5 NUEVE DÍAS ACOMPAÑADO POR SANTA CLARA DE ASÍS


QUINTO DÍA

UNA MUJER HECHA ORACIÓN:EL FRUTO MADURO 5- 9

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Por la  señal de la Santa Cruz +
De nuestros enemigos +
Líbranos Señor, Dios nuestro +
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén

Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.
Lectura bíblica: Mateo 6,5 - 15
“Cuando oren, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que los vea la gente. Les aseguro que ya han recibido su recompensa. Tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará. Y al orar, no hablen mucho como hacen los paganos, creyendo que Dios va a escuchar todo lo que hablaron. No sean como ellos, pues su Padre ya sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan. Ustedes oren así: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; danos hoy el pan que necesitamos; perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación; y líbranos del mal. Porque si ustedes perdonan a los demás sus culpas, también a ustedes los perdonará su Padre celestial. Pero si no perdonan a los demás, tampoco su Padre les perdonará sus culpas.”.

REFLEXIÓN
“Amonesto y exhorto en el Señor Jesucristo a las hermanas a que se guarden de toda soberbia, vanagloria, envidia, avaricia (Cf. Lc 12,15), preocupación y afán de este mundo (cf. Mt 13,22; Lc 21,34), difamación y murmuración, disensión y división. Sean en cambio, solícitas para mantener entre todas la unidad del amor mutuo, que es el vínculo de la perfección (cf. Col 3,4). Y las que no saben letras no se preocupen de aprenderlas; aplíquense, en cambio, en aquello que por encima de todo deben anhelar: tener el Espíritu del Señor y su santa operación, orar continuamente al Señor con un corazón puro, y tener humildad, paciencia en la persecución y en la enfermedad, y amar a los que nos persigan (cf Mt 5,44) y reprenden y acusan, porque dice el Señor: Dichosos los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5, 10). Y el que persevere hasta el fin, ése se salvará (Mt 10,22)”. (RCl 10,6-13)
Cuando nosotros nos atrevemos a ver con profundidad la vida de Clara, podemos descubrir una serie de rasgos que destellan de manera significativa el perfil de una mujer de personalidad madura en la fe y en la vida. Clara ha sabido darle el lugar y el espacio perfectos al evangelio, de tal manera que no ha quedado ningún espacio vacío en su vida y por lo tanto ni en su vocación.
Clara se empeñaba en poseer ante todo el Espíritu del Señor y su santa operación ¿Cómo? A través de la oración, que era su principal trabajo, oraba sin desfallecer así, en la oración insertaba toda la realidad de su vida. Es lo que conocemos y a lo que san Juan XXIII ha denominado como “Oración Inteligente”: oración con los ojos abiertos a la realidad personal y social, evitando hacer de la oración una fantasía sin conexión con la vida). Clara supo contemplar en su oración al fondo del corazón humano en lo más crudo de su realidad. Por esto, la oración fue su trabajo diario, en el aspecto de que no podía prescindir de ella, fue algo constitutivo, aunado a su persona, no una actividad piados, sino un apostolado confiado y eficaz para el bien de la Iglesia, su oración se esparció por el mundo entero, por eso estuvo insertada en la vida misma, su oración no era una abstracción, una idea desligada de la realidad circundante y cotidiana. Así lo deja entrever  en su tercera carta a Inés de Praga, refiriéndose a las palabras del apóstol san Pablo: “Te considero cooperadora del mismo Dios y sostenedora de los miembros vacilantes de su Cuerpo inefable” (3CtaI 2).
No hemos de olvidar que a Francisco se le ha definido como “el hombre hecho oración”. ¿Qué decir de Santa Clara? Algunos creen que orar consiste en pedir. Otros lo confunden con la meditación. Aunque de alguna manera ambos aspectos pueden constituir la oración, orar es, ante todo, una actividad del corazón. Orar es amar. Es el acto más noble y elevado de la criatura humana. Es pensar en Dios con amor. pero es sobre todo y ante todo descubrir el inmenso amor que Dios nos tiene. Un amor inmensamente mayor y fiel que el pobre que nosotros podamos profesarle. Santa Clara tenía el corazón fijo en su Dios, porque Dios la había enamorado. A Dios, centro,  enderezaba sus afectos. Su sueño es vela y canto el despertar antes de la aurora. Hacía suya y vivía la oración del Seráfico Padre: “Tu eres el Bien, sumo Bien, todo Bien, Señor, Dios mío, vivo y verdadero”. Durante horas Clara se abandonaba a la oración. Era un cara a cara con el Único Amor. Orar para Clara era vivir en la presencia amorosa de su Dios. Nada más y nada menos. Lo demás era consecuencia. Ante Jesús Eucaristía pasa horas en ferviente adoración. Acude a María porque Ella es camino hacia Dios, nos ha dado a Cristo y es modelo de virtudes. Tomás de Celano nos lo comunica: Su alma se entregaba sin cesar a la oración. Levantada la primera, iba a despertar a las Hermanas más jóvenes, sin romper el silencio, animándolas con la mirada a comenzar el día con fervor. Después, durante el día, rezaba sin cesar cualquier que fuera su ocupación. Así, Clara finalmente se convierte en el fruto maduro. A la sombra de la cruz vivió la madurez final de quien se ofrece a sufrir el martirio por Cristo. Ante el martirio, en 1220, de los primero Hermanos Menores en Marruecos, Clara, como Francisco, siente el deseo de seguir su suerte. Su anhelo de martirio es fruto de entender la vida como una entrega de total y alegre generosidad a Aquel que entendió la cruz como don total a la persona humana. Es la culminación plena y lógica de lo que se ha vivido momento a momento. Con cuánta razón el Monasterio de San Damián resplandecía tanto de día como de noche como el sol al mediodía.

Oración para todos los días:
Oh gloriosa Santa Clara, santa Virgen de Asís, míranos a tus plantas en este día que recurrimos a Ti. Venimos a solicitar tu intercesión por la conversión de los pecadores, y para que todos los cristianos seamos hoy luz del mundo para los que viven en tinieblas y en sombras de muerte. Tú fuiste ilustre y clara de nombre y de vida. Así queremos también nosotros seguir tus pasos. Para que en nosotros no haya oscuridad, ni tinieblas, sino sólo paz, justicia, salud y gozo en el Señor.
Intercede por nosotros ante nuestro Señor Jesucristo que es la Luz del mundo. Que por Jesucristo, con Jesucristo y en Jesucristo resplandezca nuestra alma con la claridad de la gracia para que pueda brillar nuestra vida con la luz que recibimos el día de nuestro bautismo e iluminemos así a nuestros hermanos, anhelando la claridad de la visón divina. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor, Amen

Para revisar nuestra vida:

¿Qué importancia le doy a mi vida de oración?
¿Cómo descubro la inmensidad del amor que Dios me tiene?
¿De qué manera correspondo al amor de Dios?
Mi vida de oración ¿está insertada y responde a la realidad actual?
¿En qué momento soy capaz de proyectar la luz, el resplandor, la serenidad propios de la vida de oración?

Aclamaciones

Alabado seas, mi Señor, por la Hermana Clara, por su vida de oración y sacrificio que fortalece y anima la fe del mundo.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Alabado seas, mi Señor, por el amor que donado del cual Clara bebió en la fuente de tu costado.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Loados seas, mi Señor, por su vida silenciosa y entregada, madura hasta en la cruz ofrndada

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

Oración final
Padre de las misericordias, que infundiste en santa Clara un profundo amor a la pobreza evangélica, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo pobre, merezcamos llegar a contemplarte en tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina Contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

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