El Señor me protejerá siempre

1 de junio
¡Qué dulce es vivir siempre a la sombra del Señor, allá en el sagrado claustro! Quizás yo me he vuelto demasiado indigno para descansar en aquel sacro recinto, a donde con tanto amor me llamó; y he ahí por qué el Señor, casi forzado y a causa mi ingratitud, me quiere alejar de él. ¡Que se haga su voluntad, porque todo lo que él ordena es justo! Quiere someter a prueba extrema la fidelidad de su siervo. El Señor, en perjuicio mío, quiere escuchar las oraciones de todo este pueblo devoto que absolutamente, por lo que demuestra, quiere retenerme a la fuerza en medio de él, elevando oraciones y casi haciendo violencia ante el corazón de Dios para conseguir este su intenso deseo. […].
¡Me conmovieron hasta las lágrimas! Pero yo me horrorizo y tiemblo ante este pensamiento, querida mía, porque temo que el Señor quiera pagarme en esta vida alguna cosa que he hecho por su amor. Reza a Jesús, reza para que el premio me lo reserve para la otra vida.
(15 de junio de 1914, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 111)

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