4 NUEVE DÍAS ACOMPAÑADOS POR SANTA CLARA DE ASÍS


CUARTO DÍA

CLARA PRIMERA FRANCISCANA: LA LUCHA POR LA FIDELIDAD AL EVANGELIO 4 - 9

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Por la  señal de la Santa Cruz +
De nuestros enemigos +
Líbranos Señor, Dios nuestro +
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén

Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.
Lectura bíblica: Mateo 6,25-34
“Por eso les digo: No anden preocupados pensando qué van a comer o a beber para su sustento, o con que vestido van a cubrir su cuerpo. ¿No vale más la vida que el alimento y el cuerpo que el vestido? Fíjense en las aves del cielo; ni siembran ni siegan ni recogen en graneros, y sin embargo su Padre celestial las alimenta ¿No valen ustedes mucho más que ellas” ¿Quién de ustedes, por más que se preocupe, puede añadir una sola hora a su vida? Y del vestido, ¿por qué se preocupan? Fíjense cómo crecen los lirios del campo; no se afanan ni hilan; y sin embargo, les digo que ni Salomón en todo su esplendor se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba que hoy está en el campo y y mañana se echa al horno Dios la viste así, ¿qué no hará con ustedes, hombres de poca fe? Así que no se inquieten diciendo: ¿Qué comeremos? ¿Qué beberemos? ¿Con qué nos vestiremos? Estas son las cosas por la que se preocupan los paganos. Ya sabe su Padre celestial que las necesitan. Busquen ante todo el reino de Dios y lo que es propio de él, y Dios les dará lo demás. No anden preocupados por el día de mañana, que el mañana traerá su propia preocupación. A cada día le basta su propio afán”. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
“Las hermanas no se apropien nada para sí, ni casa, ni lugar, ni cosa alguna. Y, cual peregrinas y extranjeras (cf. 1 Pe 2,11; Sal 38,13) en este mundo, sirviendo al Señor en pobreza y humildad, manden por limosna confiadamente. Y no tienen por qué avergonzarse, pues el Señor se hizo pobre por nosotros en este mundo (cf. 2Cor 8,9). Ésta es la excelencia de la altísima pobreza (2Cor 8,2). La que a vosotras, queridísimas hermanas mías, os ha constituido en herederas y reinas del reino de los cielos (cf. Sant 2,5; Mt 5,3; Lc 6,20), os ha hecho pobres de cosas y sublimado en virtudes (cf. Sant 2,5). Sea ésta vuestra porción, la que conduce a la tierra de los vivientes (cf. Sal 141,6). Adhieriéndoos totalmente a ella, amadísimas hrmanas, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo y de su santísima Madre, jamás quieran tener ninguna otra cosa bajo el cielo”. (RCl VIII,1-6).
Nos encontramos ante lo que podríamos llamar el corazón de la espiritualidad franciscana. La vida de Clara, como la de Francisco, se vieron marcadas por una tenaz lucha por mantener vivo el ideal evangélico. Clara se empeñó en meter hasta la médula de los huesos de sus hermanas que era posible vivir y subsistir sin nada propio. La opción por la fidelidad a la pobreza no era simplemente una opción, era el estilo de vida que el Hijo de Dios les había manifestado. Ser fieles al desapropio, era asumir la naturaleza del Hijo de Dios que siendo pobre se hizo rico para enriquecernos con su pobreza. En esto consistía precisamente el vivir la vida evangélica clariana, siguiendo a Cristo Pobre al estilo de Francisco de Asís. Clara había renunciado a un estilo de vida noble, sabía lo que era vivir con todo y bien, sin embargo, había respondido a una llamado y había hecho una opción libre: la de la pobreza, por ello se oponía al único modelo de supervivencia económica de su tiempo en los monasterios: las posesiones y las rentas. Clara había hecho una opción fundamental en su vida, sabía que había cosas que no eran negociables y la pobreza era una de ellas. Al renunciar a las posesiones, a las rentas está abrazando libremente a Jesucristo, estaba optando por lo esencial del Evangelio. Ésta era la mejor forma de iniciar el camino evangélico.
Llegamos así al año de 1216, en el que Clara arrancará al Papa Inocencio III el singularísimo y único Privilegio de la Pobreza. ¡Ahora sí! Inclusive desde la postura canónica de la Iglesia nadie podrá obligar nunca a aceptar ninguna posesión. Por su parte Gregorio IX confirmará en 1228 este singular privilegio. Así quedo a salvo para siempre el ideal evangélico en toda su pureza y con todo su esplendor. La lucha por la fidelidad al Evangelio al estilo de Francisco de Asís, convertía a Clara en la primera franciscana.
Por eso, a Santa Clara se le ha llamado “la plantita de San Francisco”, pero no nos engañemos. Clara es admirable, como lo fue Francisco. No es a la sombra de la Primera Orden como hay que ver la historia de las Damas Pobres, las Clarisas. Es una historia fraternal, pero paralela. Clara y Francisco tuvieron que asumir las responsabilidades de las propias Órdenes. El la condujo hacia Cristo, pero en su destino quiso que fuese totalmente libre su responsabilidad. Por Francisco fue plantada al claustro. Ella es la primera mujer discípula de Francisco. La joven abadesa estaba tan llena de Dios y de su espíritu, que Francisco con frecuencia acudía a ella cuando tenía alguna duda para tomar una decisión, escuchaba su consejo, y encomendaba a sus oraciones los trabajos de sus frailes. No fue necesario que Clara saliera a los púlpitos a predicar la Buena Noticia de Jesucristo, pero en silenciosa oración contemplativa, de manera generosa cooperaba en el inmenso trabajo de los frailes. La predicación del Evangelio sería poco fructífera si no está sostenida e iluminada por la oración. Así lo entendió Clara. Mientras sus hermanos recorrían los púlpitos del mundo, ella y sus hijas alcanzaban el valor sobrenatural para su esfuerzo. Preparaban así el campo, la tierra para que la semilla encontrara un barbecho bien dispuesto para dar un fruto abundante.


Oración para todos los días:
Oh gloriosa Santa Clara, santa Virgen de Asís, míranos a tus plantas en este día que recurrimos a Ti. Venimos a solicitar tu intercesión por la conversión de los pecadores, y para que todos los cristianos seamos hoy luz del mundo para los que viven en tinieblas y en sombras de muerte. Tú fuiste ilustre y clara de nombre y de vida. Así queremos también nosotros seguir tus pasos. Para que en nosotros no haya oscuridad, ni tinieblas, sino sólo paz, justicia, salud y gozo en el Señor.
Intercede por nosotros ante nuestro Señor Jesucristo que es la Luz del mundo. Que por Jesucristo, con Jesucristo y en Jesucristo resplandezca nuestra alma con la claridad de la gracia para que pueda brillar nuestra vida con la luz que recibimos el día de nuestro bautismo e iluminemos así a nuestros hermanos, anhelando la claridad de la visón divina. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor, Amen

Para revisar nuestra vida:
¿Qué lugar ocupa en mi vida Cristo  pobre humilde y crucificado?
Según mi estilo propio de vida ¿Qué importancia le doy a la oración?
Si me toca anunciar el Evangelio ¿me encomiendo a las oraciones de los demás para que mi anuncio dé fruto abundante?
¿Soy capaz de transmitir una vida volcada hacia Dios?
¿Mi acción está animada por la oración y la contemplación?

Aclamaciones
Alabado seas, mi Señor, por la vida consagrada de nuestra Hermana Clara, por su vida de oración y la entrega enamorada.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Alabado seas, mi Señor, por la hermana Clara Virgen pobre que sólo en Ti puso su confianza.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Loados seas, mi Señor, por su vida silenciosa y entregada y porque suscitaste por doquier miles a su semejanza,

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

Oración final
Padre de las misericordias, que infundiste en santa Clara un profundo amor a la pobreza evangélica, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo pobre, merezcamos llegar a contemplarte en tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina Contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

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