cada uno y cada quien somos importantes para dicho proyecto. Si te reúsas a aceptarlo, Dios buscará quien te supla. Es necesario un cierto temor para no dejar que otro venga y ocupe el lugar que Dios te ha dado, como le sucedió a Judas. También es necesaria una sana dosis de humildad para reconocer que eres importante para Dios, y no puedes rechazarle ni traicionarle. Por otro lado es necesario arraigar en nuestra vida, en nuestra mente y en nuestro corazón una gran confianza en la providencia de Dios para con todos y cada uno de nosotros, pero sobre todo para su Iglesia, proveyéndola de todo lo necesario para que el Reino de Dios siga su curso: sacerdotes, cristianos, nuevas comunidades, nuevos grupos, todos dedicados a su servicio.
Dios es el que elige: La voluntad de Dios casi siempre se manifiesta en el sano y profundo discernimiento de aquellos que confían en Dios y están abiertos a la acción de su Espíritu Santo. San Pedro fue un hombre solícito para cumplir las obligaciones de su oficio que Jesucristo le había encomendado. Dios mismo le inspiró lo que debía hacer, con la luz del Espíritu Santo entendió muy bien lo que tenía que hacer, por eso se pone en oración junto con los demás para descubrir y hacer la voluntad de Dios. Dios se manifiesta eligiendo a Matías, a través de los Apóstoles.
Es característica de la primera comunidad la obediencia y sujeción al parecer de San Pedro. Esta es una gran enseñanza para todos nosotros, así hemos de obedecer al Romano Pontífice y a los sacerdotes, nuestros padres espirituales, lo hemos de hacer con prontitud y a buen juicio, de esta manera estaré proyectando la asistencia del Espíritu Santo en mí y en la Iglesia. Desde luego que para obedecer, es necesaria la oración como recurso a Dios. Es Dios quien conoce los corazones, y sólo Dios podía decir a quien había que elegir. Dios eligió a Matías como signo de inclusión. Dios nos da a todos la posibilidad de servirle y de darle a conocer, para que aprendamos a rendir nuestro juicio a los juicios de Dios, que van por muy diferentes sendas que las nuestras.
Así pues, el llamado es para todos, sin excepción de personas, ni de culturas, ni de razas. Dios nos elige a todos para una vocación concreta, en la cual hay que darle a conocer, por ello es necesario darle gracias por la secreta providencia con que reparte sus dones, honrando y enriqueciendo a todos. Gracias porque gozamos de tus favores.
Paz y Bien.
Fort Worth Texas, Junio 4 de 2011
Con mis oraciones:
Fray PAblo capuchino Misionero.
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