6 NUEVE DÍAS ACOMPAÑADOS CON SANTA CLARA DE ASÍS
SEXTO DÍA
DE SAN DAMIÁN PARA EL
MUNDO: UN REMANSO DE PAZ Y ALEGRIA 6 – 9
Por la señal de la Santa Cruz +
De nuestros
enemigos +
Líbranos Señor,
Dios nuestro +
En el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén
Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre
verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres y porque te amo
sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi
corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca
más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la
penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida,
obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así
confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia
para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y
fin de mi vida amén.
Lectura bíblica: Mateo 9,36-38. 10,9-10
“A ver a
la gente, sintió compasión de los, porque estaban cansados y desorientados como
ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: -La cosecha es abundante,
pero los obreros son pocos, Rueguen por tanto al dueño de la cosecha que envíe
obreros a recogerla. No lleven oro ni plata ni dinero en el bolsillo, ni morral
para el camino ni túnicas ni sandalias ni bastón; porque el obrero tiene
derecho a su sustento”.
REFLEXIÓN
“Y
así, por voluntad de Dios y de nuestro beatísimo Padre Francisco, fuimos a
vivir a la Iglesia de San Damián, conde el Señor, por su misericordia y su
gracia, en breve tiempo nos multiplicó, para que se cumpliera lo que había
predicho por su santo; pues antes habíamos estado en otro lugar; aunque por
poco tiempo. Luego escribió para nosotras la forma de vida, con el propósito, sobre todo, de que perseveráramos
siempre en la santa pobreza. Y no se contentó con exhortarnos durante su vida con
muchas palabras (cf. Hech 20,2) y ejemplos al amor y a la observancia de la
santísima pobreza, sino que también nos dejó varios escritos para que no nos
apartáramos de ningún modo de ella después de su muerte, como nunca quiso
apartarse de la santa pobreza, el Hijo de Dios mientras vivió en este mundo, y
como nuestro beatísimo padre Francisco, siguiendo
sus huella (cf. 1Pe 2,21), no se apartó de ningún modo, mientras vivió, ni
con su ejemplo ni con la doctrina, de la santa pobreza que eligió para sí y sus
hermanos”. (TCl 30-36).
La vida de las primeras sororidades de Las Clarisas había alcanzado un
significativo equilibrio entre su anhelo evangélico y la forma de vivirlo. No fueron
presas del drama de la institucionalización gracias a que fueron fieles a la
espiritualidad y al carisma franciscano vivido con radicalidad marcado por Francisco
y Clara. Casas pequeñas, pobres y aptas para vivir el Evangelio al centro de la
vida de fraternidad. Esta forma de vida cristiana del todo peculiar hizo que de
San Damián brotaran y florecieran muchos monasterios.
San Damián
congrega y abraza a Clara y sus hermanas. Habla de silencio, de entrega, de
renuncia alegre, de paz. Es una iglesia minúscula, un coro pobre, dormitorios
pequeños, una huerta amurallada. Allí Clara pasó toda su vida consagrada. Las
exigentes palabras de Jesús estaban allí hechas vida. Aquellas religiosas
habían renunciado a todo, habían dado sus bienes a los pobres y habían cargado
alegremente con la cruz. No llevaban dinero, ni alforja, ni abrigo, ni cayado.
Pero allí había una paz y una felicidad desbordantes y comunicativas. Ningún
visitante distraído podía dejar de percibirlas. Allí todo es calma, todo es
alegría, todo es recogimiento y paz. La felicidad se hace sensible. Era la
mejor propaganda de su ideal, que, vivido con aquella ilusión, forzosamente
tenía que suscitar seguidores. Así se explica el crecimiento prodigioso de
conventos de las Damas Pobres, no sólo en Italia, sino también en Francia,
España, Austria, Bohemia. En vida de Santa Clara existían ya en España veinte
monasterios de Clarisas. Santa Clara, encerrada en una comunidad de clausura,
supo irradiar la luz de su ideal más allá de San Damián, pasando a ser una de
las grandes figuras femeninas de la alta Edad Media. Clara fue la única mujer
capaz de formular su propio estilo de vida y hacer que la Iglesia lo
reconociera, dando como resultado la aprobación de la Regla propia de las Clarisas.
Oración para todos los días:
Oh
gloriosa Santa Clara, santa Virgen de Asís, míranos a tus plantas en este día
que recurrimos a Ti. Venimos a solicitar tu intercesión por la conversión de
los pecadores, y para que todos los cristianos seamos hoy luz del mundo para
los que viven en tinieblas y en sombras de muerte. Tú fuiste ilustre y clara de
nombre y de vida. Así queremos también nosotros seguir tus pasos. Para que en
nosotros no haya oscuridad, ni tinieblas, sino sólo paz, justicia, salud y gozo
en el Señor.
Intercede
por nosotros ante nuestro Señor Jesucristo que es la Luz del mundo. Que por
Jesucristo, con Jesucristo y en Jesucristo resplandezca nuestra alma con la
claridad de la gracia para que pueda brillar nuestra vida con la luz que
recibimos el día de nuestro bautismo e iluminemos así a nuestros hermanos,
anhelando la claridad de la visón divina. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro
Señor, Amen
Para revisar nuestra vida:
¿Qué tan
capaz soy de abandonarme plenamente en las manos de dios?
¿Soy
fiel a la propuesta del estilo de vida que Dios me ofrece?
¿De qué
manera correspondo al amor de Dios?
Según el
estilo de vida que Dios me ha dado y que yo he propiciado ¿ vivo el desapropio
y la libertad evangélica?
¿con qué
actitud cargo mi propia cruz?
Aclamaciones
Alabado
seas, mi Señor, por la Hermana Clara, por su vida de oración y sacrificio que
fortalece y anima la fe del mundo.
- Padrenuestro,
que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino,
hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de
cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios
te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre
las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa
María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte. Amén.
- Gloria
al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.
- Aquí se hace la
petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa
Clara de Asís:
Ruega
por nosotros que recurrimos a Ti.
-Alabado
seas, mi Señor, por el amor que donado del cual Clara bebió en la fuente de tu
costado.
- Padrenuestro,
que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino,
hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de
cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios
te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre
las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa
María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte. Amén.
- Gloria
al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.
- Aquí se hace la
petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara
de Asís:
Ruega
por nosotros que recurrimos a Ti.
-Loados
seas, mi Señor, por su vida silenciosa y entregada, madura hasta en la cruz ofrendada
- Padrenuestro,
que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino,
hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de
cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios
te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre
las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa
María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte. Amén.
- Gloria
al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.
- Aquí se hace la
petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa
Clara de Asís:
Ruega
por nosotros que recurrimos a Ti.
Oración final
Padre de
las misericordias, que infundiste en santa Clara un profundo amor a la pobreza
evangélica, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo pobre,
merezcamos llegar a contemplarte en tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo que vive y reina Contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por
los siglos de los siglos. Amén.
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