Deja actuar libremente a este médico divino
16 de noviembre
Ten por cierto que tu situación actual no es impuesta por Dios como castigo, sino para purificación de tu espíritu, para prepararlo a comunicaciones más elevadas. Créeme cuando te digo que tu situación no es en absoluto deplorable, sino digna de envidia. Deja actuar libremente a este médico divino, y estate segura de que todo servirá para gloria de Dios y para tu santificación. Y en cuanto a los temores de ofender a Dios y de no saber cómo actuar para agradarle, te ruego y te suplico que moderes tus ansiedades. Cree las aseveraciones de la autoridad, que te dice de parte de Dios que, de cualquier modo que actúes, siempre que no descubras con plena claridad que tus actos son contrarios a la ley de Dios y a los mandatos de la autoridad legítima, Jesús está siempre contento de ti, con tal de que esos actos vayan orientados a la gloria de Dios.
Con esta segura norma de conducta debes actuar sin discutir, debes seguir actuando sin escuchar las voces de tus temores. Fíjate, mi buena hija, que uso la palabra escuchar; es decir, hacer caso, prestar atención, etc. No digo sentirlos, porque es imposible no sentirlos; pero no se les debe hacer caso. Sigue adelante con este modo de actuar, como quien no hace caso a los ladridos de un perrito que encuentra a lo largo de la calle. Esos pequeños, vacíos e inoportunos ladridos se oyen ciertamente, pero, lejos de darles importancia, uno se ríe de ellos y basta.
(30 de marzo de 1917, a María Gargani – Ep. III, p. 269)
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