Amistad con Dios
30 de noviembre Recuerda que la paz del espíritu puede mantenerse también en medio de las muchas tempestades de la vida presente; sabes muy bien que consiste fundamentalmente en la concordia con nuestro prójimo, deseándole todo bien; que consiste también en la amistad con Dios, mediante la gracia santificante; y la prueba de estar unidos a Dios es la certeza moral que tenemos de no tener pecado mortal que pese sobre nuestra alma. En fin, la paz consiste en haber conseguido la victoria sobre el mundo, sobre el demonio y sobre las propias pasiones. Entonces, dime, ¿no es acaso verdad que esta paz traída por Jesús puede conservarse bien, no sólo cuando nuestro espíritu está en la abundancia de los consuelos, sino también cuando el corazón está inmerso en la amargura a causa de los gruñidos y alaridos del enemigo? (10 de octubre de 1914, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 185)