7 NUEVE DIAS ACOMPAÑADOS CON SANTA CLARA DE ASÍS




SÉPTIMO DÍA

UNA MONJA DE CLAUSURA: CLARA ANTE EL ESPEJO 7- 9



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Por la  señal de la Santa Cruz +
De nuestros enemigos +
Líbranos Señor, Dios nuestro +
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén

Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres y porque te amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.
Lectura bíblica: Apocalipsis 19,5 - 10
“Cayeron entonces rostro a tierra los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes y adoraron a Dios que está sentado en el trono, diciendo: ¡Amén! ¡Aleluya! Y salió del trono una voz que decía: Alaben a nuestro Dios, todos sus siervos y fieles, humildes y poderosos. Oí luego algo así como el estruendo de una inmensa multitud, como el estruendo de aguas caudalosas, como el estruendo de fuertes truenos. Y decían: ¡Aleluya! El Señor Dios nuestro, el todopoderoso, ha comenzado a reinar. Alegrémonos, regocijémonos y démosle gloria, porque han llegado las bodas del Cordero. Está engalanada su esposa, vestida de lino puro, brillante. El lino que representa las buenas acciones de los creyentes. Entonces alguien me dijo: - Escribe: Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero. Y añadió: - Palabras verdaderas de Dios son estás. Yo caí a sus pies para adorarlo, pero él me dijo: - No hagas eso, que yo soy un simple compañero de servicio tuyo y de tus hermanos, esos que se mantienen como fieles testigos de Jesús. Sólo a Dios debes adorar. Y es que dar testimonio de Jesús y tener Espíritu profético es lo miso ”.

REFLEXIÓN
CARTA IV A SANTA INÉS DE PRAGA [CtaCla4]
1A quien es la mitad de su alma y relicario de su amor entrañable y singular, a la ilustre reina, a la esposa del Cordero, el Rey eterno, a doña Inés, su madre carísima e hija suya especial entre todas las demás, 2Clara, indigna servidora de Cristo e sierva inútil de las siervas de Cristo que moran en el monasterio de San Damián de Asís, le desea salud, 3y que cante, con las otras santísimas vírgenes, un cántico nuevo ante el trono de Dios y del Cordero, y que siga al Cordero dondequiera que vaya (cf. Ap 14,3-4).
4¡Oh madre e hija, esposa del Rey de todos los siglos!, aunque no te haya escrito con frecuencia, como tu alma y la mía lo desean y anhelan por igual, no te extrañes, 5ni creas de ninguna manera que el incendio de la caridad hacia ti arde menos suavemente en las entrañas de tu madre. 6Este ha sido el impedimento: la falta de mensajeros y los peligros manifiestos de los caminos. 7Pero ahora, al escribir a tu caridad, me alegro mucho y salto de júbilo contigo en el gozo del Espíritu (cf. 1 Tes 1,6), oh esposa de Cristo, 8porque tú, como la otra virgen santísima, santa Inés, habiendo renunciado a todas las vanidades de este mundo, te has desposado maravillosamente con el Cordero inmaculado (cf. 1 Pe 1,19), que quita los pecados del mundo (cf. Jn 1,29).
9Feliz ciertamente aquella a quien se le concede gozar de este banquete sagrado (cf. Lc 14,15; Ap 19,9), para que se adhiera con todas las fibras del corazón a Aquel 10cuya hermosura admiran sin cesar todos los bienaventurados ejércitos celestiales, 11cuyo afecto conmueve, cuya contemplación reconforta, cuya benignidad sacia, 12cuya suavidad colma, cuya memoria ilumina suavemente, 13a cuyo perfume revivirán los muertos, y cuya visión gloriosa hará bienaventurados a todos los ciudadanos de la Jerusalén celestial: 14puesto que Él es el esplendor de la eterna gloria (cf. Heb 1,3), el reflejo de la luz eterna y el espejo sin mancha (cf. Sab 7,26). 15Mira atentamente a diario este espejo, oh reina, esposa de Jesucristo, y observa sin cesar en él tu rostro, 16para que así te adornes toda entera, interior y exteriormente, vestida y envuelta de cosas variadas (cf. Sal 44,10), 17adornada igualmente con las flores y vestidos de todas las virtudes, como conviene, oh hija y esposa carísima del supremo Rey. 18Ahora bien, en este espejo resplandece la bienaventurada pobreza, la santa humildad y la inefable caridad, como, con la gracia de Dios, podrás contemplar en todo el espejo.
19Considera, digo, el principio de este espejo, la pobreza de Aquel que es puesto en un pesebre y envuelto en pañales (cf. Lc 2,12). 20¡Oh admirable humildad, oh asombrosa pobreza! 21El Rey de los ángeles, el Señor del cielo y de la tierra es acostado en un pesebre. 22Y en medio del espejo, considera la humildad, al menos la bienaventurada pobreza, los innumerables trabajos y penalidades que soportó por la redención del género humano. 23Y al final del mismo espejo, contempla la inefable caridad, por la que quiso padecer en el árbol de la cruz y morir en el mismo del género de muerte más ignominioso de todos.
24Por eso, el mismo espejo, puesto en el árbol de la cruz, advertía a los transeúntes lo que se tenía que considerar aquí, diciendo: 25¡Oh vosotros, todos los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor semejante a mi dolor! (Lam 1,12); 26respondamos, digo, a una sola voz, con un solo espíritu, a quien clama y se lamenta con gemidos: ¡Me acordaré en mi memoria, y mi alma se consumirá dentro de mí!(Lam 3,20). 27¡Ojalá, pues, te inflames sin cesar y cada vez más fuertemente en el ardor de esta caridad, oh reina del Rey celestial!
28Además, contemplando sus indecibles delicias, sus riquezas y honores perpetuos, 29y suspirando a causa del deseo y amor extremos de tu corazón, grita: 30¡Llévame en pos de ti, correremos al olor de tus perfumes (Cant 1,3), oh esposo celestial! 31Correré, y no desfalleceré, hasta que me introduzcas en la bodega (cf. Cant 2,4), 32hasta que tu izquierda esté debajo de mi cabeza y tu diestra me abrace felizmente (cf. Cant 2,6), hasta que me beses con el ósculo felicísimo de tu boca (cf. Cant 1,1). 33Puesta en esta contemplación, recuerda a tu pobrecilla madre, 34sabiendo que yo he grabado indeleblemente tu feliz recuerdo en la tablilla de mi corazón (cf. Prov 3,3; 2 Cor 3,3), teniéndote por la más querida de todas.
35¿Qué más? En cuanto al amor que te profeso, que calle la lengua de la carne, digo, y que hable la lengua del espíritu. 36¡Oh hija bendita!, porque la lengua de la carne no podría en absoluto expresar más plenamente el amor que te tengo, ha dicho esto que he escrito de manera semiplena. 37Te ruego que lo recibas con benevolencia y devoción, considerando en estas letras al menos el afecto materno por el que, a diario, ardo de caridad hacia ti y tus hijas, a las cuales encomiéndanos mucho en Cristo a mí y a mis hijas. 38También estas mismas hijas mías, y principalmente la prudentísima virgen Inés, nuestra hermana, se encomiendan en el Señor, cuanto pueden, a ti y a tus hijas.
39Que os vaya bien, carísima hija, a ti y a tus hijas, y hasta el trono de gloria del gran Dios (cf. Tit 2,13), y orad por nosotras.
40Por las presentes recomiendo a tu caridad, en cuanto puedo, a los portadores de esta carta, nuestros carísimos el hermano Amado, querido por Dios y por los hombres (cf. Eclo 45,1), y el hermano Bonagura. Amén.
En la actualidad, a los ojos del mundo la vida consagrada aparece con muchas interrogantes. Sobre todo muchos la ven como una aberración, como una huida cobarde del mundo, como un refugio. Inclusive pareciera que la vida contemplativa es la peor opción, esto se debe precisamente que ella nos manifiesta los valores del Reino, poniendo así en evidencia los antivalores que el mundo ofrece. La presencia de Religiosas en obras asistenciales y educativas que exigen gran caridad y espíritu de sacrificio todos la admiten aunque sea por necesidad, pero las Religiosas de Clausura, constituyen una paradoja. Cuando se valora obsesionadamente la velocidad, el rendimiento material, la utilidad y el placer, el tener, el cuánto tienes cuánto vales, también sigue habiendo personas llamadas por Dios que desean vivir en el silencio claustral de una renuncia total libre y absoluta. Cuando se olvida y discute la fe, aparecen ellas como testigos de una fe y una confianza en Dios inconmovibles. Es desde el plano de la fe desde donde hallamos explicación: Dios nos ha creado para conocerle, amarle y servirle, y ellas, desligadas del mundo, viven dedicadas de pleno a amar y glorificar a Dios, le hacen ofrenda de sus vidas en inmolación por sus hermanos los hombres, y así se ha dicho que sus convenios son “pararrayos de la justicia divina”, que ellas son los “diez justos” por amor a los cuales Dios está perdonando a la humanidad pecadora. En un mundo cansado de palabras están ellas como testigos. Pio XI dejó escrito: “Los que se entregan constantemente a la oración y a la penitencia contribuyen al progreso de la iglesia ya la salvación del género humano con más eficacia que los que cultivan obras de celo en el campo del Señor”. La vida contemplativa significa una vida entregada, escondida con Cristo en Dios, para que pueda dar fruto. El fruto proviene de la oración, y la oración es el encuentro con Dios, el diálogo de corazón a corazón, es ser capaz de dejarse mirar por Él, y luego proyectar su imagen que Él ha fijado en nosotros. Orar es mirar amorosamente el espejo de la eternidad. Vivir es reflejar lo que se ve. El itinerario espiritual es contemplación transformante del mismo espejo. Espejo es el Hijo de Dios en la Palabra, el cuerpo del Señor en la eucaristía, el icono, la Iglesia. Espejo es Francisco y las hermanas. Toda la fraternidad es espejo-icono en cuerpo y alma, para los de cerca y los de lejos. ¿Cómo hacer partes de un todo simplicísimo?
"El Hijo de Dios se nos ha hecho camino y nuestro bienaventurado padre Francisco nos lo ha mostrado". Su espiritualidad es una fe que mueve la vida desde un centro único, ardientemente amado, elegido: Jesucristo, imagen del Padre y revelado por el Espíritu. Creer, mirar con amor, ver, transformarse en él... Ese es el divino todo de esta espiritualidad que mueve toda la riqueza femenina, la evolución de la mujer "hermana, esposa y madre". Y que determina un estilo contemplativo y una forma de vida que incide valiente y llena de luz sobre el pecado del mundo. Sencillamente, sin juzgar a los que visten de colores (2 R 17), anuncia la bienaventuranza de la pobreza, de la pureza, de la mansedumbre, del evangelio.



Oración para todos los días:
Oh gloriosa Santa Clara, santa Virgen de Asís, míranos a tus plantas en este día que recurrimos a Ti. Venimos a solicitar tu intercesión por la conversión de los pecadores, y para que todos los cristianos seamos hoy luz del mundo para los que viven en tinieblas y en sombras de muerte. Tú fuiste ilustre y clara de nombre y de vida. Así queremos también nosotros seguir tus pasos. Para que en nosotros no haya oscuridad, ni tinieblas, sino sólo paz, justicia, salud y gozo en el Señor.
Intercede por nosotros ante nuestro Señor Jesucristo que es la Luz del mundo. Que por Jesucristo, con Jesucristo y en Jesucristo resplandezca nuestra alma con la claridad de la gracia para que pueda brillar nuestra vida con la luz que recibimos el día de nuestro bautismo e iluminemos así a nuestros hermanos, anhelando la claridad de la visón divina. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor, Amen

Para revisar nuestra vida:

¿Qué tan consciente soy de la unidad total y absoluta entre Jesucristo y yo cuando lo recibo en comunión?
¿Sigo verdaderamente sus pasos, cuándo, cómo?
¿En qué momentos de mi jornada diaria soy capaz de mirar, considerar y contemplar a Jesucristo que me lanza a la vivencia perfecta de la caridad?
Mi amor afectivo, humano ¿se deja cautivar y sublimar por Dios?
¿Contemplo a Cristo como en un espejo y me dejo ver por Él?

Aclamaciones

Alabado seas, mi Señor, por  nuestra Hermana Clara, por su vida desposada y oración contemplativa como fiel esposa intercesora.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Alabado seas, mi Señor, porque nos enseñó de vida y de palabra a ser lo que quería: tu hija, tu madre, tu esposa y tu hermana.

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

-Loados seas, mi Señor, por su vida silenciosa y entregada y porque suscitaste por doquier miles a su semejanza,

- Padrenuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad, en la tierra cómo en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y libranos del mal.
- Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es Contigo, bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre Jesús.
- Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

- Aquí se hace la petición: Se pide la gracia que se desea, o por la necesidad que se tenga.
Santa Clara de Asís:
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

Oración final
Padre de las misericordias, que infundiste en santa Clara un profundo amor a la pobreza evangélica, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo pobre, merezcamos llegar a contemplarte en tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina Contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

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